Para este tiempo de vacaciones, un encuentro histórico, Emilio Lledó y Gianni Vatimo ensartan sus recuerdos del Gadamer al que conocieron en Heidelberg, en los 50 y 60. Modera Manuel Cruz, catedrático de filosofía contemporánea de la universidad de Barcelona.
El evento sirvió para celebrar los diez años de la muerte de Hans Georg Gadamer (1900-2002) que se acaban de cumplir este mes de marzo.
Elogiosas palabras de Manuel Cruz a Gadamer, pensador grande porque se identificó con su propio pensamiento y se ha hecho carne en otros, a los que fecunda con sus preguntas. Grande Gadamer porque pensamos gracias a él, y porque la huella que dejó en quienes lo trataron muestra su capacidad de enseñar a mirar el mundo de otra forma, nos ayuda a salir de la mirada rutinaria.
El futuro es ya memoria dice Lledó, sino no somos nada ni nadie, somos lo que hemos sido
El relato de cada uno de estos dos filósofos ilustra el abismo que separaba a España durante aquellos años de la filosofía centroeuropea.
Vattimo reconoce que había estudiado ya a Aristóteles cuando conoció a Gadamer y Lledó era para él parte de la bibliografía. En Turín había un gran centro de filosofía alemana contemporánea, algunos profesores turineses ya habían estado en Heidelberg. Vattimo pensaba estudiar a Adorno pero le reorientaron a Nietzsche. En 1960 Heidegger publicó sus dos volúmenes sobre Nietzsche, ¿dónde estudiar a estos dos filósofos alemanes? en Heidelberg. Desde entonces empezó su dialéctica particular nietzscheano-heideggeriana. Allí se fue con sus cartas de recomendación. Gadamer era básicamente un conservador dice Vattimo, aunque cuando visitaba Italia lo invitaban los comunistas. Vertió "Wahrheit und Methode" al italiano, la primera traducción mundial de dicha obra mayor de Gadamer.
Cuentan ambos sus confusiones con el alemán al principio de sus respectivas estancias: Vattimo llegó a una cena de gala con un día de retraso.
El encuentro de Lledó con Gadamer fue una aventura. Corría el año 52 y recién acabado el servicio militar, quería huir de un país que en absoluto le gustaba. Cayó en Heidelberg por casualidad. Lledó no conocía el nombre de Gadamer, no sabía alemán y el desconocimiento de los prefijos le llevaron a confundirse con los horarios de los trenes. Llegó a Heidelberg con un día de retraso. Era un "niño de la posguerra española" muerto de hambre que compensaba con el deseo intelectual de llegar a algo distinto. Gadamer le dió la alegría. Ya el taxista que le llevó a su alojamiento en la ciudad le informó de que los dos principales filósofos de la ciudad eran Gadamer y Löwith, y de que había un par de premios Nobel en la universidad.
De Gadamer se decía que era muy buen profesor, después de cinco meses de aprendizaje del idioma Lledó se atrevió a visitarlo. Gadamer se debió de quedar enternecido y extrañado ante su visita. Gracias a él, Lledó consiguió la beca Humboldt. Le sobrecogía la libertad que irradiaba Gadamer.
Un emocionado recuerdo de Lledó es para sus alumnos andaluces a los que enseñó alemán. Eran trabajadores que llegaban como inmigrantes, superando la ignorancia y el abandono en el que habían nacido. A los que nadie había enseñado gramática española él enseñaba alemán.
Los recuerdos alemanes de Lledó son muy divertidos: el acoso de las muchachas alemanas, su asistencia al "Aristóteles Kreis" de Gadamer en el que se leía "Peri Psijés" en griego, el impacto de su mujer Montse en Alemania que no llevaba peineta como se esperaba de todas la españolas y hablaba alemán perfectamente....etc.
Gadamer era un gran conocedor del latín y el griego, su primer escrito fue una tesina en latín sobre Píndaro. Y al tiempo era un "gozador" de la vida., con 90 años después de cenar era capaz de hablar de filosofía alrededor de una botella de "grappa" "lúcidamente" hasta las tres de la mañana.
Pongo este vídeo en el que Gadamer comenta diferentes fragmentos muy conocidos de los presocráticos.
Mencionan el compromiso político de Gadamer y Heidegger, y dan algunas pistas interesantes sobres las vivencias de los alemanes de su generación en el período de entreguerras. La derrota de la primera guerra mundial fue durísima. En 1933 en una Alemania totalmente oprimida por la deuda se reunían los estudiantes en Marburg para comer pan mojado en leche mientras leían "Guerra y Paz" de Tolstoi, tal era la miseria y las duras condiciones impuestas al país.
Heidegger pensaba que podía volver aquel período preclásico, premetafísico de los presocráticos. Entre el capitalismo de Estados Unidos y el comunismo soviético, Alemania podía jugar un papel entre estos dos grandes bloques políticos y tecnológicos, se equivocó pero sus ideas no eran muy diferentes de lo que pensó Adorno.
Emilio Lledó se consideraba un estudiante de izquierdas pero no le molestaba el conservadurismo de Gadamer ni la "papilla heideggeriana" a la que criticaba con sus compañeros. Quedó muy sorprendido cuando Heidegger una vez que participó en el "Aristóteles Kreis" demostró saberse de memoria la Metafísica de Aristóteles. Era tal el espíritu de libertad y la profunda formación filosófica que encontró en estas personas que no quiso profundizar en sus ideas políticas. Casi diez años después de terminada la segunda guerra mundial todavía se podían ver escombros en algunas ciudades. En medio de la destrucción la universidad alemana latía con entusiasmo, vitalidad y fuerza envidiables.
Vattimo trae a colación un ejemplo de problemas hermeneúticos que se ha encontrado al verter "Verdad y Método" al italiano, una simple coma puede traer muchos quebraderos de cabeza al traductor. Gadamer "urbanizó la provincia hedeggeriana". Esta frase la entiende Vattimo como que Gadamer fue en muchos aspectos más moderado en sus afirmaciones que su maestro, por ejemplo con respecto a Platón.
Al final de la conferencia Emilio Lledó hace un alegato del espíritu universitario como entusiasmo y pasión intelectual por las ideas y el aprendizaje, entusiasmo que sin duda conoció por vez primera en aquella universidad alemana conviviendo con uno de los grandes pensadores del siglo XX.
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