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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

miércoles, 19 de enero de 2022

LOS SESGOS DE ALTHUSSER

Autobiografía póstuma de Louis Althusser, 1992 

 Encuentro de la Quinta del Mochuelo en la biblioteca del IES San Juan de la Cruz. 

(17 de enero 2022, en plena pandemia del virus sinense, variante ómicron, enmascarillados).

Esta vez la Quinta hizo honor a la ambigüedad de su nombre (todos lo son) porque no consiguió reunir más que a cinco mochuelos. Excusaron su presencia por justificadísimos motivos Rafa Bellón, Emilio L. Medina, José Javier Villalba y Gisela Destefanis, a la que deseamos una pronta recuperación. Amelia (anfitriona), Fran J. Fernández, que vino desde Marmolejo (y sin vino se volvió), Balbino, Manuel López Villacreces (profesor del IES Francisco de los Cobos) y un servidor hicimos acto de presencia en la Biblioteca del centro, que ahora es también conservatorio por las tardes. ¡Bienvenido sea Manuel, que se incorpora al grupo de debate con la promesa de amistad!

Hice COU en este centro cuando todavía estaba sexualmente dividido, o sea en el paleolítico, así que, aún viéndolo muy rejuvenecido, me trajo viejos recuerdos pasear por sus claustros y pasillos.

Tomó la palabra Fran para hablarnos de la continuidad prevista de su Lycofrón, al que quiere refrigerar o aclimatar con cascada de cuatro niveles textuales. ¡Tiempos aquellos en que Hegel desarrollaba una nota a pie de página en sesenta páginas, sobre cálculo diferencial, en su Ciencia de la lógica! Agradezco la anécdota. Esa narración en cascada cuenta con antecedentes venerables. Está en los diálogos de Platón, en la que el autor escribe que A cuenta que Sócrates les describió a una sacerdotisa de Mantinea (Diotima) lo que a esta le reveló el oráculo... El logos de Sócrates está apuntado o anotado por su Daimon.

Pero el principal tema de Fran fue su reseña de la edición granadina de la conferencia pronunciada por Louis Althusser (1918-1990) en Granada (Hospital Real, 1976), a la que tuve ocasión de asistir con neófita y, ya muy superada, devoción marxiana. Althusser había sido invitado por su acólito e implementador filológico Juan Carlos Rodríguez, célebre por su reducción de la literatura a "producción ideológica", de acuerdo con el catecismo revolucionario de la monaguilla chilena de Althusser: Marta Harnecker, a la que me permití años después contraponer a su némesis ruso-americana: Ayn Rand, en Ateneas

A Juan Carlos Rodríguez lo tuve de profesor de Teatro en mis estudios de filología, sin que ello me diera la oportunidad de verlo ni un solo día. Podría defenderse diciendo que eso fue "puro teatro". Por lo menos me dio un notable por un trabajo sobre el teatro ilustrado español, que seguramente mal leyó, y reservó la matrícula para el de su cuerda, un memo ganado por la nueva fe comunista. Él y más aún sus mediocres epígonos (dictadores de sus apuntes amarillos de "verdades absolutas", "palabra de Dios, te alabamos Señor") se ganaron con creces el sobrenombre de "penenes sobrecogedores", o sea cogedores de sobres a final de mes. No todos, claro. Natural, porque estaban preparando teóricamente la praxis revolucionaria del porvenir en los garitos de la gauche divine, algunos auxiliados seriamente por estimulantes peligrosos y hierbas exóticas, carísimas, consumidas en tertulias nocturnas adobadas con canciones protesta e himnos revolucionarios, sobre todo hispanoamericanos, y ya se sabe que L'avenir dure longtemps.

Algunos, algún penene, admirado amigo mío, pretendiendo saltar sus "contradicciones burguesas" en un mundo imaginariamente dividido en dos por el maniqueísmo revolucionario e iluminado por la palabra profética de sus caudillosse perdió en las más obscuras simas del maltrato de sí mismo, digamos en su jerga, de su "pequeñaburguesez", avocado sin remedio a la autodestrucción y otros efectos, según cuenta con detalles Antonio Alcaraz, que además de acreditado profesor fue también líder del partido comunista y presidente de su XVII Congreso (2005), en su "relato" Sobre la autodestrucción y otros efectos (1975). Digo "relato" y no "novela", porque este término, "novela" también se antojaba entonces legitimado en/por la burguesía, es decir sospechoso de ideología dominadora. Vade retro! Sí, ese estamento académico, universitario, pertenecía a una "sector de clase flotante" y en aquel remolino de la transición política algunos se quedaron no sólo "desencantados", sino hundidos de tanto flotar sin salvavidas en los largos tubos de cubata, incapaces por sus hábitos burgueses y sus padres franquistas, de ascenso epifánico al Reino de los Justos, redimidos por el proletariado, que tampoco les respetaba. ¿Esquizofrenia ideológica o dogmático utopismo trágico?

Decepcionado de la facultad de Filología, estudiando por las tardes Derecho (entonces se podían cursar al alimón dos carreras) tuve, en frente de Al-Áldalus, excelente librería de mi amigo el poeta ya fallecido Rafael Juárez, la suerte de escuchar al maestro Pérez Prendes, en aquella tesitura de huelgas y más huelgas, el buen cine del cineclub don Bosco, el buen teatro y la buena música (casi gratuita para los estudiantes melómanos como yo) y hasta la microfísica del poder de Foucault o el estructuralismo de Barthes fueron para mí, curioso escéptico sin carnet expulsado de un colegio mayor público (el Sto. Domingo) por amistad con la plana clandestina del Psoe, un punto y a parte, y luego, el descubrimiento de la analítica y del pragmatismo anglosajón, un refrigerio grato y enriquecedor. 

Más allá o más acá del marxismo había filosofía y de la buena, de la que no renegaba de sí. Por cierto, que el director que me expulsó del Colegio mayor, habiendo yo cosechado matrículas de honor y sobresalientes en mi primer curso de ambas carreras, humillándonos a mí y a mi padre por celebrar con claveles la revolución portuguesa (no fue eso lo que pretextó para echarme, pero era eso y mi amistad con los clandestinos), se presentó años después a las elecciones municipales granadinas, ¿en la lista?..., ¡del Psoe! Prefiero no recordar su nombre, que era vasco para más señas.

A Fran sí que le agradezco que nos recordara que la frase "l'avenir dure longtemps" es del general Charles de Gaulle y que fuese la ironía que le espetó a Nikita Kruschev cuando visitó la URSS y vio en qué tipo de totalitarismo fatal con Gulag para los disidentes se iba convirtiendo el "paraíso proletario". De Gaulle era muy listo y no por casualidad cuenta en sus memorias lo rica que está la pipirrana de Jaén, que consumió en su castillo. 

"El porvenir dura mucho", L'avenir dure longtemps, es como el decir "¡tan largo me lo fiais!" del Tenorio cuando lo amenazan con el infierno por sus pecados, pero al verres. Puede que la famosa autobiografía de Althusser, que para mí conlleva el precioso recuerdo con dedicatoria de un buen amigo ya fallecido, Juan Enrique García Blanca, exiliado sexual en Francia y extraordinario dramaturgo, que me la trajo encargada de Francia..., puede que explique el uxoricidio del que Althusser fue con razón imputado y no sabemos por qué o sí lo sabemos, sin razón, exonerado en los tiempos de François Mitterrand, presidente al que admiré hasta el punto de comprarle "su parte de verdad" en Le livre de poche, uno de cuyos capítulos, ¡oh causal casualidad! se inicia con una cita de Pablo Picasso: "On met très longtemps à devenir jeune". Eran los tiempos (1969) en que se reflexionaba sobre los acontecimientos de mayo, todavía caliente la juerga universitaria del sesenta y ocho y mire usted que "les étudiants luttaient contre la société de consommation". Tal vez nosotros tendríamos también que decir hoy "consumación" en lugar de "consumo". Al situacionismo de Guy Debord y su análisis de La sociedad del espectáculo (1967, ¡profético ensayo!) vuelvo de vez en cuando.

El problema que parecía preocupar a Fran en su interesante exposición no era tanto si el uxoricidio de Althusser debiera ser considerado hoy -no lo fue desde luego entonces- "violencia de género" (providencial sustituto para cierta izquierda de la "lucha de clase"), concepto anacrónico para los tiempos del francés, sino la redefinición de Filosofía a la luz del mensaje althusseriano... 

Importantes son los recordatorios de la heroica prisión sufrida por Althusser entre el cuarenta y el cuarenta y seis, así como su tesis sobre Hegel. A pesar de sus veleidades comunistas (¿es el comunismo el más racional de los sistemas políticos, amigo Fran?, ¿es el hombre un animal racional? Primero tendríamos que saber si la racionalidad es el motivo principal de la acción humana, de la creatividad). A mi juicio, el más racional de los sistemas es el de las hormigas sociales, donde el individuo y sus pretensiones o "empresas" están totalmente sacrificadas al interés del grupo, por supuesto en una sociedad así, pergeñada en parte por Platón a modo de sueño racional en su República, me refiero a la de las hormigas, las abejas o los termes, no hay innovación ni emprendimiento, sólo evolución lenta y dependiente necesariamente del contexto medioambiental. 

A pesar de su apuesta por el comunismo, respetable, Fran considera, no obstante, que el marxismo es una aberración. Amelia y un servidor coincidimos en considerar esto una hipérbole poética. Desde luego, estoy dispuesto a reconocer que, como filosofía, el marxismo es muy deficiente, incapaz de formular una ética y una estética congruentes. El único marxista que supo algo de la especificidad del arte fue Trotsky y los ortodoxos le dieron el golpe de gracia, tal vez por ello, con una picota. El hereje seguramente hubiera consentido, muy kantianamente, en reconocer que una "revolución permanente" no es otra cosa sino una sociedad abierta en la que cabe el uso privado de la razón y su expresión pública, es decir una sociedad como la polis de Atenas, pero sin esclavos ni impuestas "minorías de edad", en la que uno puede salir y entrar y con la que uno puede comprometerse a voluntad, es decir libremente. En revolución permanente y hasta en vértigo, para bien o para mal, está cualquier sociedad en la que sea posible un proceso ilimitado de reformas y una tecnología à la page... 

La filosofía busca dogmas sin ser ella misma dogmática salvo en su lógica esencial, es decir, en su respeto fundacional a la razón, al orden del lógos. No obstante, es evidente que la filosofía no puede ser la que era -ni la metafísica, que resiste y resistirá, tampoco- después de la "sospecha" marxiana. Que nuestra conciencia -y nuestro inconsciente- se ven afectados por el modo en que producimos, distribuimos y consumimos los bienes, que no se piensa igual si le nacen a uno en pesebre de cuadra que en moisés de plata, son hoy hechos innegables. Y ni siquiera es necesario ser marxista para reconocer la fuerza infraestructural y determinante de la economía, ni althusseriano o estalinista, ¡desde luego! Y mucho menos maoísta, conocida ya la historia de aquellos desastres genocidas. A mi juicio, el comunismo es más aberración que el marxismo, y a la historia reciente y al presente me remito, como el capital sin control. Su caricatura terrorífica y trágica: Corea del Norte y sus petardos "ideológicos". Los crímenes del comunismo han sido y son de tan lesa humanidad como los del fascismo. Y la izquierda europea, bien protegida y aburguesada, ha tardado demasiado en reconocerlo, o todavía no lo reconoce, absorta en sus mitos.

Otra cosa es la crítica formulada por Fran (en "Los sesgos de Althusser", inédito) sobre la supuesta -por Athusser- "ruptura epistemológica" entre el joven Marx (vulnerado aún por el idealismo) y el Marx maduro (científico de pro). A mi juicio, el marxismo filosóficamente más interesante es, desde luego, el de los Manuscritos, que consiente aún una interpretación humanista (la de Erich Fromm o Sánchez Vázquez, incluso la de nuestro Muguerza).

El leitmotiv sobre la interpretación marxiana -no sólo althusseriana- de la filosofía es la undécima tesis sobre Feuerbach, que supone una oposición discutibilísima entre teoría (interpretación) y praxis (revolución). Hoy sabemos que toda práxis y hasta la mera percepción está impregnada de teoría y que la teoría es también acción, igual que hablar es un hacer con fuerza ilocutiva y perlocutiva, y un jugar pragmático en formas de vida humanizadas y diversas. El mundo, desde luego, es mejorable, pero no olvidemos la lección de Mairena: todo es también "perfectamente" empeorable. 

¿Es la filosofía una mera ideología, una falsa conciencia, como, presuntamente, la literatura, la religión y el arte? Cabe entonces preguntarse por qué conservamos como lecciones clásicas las de Platón, Aristóteles, Spinoza, Leibniz, Kant, Russell, Wittgenstein..., y despreciamos otras o se pierden tantas en el muladar del olvido. Bueno, la filosofía sería algo así como la sistematización y ordenación ejemplar del batiburrillo de las ideologías de una época, es decir, se agotaría en lo político. Desde luego, las últimas políticas educativas -de la derecha o de la izquierda, tanto da- no pretenden otra cosa. El suplemento "y ciudadanía" o "valores cívicos", que se añade al nombre de nuestra disciplina, es síntoma de esta pretensión reduccionista que hemos heredado del materialismo histórico o dialéctico (sea lo que fuere lo que se entiende por tal). Igual que hemos heredado la concepción arqueológica de la filosofía del historicismo decimonónico. Importantes legados filosóficos como la doctrina aristotélica de las cuatro causas, el análisis del concepto de la nada de Fredegiso de Tours, la lógica trascendental de Kant, o el análisis de la carga existencial de las proposiciones de Quine, difícilmente entrarían dentro del marco de una filosofía politizada, no digamos el idiotismo cínico, el inmoralismo nietzscheano o la razón poética de María Zambrano. Además, si la única función de la filosofía ha sido legitimar el uso histórico del poder político, no se explica ni la ejecución de Sócrates ni la expulsión de Anaxágoras ni las hogueras de Servet o de Bruno ni la excomunión rabínica de Spinoza ni el triste entierro de Leibniz. Más bien parece que la filosofía ha expresado, desde su nacimiento mismo como ciencia de las ideas con Platón, su vocación inconformista y crítica con el poder establecido, sea este tiránico, oligárquico o democrático, y sólo en las sociedades abiertas, donde el poder público está quebrado y la libertad de examen y expresión se respeta, puede florecer y florece.

Pretender una filosofía sin ideas, o una filosofía no filosófica es como ensayar la cuadratura del círculo. La neutralidad ideológica, la objetividad, la ecuanimidad es en filosofía, como en cualquier otra ciencia, con la ciencia ha evolucionado hermanada hasta el XVIII y más allá, una meta regulativa, un fin ideal que no tocamos jamás, cierto, pero por eso salva el tiempo, testigo insobornable, la mejor de las filosofías y se consagra como clásica la más ecuánime y congruente, la mejor conjuntada con la religión, el arte o la ciencia. Rebuscar en quienes se opusieron a la filosofía dominante es negar el mito proactivo que alimenta principalmente a la razón ilustrada, o sea, su progreso. Lo mismo pasa con el relativismo extremoso, pues si todo es relativo carecemos de todo criterio para pensar que las cosas y las sociedades se pueden mejorar o que de hecho mejoran. La misma tontería de "sobre gustos no hay nada escrito" o "todas las opiniones son respetables", tópicos falaces a los que tan socorridamente recurren publicistas y demagogos.

Como todos los filósofos, Althusser se equivocaba, lo cual no tiene por qué impedirnos espigar en sus aciertos. Errar es humano, perdonar es divino. Así que me divinizaré reconocimiento, por ejemplo, el formidable artículo que Juan Carlos Rodríguez Gómez (1942-2016), cardenal que fue de la iglesia althusseriana en Granada, irresponsable profe de teatro pero notable sociólogo de la literatura, dedicó a Heidegger, "El 'anti-Nüremberg' filosófico: La Carta sobre el humanismo de Heidegger", en el volumen con que la revista ALFA homenajeó a Pedro Cerezo, alma máter de la AAFi (Año XII nº 24-25, 2009) y en el que acaba reconociendo que "el filosofar no se apaga por decreto". Hace unos días que he descubierto que este artículo seguía al mío: "Sobria serenidad y espíritu liberal" en la revista de marras y refiriendo al maestro Cerezo, que tanto sabe de Heidegger.

La acusación de verbalismo contra Althusser (que escribía muy bien, según Fran) tiene antecedentes en la acusación de la filosofía platónica contra la sofística de baja estopa (Platón siempre respetó a Gorgias y a Protágoras), del socratismo frente al isocratismo, de la dialéctica contra la retórica, de Schopenhauer contra Hegel. Lo definitivo al respecto es la sardónica denuncia de Alan Sokal contra la jerga oscurantista y esotérica de la posmodernez, insuficientemente ponderada filosoficamente.

Además, Althusser no confronta lo concreto -recuerda Fran- ni apunta a la contrastación empírica. ¿Una meta-filosofía idealista que se da por contenido un materialismo anti-filosófico? ¿Fue Althusser un dialéctico en el sentido de Aristóteles? No, fue un dogmático declaradamente estalinista, dogmatismo que formalizó con métodos extraídos del estructuralismo, sobre todo la noción de "sistema". Espero con interés el artículo de Fran sobre la althusseriana conferencia granadina editada por su amigo linarense José L. Moreno Pestaña.

Existir es devenir, también para los modos de producción, las formaciones sociales, las coyunturas políticas y sus "fantasmagóricos reflejos ideológicos". La sombra de Heráclito pesa en Marx, incluso más que la de Demócrito. Nadie ha dejado tanta huella con menos palabras en la historia del pensamiento, salvo tal vez Lao-Tsé, pero este recomendaba al emperador que preservara la simpleza o inocencia del pueblo manteniéndolo en la ignorancia, mientras que Heráclito llamaba a la vigilia racional y la responsabilidad cívica. El sabio chino, casi contemporáneo del efesio, recomendaba no hacer porque el que obra se equivoca, mientras el Príncipe melancólico llamaba al despertar y a la acción racional. Para aquel que ofrendó su librillo a Deméter-Cibeles, el mundo físico, como para Marx el mundo social, funde pasividad e ímpetu creativo, opresión y rebelión, armonía y guerra, y la contradicción no induce parálisis, sino actividad. La filosofía ulterior, después de Heráclito, se bifurcaría entre dialécticos y analíticos, los primeros dispuestos a concebir el cambio como cumplimiento y superación (evolución, concepto hegeliano antes que darwiniano); los segundos, denunciando que la unidad de lo positivo y de lo negativo es ilusión nacida de retorcer las palabras, o sea ilusión y fantasía poética en el mejor de los casos. 

Desde luego, y al contrario que los posmodernos y/o posmetafísicos, el estructuralismo de Althusser nunca renunció a la categoría de sujeto. Tampoco Badiou, althusseriano que fuera secretario de Sartre, según revelación de Fran. 

¿Cómo se puede investigar el "afuera" de la filosofía filosofando? ¿No es una contradicción? Claro que, si aceptamos el principio de no contradicción (¬ (A & ¬A)) hic et nunc porque sólo él hace posible la comprensión racional -según el Estagirita- y porque sólo es posible dialogar productivamente con quien acepta no contradecirse, tal vez al aceptarlo neguemos el valor productivo de la contradicción (o de la paradoja). 

Para el marxismo, en efecto, la filosofía no puede ser sino algo residual, al lado de la teoría presuntamente científica y económica de la historia y sus productos ideológicos, al servicio del activismo político del que toma partido "hasta mancharse", que dijo el poeta, cuyo sectarismo, una vez llena su razón de consignas a modo de lamparones, le impedirá desde luego notar e interpretar la infinita gama de grises que impera en el conocimiento y en lo real.

Y hablando de verbalismos, de ensimismamientos en idiolectos sofisticados, de logomaquias y de retóricas menores enmascaradas como filosofías mayores, preguntó Balbino si no es posible censurar también a Heidegger por lo mismo. ¡Desde luego!, respondo. Y de hecho muchas de sus elucubraciones filológicas sobre el sentido de los viejos términos griegos no son más que fantasías dirigidas por dobles intenciones más o menos ocultas, patrióticas tal vez, humanistas quizá, e incluso nazis. 

Como al parecer dejó escrito Marx, "la historia tiene más imaginación que nosotros". A Althusser le interesó el Dasein heideggeriano (hice un trabajo sobre este asunto en la carrera sin entender ni papa y luego perdí unas oposiciones por no emocionarme con la metafísica anti-metafísica del alemán). A Fran el deíctico contenido en esta expresión, Da-sein, Ser-aquí, como el contenido en el impersonal ha-y, "es allí", del "Santiago y (allí) cierra España" anterior al Plus Ultra, le fascinan. Por cierto que hay un trabajo sobre la deisis en uno de los tomos dedicados a Filosofía del lenguaje en la importante Enciclopedia iberoamericana de filosofía, vols.: 17 y 18., biblioteca que auspició, entre otros, nuestro Javier Muguerza. Se puede consultar en la biblioteca de la UNED de Úbeda.

He hecho el esfuerzo de coger la escalera y subirme a ella con mi prótesis de cadera para poder acceder a algunos de los libros cuyas portadas ilustran este artículo. Todos son de una de mis bibliotecas, las cuales pongo a disposición de los mochuelos. Aun subrayados y glosados, no están casualmente ganando polvo y perdidos allá arriba, donde no están los que quiero y uso de referencia y a mano. Pero, plagiando una metáfora extraída del rugby, deporte que Althusser, según Fran, amaba (Heidegger prefería el fútbol de Beckenbauer, el Kaiser de la selección alemana, selección que todavía viste los colores blanco y negro de la bandera prusiana), a veces hay que echar el balón atrás para progresar coordinando movimientos con el resto del equipo.

Espero que la próxima reunión del día 21 de febrero me resulte tan estimulante y evocadora como esta. La extensión de esta crónica lo prueba. También la pasión que he puesto en ella, pues ya lo dijo Hegel, que nada grande se hace sin pasión. Espero que la mía no sea morbo del cuerpo y del alma como esas que enceguecen en lugar de iluminar y que denunciaba con motivo el cordobés Séneca, perspicaz explorador del alma humana y sus dobleces.

Quedo abierto a críticas y comentarios...


Francisco J. Fernández García (autor de Lycofrón), responde. 

Diálogo con JBL:


Fco. J. Fdez.: Respecto de la charla del otro y la reseña de Pepe. Una imprecisión respecto del sujeto en Althusser. Yo dije que Badiou criticaba la denegación cometida por Althusser respecto del sujeto, renunciando por tanto a esa categoría, no afirmándola. En cuanto al comunismo lo entiendo como modelo en que nuestras relaciones con las cosas no estén mercantilizadas y nuestras relaciones con los demás no estén jurídicamente articuladas. En este sentido, no ha habido comunismo nunca. Y Corea, Cuba o la URSS no son referentes, por lo que no me siento concernido. Y un síntoma: se dice respetar mi opinión y luego se tilda de estupidez decir que todas las opiniones son respetables. Estoy de acuerdo de hecho, pero es como que mi apuesta generó emociones en Pepe que se superpusieron a otras cuestiones. Y por último el marxismo es una aberración porque designa algo que va más allá de algo relativo al pensamiento de Marx, al cual reivindico porque me parece un pensador potentísimo, caricaturizado por el marxismo. De hecho Pepe utiliza categorías marxistas pero no de Marx, como "infraestructura" y cosas así. Finalmente, me interesa Althusser porque su destino es trágico desde un punto de vista teórico. Intentó quitarse de encima un lastre doctrinal, el que le tocó vivir. A mí juicio, todos llevamos lastres parecidos. Las modalidades del mismo son distintas, eso sí.

JBL: Por supuesto que tú opinión es respetable, aunque seas enemigo del mercado y caigas en la falacia del escocés: "no, eso no es "verdadero" comunismo". Ya sabes que, en mi opinión, el verdadero es fórmico o abejil. Pero hay otras opiniones no respetables, por ejemplo, la de que todas lo son. La opinión de que los pelirrojos son malos por naturaleza es nada respetable.

Fco. J. Fdez. GªVale. Pero los propios comunistas se llaman a sí mismos socialistas. Por eso Castro decía Socialismo o muerte y era la URSS, unión de República socialistas soviéticas, es decir, dictadura del proletariado. Por eso Althusser decía que el socialismo era la mierda.

Hormiguero. Cabra de Sto. Cristo noviembre 2009.
El "comunismo" de las hormigas supone la diversidad
no sólo funcional, sino también morfológica de sus miembros.


JBL"Sociolistos", les llamaba mi abuelo materno, que era droguero y perfumista, hombre de empresa, self-made-man, enorme trabajador. El otro, talabartero, artesano adicto al ABC, pocas fiestas se permitió, pero disfrutó de buenas "corridas". 
L'avenir debiera ser un equilibrio complejo de libertad e igualdad, socialdemocracia o liberal-socialismo. Fifty-fifty. Equidad, pero también excelencia. Si no "Estado mínimo" -como quería Borges-, por lo menos no Estado excesivo, que ahogue la iniciativa privada, Estado que premie la excelencia y favorezca la creatividad y la innovación es lo mejor. ¡Difícil! 
Fue Hume quien me despertó del "sueño de la razón dogmática" socialista con su Principio de benevolencia limitada, condición de la naturaleza humana. Sólo podemos diseñar modos de vida y de relación social que congrúan mínimamente con lo que somos y sentimos por naturaleza, y nuestra naturaleza no es, obviamente, la de los insectos sociales, pues a la diversidad biológica hay que unir en nuestro caso la diversidad individual, esa que debe cuidar una buena pedagogía. Cada uno de nosotros es especie única, como decía Unamuno. Es sencillamente imposible que la gente trabaje por "lo que es de todos" como trabaja por lo que es propio, próximo, cercano, como es imposible que uno quiera al hijo de otros como quiere al propio. Incluso el hiperbólico mandamiento del amor cristiano exige -con secreto realismo- que amemos al "prójimo", es decir al próximo, no al remoto. ¡Gente que se manifiesta por lo que pasa en África y no da ni los buenos días al vecino!, de esos conozco unos cuantos que se permiten moralizar, pero... "compromiso con lo remoto, ¡irresponsabilidad manifiesta!". Evidentemente, sería de muy malísima educación cuidar a mis hijos y a mis sobrinos y repartirle piruletas y caricias sólo a mis hijos, aunque eso sea lo que me manda el corazón. La extensión cosmopolita de nuestros afectos es un mandamiento moral, pero no una condición instintiva ni un impulso espontáneo. El humanismo y el humanitarismo son resultado de la educación, de la domesticación. Es psicológicamente imposible que amemos al otro como amamos al semejante o al afín, al de nuestra cuerda, al paisano, al cofrade, etc. La simpatía es una extensión del amor propio. Los ilustrados lo vieron. 
Y "el ojo del amo engorda a la yegua". Un ejemplo sacado de mi experiencia... Labor:  Pintura de un centro educativo público. Empresa pública: tiempo empleado en la labor, un mes; empresa privada, tiempo empleado una semana. Costes sociales de la labor hecha por la empresa pública: 1000 €; por la empresa privada: 200€. Y conste en acta que quien paga es el Estado, o sea, todos nosotros. 
La consideración satánica del capitalismo es un mito marxiano y libertario. El problema no es el capital, sino su despilfarro, el capital es tan imprescindible para construir hospitales o colegios, como para construir ganaderías intensivas y Gulags, el problema es el mal uso del capital, su descontrol, la fuga de sus plusvalías a paraísos fiscales, etc. Una hacienda progresiva limita efectivamente los beneficios del capital, y también sus riesgos, claro. Es inaceptable, por ejemplo, que se socialicen sus pérdidas mientras se privatizan sus beneficios. Que todos trabajemos para los bancos es, por supuesto, una aberración a evitar, pero eso no descalifica en absoluto al capital, factor productivo tan imprescindible y digno -bien usado- como el trabajo -bien cumplido. Hay mucho de herencia antisemita en el mito del capitalismo como algo diabólico o intrínsecamente perverso, pero los judíos medievales no se hicieron cargo de este oficio imprescindible, el de banquero, hucha y préstamo, por su avaricia intrínseca, sino porque tanto el cristianismo como el Islam prohibían el préstamo a interés. Este es por supuesto uno de los factores del atraso de los países islámicos, y hablo de "atraso" aceptando -con reservas- el concepto ilustrado de "progreso"...