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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

domingo, 5 de diciembre de 2021

EL MOCHUELO EN MARMOLEJO

 

De izquierda a derecha: Francisco J. Fernández, Gisela Destéfanis,
Rafael Rivlin, José Javier Villalba, J. Biedma, Amelia Fdez. y Gabriel Arnaiz

 
IN MEMORIAM JOSÉ MORAL, FILÓSOFO

Spiritus ubi vult spirat, Jn, 3, 8

Me ilusiona saber que el mochuelo de Minerva, en su subespecie jiennense, ha decidido, con mascarilla o sin ella, lanzar otra vez su vuelo por el alto valle del Guadalquivir, desde aquellos Cerros por los que se perdió Álvar Fáñez, con justicia más atento al amor que a la guerra. 

En previa reunión celebrada al aire libre, el 18 de octubre, aun con buena temperatura y en la bonita plaza del palacio del marqués de La Rambla, tomando unos refrescos se consensuó la oportunidad de trabajar este curso sobre filosofía en español, en coherencia con el XIII Congreso de la AAFi celebrado en Úbeda en septiembre. Cuesta arrancar, tras un trienio "sabático". A Rivlin le sonará este adjetivo.

Amelia presentó al profesor Balbino en dicha reunión, colega en el IES San Juan de la Cruz, interesado en la filosofía de Manuel García Morente. ¡Sea bienvenido al grupo!

Decidimos celebrar la próxima reunión en Arjonilla, en memoria de nuestro compañero José Moral, fallecido este verano a causa de la peste sinense. Contaría como anfitrión Francisco J. Fdez. García (Lycofrán), flamante vocal de la AAFi en el Santo Reino de Jaén.

El dos de diciembre recogí a los ubedíes, de nacimiento o acomodo: a Gisela, Amelia, Rafael Rivlin y José Javier Villalba delante del Hospital de Santiago a la hora convenida. Rafael Bellón había excusado su asistencia por visita médica. Tampoco nuestro querido aforista Emilio López Medina pudo reunirse con nosotros por comprensibles y jusificadísimas cuestiones familiares. Lo lamentaría. ¡Sé lo bien que se lo pasa en nuestras tertulias!

Y allá marchamos, en el Pathfinder agrícola lleno, después de la lluvia, en uno de esos atardeceres con que el otoño nos regala sus cielos más dramáticos y profundos. Hacia poniente bajamos al valle del Gran Río bético, dirección Córdoba, camino de Andújar, intercambiando noticias y pareceres. Enormes enjambres de estorninos arreglaban y descomponían sus bandadas, indiferentes al nutrido tráfico de la autopista. Al fondo, al norte, la sierra parecía más Morena, recién duchada.

La voz femenina de Google Maps fue nuestra guía para llegar al Centro de la Juventud de Marmolejo, donde nos esperaba cordial, como siempre, el profe Fran (Lycofrán), acompañado de sus hijos Miranda y Manuel Fdez. Checa. Al grupo se unieron Gabriel Arnaiz, profesor de Filosofía en Écija y Jesús del Toro, ingeniero agrónomo. Ante todo, Fran nos enseñó el Aula de Ajedrez que nutre con el juego de reyes la Casa de la Juventud de Marmolejo. Fran tiene un estupendo libro sobre El ajedrez de la Filosofía, Madrid 2010.



Contó Fran cuándo y cómo se formó la Tertulia de los leídos en Marmolejo y trazó un perfil del amigo y colega José Moral, de cómo usaba el humor para desactivar las malas pasiones, su celo autodidacta y anti-academicista, su vínculo con el Programa de Filosofía para niños de Lipman, su uso de los juegos de rol, las dificultades que tuvo para integrarse en el centro, su democratismo radical, dialógico, su particular forma de leer "al bies". Añadió el ingeniero Jesús de Toro algunas pinceladas para el buen conocimiento del amigo finado.

Y aquí se planteó la distinción entre dialéctica objetiva y dialéctica subjetiva, postulándose Fran, en contraste con Moral, como defensor de la primera. La distinción entre una y otra estaría en el control del discurso. Fran no cree que sea posible un control subjetivo del discurso, es más bien el discurso el que nos controla a nosotros. ¿Hijos del Lógos, productos suyos? Citó un texto del Eutifrón platónico en el que Sócrates refiere cómo usa la dialéctica contra su voluntad, porque las ideas no se quedan quietas y las razones son protéicas (señalé luego la realidad de los idiolectos y del estilo único del genio).

Gisela mencionó el importante papel que juega la verdad en la distinción entre un discurso sofístico y un discurso filosófico. Efectivamente, la gran diferencia entre el primero y el segundo es el amor incondicional del filósofo a la verdad, incluso si la verdad duele, como suele suceder. Es aquí donde el Arte parece tomar un camino contrario a la Filosofía. La mentira y la ficción juegan un papel decisivo y positivo en el arte, de ahí el escrúpulo platónico contra los poetas. Ya nos previno Oscar Wilde sobre cómo un exceso de positivismo veraz podría matar al arte. Y Muguerza habló de un positivismo sin esperanza que acaba incluso con la esperanza en la razón. 

El engaño puede ser repudiable en la investigación científica, pero no tiene por qué serlo en la actividad artística, como no lo es el trampantojo en el arte barroco. El arte es actividad metafísica en el sentido de que la creación estética supera la esfera del ser y la necesidad para encantarnos, deleitarnos, entretenernos con lo posible e imaginado... El poeta no representa el mundo, sino que genera nuevos mundos emocionalmente significativos. El novelista no necesita la verdad, porque le basta con la verosimilitud que hace creíble su invento. Verdad, como Ser, se dice, piensa y autentifica de muchas maneras.

Verdad y bien no son más que predicados trascendentales del Uno, lógico y moral respectivamente. Si la dialéctica platónica aspira naturalmente a la Verdad y el Bien, a ese Ideal de lo Perfecto (tou agathou idea), tan supremo como inaccesible, el Arte se eleva por su cuenta hacia lo sublime, y en esa elevación lo mismo representa al mal que al bien. Aunque nos guste ver, en la tragedia como en la comedia, que el mal resulte castigado, eso es después de que nos haga reír la caída de Charlot. El arte tiene cierta libertad para ser cruel, impío, salvaje...

Pero, ¿no es la filosofía también un arte? Expuse como, a mi juicio, la frontera entre la sofística (retórica) y la filosofía, no es clara. Platón compartía con los sofistas la idea de que es posible mejorar a los hombres mediante la paideía. Admiraba tanto a Protágoras como a Gorgias, a los que dedica sendos diálogos, y al final del Gorgias reconoce la necesidad de una retórica bien encaminada, porque no basta con decir la verdad, además hay que hacerla amable, persuasiva, mostrarla hermosa, por decirlo así. Educativamente, esto es muy relevante.

Pienso que la argumentación moral no puede ser ni demostrativa ni mostrativa o explicativa. Es el ámbito de lo razonable, del sano entendimiento, del sentido común, que tal vez ni siquiera pueda, al menos directamente, enseñarse. Urteilskraft, llamaba Kant a esta "facultad de juzgar"; "saber qué hacer con el saber", decía Sócrates en el Cármides

En todo caso, no hay sólo sentimientos en nuestros juicios éticos como opina el emotivismo moral, sino también razones en el juicio y en la argumentación moral, "buenas razones", pero son diferentes de la que usan las ciencias formales y las empíricas. No es posible reducir la praxis moral a una tecnología del comportamiento como pretende cierto psico-pedagogismo. La argumentación moral no tiene más remedio que ser retórica y referir a cierta narrativa y a cierta metafísica (aunque sólo sea la imagen de ese mundo mejor que está por llegar). Hablo de retórica en el sentido humanista de la palabra (en el sentido instituido por Quintiliano, por ejemplo) y en el sentido "dialéctico" de Perelman y de su teoría de la argumentación.

Gabriel Arnaiz insistió y gesticuló con pasión a favor de una filosofía fresca, de calle, conectada con los problemas que interesan al alumnado y asociada sobre todo al debate, en la línea de Oscar Brenifier, quien por cierto también estudió en Canadá como nuestro amigo Rafael Rivlin. En esta orientación es esencial el concepto de práctica filosófica. Si no lo recuerdo mal, Oscar Brenifier nos impresionó con su método, heredado de la mayéutica socrática, en el congreso organizado por la AAFi en Jérez. Ha desarrollado también la noción de "pensamiento cuidadoso" (caring thinking).

Amelia objetó que el diálogo por el diálogo puede ser reductivo, en el sentido de que la filosofía no es sólo diálogo. Es verdad que el verbo nos domina, porque nos instruyen más en su forma que en su contenido. Desde luego, se insiste mucho en la sintaxis (y en su lógica) y poco en la semántica (enciclopedia, memoria) y en la pragmática. Por cierto, que José Moral se comprometió a presentar una ponencia en la Quinta sobre "pragmática", ese saber que no estudia sólo las relaciones de los signos con los signos (sintaxis) o las relaciones de los signos con sus referentes (semántica), sino que analiza la relación de los signos con las personas que los usan, en sus relaciones sociales e íntimas -por decirlo foucoltianamente- de poder y deseo.

También fue defendido y discutido, aun superficialmente, el título tan manido de la razón filosófica como "razón crítica", que se suele manejar para defender la posición de la asignatura de Ética en los programas de enseñanzas medias. ¿Por qué no "razón reflexiva" o "razón analítica"? Por desgracia, la palabra "crítica" ha perdido su viejo sentido griego de "examen desinteresado" o "escrutinio racional", ganando otro que tiene más que ver con la "razón polémica", tan amiga de Gustavo Bueno (sobre todo cuando le ponían al sabio una alcachofa en la boca y una cámara enfrente), razón guerrera, más rica en deposiciones que en proposiciones. La dialéctica tiene también sus usos perversos.

Queda por discutir la cuestión de si, aceptando la distinción entre ética y moral, es posible una enseñanza de ética sin moral, o sea sin moralizar, una ética a-moral, en la que se presentan, por ejemplo, los sistemas morales o axiológicos, la parresía cínica, el hedonismo, el utilitarismo, el formalismo kantiano, el prescriptivismo, etc., sin inclinarse por ninguno de ellos. Y queda por discutir la cuestión, asociada a la anterior, de si el profe de ética es una especie de moralista civil o laico, que es a lo que apunta la legislación actual, haciendo de la profesora o del profesor de ética (degradada además en funcional 'educación para la ciudadanía') un instructor en el pensamiento políticamente correcto o la ideología de partido o coalición dominante.

Fueron muy interesantes los comentarios de Rivlin sobre las protestas de la universidad canadiense de Quebec y el estudio que se hizo del discurso "contestatario", donde aparecían señales "reaccionarias". Al parecer, según señaló Gisela, el adjetivo "reaccionario" se entiende de un modo muy diferente en Argentina y en España. Allí se considera "reaccionario" el pensamiento que reacciona ante el estatus quo, o sea, el pensar revolucionario. El Che histórico habría sido un "reaccionario", al menos, en este último e hispanoamericano sentido.

Me gustaría que los intervinientes añadieran a esta escasa memoria del acto en Marmolejo, crónica de su experiencia, de su perspectiva, que sin duda mejora y amplía la mía. 

Durante el convite final -regalado por Fran-, una cerveza de nada (la mía sin gracia, por conductor), ajustamos una próxima cita en la Biblioteca del IES San Juan de la Cruz (Úbeda) para el veinte de enero, D. m. Fran "amenazó" con presentar Lycofrón en dicha tertulia. También un servidor podría hablar de sus estudios sobre el humanismo español de la época del emperador Carlos, asunto este que estudio y sobre el que escribo sin parar últimamente.


"Entretela encarna un ámbito de realidad:
La vida de las mujeres en el mundo rural andaluz
vista por los ojos de una niña". J. Javier Villalba.

Agradezco a José Javier Villalba el regalo del catálogo sobre la exposición de Isabel Cabello (Entretela). Su introducción es tan interesante como filosófica, sobre el sentido del arte, en la que cita con soltura a Ortega y a Zubiri y desmantela con fina ironía algunas imposturas de las estéticas contemporáneas.

sábado, 4 de diciembre de 2021

¿ERA NIETZSCHE DE IZQUIERDAS?

 El filósofo Jan Rehmann se expresa sobre el medio estudiantil de la década de 1970, la voluntad de poder de Nietzsche y el "poder del cañón de una pistola" de Mao Tse-Tung

En su libro "Nietzscheanismo posmoderno de izquierdas", el filósofo y teórico social Jan Rehmann analiza el desarrollo de la filosofía de Friedrich Nietzsche en teóricos posmodernos de izquierda como Gilles Deleuze y Michel Foucault. Telepolis habló con el autor.

 Jan Rehmann - Union Theological Seminary 

Jan Rehmann, Union Theological Seminary NY y Freie Universität Berlin

 

Sr. Rehmann, escribe ud que "el Nietzsche reevaluado" ha ofrecido una especie de plataforma teórica para el medio estudiantil radical desde la década de 1970, "con el fin de retirarse aún más de las formas de práctica radicales de izquierda desesperadas sin tener que renunciar a la autoimagen radical ". El precio de esto, sin embargo, es una "estetización contradictoria de lo político, que puede oscilar tanto hacia la izquierda como hacia la derecha". ¿Puede explicarlo?