Autora Ana Azanza
Ya que estamos hablando del lenguaje, he dado con un lingüista apasionado por los idiomas, que no duda en denunciar la "colonización" del inglés como una moda y como un vector del neoliberalismo que amenaza la diversidad.
Claude Hagège, nacido en Cartago (1936) se vió "habitado" por la pasión lingüista desde la más tierna infancia. Sin saber porqué prefería descubrir el significado de los ideogramas chinos a los juguetes. Dice que puede hablar sin pensar en casi una decena de idiomas, francés, árabe, chino, hebreo, ruso, español. Para el resto guaraní, japonés, persa, malgache, quechua, navajo, turco, húngaro, vasco...tal vez necesite echar mano de la gramática o el diccionario. Además su pasión por las lenguas le ha llevado en dos ocasiones al menos a una elección dolorosa, entre una mujer y un idioma. Lamentando la decisión prefirió irse al otro lado del planeta para estudiar una nueva lengua sabiendo que iba a perder a la chica que no tenía razón ninguna para esperarlo.También reconoce que por muy machista que resulte decirlo, debe agradecer a algunas mujeres que amó el aprendizaje de su idioma. Un hombre apasionado. El camino más corto para aprender un idioma sigue siendo el mismo.
En su última publicación "Contre la pensée unique" (Odile Jacob 2012) este profesor del Collége de France apasionado y apasionante hace un alegato en favor de la diversidad lingüística de la humanidad.
El pensamiento único descansa en "un consenso blando sobre las ventajas materiales, llenas de promesas ilusorias y sobre esquemas intelectuales prefabricados que se despiden del espíritu crítico, del recogimiento lúcido y de la meditación creadora: búsqueda del confort cotidiano hasta en detalles ridículos, docilidad a la presión de los medios de comunicación, capitulación frente a los mensajes que nos repiten y a la ideología confusionista subyacente, gusto por los viajes organizados por comerciantes de ocio que no dejan lugar a la iniciativa individual, industrias cosméticas con el fin ilusorio pero comercialmente rentable de negar el envejecimiento natural, puesta en escena televisada de la política de una democracia espectáculo, basada en sondeos y corrupta, obsesión por la seguridad, por el dinero, por los beneficios económicos, diabolización del aliento revolucionario, culto al resultado en las ciencias duras y desvalorización de la reflexión sobre el hombre el hombre propia de las ciencias sociales, la eficacia antes que la ética, terror a ser diferente y pulsión de fusión en la banalidad general (....)"
Recuerda con nostalgia las mentes que en Francia fueron no hace tanto como faros que guiaron a toda una generación, Levi Strauss, Foucault, Derrida, Barthes y otros, lamentablemente no se ven hoy los epígonos a la altura de esos filósofos. Estamos habitados por el pensamiento blando y único.
Se revuelve Hagège contra la ideología neoliberal que ve el beneficio como única finalidad de la acción humana. Bruselas y la Unión Europea son hoy un bastión de esta ideología. El inglés nos coloniza, Hagège es bien consciente de que Estados Unidos ya no necesita promocionar su idioma, son otras regiones del mundo como el Sudeste Asiático o la propia Europa las que promueven el uso de esta lengua en detrimento de la diversidad lingüística. Otros piensan que el inglés, hoy la lengua vehicular más extendida que jamás haya sido, perderá su papel en beneficio de una vuelta a la babelización.
El idioma que hablamos tiene el poder de "dar forma" a nuestras mentes, la riqueza del pensamiento se ve amenazada por la uniformización lingüística. El libro "Contra la pensée unique" no es un libro antiamericano, incluso se lo han inspirado colegas estadounidenses preocupados como él por la pérdida de la diversidad cultural. La diversidad es una ley de la naturaleza. La vocación humana no es la de la uniformización lingüística, ni la identidad. Como las demás especies vivas del planeta es la de dispersarse y ser cada vez más diferentes unas de otras. El ideal del inventor del esperanto es muy interesante, pero sería un falso ideal.
La potencia de los medios de comunicación hace que el inglés se mantenga, pero también la "criollización" del inglés llegará.
Claude Hagège tiene dos frases que le sirven de test para saber si una lengua está muerta. A principios del siglo XIX no se podía decir en hebreo "te quiero" ni "pásame la sal", el hebreo estaba "muerto". Sin embargo la creación del estado de Israel llevó consigo la "resurrección" de una lengua que llevaba siglos utilizándose solo y exclusivamente para la lectura de la Biblia en los ritos religiosos del judaísmo. Hagège ha estudiado cómo hacen las lenguas antiguas para sobrevirvr, o bien crean palabras sacándolas de su propio bagaje, por ejemplo, en chino "libertad" no existe como tal palabra y han inventado "movimiento que procede de uno mismo", y entonces se crea un vocablo transparente para los nativos y oscuro para los extraños, o bien se acuñan neologismos prestados de otros idiomas. Como lingüista experimentado reconoce que todas las lenguas toman prestados vocablos de las demás, también el francés los ha tomado del inglés. Por ejemplo la palabra francesa "paquebote" viene de "pack boat". El problema es cuando se toman prestados términos que ya existen en el propio idioma, es decir, se toma el préstamo sin necesidad.
Explica el curioso caso de pedir un "bocadillo de queso" en vez de un "cheese burger" en un MacDonals. Los camareros menos instruidos son incapaces de traducir y se quedan desconcertados.
Muchas lenguas mueren cada año porque sus hablantes piensan que no son útiles para el progreso social de sus hijos. Y cuando una lengua muere se pierde una herencia cultural, la forma de expresar una relación con la naturaleza, con el mundo, entre los hombres y en las familias. La forma de expresar el humor, el amor, la vida. Una lengua es un testimonio de una comunidad humana extremadamente precioso puesto que es otra forma de expresión diferente a la de nuestro mundo industrializado.
Saluda Hagége con alegría el resurgir de las lenguas en Europa que estaban a punto de perderse como una reacción al invasivo y uniformante inglés.
Frente a lo que hemos aprendido en la formación religiosa tradicional del catolicismo, Hagège que procede en parte de una familia judía, explica que hay una tradición rabínica para la cual Babel no fue un castigo divino. El capítulo XI del Génesis no es explícito en ese sentido, no dice "voy a dispersarlos para castigarlos". Babel es un cumplimiento del destino de los hombres, la dispersión es una bendición. Con la dispersión terminó el tiempo mítico y empezó el tiempo filosófico.
El amor de Hagège por la diversidad lingüística lo expresó antes en otra obra "Dicionnaire amoureux de langues" (2009).
Claude Hagège : "Contre la pensée unique"
Ya que estamos hablando del lenguaje, he dado con un lingüista apasionado por los idiomas, que no duda en denunciar la "colonización" del inglés como una moda y como un vector del neoliberalismo que amenaza la diversidad.
Claude Hagège, nacido en Cartago (1936) se vió "habitado" por la pasión lingüista desde la más tierna infancia. Sin saber porqué prefería descubrir el significado de los ideogramas chinos a los juguetes. Dice que puede hablar sin pensar en casi una decena de idiomas, francés, árabe, chino, hebreo, ruso, español. Para el resto guaraní, japonés, persa, malgache, quechua, navajo, turco, húngaro, vasco...tal vez necesite echar mano de la gramática o el diccionario. Además su pasión por las lenguas le ha llevado en dos ocasiones al menos a una elección dolorosa, entre una mujer y un idioma. Lamentando la decisión prefirió irse al otro lado del planeta para estudiar una nueva lengua sabiendo que iba a perder a la chica que no tenía razón ninguna para esperarlo.También reconoce que por muy machista que resulte decirlo, debe agradecer a algunas mujeres que amó el aprendizaje de su idioma. Un hombre apasionado. El camino más corto para aprender un idioma sigue siendo el mismo.
El lingüista Claude Hagège, enamorado de la diversidad lingüística |
En su última publicación "Contre la pensée unique" (Odile Jacob 2012) este profesor del Collége de France apasionado y apasionante hace un alegato en favor de la diversidad lingüística de la humanidad.
El pensamiento único descansa en "un consenso blando sobre las ventajas materiales, llenas de promesas ilusorias y sobre esquemas intelectuales prefabricados que se despiden del espíritu crítico, del recogimiento lúcido y de la meditación creadora: búsqueda del confort cotidiano hasta en detalles ridículos, docilidad a la presión de los medios de comunicación, capitulación frente a los mensajes que nos repiten y a la ideología confusionista subyacente, gusto por los viajes organizados por comerciantes de ocio que no dejan lugar a la iniciativa individual, industrias cosméticas con el fin ilusorio pero comercialmente rentable de negar el envejecimiento natural, puesta en escena televisada de la política de una democracia espectáculo, basada en sondeos y corrupta, obsesión por la seguridad, por el dinero, por los beneficios económicos, diabolización del aliento revolucionario, culto al resultado en las ciencias duras y desvalorización de la reflexión sobre el hombre el hombre propia de las ciencias sociales, la eficacia antes que la ética, terror a ser diferente y pulsión de fusión en la banalidad general (....)"
Recuerda con nostalgia las mentes que en Francia fueron no hace tanto como faros que guiaron a toda una generación, Levi Strauss, Foucault, Derrida, Barthes y otros, lamentablemente no se ven hoy los epígonos a la altura de esos filósofos. Estamos habitados por el pensamiento blando y único.
Se revuelve Hagège contra la ideología neoliberal que ve el beneficio como única finalidad de la acción humana. Bruselas y la Unión Europea son hoy un bastión de esta ideología. El inglés nos coloniza, Hagège es bien consciente de que Estados Unidos ya no necesita promocionar su idioma, son otras regiones del mundo como el Sudeste Asiático o la propia Europa las que promueven el uso de esta lengua en detrimento de la diversidad lingüística. Otros piensan que el inglés, hoy la lengua vehicular más extendida que jamás haya sido, perderá su papel en beneficio de una vuelta a la babelización.
El idioma que hablamos tiene el poder de "dar forma" a nuestras mentes, la riqueza del pensamiento se ve amenazada por la uniformización lingüística. El libro "Contra la pensée unique" no es un libro antiamericano, incluso se lo han inspirado colegas estadounidenses preocupados como él por la pérdida de la diversidad cultural. La diversidad es una ley de la naturaleza. La vocación humana no es la de la uniformización lingüística, ni la identidad. Como las demás especies vivas del planeta es la de dispersarse y ser cada vez más diferentes unas de otras. El ideal del inventor del esperanto es muy interesante, pero sería un falso ideal.
La potencia de los medios de comunicación hace que el inglés se mantenga, pero también la "criollización" del inglés llegará.
Claude Hagège tiene dos frases que le sirven de test para saber si una lengua está muerta. A principios del siglo XIX no se podía decir en hebreo "te quiero" ni "pásame la sal", el hebreo estaba "muerto". Sin embargo la creación del estado de Israel llevó consigo la "resurrección" de una lengua que llevaba siglos utilizándose solo y exclusivamente para la lectura de la Biblia en los ritos religiosos del judaísmo. Hagège ha estudiado cómo hacen las lenguas antiguas para sobrevirvr, o bien crean palabras sacándolas de su propio bagaje, por ejemplo, en chino "libertad" no existe como tal palabra y han inventado "movimiento que procede de uno mismo", y entonces se crea un vocablo transparente para los nativos y oscuro para los extraños, o bien se acuñan neologismos prestados de otros idiomas. Como lingüista experimentado reconoce que todas las lenguas toman prestados vocablos de las demás, también el francés los ha tomado del inglés. Por ejemplo la palabra francesa "paquebote" viene de "pack boat". El problema es cuando se toman prestados términos que ya existen en el propio idioma, es decir, se toma el préstamo sin necesidad.
Explica el curioso caso de pedir un "bocadillo de queso" en vez de un "cheese burger" en un MacDonals. Los camareros menos instruidos son incapaces de traducir y se quedan desconcertados.
Muchas lenguas mueren cada año porque sus hablantes piensan que no son útiles para el progreso social de sus hijos. Y cuando una lengua muere se pierde una herencia cultural, la forma de expresar una relación con la naturaleza, con el mundo, entre los hombres y en las familias. La forma de expresar el humor, el amor, la vida. Una lengua es un testimonio de una comunidad humana extremadamente precioso puesto que es otra forma de expresión diferente a la de nuestro mundo industrializado.
Saluda Hagége con alegría el resurgir de las lenguas en Europa que estaban a punto de perderse como una reacción al invasivo y uniformante inglés.
Frente a lo que hemos aprendido en la formación religiosa tradicional del catolicismo, Hagège que procede en parte de una familia judía, explica que hay una tradición rabínica para la cual Babel no fue un castigo divino. El capítulo XI del Génesis no es explícito en ese sentido, no dice "voy a dispersarlos para castigarlos". Babel es un cumplimiento del destino de los hombres, la dispersión es una bendición. Con la dispersión terminó el tiempo mítico y empezó el tiempo filosófico.
El amor de Hagège por la diversidad lingüística lo expresó antes en otra obra "Dicionnaire amoureux de langues" (2009).
Claude Hagège : "Contre la pensée unique"
2 comentarios:
otempora
17:47
La pérdida de una lengua materna es algo más que la desaparición de un
elemento concreto, un simple adorno folklórico adicional, del paquete
que compone la herencia cultural. Esa lengua es, ni más ni menos, EL
vehículo a través del cual somos socializados y que nos otorga una
cosmovisión propia como miembros de una determinada cultura, dotándonos
de herramientas útiles para comprender y aprovechar un entorno
específico. Tal vez ello parezca menos evidente e importante en
nuestro entorno occidental hiperprotegido, apartado parcialmente de la
naturaleza, pero resulta vital cuando es la supervivencia lo que está
en juego para un pueblo tradicional.Pero es también una pérdida
irreparable para los demás pueblos, pues se olvidará la sabiduria de
milenios cristalizada en esa lengua por sus hablantes.
Hay un asunto más, del que me hubiese gustado escribir extensamente,
y es el relativo a que cada lengua imprime su sello en el cerebro de su
hablantes, haciendo que elementos culturales similares puedan ser
asimilados con mayor facilidad.En tal sentido debería entenderse la
tradicional inconmensurabilidad entre las así llamadas visiones
occidental y oriental de la vida. Experimentos neurológicos recientes
demuestran que esa distancia cultural se ha acortado con la
globalización.Es decir, ahora los cerebros de los habitantes de partes
muy alejadas del mundo estarían conformados de manera parecida.
Bienvenida sea la mundialización entonces, si sirve para acercar a los
pueblos distantes en una mutua comprensión y para compartir lo mejor de
cada una de ellas, pero no si en realidad va actuar como un rodillo
para aplastar toda diferencia enriquecedora que no pueda traducirse en
términos de lucro en el mercado.
¡"Canalear", en lugar de "zapear"! Extraordinario documento contra ese papanatismo que consiente que se nos den órdenes en inglés: "Stop", en lugar de "Pare" (¡viva Puerto Rico!). Desgraciadamente, la colonización ha sido consumada. Algunos nenes dicen que no les gusta el inglés, pero ya lo hablan.
Las lenguas son organismos vivos, y como todo lo vivo, se conservan en el movimiento.
Pero no olvidemos que la dialéctica uniformidad/disformidad es paralela a la de comunicación/incomunicación, o a la de paz/conflicto. Uno tiene que renunciar a su idiolecto si desea hacerse entender; a fin de cuentas, la lengua es un instrumento interactivo.
La escuela tiene que tratar con la diversidad, y protegerla, pero es también un imprescindible instrumento de uniformización de los hábitos...
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