Pero los mitos son mentiras - dijo Lewis - , aunque estas mentiras sean dichas a través de la plata.
-No -dijo Tolkien- No lo son.
Y señalando las ramas de los grandes árboles de Magdalen Grove dobladas por el viento, inició una nueva argumentación.
-Llamas árbol a un árbol -dijo- sin detenerte a pensar que no era un árbol hasta que alguien le dio ese nombre. Llamas estrella a una estrella y dices, y dices que es solo una bola de materia describiendo un curso matemático. Pero eso es simplemente como lo ves tú. Al nombrar y describir las cosas no estás más que inventando tus propios términos. Y así como el lenguaje es invención de objetos e ideas, el mito es invención de la verdad. Venimos de Dios, continuó Tolkien, e inevitablemente los mitos que tejemos, aunque contienen errores, reflejan también un astillado fragmento de la luz verdadera, la eterna verdad de Dios. Solo elaborando mitos, solo convirtiéndose en un "subcreador" e inventando historias, puede aspirar el hombre al estado de perfección que conoció antes de la Caída. Nuestros mitos pueden equivocarse, pero se dirigen, aunque vacilen, hacia el puerto verdadero, en tanto que el "progreso" materialista conduce sólo a un abismo devorador y a la Corona de Hierro de las fuerzas del Mal.
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