La filosofía como síntoma de la crisis de la civilización y un experimento en común: ha fallecido Jean-Luc Nancy, el filósofo que escribió sobre sus operaciones de corazón.
Jean Luc Nancy 1940-2021
“Lo único que te pido es que leas con atención”, escribió hace tres años. El filósofo francés Jean-Luc Nancy se vio envuelto en una polémica en torno a Heidegger por última vez. Emmanuel Faye lo acusó de no haber aprendido absolutamente nada de los“cuadernos negros” de Heidegger.
Sabine Prokhoris, a cuyo "infame" ataque respondió en Libé, leyó el ensayo de Nancy titulado Banalité de Heidegger como una "aprobación de antisemitismo". Pocas veces Nancy se había mostrado tan alterado. Puso fin a la polémica: “En lo que me concierne, sigo pensando lo mismo, me retiro a mis lecturas. ¡Saludos buen lector, buena lectora!"
Jean-Luc Nancy, (Burdeos 1940), fue alumno de Paul Ricoeur, con él hizo su doctorado sobre Kant. También se sintió atraído por la teología. Holderlin era para él tan importante como Heidegger. En 1968 llegó a la Universidad de Estrasburgo como profesor ayudante, allí conoció a Philippe Lacoue-Labarthe. Pronto se mudaron con sus esposas e hijos. Nancy llamó a su relación "quiasmo sexual", de ella resultaron varios libros que escribieron juntos. En la década de 1980, Jean-François Lyotard y Gilles Deleuze les ofrecieron a los dos ocupar sus cátedras en la Universidad de Saint-Denis, fundada en mayo del 68 y donde la revolución hizo posible la utopía de estudiar sin tener el bachillerato. Los dos filósofos transgresores pero elitistas se negaron y se quedaron en Alsacia.
El pensamiento del cuerpo
Nancy se convirtió en un influyente filósofo del posmodernismo francés. Se ocupó de Georges Bataille y Maurice Blanchot, Louis Althusser y Jacques Lacan. Lacoue-Labarthe y Nancy tenían una estrecha amistad con Jacques Derrida. Nancy, que inicialmente publicó estudios más clásicos sobre Spinoza, Hegel, Marx y Nietzsche, participó en el proyecto trascendental de "deconstruir" el idealismo alemán, que no había impedido el nacionalsocialismo. El mundo tal como él lo leyó estaba a merced de la destrucción y la autodestrucción. Heidegger lo animó en ese camino. Pero buscaba nuevas respuestas: ¿cómo conviven las personas en él, cómo pueden formar una sociedad?
En 1992 tuvo que someterse a un trasplante de corazón. Dio forma a su "pensamiento del cuerpo". Durante un tiempo, Nancy enseñó en la universidad de San Diego, donde se habló de una "Segunda Escuela de Estrasburgo", siguiendo los pasos de Emmanuel Lévinas. Hasta 2004 siguió siendo profesor en Estrasburgo y transmitió el “pensamiento antihumanista” del 68 a una generación más joven.
Éxito de la autodestrucción
Su última publicación, ha escrito más de doscientas, ignoro si están todas traducidas, - salió en otoño 2020, trata del Covid-19: "Un virus demasiado humano". Jean-Luc Nancy lo interpreta como "síntoma de una enfermedad mucho más grave". Le sirve para llegar a la quintaesencia de su pensamiento sobre la salud y la sociedad en la epidemia. Nancy pedía una vacuna "contra la regla y el éxito de la autodestrucción". En ese libro ya no cree en el progreso ni en la posibilidad de “vivir en el mundo de forma humana”. Al virus, escribió, le seguirían "más síntomas hasta la inflamación y extinción de los órganos vitales", "Y la vida humana, como toda vida, llegará a su fin".
Su segundo corazón dejó de latir el pasado lunes en Estrasburgo. El filósofo murió por falta de aire. Últimamente sus días se repartían entre su casa y el hospital. Sobrevivió 15 años a sus amigos Derrida y Lacoue-Labarthe. Jean-Luc Nancy no deja teoría ni doctrina. Su obra versátil y fragmentada trata de la supervivencia en tiempos post-totalitarios y muestra formas de salir de la crisis de la civilización. Sus lectores se entusiasmaron con sus conmovedores libros "Corpus" e "Intrus" que describen su cirugía cardíaca. Jean-Luc Nancy tenía 81 años. Adiós, filósofo: Salut!
2 comentarios:
Pues ¡que la tierra o el fuego le sean leves! Lo que cuentas, y gracias por contarlo, no me anima precisamente a leerlo, parece un nihilista más de la "deconstrucción" y yo, la verdad, prefiero seguir creyendo en la posibilidad del progreso y en su construcción. Llámalo infantilismo voluntarista si quieres, estimada Ana.
Releo tu semblanza y me recuerda a Hegesias de Cirene...
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