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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

domingo, 19 de enero de 2020

LA VERDAD DESNUDA

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Jules Lefebvre: La verdad, 1870 (Paris, Musèe d’Orsay). 


Christian Thomas

El filósofo Hans Blumenberg pensó como nadie sobre "La verdad desnuda".

La verdad desnuda no es bella ni va maquillada. Dondequiera que aparece, se avergüenza. En sus inmediaciones las excusas baratas aparecen como lo que son. Y a la vista de la crueldad de la verdad, ¿no hay justificaciones elaboradas que suenan a falsas excusas? Dicho directamente, esa es la exigencia de la verdad desnuda, golpearnos la cabeza. Lo que convierte la poco agradable experiencia de la verdad desnuda en algo físico.
 
Friedrich Nietzsche dijo que la verdad es fea. Para el filósofo estaba claro que la verdad no es soportable, aún más: es insoportable. La verdad se muestra claramente en la afrenta, que, sin embargo hay que escuchar sin condiciones, incluso si lleva a la desesperación, como Hans Blumenberg analizó en su capítulo de Nietzsche,  que se puede leer en su libro sobre "La verdad desnuda", en el que filósofo de Münster, como tantas veces, se ocupa de una metáfora. Piense en un disfraz y una desnudez, en un encubrimiento y una revelación, de ahí la iluminación.
 El proyecto de Ilustración de Hans Blumenberg contiene una Metaforología, publicada primero en 3 volúmenes luego en 5 de los que sólo 3 vieron la luz en vida del autor. En 1979 Naufragio con espectador, en 1981 La legibilidad del mundo.  Siguieron en 1989 Salidas de la caverna.  Los 3 libros en los que Blumenberg efectuó su plan de una "Teoría de lo no conceptual", causaron sensación en las ciencias humanas europeas, aunque o porque quiso hacer una interpretación de la metáfora que la pusiera en pie de igualdad con el concepto.  El trabajo sobre el mito de Blumenberg, una de sus obras principales,  fue como una especie de reconstrucción del estatus del mito estigmatizado por la modernidad, liberándolo de su reputación de falsedad. Si los ilustrados lo habían interpretado como error de los principios, Blumenberg lo presenta como necesaria orientación para sobrevivir en un mundo terriblemente cruel. El proyecto ilustrado de  Blumenberg incluye la emancipación del mito.
Hans Blumenberg: Die nackte Wahrheit. Hg. v. Rüdiger Zill. Suhrkamp Verlag 2019, stw 2281, 200 S., 20 Euro.
Blumenberg murió en 1996, los 4 volúmenes de su  Metaforología aparecieron en 2012 con el título Fuentes, corrientes, icebergs. El quinto que ahora sale publicado por   Rüdiger Zill, contiene 161 páginas mecanografiadas que se hallaban en el legado del filósofo. El editor señala que los 25 capítulos sobre la verdad desnuda pasaron la prueba del público en el semestre de invierno 1978/79 en Münster, cuando fueron expuestas en pequeñas porciones en el marco de conferencias que hoy se consideran legendarias. Media ciudad de Münster acudía los viernes al Aula VIII del Schlaun’sche Schloss.

Entre los textos mecanografiados figura un "rezagado" de  1984. Se trata de un capítulo dedicado a Kierkegaard al que pertenece la siguiente frase: "La desnudez no es tanto el estatuto definitivo de la verdad sino el provisional del hombre". La afirmación que se halla en la página 155  se convirtió en la columna vertebral del libro, ya que  Kierkegaard no sólo pensó en la desnudez (inocencia) del paraíso, sino en la desnudez de los naúfragos "en la orilla de la existencia" como escribió  Blumenberg, con lo que apuntaba una vez más a una de sus grandes metáforas, el naufragio con espectadores.
La verdad no es una propiedad, tanto si hablamos de la filosófica como de la verdad de los dominantes sobre los dominados. Si Blumenberg toma la religión como punto de partida de sus consideraciones, se debe "a su antiguo papel consistente en vestir una verdad primitiva y más profunda". Sin embargo no va muy lejos con la religión. Blumenberg, que exploró los logros de la modernidad con una curiosidad teórica que ningún otro emuló después, reconoce en la autointerpretación de la religión su desesperada "autodefensa" desde que la Ilustración la condujo a una posición defensiva.
La visión de las cosas esenciales fue sustituida por una visión científica de las leyes del movimiento del mundo, como  Nietzsche comprendió sin hacerse ilusiones, por lo que atribuyó a las artes la función de vestir de nuevo a la verdad. "La verdad es fea. Tenemos las artes para no perecer ante la verdad". Ya que la desnuda verdad decepciona, " el ser velado por la ilusión es esencial para la supervivencia". Por razones de pura autoconservación y de impulso a la acción.

Blumenberg,  un gigante entre los filósofos del siglo XX, era un estilista: "La Antigüedad se muestra misericordiosa con nosotros, porque ya nos resolvió las controversias de ideas". Puso en nuestra manos la desnuda verdad como una forma de conocimiento, nos dejó su legado como el punto de vista de la ingenuidad del hombre, su desnudez. Nos dejó en herencia el pensamiento de la expulsión del paraíso. En muchos aspectos las referencias de  Blumenberg en este libro esbozado en 25 han quedado en fragmentos, aforismo o análises, no en un recorrido histórico sobre la historia de la verdad desnuda. El escepticismo de  Blumenbergs con respecto a las continuidades históricas era demasiado grande, dice  Zill,  le convencía más "la continua ruptura de la línea histórica".
Sobre aforismos: "La percepción nunca será copernicana", es una verdad de evidencia insuperable, a fin de cuentas como la verdad desnuda, para la que también es irrefutable que "El lenguaje no es un vestido bajo el que se halle la desnudez". La relación entre velo y exposición, entre encubrimiento y desvelamiento resulta particularmente intensa en la interpretación de lo sueños freudiana, y aquí una vez más el lenguaje metafórico presta un servicio incomparable cuando  Blumenberg dice que "el sueño cumple un deseo sin el riesgo de su realización, lo mismo que es mejor que el sonámbulo no se entere de la verdad del paseo que hizo dormido".

En la metáfora  Blumenberg halló un estimulante y un sedante. Un estimulante para ayudarnos a aclarar el concepto ¿un sedante para librarnos de la tensión del concepto? Del capítulo sobre Aus dem Kierkegaard se puede retener que la verdad desnuda es algo así como la encarnación de la metáfora: "Bajo el dominio del concepto cuando se ha convertido en definitivo ya no está la verdad", ya que le falta la relación entre lo velado y la revelación.
En la metáfora  Blumenberg vió la acción de un artificio que nadie describió con más ironía y precisión por tanto que el ilustrado Georg Christoph Lichtenberg cuando dijo: "la metáfora es más inteligente que su autor".

La metáfora es un recurso estético y retórico, Blumenberg menciona a este respecto a Franz Kafka y Heinrich Heine, Schopenhauer o Kant. La verdad desnuda provocó, por ejemplo,  que en 1850 los fanáticos se ensañaran en el  Schlossbrücke de Berlín con la desnudez de las esculturas de la antigüedad.  

 La idea de que la verdad es frecuentemente violada porque está desnuda es aforismo de un satírico armenio, Jewand Otjan, quien ve la verdad como una víctima de violencia, violencia sexual, una víctima femenina. ¿Una alegoría atractiva? Obviamente, en verdad, un objeto estimulante, un objeto sexual expuesto a la víctima. Freud fue el primero en ver en la verdad desnuda sus energías destructivas y sus trágicas consecuencias.
 

Que Blumenberg es un contemporáneo filosófico queda explícito por su comentario de menos de media página sobre Jürgen Habermas, el sucesor de Adorno:  ("Metodológicamente, nos quedamos allí desnudos después de que el velo teórico que el genio de Adorno levantó sobre nuestra desnudez metodológica haya caído"). Blumenberg, colaborador y lector de periódicos, se muestra en su comentario a una "acrobacia paradójica" del 23 de mayo de 1973 en el Bundestag, "la exclamación del entonces ministro de economía Friedrichs a la oposición: 'Y esa es la desnuda falsedad'".

La presencia de Blumenberg podría ser mayor si recordamos que se enfrentó al famoso eslogan de 68, 1968 por supuesto, con un aforismo que Blaise Pascal había escrito 300 años antes: "La creencia de que la imaginación debe ir unida a la libertad no siempre fue aceptada.  El grito de batalla de que la imaginación debería llegar al poder habría sido considerado por Pascal como una paradoja o una trivialidad, de ninguna manera como una grito revolucionario. La imaginación siempre ha estado en el poder, al menos involucrado en él, y siempre lo estará".

Siempre con Ramsés, Alejandro, César, Nerón, Atila. Y con Napoleón, Bismarck, Lenin, y por dar un salto con Obama y Trump. Para los revolucionarios del 68, es probable que tales revelaciones históricas sean una verdad desnuda.

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