¿Cómo se separó el conocimiento de la fe? ¿Qué significa el pensamiento secular? ¿Y cómo puede el uso de la razón proporcionar orientación en un mundo
cada vez más complejo? En esta entrevista con Henning
Klingen, Jürgen Habermas esboza las cuestiones fundamentales de su nuevo libro
"Una historia más de la filosofía ".
Henning
Klingen 14.11.2019
Sr. Habermas, presenta ud su
nuevo libro "Una historia más de la filosofía", magistral recorrido
sobre el surgimiento del pensamiento europeo postmetafísico. Una obra gigante: dos volúmenes de alrededor de 1700 páginas. . . .
Y como autor
hubiera preferido escuchar de los lectores qué pueden hacer con semejante viaje
a través de la historia de la filosofía occidental, en ese sentido quizás me
precipité al aceptar esta entrevista.
No obstante
no le extrañara que le pregunte cómo lector cuál fue el impulso que le llevó en
la novena década de su vida a ocuparse del desarrollo del pensamiento
postmetafísico.
La ciencia multiplica nuestro
conocimiento del mundo con una aceleración sin precedentes. En el corto lapso del siglo XX, hemos visto avances en microfísica,
biogenética y neurociencia, y casi al mismo tiempo las disruptivas consecuencias
tecnológicas de estos hallazgos. No solo aprendemos más y
más sobre la naturaleza que nos rodea, sino también sobre la naturaleza que
somos nosotros mismos. La biotecnología puede de los
componentes básicos de la vida y no solo con fines terapéuticos; las operaciones de la mente,
que hasta ahora habían sido accesibles solo mediante la reflexión, es decir, en
cierta medida a través de la mente misma, se objetivan como hardware.
Vivimos en el siglo de la
ciencias de la naturaleza, de la técnica. . .
Y a la luz de los éxitos
revolucionarios de estas disciplinas, las humanidades y las ciencias sociales
se sienten algo "descolgadas". En primer lugar,
la filosofía debe preguntarse si debería ser absorbida por las ciencias
naturales objetivantes y no insistir obstinadamente en seguir existiendo.
Por ejemplo, la "filosofía de la mente" ha comenzado
una fructífera colaboración con las ciencias cognitivas. Pero
la filosofía no debe olvidar que su tarea real no es contribuir directamente a
la mejora de nuestro conocimiento del mundo, sino que debe reflexionar sobre lo
que significan para nosotros dichos avances en el conocimiento.
¿Qué significa eso en términos
concretos?
Mi narrativa recuerda que la filosofía puede hacer una contribución racional para aclarar nuestro mundo y autocomprensión. La filosofía es una forma de pensar científica, pero trata de dilucidar cómo podemos entendernos hoy como seres humanos, como personas e individuos, como contemporáneos. Es bien mirado una orientación teórica, no la relación entre la filosofía y el público.
Con otras
palabras, ¿el desafío que ha dado lugar al libro procede del debate interno en
el campo de la filosofía?
Se trata más bien de una
controversia de fondo sobre el alcance de la razón humana. ¿Nuestro
conocimiento falible se ha de limitar a “cuál es el caso”? No, podemos hablar de
muchas otras cosas, de conflictos morales y legales, de obras de arte y experiencias
estéticas, incluso de las orientaciones de valor plasmadas en formas de vida o
planes de vida individuales. La variedad de razones que importan obviamente
está más allá del alcance del conocimiento empírico y teórico. Pero si este
tipo de argumentos también "cuentan", entonces está en juego el poder
convincente de una razón práctica, que no se deja asimilar a una razón teórica
usada simplemente para fines prácticos. Y
entonces podemos esperar que se den procesos de aprendizaje que no se reflejen
en un aumento de las fuerzas productivas, sino que se encarnen en instituciones
de libertad y justicia. Las circunstancias históricas suponen un desafío y nos
obligan a procesos de aprendizaje normativo a menudo dolorosos. Al hacerlo, si
todo va bien, aprendemos a incluir a otros humanos desfavorecidos en nuestras
formas de vida, o a reconocer a los extranjeros discriminados como iguales en
una forma de vida común expandida.
¿Entonces lo
que más le interesa es mantener la apertura de la filosofía a “más de lo que es
el caso” sin emprender el camino de la metafísica tradicional?
Cuando hablamos de
"metafísica" desde un punto de vista histórico, nos referimos a visiones
del mundo en las que el concepto de ser está entrelazado con los conceptos de
lo ejemplar, lo bello, lo bueno y lo justo. De esta manera, la constitución del
mundo o la historia mundial se adapta a la posición que los humanos tenemos en
él. El mundo está diseñado como si fuera una casa habitable. No solo las
enseñanzas religiosas sino también las metafísicas proclaman un telos significativo y contienen la
promesa de "salvar" la justicia. Por otro lado, el pensamiento
posmetafísico distingue cuidadosamente el ser del deber ser, lo bello de lo bueno,
y éste de lo justo. La metafísica pudo responder a las grandes preguntas sobre
lo que podemos saber, lo que debemos hacer, lo que podemos esperar y lo que
realmente es el ser humano, de una sola fuente. Pero desde que fueran
formuladas en el siglo XVII, estas cosmovisiones metafísicas han ido decayendo
por buenas razones. Las sociedades modernas deben, por así decirlo, producir
todas las orientaciones normativas a partir de sus propios recursos. Mi libro examinará
si, incluso en estas condiciones de pensamiento postmetafísico, podemos seguir
aferrados a esas preguntas fundamentales que Kant formuló en su momento.
Rescata ud las preguntas kantianas "¿Qué puedo
saber?", "¿Qué debo hacer?", "¿Qué me está permitido
esperar?" y "¿Qué es el hombre?". A este
respecto ¿cómo formula ud su alegato?
Con respecto a la pregunta
"¿Qué debo hacer?", abogo por confiar en una razón práctica más que
solo en decisiones inteligentes basadas en las propias preferencias, valores o
sentimientos. A partir de la comprensión de las
estructuras vulnerables de que norman nuestra convivencia, podemos obtener
buenas razones para seguir la idea kantiana de la justicia y orientaciones
normativas de acción vinculantes en general.
Su preocupación estriba en mostrar cómo el pensamiento posmetafísico
emerge históricamente y se libera de los intentos de abrazo religioso. Un hito fue la filosofía de Kant. Con él a un
lado y David Hume al otro, ve la filosofía en una encrucijada. ¿Cuál fue la decisión ante la que se halló la filosofía?
Desde los tiempos del imperio
romano de Occidente el discurso sobre la fe y la razón fue crucial para la
constelación occidental del espíritu. Observo cómo la
filosofía, en el crisol de la "razón natural", adquirió ciertos
motivos, experiencias y sensibilidades de las tradiciones religiosas. Mediante un constante trabajo de traducción, extrajo de sus contextos
religiosos conceptos básicos importantes como "persona" e
"individuo", "libre albedrío" y "autonomía" o el
"deber" de las normas obligatorias. Por su
parte Hume diseccionó, deconstruyó y devaluó esta herencia a través de un detallado
análisis conceptual. Kant pretendió reconstruir este núcleo ético de la
religión y la ley natural basada en ella dentro de los límites de la razón pura.
Ha sido ud un intelectual con voz pública muy preocupado por la
"modernidad que descarrila". También se refleja
en su nuevo libro. ¿Cómo se combina esta preocupación con
sus esfuerzos para reconstruir una razón que busca hacer justicia al patrimonio
de las tradiciones religiosas?
Es evidente en las
sensibilidades con las que Hegel desarrolla el concepto dialéctico de
"moralidad". Distingue entre la individualidad de las personas
individuales, la generalidad abstracta de las normas morales y legales de su
relación social, y las características históricas particulares de las formas
concretas de vida, en las que el individuo y lo general deben combinarse con
las necesidades funcionales de una sociedad capitalista. Si damos a Hegel una
interpretación democrática, la integración social solo puede tener éxito en la
medida en que moldeemos la sociedad políticamente de modo que se logre una
relación equilibrada entre las obligaciones sociales distribuidas de manera justa
y el desarrollo individual.
¿Dónde queda aquí la herencia religiosa?
En dicho concepto de
integración social, se puede reconocer el eco distante de las experiencias
comunicativas de una comunidad de culto. En ella la relación vertical del
creyente individual con Dios está interconectada con la red de horizontales relaciones
comunitarias de cada uno con todos los demás miembros de una iglesia local, que
en sí misma es solo parte de una iglesia universal. El pecador preocupado por
su salvación tiene experiencias en las relaciones comunicativas con Dios y la
comunidad en actitud de una segunda persona, que eran completamente ajenas a
los filósofos griegos en la percepción del cosmos no solo en contenido, sino también
en su modo performativo, pero que a través de Agustín encontraron camino de la
filosofía.
Señala que la experiencia religiosa es una "estaca plantada en la
carne de la modernidad", al menos siempre que se refiera a una práctica
religiosa viva, porque deja abierta a la razón secular la cuestión de si hay
contenidos semánticos insatisfechos, traducciones
todavía a la espera….
Me ha inspirado la famosa
formulación de Adorno de que todos los contenidos teológicos deben
"emigrar a lo profano", y he seguido dichos procesos de traducción en
la historia de la filosofía. Es incierto si esta
traducción puede continuarse en la actualidad. Pero ante
un nuevo tipo de problema ético, como puede ser el fin de la naturalidad del
organismo humano y la interferencia incontrolada en el genoma humano, no está
fuera de discusión intentarlo. Por buenas razones, el
pensamiento postmetafísico ya no puede referirse a un poder trascendental, pero el impulso trivial de no aceptar lo difícilmente tolerable en el
mundo nos obliga a imponernos mutuamente un juicio autónomo y una acción que
trasciende al mundo en su conjunto desde dentro.
Henning
Klingen es teólogo y publicista y vive en Viena. Trabaja como redactor de la Agencia católica de información Kathpress. Su ensayo de 2008 publicado en Lit-Verlag «Opinión pública en peligro de extinción» examina la relación entre la teología política y los medios. La entrevista se basa en una conversación del autor con Jürgen Habermas a finales de octubre.
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