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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

viernes, 9 de diciembre de 2022

GNÓSTICOS Y HERMÉTICOS

En 1990 Umberto Eco pronunció unas conferencias en la universidad de Cambridge, asistieron oponentes competidores, entre ellos el pragmatista norteamericano R. Rorty que había sido alumno de Peirce, y a todos ellos respondió. La conferencia inicial titulada “Historia e interpretación” sienta las bases de los límites que Eco impone a algunos lectores intérpretes literarios que se estaban yendo de madre haciendo decir a los textos casi cualquier cosa. Me ha interesado porque en ella el semiótico expone sin retorcimiento qué son tanto la gnosis como el hermetismo. Juntos forman una línea de pensamiento de más de dos mil años, que ha corrido paralela a la historia oficial de la filosofía y de la ciencia. Una relación distante y cercana como veremos.

En principio no es fácil definir lo irracional porque cualquier modo de pensamiento es visto como tal por otro modo de pensamiento. “La lógica de Aristóteles no es la misma que la de Hegel, ratio, ratione, reason y Vernunft no significan lo mismo”.

Acude al diccionario como primera medida, en alemán son sinónimos de irracional: unsinning, unlogisch, unvernünftig, sinnlos; en inglés, senseless, absurd, nonsensical, incoherent, delirious, farfetched, inconsequential, disconnected, illogic, exorbitant, extravagant, skimble-skamble.

Todos ellos indican algo que va más allá de un límite establecido. Un antónimo de unreasonableness (irracionalidad) es moderateness. Ser moderado significa estar dentro de un modo, unos límites y una mesura. Recuerda Eco que hemos heredado de las antiguas civilizaciones griega y romana dos reglas de medida: la ley del Modus Ponens y el dicho de Horacio, est modus in rebús, sunt certi denique fines quos ultras citraque nequit consistere rectum. Definición por negación, lo moderado está en unos límites más allá de los cuales no está lo recto.

Modus sirve para diferenciar dos actitudes básicas, ya sea interpretar el mundo como un texto, ya sea un texto como un mundo. Platón y Aristóteles nos enseñan que comprender el mundo es comprender las causas. Dios era la causa primera, no hay otra antes que él. Y para poder definir el mundo como cadena de causas es esencial desarrollar la cadena unilineal de las mismas. Si un movimiento va de A a B no hay en la tierra fuerza capaz de hacer que vaya de B a A. Y para justificar esta cadena unidireccional de las causas tenemos los 3 primeros principios lógicos:

Principio de identidad, A es A.

Principio de no contradicción, es imposible que algo sea A y no A al mismo tiempo.

Principio de tercero excluso, A es verdadero, no A es falso y no hay tercero entre ambos.

“Aunque estos principios no establezcan el reconocimiento del orden físico del mundo, al menos nos proporcionan un contrato”.  Roma asimiló el racionalismo griego y le añadió la forma jurídica, el contrato, un sentido legal, un modus que representa el límite que no hay que traspasar.

Ya en la fundación de Roma observamos que la línea de frontera marca la civitas y quien no la respeta muere. Así Rómulo que había trazado la frontera de Roma mató a Remo por traspasarla. Horacio Coclita es el héroe porque logra mantener a los enemigos fuera del limes. Los puentes son sacrílegos porque franquean el foso de agua que marca los límites de la ciudad. Por ello solo pueden construirse bajo la estrecha vigilancia del Pontifex. Augusto basó su pax romana en el control de las fronteras del imperio, si alguna vez los bárbaros que tienen la mala costumbre de ir de aquí para allá como si todo el territorio les perteneciera, si estos bárbaros entraran en el Imperio, Roma estaría acabada.

Lo mismo Julio César cuando cruza el Rubicón sabe que está cometiendo un sacrilegio, que la suerte está echada y que no puede volverse atrás. Y en el tiempo también hay límites, lo que se ha hecho jamás podrá borrarse, aunque Dios nos perdone todos los pecados si nos arrepentimos. Es la pregunta que responde Tomás de Aquino en una célebre cuestión quodlibetal (5, 2.3) Utrum Deus possit virginem reparare, puede devolverle el estado de gracia y restituir su integridad corporal, pero lo que pasó pasó y no tiene vuelta de hoja. Alea jacta es, no pueden ser verdad a la vez p pasó y p no pasó.

Y así están puestas las bases de matemáticas, ciencia, lógica y programación de ordenadores. Pero además del “racionalismo platónico aristotélico” también son griegos los misterios eleusinos. Los griegos se las vieron con el apeiron, lo infinito y la desmesura. Lo que no tiene modus. La civilización griega elabora desde la fascinación por el infinito la idea de metamorfosis continua simbolizada por Hermes. “Hermes es voluble y ambiguo, el padre de todas las artes, pero también de los ladrones, joven y viejo a la vez. En el mito de Hermes se niegan los principios de identidad, de no contradicción y de tercero excluido, las cadenas causales se enroscan sobre sí mismas: el después precede al antes, el dios no conoce límites espaciales y puede, bajo diferentes formas estar en varios lugares al mismo tiempo”.

“Hermes triunfa en el s. II d. C., un período de paz en el que todos los pueblos parecen unidos por una cultura y lengua comunes. Es la época en la que se define el concepto de enkyklios paideia, educación general, cuyo objetivo es producir una clase de hombre completo versado en todas las disciplinas. Sin embargo, este conocimiento describe un mundo perfecto y coherente, mientras que el mundo del s. II es un crisol de razas y lenguas, una encrucijada de pueblos e ideas en la que se toleran todos los dioses”.

Estas divinidades pasan a identificarse unas con otras, ya no hay diferencias entre Isis, Astarté, Démeter, Cibeles, Anahita y Maya.

El califa que destruyó la Biblioteca de Alejandría lo hizo porque si decían lo mismo que el Corán ¿para qué conservarlos? Y si decían otra cosa con más razón se merecían el fuego. El califa poseía la verdad coránica y le bastaba. Pero el hermetismo del siglo II busca una verdad que no conoce y solo tiene libros. Imagina que cada libro tiene una chispa de verdad y que los libros se confirmen entre sí. En el hermetismo entra en crisis el principio del tercero excluido, es posible que muchas cosas sean verdad al mismo tiempo aunque se contradigan.

“Pero si los libros dicen la verdad también cuando se contradicen es que cada palabra tiene una alusión, una alegoría. Dicen otra cosa de lo que parecen estar diciendo. Cada uno contiene un mensaje que ninguno será capaz de revelar solo. Para entender el mensaje de los libros hacía falta una revelación que llegara anunciada por la propia divinidad, utilizando la visión, el sueño, el oráculo. Pero semejante revelación inaudita, tendrá que hablar de un dios desconocido y de una verdad secreta. El conocimiento secreto es un conocimiento profundo, solo lo que está bajo la superficie puede ser ignorado mucho tiempo. Así la verdad se identifica con lo que no se dice o se dice oscuramente y tiene que entenderse más allá por debajo de la superficie de un texto. Los dioses habla (el Ser habla) por medio de mensajes jeroglíficos y enigmáticos”.

En definitiva, hemos estado viviendo con la verdad pero no nos hemos enterado. La hemos olvidado mientras alguien cuyas palabras no entendemos la ha estado guardando. Este conocimiento tiene que ser exótico. Como recuerda Jung cuando una imagen divina se hace demasiado familiar necesitamos volver a imágenes de otras civilizaciones, extrañas, solo así mantienen su aura sacra.

En el s. II estimaron los amantes del misterio que el conocimiento secreto era poseído por druidas, sabios orientales, todos hablantes de lenguas incomprensibles. El bárbaro, el que balbucea literalmente, es ahora el que tiene la lengua sagrada, llena de revelaciones. Mientras que Platón - Aristóteles nos enseñaron que algo es verdadero si se puede explicar, ahora algo es verdadero si no se puede explicar.

La opinión general sostenía que el conocimiento secreto consistía en los lazos que unían el mundo espiritual con el mundo astral y éste con el mundo sublunar, así que si actuabas sobre una planta podías influir en el curso de las estrellas y que las estrellas a su vez afectaban al destino de los seres terrestres. Como es abajo, así es arriba. El universo es una sala de espejos donde cualquier objeto individual refleja y significa todos los demás.

Pero solo es posible hablar de semejanza de todo con todo rechazando el principio de no contradicción.

“La simpatía está provocada por una emanación divina del mundo, pero en el origen de la emanación está lo incognoscible, la sede misma de la contradicción. El pensamiento neoplatónico intentará explicar el hecho de que no podamos definir a Dios en términos precisos recurriendo a la inadecuación de nuestro lenguaje. El pensamiento hermético afirma que, cuanto más ambiguo y multivalente sea nuestro lenguaje, y cuantos más símbolos y metáforas use, más particularmente apropiado será para nombrar un Uno en el que se produce la coincidencia de los opuestos. Pero, allí donde triunfa la coincidencia de los opuestos se derrumba el principio de identidad. Tout se tient”.

Por todo ello la interpretación rompe los límites. No hay modo de parar, se acepta un deslizamiento interminable del sentido. Una planta no se define por su morfología o sus funciones, sino por su parecido con otro elemento del universo. Si vagamente recuerda a una mano, entonces tiene significado porque remite al cuerpo. Y a su vez esa parte del cuerpo hace pensar en una estrella que remite a una escala musical, que remite a una jerarquía de ángeles y así ad infinitum.

Y la cuestión es que en esa cadena de signos y significados que se remiten unos a otros no puede haber final. “El secreto último de la iniciación hermética es que todo es secreto”. Cualquiera que pretenda revelarlo no está iniciado y se ha parado en un nivel inferior del conocimiento del misterio. “El pensamiento hermético transforma todo el teatro del mundo en un fenómeno lingüístico y al mismo tiempo niega al lenguaje cualquier poder comunicativo”.

En el Corpus hermeticum, s. II d. C,  a Hermes Trimegisto se le aparece en sueños el Nous. El intelecto aristotélico o Nous gracias al cual reconocemos los primeros principios del Ser no tenía nada de misterioso. Pero el Nous hermético es la facultad de intuición mística, de revelación de lo no racional, de la visión instantánea no discursiva. Fuera la deliberación para llegar a la verdad, basta con que nos hable el Nous y su luz despeje la oscuridad de la ignorancia. Es la iniciación “del que ha visto” y de la que el iniciado no puede hablar.

“Si ya no existe linealidad temporal de las causas ordenadas, el efecto puede actuar sobre su causa. Ocurre en la magia teúrgica y también en la filología. Post hoc, ergo propter hoc se sustituye por Post hoc, ergo ante hoc”. En el Renacimiento los amantes del hermetismo demostraron que el Corpus hermético había sido escrito antes de Platón ya que contiene ideas que circulaban en tiempos de Platón.

Mientras la escolástica medieval se esforzaba en demostrar la existencia de Dios mediante razonamientos tipo Modus Ponens, el hermetismo sobrevivió entre alquimstas, cabalistas, neoplatónicos. Y en Florencia, al tiempo que se inventaban los bancos, se redescubrió el Corpus hermeticum como prueba de un conocimiento antiquísimo que se remontaba a Moisés. Pico della Mirandola, Ficino, Reuchlin reelaboraron el modelo hermético que pasará a alimentar desde la magia hasta la ciencia moderna.

El saber hermético influye en Francis Bacon, Copérnico, Kepler y Newton, la ciencia cuantitativa moderna nace en diálogo con el conocimiento cualitativo del hermetismo. “El modelo hermético afirmaba que el orden del universo descrito por el racionalismo griego podía subvertirse y que era posible descubrir nuevas conexiones y nuevas relaciones que permitían al hombre actuar sobre la naturaleza y cambiar su curso. Pero esta influencia va unida a la convicción de que el mundo no debería describirse según una lógica cualitativa, sino una lógica cuantitativa.”

Y así es como el hermetismo contribuyó paradójicamente al nacimiento del racionalismo científico moderno, un nuevo adversario de lo misterioso.

“El nuevo irracionalismo oscila entre místicos y alquimistas por un lado, poetas y filósofos por otro: Goethe, Nerval, Yeats, Schelling, von Baader, Heidegger, Jung. Y en muchos conceptos posmodernos de la crítica, no es difícil reconocer la idea del deslizamiento continuo del sentido. La idea expresada por Paul Valéry, il n’y a pas de vrai sens d’un texte, es una idea hermética”.

En Science de l’homme et tradition, Durand ve todo el pensamiento contemporáneo vivificado por el aliento de Hermes. En oposición al paradigma mecanicista positivista estarían: Spengler, Dilthey, Scheler, Nietzsche, Husserl, Kerényl, Planck, Paoli, Oppenheimer, Einstein, Derrida, Barthes, Chomsky, Deleuze…etc.

Hermetismo fue de la mano de otro fenómeno también del siglo II de nuestra era: la gnosis.

“Cegado por visiones fulgurantes mientras tanteaba en la oscuridad, el hombre del s. II desarrolló una conciencia neurótica de su propio papel en un mundo incomprensible. La verdad es secreta y cualquier puesta en duda de los símbolos y enigmas no revelará nunca la verdad última, sólo desplazará el secreto hacia otra parte. Si la condición humana es ésta, entonces significa que el mundo es resultado de un error. La expresión cultural de este estado psicológico es la gnosis.”

Gnosis era en la tradición griega el conocimiento verdadero opuesto a la simple percepción u opinión, doxa. Pero en los primeros siglos del cristianismo gnosis pasó a significar un conocimiento metarracional e intuitivo, el don concedido divinamente, recibido de un intermediario celeste, con poder de salvación.

“La propia divinidad, al ser oscura e incognoscible, contiene ya el germen del mal y una androginia que la hace contradictoria desde el principio, puesto que no es idéntica a sí misma. Su ejecutor subordinado el Demiurgo, da vida a un mundo erróneo e inestable, en el que una porción de la misma divinidad cae exiliada. Un mundo creado por error es un cosmos abortado. Entre los principales efectos del aborto está el tiempo, imitación deformada de la eternidad. En estos mismos siglos la patrística se empeña en reconciliar el  mesianismo judío con el racionalismo griego e inventa el concepto de dirección providencial y racional de la historia. El gnosticismo en cambio, desarrolló un síndrome de rechazo frente al tiempo y la historia”.

“El gnóstico se ve a sí mismo como un exiliado en el mundo, como la víctima del propio cuerpo, que define como una tumba y una cárcel. Ha sido arrojado al mundo, del cual tiene que encontrar una salida. La existencia es una enfermedad, y lo sabemos. Cuanto más frustrados nos sintamos aquí, más somos presas de un delirio de omnipotencia y deseos de venganza. De ahí que el gnóstico se reconozca como una chispa de divinidad, arrojada provisionalmente al exilio como consecuencia de una conspiración cósmica. Si consigue volver a Dios, el hombre no solo se reunirá con su inicio y su origen, sino que también ayudará a regenerar ese mismo origen y liberarlo del error original. Aunque prisionero de un mundo enfermo, el hombre se siente investido de poder sobrehumano. La divinidad puede enmendar su fractura inicial gracias solo a la cooperación del hombre. El hombre gnóstico se convierte en Übermensch. En contraste con quienes están atados a la simple materia, sólo aquellos que son de espíritu (pneumatikoi) son capaces de aspirar a la verdad y a la redención. A diferencia del cristianismo, el gnosticismo no es una religión de esclavos sino de señores”.

Umberto Eco pasa revista a muchos aspectos coincidentes con el gnosticismo en la cultura moderna y contemporánea.

El amor cortés que renuncia al contacto tendría origen cátaro y gnóstico. El idealismo romántico que revaloriza tiempo e historia para hacer al hombre protagonista de la reintegración en el Espíritu también presenta ribetes gnósticos. Cuando Lukács afirma que el irracionalismo es un invento de la burguesía para reaccionar a la crisis con la que se enfrenta y que da justificación a su imperialismo, traduce el gnosticismo a lenguaje marxista. Innegable la inspiración gnóstica de Heidegger, el Dasein ha sido arrojado al mundo.

Y los profetas de las razas elegidas decididos a limpiar el mundo de subhumanos, esclavos ligados a la materia, representarían la visión genocida del gnosticismo.

Gnosticismo  y hermetismo producen el síndrome del secreto. Simmel hace ver que da poder el hecho de que los demás crean que uno posee un secreto político: “El secreto comunica una posición excepcional a la personalidad, ejerce una atracción social determinada, independiente en principio del contenido del secreto, aunque, creciente según que el secreto sea más importante y más amplio….Del misterio y secreto que rodea todo lo profundo e importante, surge el típico error de creer que todo lo secreto es al propio tiempo algo profundo e importante…”

Y al final de su conferencia Umberto Eco hace una lista de elementos característicos que se pueden ver como en la actualidad se da un enfoque hermético en algunos intérpretes y críticos:

a.       Un texto es un universo abierto en el que el intérprete puede descubrir infinitas interconexiones.

b.      El lenguaje es incapaz de captar el significado único y preexistente, al contrario el deber del lenguaje es mostrar que de lo que podemos hablar es solo de la coincidencia de los opuestos.

c.       El lenguaje refleja lo inadecuado del pensamiento: nuestro ser en el mundo no es otra cosa que ser incapaces de encontrar un significado trascendental.

d.      Todo texto que pretenda afirmar algo unívoco es un universo abortado, la obra de un Demiurgo inepto.

e.      El gnosticismo textual contemporáneo es muy generoso, sin embargo. Cualquier puede convertirse en Übermensch que se da realmente cuenta de la verdad, siempre que esté dispuesto a imponer la intención del lector sobre la inalcanzable intención del autor, es decir, que el autor no sabía lo que estaba realmente diciendo porque el lenguaje hablaba en su lugar.

f.        Para salvar el texto, el lector tiene que suponer que cada línea esconde un significado secreto, las palabras, en vez de decir, esconden lo no dicho la gloria del lector es descubrir que los textos pueden decirlo todo, excepto lo que el autor quería que dijeran…

g.       El lector real es aquel que comprende que el secreto de un texto es su vacío.

Y aunque sea llevar las cosas al extremo, es un retrato de lo que una radical teoría de la interpretación lectora podría dar de sí, por esos  curiosos elementos gnósticos que se hacen los interesantes rodeándose de un halo de misterio.

 

 

 

 

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