Cabeza de bronce de Anticitera. Algunos piensan que pueda ser retrato de Bión. |
A Lycofrán,(Francisco J. Fernández) que motivó esta entrada,deseando final feliz para su colección de artículos y diatribas.
Vida de Bión
Bión de Borístenes nació en la colonia griega de Olbia en la Escitia, junto al estuario del río Borístenes, que es el Dniéper que pasa por Ucrania (¡qué casualidad!) y desemboca en al Mar Negro. Según Diógenes Laercio (Vidas de los filósofos ilustres, IV) confesó al rey Antígono que había sido hijo de una prostituta y de un liberto especiero y arruinado. Toda la familia fue vendida junto con la casa. A él, que era joven y gracioso, le compró un maestro de retórica, que le dejó al morir sus bienes. Bión quemó los escritos de su amo, recogió lo que pudo y marchó a Atenas para dedicarse a la filosofía… “De esta gente me precio, y de esta sangre”, dijo a Antígono.
En Atenas
fue discípulo de Crates de Cirene, que le enseñó a despreciar los dogmas
académicos, así que abrazó el palio viejo y el zurrón del cínico. No obstante, ¡Bión
fue un cínico muy original!, pues como Menipo de Gadara desdeñó la ascética de
endurecimiento del sabio autarca y abrazó un hedonismo que no desdeñaba los lujos ni
los placeres de la carne. Con el cirenaico Teodoro el Ateo se hizo escéptico en
materia religiosa, despreciando los sacrificios rituales. De él dijo Eratóstenes que fue "el primero que vistió de flores
la filosofía", ya que cultivó la poesía. También jugó con la música y la geometría,
y con jovencitos a los que adoptaba para su deleite.
Según
Ferrater Mora su floruit se sitúa en torno al 230 A. C. Se ganó bien la vida viajando
de una ciudad a otra para dar conferencias y enseñar por dinero. El doxógrafo de Laertes dice de él que fue un “sofista astuto”. Echó fama de impúdico e impiadoso y, aunque
tuvo muchos alumnos, ninguno quiso llamarse discípulo suyo, aunque sí le salió
un imitador llamado Teles. Se dice que enfermo y en peligro de muerte quiso
expiar sus excesos antirreligiosos, se hizo atar por una vieja ensalmadora y se
arrepintió de las ofensas hechas a dios. Antígono se compadeció de él y le
envió dos criados para que lo trasladasen en litera poco antes de su muerte en
Calcide. (La fecha de su muerte es incierta aunque la Wikipedia asegura el año 246 A. C., lo cual no congrúe con la fecha de su acmé que da Ferrater. La cosa se complica si atendemos a que hubo, según Diógenes Laercio diez filósofos del mismo nombre, nuestro "ucraniano" sería el tercero).
Bión y la diatriba
Pues bien, Bión de Borístenes, de
quien nos quedan bastantes fragmentos, popularizó la diatriba como género
filosófico. La palabra diatriba, διατριβή, del prefijo δια-, a través de, y del
verbo τριβω, froto, fricciono, significó en un principio, según Ferrater, conversación, como las
que Diógenes Laercio le atribuye a Aristipo de Cirene, que serían imitaciones de los diálogos
socráticos. Pero la palabra fue ampliando su significado hasta referir a cualquier
disertación de un sofista (experto) sobre temas variados, no sólo morales,
aunque estos serían los preferentes. El género fue usado por cínicos, estoicos
y cristianos. Y como solía usarse contra algún antagonista, personal o no, o para despreciar costumbres, fue
ganando el significado de discurso polémico y por fin el de sermón o escrito
ético acre o violento, y hasta injurioso, contra alguien o algo.
Las
diatribas de Bión contenían toques de humor ácido y satírico. Se lo tuvo por un
genio de la parodia. Influyeron en la sátira latina, en Luciano y en Horacio.
Los estoicos usaron la diatriba con fines didácticos, como un juego de
preguntas y respuestas. Y es probable que también la usara así Bión. El ejemplo
más ilustre de diatribas serán las Disertaciones de Epícteto, que a veces se han traducido por "Diatribas".
El ingenio de Bión
Diógenes
recoge algunas opiniones y sentencias que pueden dar idea de las
posiciones de Bión o, por lo menos, de su ingenio: Le preguntaron quién era el
de menos sosiego, y respondió: “el que más lo desea”. No era partidario del
matrimonio y de la hermosura decía que era “un bien ajeno”. Llamaba a la vejez “puerto
de todos los males” y “gran mal” al “no poder sufrir ningún mal”.
Culpaba a Sócrates diciendo que “si tenía necesidad de Alcibíades, y se abstuvo
de su favor, fue un necio; si no la tenía, nada hizo de mérito”. Llamaba “llano
al camino del infierno, pues se hace a ojos cerrados”. A la soberbia “embarazo
de adelantamiento”. Pensaba que la prudencia aventajaba a las demás virtudes,
como la vista al resto de los sentidos. Despreció la impiedad por enemiga de la
confianza y la envidia que se complace con el mal ajeno. Como Epicuro, Bión
apreciaba la amistad.
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