"Quelques heures de printemps" (Francia 2012) ha sido la propuesta
cinematográfica de nuestro compañero Marcos Serrano para cerrar el
curso.
La película de Stephan Brizé no fue estrenada en España, o si lo fue, no llegó hasta nuetros cines habituales. De forma que tuvimos que verla en versión original subtitulada. Obtuvo un premio en Francia y el de la Crítica americana en el festival de COLCOA.
Alain Evrard es un camionero de 48 años que sale de la cárcel tras haber cumplido una condena por tratar de "pasar" un alijo de cannabis. Sin trabajo no tiene otra solución que ir a vivir con su madre. La convivencia no es fácil y reaparece la violencia de sus relaciones en el pasado. Pero el nudo de la película estriba en la enfermedad de la madre que, sabedora de que el cáncer que padece no tiene solución, ha decidido firmar un contrato con una asociación suiza de voluntarios que facilitan la ayuda para dejar la vida en paz cuando uno está todavía consciente.
"Quelques heures de printemps" es una cinta muy sobria, en la que lo fundamental y así nos lo hizo ver Marcos, es el trabajo de los actores. Hay pocas palabras, las escenas son de lo más normal y cotidiano, lo importante son los gestos que se repiten cada día, enchufar la cafetera, poner el filtro, hacerse un café, bebérselo e invitar al vecino que trae unas manzanas para hacer compota. Realizar los trabajos de la casa, ir al supermercado, comer viendo la tele, montar un superpuzzle de 1000 piezas en el cuarto de estar. Y en medio de esas rutinas de las que está hecha el día a día de millones de seres humanos, la amenaza de la enfermedad terminal y la decisión libre de poner fin a la vida.
Marcos ha trabajado a fondo para un próximo libro que tratará el tema de la eutanasia en el cine, la elección de la película lo demuestra. Estimo que se trata de una auténtica joya, porque con bien poco, sin grandilocuencias ni exageraciones, hace sentir el gran misterio de la vida y la muerte, que al fin y al cabo no deja de ser el principio de la filosofía. Una madre y un hijo comunes y corrientes con sus malentendidos, sus peleas, sus desencuentros, que se ven enfrentados de manera natural y a la vez elegida con la finitud de la existencia.
La película está hecha de gestos y detalles, selecciono sólo el de las rutinas, lo repetitivo de nuestra vida de lo que a menudo nos quejamos. Y un buen día, cuando se ve de cerca el final, echaremos en falta esa rutina. Personalmente me gustó mucho el último viaje a Suiza en coche, donde el director hace un canto evidente a la vida mostrando con profusión los paisajes, los árboles magnificos en un día de primavera. "Quelques heures de printemps" no es para verla en caso de depresión, pero es una maravilla que invita sobre todo a la reflexión sobre el debatido tema de la eutanasia.
La película de Stephan Brizé no fue estrenada en España, o si lo fue, no llegó hasta nuetros cines habituales. De forma que tuvimos que verla en versión original subtitulada. Obtuvo un premio en Francia y el de la Crítica americana en el festival de COLCOA.
Alain Evrard es un camionero de 48 años que sale de la cárcel tras haber cumplido una condena por tratar de "pasar" un alijo de cannabis. Sin trabajo no tiene otra solución que ir a vivir con su madre. La convivencia no es fácil y reaparece la violencia de sus relaciones en el pasado. Pero el nudo de la película estriba en la enfermedad de la madre que, sabedora de que el cáncer que padece no tiene solución, ha decidido firmar un contrato con una asociación suiza de voluntarios que facilitan la ayuda para dejar la vida en paz cuando uno está todavía consciente.
"Quelques heures de printemps" es una cinta muy sobria, en la que lo fundamental y así nos lo hizo ver Marcos, es el trabajo de los actores. Hay pocas palabras, las escenas son de lo más normal y cotidiano, lo importante son los gestos que se repiten cada día, enchufar la cafetera, poner el filtro, hacerse un café, bebérselo e invitar al vecino que trae unas manzanas para hacer compota. Realizar los trabajos de la casa, ir al supermercado, comer viendo la tele, montar un superpuzzle de 1000 piezas en el cuarto de estar. Y en medio de esas rutinas de las que está hecha el día a día de millones de seres humanos, la amenaza de la enfermedad terminal y la decisión libre de poner fin a la vida.
Marcos ha trabajado a fondo para un próximo libro que tratará el tema de la eutanasia en el cine, la elección de la película lo demuestra. Estimo que se trata de una auténtica joya, porque con bien poco, sin grandilocuencias ni exageraciones, hace sentir el gran misterio de la vida y la muerte, que al fin y al cabo no deja de ser el principio de la filosofía. Una madre y un hijo comunes y corrientes con sus malentendidos, sus peleas, sus desencuentros, que se ven enfrentados de manera natural y a la vez elegida con la finitud de la existencia.
La película está hecha de gestos y detalles, selecciono sólo el de las rutinas, lo repetitivo de nuestra vida de lo que a menudo nos quejamos. Y un buen día, cuando se ve de cerca el final, echaremos en falta esa rutina. Personalmente me gustó mucho el último viaje a Suiza en coche, donde el director hace un canto evidente a la vida mostrando con profusión los paisajes, los árboles magnificos en un día de primavera. "Quelques heures de printemps" no es para verla en caso de depresión, pero es una maravilla que invita sobre todo a la reflexión sobre el debatido tema de la eutanasia.
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