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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

sábado, 5 de septiembre de 2015

BREVE HISTORIA DEL LIBERALISMO


LECTURA DE LIBERTAD, LIBERALISMO, DEMOCRACIA
Ana Azanza Elío

Bernat Muniesa profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Barcelona
es el autor de un pequeño libro muy inspirado y recomendable, “Libertad, liberalismo y Democracia”, publicado por el Viejo Topo en 2008.
En él aborda de modo sencillo esas tres cuestiones básicas para entender la política en general, pasada y presente.
En primer lugar la cuestión de la libertad, gran palabra que como todas las de su especie ha sido utilizada en multitud de significados espurios: Libertad de mercado, libertad de los pueblos, libertad de empleo…A la palabra libertad le ocurre lo mismo que a la palabra democracia, los apellidos le sientan mal.


Muniesa señala dos puntos importantes: Libertad y poder son incompatibles y el origen del poder narrado por Maquiavelo, el débil que solicita la protección del fuerte crea las condiciones del poder. El problema surge porque quien tiene poder difícilmente lo va a usar sino es en provecho propio.

El poder, quién lo tiene en el mundo y cómo lo ejerce, es la gran cuestión que se va a desgranar a lo largo del libro.

Libertad política ha adquirido significados diversos en momentos clave de la historia. Un punto importante en ese proceso lo señala Camus cuando afirma que “no hay justicia social sin libertad”. Y en esos dos conceptos, justicia social y libertad, se resume la historia de la especie humana desde el punto de vista político. En vano se puede pretender el uno sin el otro. En el siglo XIX la lucha por la libertad tomó un giro social, con el nacimiento de la clase obrera y su lucha por arrancar a los poderosos los derechos sociales, salario, vivienda, vejez, educación…dignas de seres humanos.
Actualmente cabría preguntarse seriamente si la libertad de escoger entre muy diferentes productos y tener dinero para adquirirlos es lo que nos hace más libres. En un primer momento nos parece que sí, que somos más libres cuanto mayor es la oferta de consumibles y mayor nuestra capacidad adquisitiva. Pero la libertad reducida a la capacidad de comprar y acumular no es la libertad. Más bien somos prisioneros de la carrera por el éxito y el consumo.
Carrera al consumo estimulada por la publicidad que lo único que hace es provocar la codicia. Nuestra falaz libertad material y política de la que presumimos en Occidente no comporta el desarrollo de la libertad interior de las personas.

El que dispone del destino de los demás se considera más libre, pero los privilegios
tampoco son la libertad.

Vivimos en un sistema neoliberal, más bien, llamamos “democracia liberal” al sistema. Pero aunque las dos palabras por separado tienen un sentido atrayente, nadie se proclama antidémocrata ni contrario a la libertad, constatamos que la Democracia liberal plantea problemas estructurales irresolubles: crisis de la familia, caos migratorio, destrucción de la enseñanza, destrucción de la cultura del trabajo, expansión del armamentismo, teoría del “choque de civilizaciones”, degradación de la naturaleza…

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
¿De dónde ha salido este liberalismo que hoy tenemos por irrenunciable?







I. LIBERALISMO

El liberalismo nació en Inglaterra a la par que el capitalismo. El comercio colonial había servido para acumular dinero, también una enorme masa de hombres y mujeres disponibles para trabajar. Por otra parte algunos ingleses sentía la pasión de la utilidad: todo debía servir para obtención de beneficios, los descubrimientos científicos recientes se pusieron a la obra. Y la conjunción de esos factores dio lugar a la Revolución Industrial.

Al mismo tiempo nació el Liberalismo,  caracterizado por algunas obsesiones. La primera comercializar la tierra, explotarla, sacarle el máximo rendimiento tanto a la superficie como al subsuelo. Y pequeño detalle, para poder comerciar con la tierra habría que separar de ella a las comunidades humanas, puesto que hasta entonces la tierra estaba ligada a esas comunidades, aldeas, pequeña o gran propiedad, parroquia, familia. El liberalismo era antifeudal no por “liberar” a las personas del sometimiento, o no sólo y principalmente, liberalismo significaba beneficio. Lo dijo Bentham: “eliminar diezmos, tierras comunales….libertad para manejar la tierra,  base de la verdadera libertad.”
Frente al liberalismo surgió el proteccionismo del Estado que tenía que proteger a los campesinos que huían en masa a la ciudad. Iglesia y nobleza en ese sentido se erigieron en defensores del orden frente a los desmanes liberales. En esa primera etapa el mercado autorregulado fue derrotado porque no podía resolver los problemas que sus mismas actividades generaban.

Alrededor de la primera guerra mundial los Estados nación descubrieron que su seguridad no provenía del librecambio sino del proteccionismo. El mercado abandonado a su autorregulación acaba por destruir los fundamentos de la sociedad. En la actualidad las potencias del mundo protegen sus agriculturas para que puedan subsistir mientras exigen a los más pobres que abran sus fronteras a todos los productos del Primer Mundo. Occidente es librecambista y proteccionista según le interese.

La segunda obsesión liberal es comercializar con el ser humano. El incipiente liberalismo del siglo XIX pretendía eliminar las organizaciones sociales existentes (parentesco, parroquial, vecinal…) porque impedían la libertad de las personas de arrojarse al mercado laboral, la comunidad del Antiguo Régimen que respondía a intereses eclesiásticos y aristocráticos era un obstáculo.
Particularmente nociva fue la destrucción de las comunidades tradicionales en los países colonizados por británicos y franceses. Mientras las comunidades protegían el individuo no sentía la amenaza de la soledad ni del hambre, y es que como dijo Arendt, la amenaza del hambre hacía a las sociedades “primitivas” mucho más humanas que el sistema de economía de mercado del liberalismo.

El hombre blanco introdujo el hambre en Africa y la obligación de pagar un tributo por las viviendas que ocupaban de siempre. Para pagar los africanos se veían obligados a trabajar en las minas. Era preciso introducir el individualismo en los nativos para que no tuvieran más remedio que dejarse contratar en condiciones de explotación. Pero incluso en Europa se consideraba que el obrero sólo trabajaría bien si se veía obligado a elegir entre hambre y un pequeño salario. Un salario atractivo hace al obrero indolente y perezoso, no veían a los obreros en términos humanos sino en términos de mercancía.

La fábrica se convirtió en la sede de nuevas riquezas, productos, aplicación de nuevas tecnologías, sede de la explotación y por tanto sede del conflicto social. A principios del XIX los trabajadores se sentían degradados trabajando 16 horas diarias. Los patronos de los años 1820 se negaban a mejorar las condiciones. Dickens, Jack London, Eugène Sue y Zola nos han dejado el retrato de la explotación. En 1832 se negó el sufragio universal
en Inglaterra a pobres y obreros. En estas condiciones muchos tenían nostalgia del Antiguo Régimen.






II. REACCIONES AL LIBERALISMO

Owen, empresario industrial reaccionó el primero, creía que el trabajador podía ser su propio patrono, y fundó el principio de la cooperación frente a la competitividad, la unión contra la individualización, sin sacrificar ni libertad ni solidaridad.

Owen combinó la reivindicación del ser humano con la creencia en el progreso industrial, no se ocupó ciegamente del beneficio, el trabajador es persona con necesidades (vivienda, alimentación, educación, salud). Bajo su inspiración se fundaron sociedades cooperativas y bazares sindicales, aldeas cooperativas, factorías en las que el trabajador era su propio patrón junto con sus compañeros. En el owenismo se gestó un sindicalismo reivindicativo, que empezó por regular la actividad de la construcción al margen de los especuladores.
Los owenistas recogieron el desafío que representaba la máquina y sin cuestionar la propiedad le dieron un enfoque social por encima del económico. Rechazaban la máxima liberal de que la esfera económica es aquella a la que todo deba supeditarse. El beneficio debía de estar al servicio del ser humano y no al contrario. En New Lanark, la colonia proyectada por Owen, se demostró que además del salario el trabajador necesita comunidad, estabilidad en el empleo, medio ambiente sano, educación gratuita, moral cívica fundada en la fraternidad y opuesta a la religiosa. Al anarcosindicalismo posterior extraería muchas lecciones del owenismo fundando ateneos obreros.
Owen a veces pagaba menos que otras empresas, pero compensaba a los obreros con todos lo demás elementos mencionados, y la productividad era mayor aún trabajando menos horas. Dickens afirmó que en New Lanark, “la vida era decente en un entorno social indecente…”

El cartismo empezó por una recogida de firmas en 1830 que de modo pacífico pedía al gobierno inglés el sufragio universal. Los liberales los acusaron de amenazar la libertad. La burguesía británica era de la opinión de que el principio de gobierno de una sociedad tenía que estar sometida al criterio del linaje o al de la propiedad burguesa. Este clasismo frenó incluso la producción de beneficios de las que tan ávidos se mostraban los liberales decimonónicos. El millón de firmas no sirvió de nada, fue rechazado en el parlamento y el resultado fue que más tarde resurgiría un movimiento obrero revolucionario.

En el continente las cosas no fueron tan graves para los campesinos que huían a las ciudades, muchos lo hacían libremente, atraídos por la industrialización. Hacia 1845 ese proletariado continental sentía cierta solidaridad con la burguesía que pugnaba contra el poder del Antiguo Régimen. Pero 1848 marcaría una frontera: la clase obrera rompe con la burguesía cuando se usada como tropa de choque en la revolución y luego se ve rechazada en su acceso a los derechos políticos.



III. DOGMAS LIBERALES

El DOGMA LIBERAL es el mercado autorregulado por la ley de la oferta y la demanda, hay una “mano invisible” decía Adam Smith que regula. Pero Proudhon, otro socialista diría que esa mano invisible es la mano del ladrón. Y el propio Stiglitz, Nobel de Economía ya reconocido que hoy en día la ideología y los intereses privados se hacen pasar por CIENCIA económica…la llamada Economía política se ha convertido en ideología de las élites depredadoras.

Adam Smith estableció que el hecho económico era el fundamental de la historia, pero la propia Historia y la Antropología han demostrado que el factor económico no siempre ha sido primordial, cuando la sociedad se autoabastecía predominaban otros valores. Los creadores de riqueza han sido importantes en la historia, pero con sangre, sudor y lágrimas ajenos como dijo Eugène Sue.

Otro dogma liberal propalado por Bentham dice que del egoísmo individual, de la iniciativa individual resultaría la felicidad universal. Tanto el socialismo como el cristianismo se han mostrado unánimes en ser contrarios a este principio.

Un tercer dogma liberal es la propiedad privada de los medios de producción, la ley del que se apodera de lo que puede apoderarse. A este dogma va unido el derecho de apropiación privada de los beneficios obtenidos con el rendimiento del trabajo, sin especificar que el trabajo es de “otros”.

En este mercado autorregulado, la fuerza de trabajo concurría como una mercancía más.  La fuerza de trabajo es una mercancía que no es útil al trabajador cuando no puede venderse a sí mismo, por enfermedad o por no encontrar comprador. Por tanto el trabajador en un mercado autorregulado es obligado a aceptar lo que haya. El que acude en estado de necesidad a por trabajo no es libre. Se muestra la falacia de la ley de la libertad del liberalismo.

El Estado no tiene que “intervenir” en el mercado, sus funciones son represivas, tiene que haber orden social por lo que el Estado ideal de los liberales era un estado policial hacia dentro, y militar hacia fuera, para proteger la expansión colonial y el comercio internacional. En cuanto a la libertad política como ya hemos dicho tenían libertad los que tenían linaje y los que tenían dinero. Este sistema político en el que sólo una parte de la sociedad elegía representantes se llamó “democracia censitaria”, pero si sólo una élite participaba podemos decir que no era democracia.

El mercado libre y autorregulado del trabajo se impuso desde 1830 no por su naturalidad, sino a causa del intervencionismo gubernamental. Los liberales pedían leyes para asegurar el funcionamiento del sistema. No era verdad el espontaneísmo de las relaciones económicas, las empresas debían planificar su producción y los gobiernos fueron requeridos para facilitar elementos de planificación global: estadísticas, procesos administrativos, información masiva que dio lugar a una intensa burocratización.

Los liberales verían conjuraciones por doquier, acusaban a los burgueses proteccionistas y a los nacionalismos de restringir el librecambio,  acusaban a los owenianos de socialistas. Los socialistas de toda especie eran los peores de todos por promover la destrucción del capitalismo. Todos sus enemigos eran colectivistas frente a ellos “liberales individualistas”.

En los años 1870 y 80 los gobiernos introdujeron reformas pese a la oposición liberal: vacunas de la población contra la viruela, inspección del alumbrado de gas con multas para las empresas que no cumplieran, inspección de bebidas, se acuñó como delito el trabajo de niños en las minas, se crearon cuerpos de bomberos en algunas ciudades….Los liberales decían que estas medidas “iban contra la libertad” , cuando sólo pretendían solucionar los problemas derivados de la industrialización.

Herbert Spencer recurrió a la ciencia para apuntalar el dogma liberal, se inspiró en Darwin y sus enseñanzas naturalistas sobre la lucha por la vida y la supervivencia del más fuerte. Así justificaba el capitalismo.

Si en Gran Bretaña se impuso un capitalismo de tipo manchesteriano bastante salvaje, no fue así en Alemania donde se generó el modelo renano, en el que el Estado dirigía la industrialización, y fue el primer país donde gobiernos católicos, demócratas y social-reformistas impusieron leyes y controles, en parte condicionados por la creciente amenaza del movimiento obrero.
En la propia Gran Bretaña y Estados Unidos hubo políticos como Roosvelt o Truman acabaron imponiendo leyes sociales que penalizaban los abusos del capitalismo liberal.

El dogma liberal en su versión más ortodoxa nunca llegó a funcionar plenamente, donde lo hizo devastó. Además cuando las cosas no iban bien para sus negocios también los liberales recurrieron al Estado para que interviniera, por ejemplo apoyaron la creación de partidos obreristas que permitían encuadrar a las masas trabajadores y librarlas de la tentación revolucionaria anarcosindicalista.


IV DEMOCRACIAS Y REVOLUCIONES
LAS Democracias de la Antigüedad miradas de cerca fueron oligarquías. Aunque el sistema político ateniense comparado con todo lo que rodeaba a esa ciudad estado fuera manifiestamente superior, en realidad sólo unos pocos privilegiados, no mujeres ni esclavos por naturaleza, accedían a las magistraturas. Se puede decir que más que democracia la Atenas del siglo V fue una oligarquía. El impresionante desarrollo cultural al que dio lugar es una buena muestra del grado superior de libertad que había en esa sociedad. Pensemos en la larga lista de filósofos y literatos griegos de la época.  En Roma antes del Imperio también funcionó un sistema oligárquico. Y en la Edad Media, Iglesia, señores feudales y Sacro Imperio se repartieron el poder, no hubo ni siquiera apariencia de democracia en esa época.

Hay que esperar al siglo XVII inglés para asistir a un espíritu revolucionario puesto en práctica: la emergente burguesía enfrentada a la aristocracia y al rey absoluto. El Parlamento era una institución convocada a capricho del rey en la que el monarca podía oír las quejas de los diversos estamentos de la población. A principios de siglo la burguesía y la baja nobleza pidieron al rey que fuera el parlamento quien estipulara el nivel impositivo. El rey se negó.
Hay que señalar como dato interesante que la baja nobleza inglesa estaba compuesta por los hijos menores de la aristocracia que heredaban títulos pero no el poder económico que pasaba íntegro al hijo mayor. Por eso estos nobles ingleses se dedicaron a los negocios. Los españoles en la misma condición en lugar de dedicarse al negocio, prefirieron hacerse funcionarios: militares, curas, abogados del Estado, políticos, miembros de la Administración.

Cromwell se enfrentó al rey, lo derrotó y lo decapitó públicamente. La guerra siguió hasta finales del siglo XVII cuando se estableció un pacto que dio lugar a la primera Monarquía constitucional. El rey renunció a su poder absoluto y se creaba un Parlamento censitario al que acudirían nobles y burgueses para dictar leyes. El Estado se ampliaba acogiendo a la nueva clase burguesa.

Entramos en el siglo XVIII, en el último tercio de la centuria las colonias inglesas de América del Norte lograron su independencia. Nacieron como República con un sistema democrático en el que no contaban ni mujeres ni “nativos”. Esta democracia asumió el liberalismo, nació impregnada de tendencias religiosas protestantes, ligadas al calvinismo y la teoría del éxito en la vida que acabaría degenerando hacia la teoría de la riqueza y acumulación sin límites. Es la ideología central de la élite estadounidense hoy en el poder, y de todas las élites de las diversas naciones.

Francia tuvo su revolución más amplia que la inglesa a partir de 1789. En los años revolucionarios hicieron acto de presencia la democracia liberal (Danton), la radical (Robespierre) e incluso perspectivas socialistas (Marat, Babeuf). Napoleón puso fin a esos afanes proclamando el imperio en 1804 aún manteniendo el ideario liberal frente a las potencias absolutistas europeas. En 1814 la Restauración del Antiguo Régimen no logró que en Francia las cosas fueran como antes de 1789. La Revolución Francesa impregnó el país y poco a poco sus ideales fueron extendiéndose a las demás naciones. Por otra parte el capitalismo y su aliado liberal se imponían también.
Libertad, igualdad, fraternidad calaron en el movimiento obrero que se organizaría internacionalmente en 1860.

Los liberales no nacieron para extender la democracia pero en el siglo XIX se vieron confrontados a ella y tuvieron que afrontar ese reto para poder subsistir.

En Francia la monarquía restaurada en 1814 fue menos absoluta y en 1848 se produjo una nueva revolución que instalaría una breve democracia política con sufragio extendido a toda la ciudadanía masculina. Este período culminó con Napoleón II que instauró el segundo Imperio aliado con la gran burguesía, los ricos franceses no acababan de comprender que la República como poder político pudiera serles útil.

EL MOVIMIENTO OBRERO extendido a varias naciones europeas a partir de 1860 se escindió pronto en varias fracciones: las dominantes fueron la anarcosindicalista y la marxista.

El anarcosindicalismo perseguía la revolución anticapitalista y la instauración de la llamada por Proudhon “Democracia integral”, basada en la implantación de la democracia en lo económico. Proudhon y los demás anarcosindicalistas eran antiestatalistas, no querían participar en el Estado burgués, en lo económico  postulaban el cooperativismo y la autogestión, además ponían gran énfasis en la Cultura del Trabajo independiente de las culturas aristocrática y burguesa, de ese impulso nació el gran desarrollo ateneísta, los Ateneos obreros, expandidos en Europa y en España a partir de 1875.

El marxismo sería la corriente triunfadora y “aplastadora” de la primera. El marxismo postulaba la revolución anticapitalista y la creación de un Estado centralizado al servicio de los trabajadores, antes de llegar al comunismo o sociedad sin clases y sin Estado. Los trabajadores tenían que organizarse de un partido político dirigente, surgió la escisión entre socialistas y comunistas. Estos partidos eran los depositarios del sentido de la historia y tenían que hacerse oír en los Parlamentos. Era preciso que los trabajadores es decir, la mayoría de la población, tuviera derecho al voto, de ahí la lucha por el sufragio universal. En los planes de esos primeros trabajadores organizados el voto traería el advenimiento del socialismo. Marx se mostró reticente a creérselo, haría falta una revolución violenta que Lenin llevaría a cabo.

Todas las profecías de los anarcosindicalistas con respecto a lo que les iba a pasar a los que aceptaran las instituciones burguesas se han cumplido con creces: los partidos obreros se contaminarían de ideología burguesa y la existencia élite del partido sería contraproducente pues iba contra la autonomía de los trabajadores. En efecto, los partidos obreros generaron una élite del Partido, hace falta mucho imaginación para reconocer a un trabajador en esas élites. No han visto un pico y una pala más que en los libros.

En 1871 hubo un estallido revolucionario protagonizado por miles de trabajadores en París. Se organizó una Comuna muy próxima al anarcosindicalismo, sin Estado, regida por asambleas abiertas a la participación de delegados previamente elegidos. Se abolió la propiedad privada. Pero un mes después el general Thiers abolió el experimento ejecutando a más de 20.000 obreros “communards”. Tras la masacre Thiers hizo un discurso en el que dijo: “Estoy aquí para defender la libertad de la propiedad frente al trono y a la calle”. Y proclamó la Tercera República.
Esa fue la república que otorgó el sufragio universal masculino y que toleró la formación de partidos políticos. Momento clave en la desvirtuación de la democracia por parte del liberalismo. La burguesía francesa comprendió que una República que mantuviera el legado liberal, el sistema capitalista y el derecho de propiedad, podía ser tan beneficiosa como la monarquía. Más valía tener encuadradas a las masas trabajadoras en partidos políticos con representación parlamentaria.

Poco a poco este modelo de domesticación de la masa se iría expandiendo hacia las naciones europeas. Nació la Democracia Liberal, democracia capitalista o democracia formal. Que aquí llaman Democracia corrompida.

En realidad los ciudadanos no participan en la gestión de las instituciones, lo hacen sus delegados elegidos cada cierto período de tiempo, a discreción de las leyes de cada país.
En el matrimonio “Democracia Liberal”, la democracia representa lo político y tiene que aceptar el capitalismo de Mercado como sistema económico.
El liberalismo representa lo económico y ha de aceptar un tipo de libertad política.
Difícil convivencia, como hoy, cuando en España nos quejamos de observar que los políticos españoles obedecen a la parte económica del matrimonio más que a la parte política.




V. CRISIS DEL CAPITALISMO

El sistema capitalista está llamado por su propia naturaleza a sufrir crisis periódicas, llega un momento en que cómo el enriquecimiento sin límites no es posible, estalla la burbuja. La primera fue en 1890 y se vino a solucionar con la guerra mundial que fue un matadero de población y de fortunas. Se hizo tabla rasa. Vuelta a empezar.
Los años 20 fueron de auge económico, hubo quien hizo gran fortuna. Falsa realidad que volvió a explotar en 1929. La economía se hundió y el dinero dejó de tener valor.
El capital tiende a reproducirse, crecer o morir es su  ley de vida. Para reproducirse busca salarios bajos, indefensión del trabajador, materias primas baratas. Pero el aumento incesante de la tasa de beneficio no puede ser infinita, dejado a su ser el capitalismo tiende a la monopolización, que cortocircuita el mercado libre y autorregulado, o sea, el propio capitalismo. Tras la primera guerra mundial volvió a ocurrir una de esas crisis.

Se añadió un problema de superproducción, hubo una acumulación de mercancías, la demanda debilitada, no pudo absorber la oferta. Los almacenes reventaban.

En tercer lugar se produjo el pánico, los capitales financieros se escondieron en paraísos fiscales por razones de “seguridad”, Suiza, Argentina, Uruguay.

En cuarto lugar como el mercado ingresa en fase agónica, hay despidos masivos, paro. Las empresas cierran por la fuga de capitales. Y muere el dinero, una cerveza alemana pasó de valer un marco a un millón de marcos en un día.

La crisis del factor económico dañó al factor democrático en los años que siguieron a  1929. Los gobiernos se sucedieron en Francia y en Gran Bretaña. En Estados Unidos Roosvelt adoptó políticas socializantes o nacionalizadoras que buscaban moderar el capitalismo: prohibió deslocalizar los capitales, impulsó obra pública para absorber el paro, seguridad social y sanitaria para los trabajadores, emitió la ley Anti trust para evitar la tendencia monopolista.

En Alemania la república de Weimar se degradó con el cierre de empresas y el paro. La gran burguesía alemana impulsó a Hitler al poder. En Italia la misma crisis llevó a Mussolini al poder que acabó por suprimir la democracia, España que en parte pudo superar la crisis por su economía autárquica conoció una sublevación militar de carácter fascista en 1936.
Esos regímenes fascistas no suprimieron el capitalismo aunque sí el liberalismo. Los gobiernos fascistas protegieron los grandes capitales, intervinieron los mercados, el fascismo se mostró como una forma de capitalismo nueva, el capitalismo en estado de excepción. El fascismo se presentó como una solución a una crisis real del capitalismo liberal y a la larga degeneró en imperialismo, racismo, nacionalismo. No es preciso insistir en los rasgos nacionalistas, racistas, imperialistas nostálgicos en el régimen de Franco.

La solución nazi/fascista puede describirse como una reforma de la economía de mercado de la que se extirpan las instituciones democráticas. El sistema económico sale fortalecido pero los ciudadanos son reeducados en vistas a la sumisión en nombre de la Nación y de la Raza. Esta última palabra dio título a una película de la posguerra cuyo guión había sido inspirado por Franco.

Los movimientos fascistas cuajaron en todo tipo de países tras la primera guerra mundial: Bulgaria, Yugoslavia, Noruega, Bélgica, Italia, Japón….etc. En todos los casos hay un motivo de crisis económica y depauperación.
En conclusión, el tándem Democracia Liberal es un equilibrio inestable, el liberalismo dificulta la democracia, la democracia se ve obligada a adaptarse al liberalismo, es decir, al capitalismo. En esas condiciones la democracia se desvirtúa.

En el siglo XXI la situación es idéntica el liberalismo prostituye la democracia. Aunque ha remozado la fachada poniéndose un “Neo” delante, continúa con la tradición de depredar y obtener el máximo beneficio. La novedad es la introducción de la tecnología y la globalización. Los grandes poderes financieros internacionales son los globalizados, las personas como vemos en la crisis migratoria, no son “globalizables”.

VI SITUACION ACTUAL
FMI, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio son los instrumentos de la globalización. Todo es explotable también la información, los medios de comunicación, se ponen a su servicio. Cinco grandes agencias monopolizan lo que la ciudadanía mundial debe oír y ver, ellas seleccionan los contenidos interesadamente.

Un representante de la Escuela de Chicago, núcleo neoliberal, Gary Becker, llegó a afirmar que el mercado es lo natural y que la democracia es resultado de un proceso histórico, si hay un choque entre ambos, habrá que prescindir de la democracia.

Las tensiones entre política, democracia, y economía están a la vista. No hay más que observar el caso griego, un ejemplo suficientemente moralizador, aleccionador y “desanimante”, “no te enfrentarás al poder económico”, es decir, “al poder”. El poder político va cediendo ante el poder del dinero. En los países de conciencia cívica robusta, no somos uno de ellos por desgracia, será más difícil conseguir que la población se pliegue a las exigencias de la finanza.

Asistimos en nuestro planeta a ese enfrentamiento entre lo democrático y lo no democrático, cuando oigamos deslocalización, desreglementación, desregulación, flexibilización…estamos ante la lucha del capitalismo por regir nuestros destinos. A través de los medios y la perversión cultural, cultura al servicio del poder, ese “fascismo Light” se inocula como por ósmosis en los ciudadanos.

Tras la muerte de Roosvelt y el final de la segunda guerra mundial, hubo en Estados Unidos un despliegue de patrioterismo destinado a borrar la política social-demócrata del fallecido presidente por considerarla procomunista. Roosvelt había intentado salvar el sistema capitalista corrigiendo sus excesos. Pero Roosvelt se convirtió en la bestia negra de los banqueros y financieros estadounidenses.

No entendían que Roosvelt fue un eficaz fontanero del sistema. Con el maccartismo que perseguía toda actividad sospechosa de comunismo, la Administración norteamericana fue purgada, los sindicatos diezmados, los intelectuales y artistas sometidos al ostracismo u obligados al exilio. Cualquier intento posterior de  reformar el capitalismo fue arrancado de raíz, como mostrarían los asesinatos de los dos hermanos Kennedy. A partir de ahí los Presidentes USA han estado al servicio de esa élite del poder o han sido convenientemente controlados para que no se les fuera la mano en cambiar un ápice el sistema. Observemos lo costoso que ha sido sacar adelante Obamacare.

Esa élite del poder americano no representa la sociedad estadounidense, ellos viven al margen de los avatares cotidianos de la plural nación que es la primera potencia mundial.  En la crisis del huracán Katrina que asoló los estados del sur quedó visible la insolidaridad de esa élite con el resto de la sociedad.

La élite del poder norteamericano ha sido analizada por diversos sociólogos e historiadores que se pueden consultar: Wright Mills, V. Packard, D. Riesman, J.K Galbraith, Sweezy, Chomsky…etc

La élite está formada por:
-las dinastías económicas históricas, Ford, Morgan, Vanderbilt…que suelen ser numerados I, II, como si se tratara de reyes. Son las grandes familias “de siempre”. Ya en el siglo XIX A Jay Nock decía de ellos que su ideología es la moral del saqueador y del depredador. Las empresas son de propiedad familiar, sólo algunas de ellas participan del juego de la Bolsa.
-los ejecutivos, trepadores de las grandes corporaciones industriales. Ellos son los amos pues se adjudican paquetes de acciones y salarios desmesurados. Han inventado la contabilidad creativa, o sea fraudulenta, que crecen con la complicidad de compañías auditoras como Arthur Andersen. Los fraudes son tan exagerados que ponen en peligro el sistema.
-la cúpula militar, el culto al héroe militar es un rasgo de la cultura de masas actual, son héroes culpables de asesinatos masivos que siempre quedan impunes. Estos héroes de guerra suelen ser recompensados con puestos en consejos de admnistración. Ejemplos Alexander Haig, partícipe en el genocidio de Vietnam, Colin Powell, destacado en Irak.
-en cuarto nivel está la política, necesaria para mantener la ficción de la democracia.

El “famoseo hollywoodiense” sería un último nivel, mitos de referencia mediáticos, los persuasores fabricantes de apariencias, cuya función es impedir el acceso a la verdad.

Esa élite del poder es ajena a los propios problemas sociales estadounidenses, su mirada es tan corta que sólo piensan en enriquecerse, su ideología es un nihilismo vulgar, el margen de beneficios.
Con la URSS fuera de juego, no ha quedado freno a la expansión del capitalismo liberalismo. Pretenden quedarse con todo y para ello cuentan con la complicidad de las cúpulas dirigentes de numerosos partidos políticos en el mundo que se dicen de “izquierdas” y de unos sindicatos oficialistas, corrompidos, puesto que viven del Estado. Todos utilizados para destruir cualquier movimiento social y resistente de la cultura del trabajo.

La gran cadena con la que mantienen sometidos a los pueblos es la DEUDA EXTERNA. Es genial, primero creamos artificialmente una deuda  puesto que retenemos el dinero y luego nos servimos de ella para seguir esclavizando a los que sabemos que nunca podrán pagar.
Ahora el objetivo es quedarse con el Estado de bienestar creado tras la segunda guerra mundial, una cesión hecha a los trabajadores por miedo al comunismo. Militarizan el planeta, destruyen las identidades de los pueblos, asesinan, bombardean, consideran que el planeta es suyo, pues todo es mercancía susceptible de oferta y demanda. La virulencia de la globalización se ha exacerbado en el enorme poder militar, la fabricación de armas es uno de los grandes negocios.

En el mundo la élite del poder USA fabrica, sostiene, mantiene y luego deshecha dictadores a conveniencia. No faltan ejemplos: Reza Pahelvi, Franco, Trujillo, Stroessner, Mobutu, Duvalier, Batista, Somoza, Pinochet, Fujimori, Noriega…Todas las bestias negras y criminales, incluidos Sadam Husein y Osama fueron antaño aliados y benefactores de la élite del poder estadounidense.
Ellos destruyen reformadores sociales que combaten el fundamentalismo en sus países, como por ejemplo Nasser en Egipto.
Un buen ejemplo es Sadam Husein a quien Washington facilitó armas contra los kurdos, información de sus satélites y hasta helicópteros para regar los cultivos iraníes de veneno fabricado por la Down Chemical. En 1986 USA vetó una resolución contra el empleo de materiales bélicos de destrucción contra los kurdos por parte de Irak. 15 años más tarde las tornas habían cambiado y Sadam era un estorbo y un criminal eliminable.

Estados Unidos tiene desde hace un siglo una Escuela para entrenar esbirros que han actuado a su servicio en su “patio trasero”, Hispanoamérica. Allí se enseña a vulnerar los derechos humanos cuando fuera necesario. Hasta los años 1990 habían pasado unos 60.000 alumnos, policías, militares, confidentes. Noriega, Roberto d’Abuisson o Héctor Gramajo responsables de matanzas en sus respectivos países salieron de esa escuela. Lo mismo que los generales argentinos Viola y Galtieri, o el ecuatoriano Guillermo Rodríguez, por no hablar del peruano Montesinos, responsable de la muerte de miles de opositores a Fujimori. La Escuela fue cerrada en 2000, reabierta en 2001 con otro nombre, pero los gobiernos latinoamericanos comenzaron a prohibir que sus ciudadanos acudan a dicha Escuela. Escandalosamente el Chile gobernado por Bachelet seguía sin cancelar su relación con dicha institución.
Una enumeración de las invasiones militares de países americanos por USA es demoledora: Colombia (1902), Cuba (1898, 1906, 1961), Guatemala (1920 y 1954), Nicaragua (1896, 1909, 1910, 1911, 1912, 1916, 1927….)etc. En Chile en 1973 intervinieron para derrocar a Allende.

Hoy esta élite del poder sigue generando nuevos modos de depredación, mantiene paraísos fiscales para poner a salvo su dinero, bloquea económicamente a países a los que asfixia, bloquea la lucha contra el cambio climático, financia campañas para denigrar esa lucha por el planeta… Washington con sus presupuestos astronómicos en armas muestra que sus prioridades son las guerras.

Los medios de información forman la opinión, observamos cómo se otorga protagonismo a ciertos temas mientras que otros igual o más importantes son silenciados. Constatamos cómo a partir de hechos concretos se genera miedo y confusión. El atentado de las Torres Gemelas llenó con sus terribles imágenes seleccionadas, una y otra vez nuestros televisores. Fue la perfecta excusa para la “guerra contra el mal”, el recorte de libertades públicas, aumento del gasto militar, disminución del gasto social….porque había que defender “los intereses de la nación”.





VI. PLANES DE DOMESTICACION GLOBAL
Los intentos de control de la opinión no son nuevos, pero cada vez son más sofisticados. En 1968 Lippman hizo un trabajo para el gobierno de L.B Johnson, titulado “La teoría progresiva acerca del pensamiento democrático liberal y los medios informativos”
En él descubre el arte de la “fabricación del consenso”, cómo convencer a la población de la relevancia de determinados temas. La tesis de partida es que sólo una élite sabe cuáles son los verdaderos problemas de la sociedad y sólo ellos pueden resolverlos a favor de esa élite que son la esencia de la sociedad norteamericana.
El resto de la población son literalmente “rebaño descarriado”, que deben por bien de todos, ocuparse mejor de sus propios asuntos privados dejando las grandes decisiones políticas a los que analizan, ejecutan, controlan y llevan los mandos.
Por tanto la masa de la población tiene como rol ser espectadora, aunque de vez en cuando, para desfogar energías viene bien que la masa descarriada aclame a algún suejto de la élite “queremos que tú seas nuestro líder”, no estamos en un régimen totalitario a fin y al cabo.

Si dejáramos que la gente que no sabe interviniera nos expondríamos a problemas, sería como dejar a un niño de 3 años que cruzase solo la Quinta Avenida.

La masa necesita “alimento” de sentido, hay que inculcar en ella opiniones adecuadas a los intereses del poder real. Para ello es preciso cooptar y reclutar intelectuales decididos a hacer la “sale besogne”. Al que discrepa se le silencia, cuando no definitivamente.
Son los llamados por Lippmann teólogos del sistema, los racionalizadotes que deben procurar algo muy fácil por natural, que dominen las emociones por encima de la lucidez. La función primordial del teólogo es crear ilusiones en la sociedad civil para mantenerla distraída y llenarla de una cultura simplista.
Hoy la propaganda la hace la industria de las public relations y la publicación de encuestas, que como decía Borges convierten la democracia en un exceso de estadística.
Así mismo la táctica de romper los movimientos sociales desacreditándolos, fagocitándolos, comprándolos.
La televisión ofrece el medio ideal para que los ciudadanos aprendan los valores correctos, consumir cada vez más y mejor o participar del orgullo “nacional” correspondiente. Lippset, un epígono de Lippman, concluye en un informe para la Administración Reagan:

“el sistema busca conseguir que los ciudadanos uniformicen sus pautas de conducta siempre en un sentido pasivo. Una forma es atraerlo para que en sus ratos libres consuma programas preparados para el efecto, seriales, retransmisiones deportivas, hazañas normalmente fundadas en la violencia o la simple emoción derivada del drama ajeno.”

Con la enumeración de lo que hay que hacer para atraer audiencia ya tenemos confeccionado cualquier de nuestros telediarios nacionales: el drama ajeno, la catástrofe lejana, la retransmisión deportiva. El miedo y la confusión, la emoción y cuanta menos reflexión mejor.

La fabricación de consensos es la clave de la democracia. ¿Os habéis fijado que hoy todos los partidos son de centro?

Quien no está en el centro es “radical” y por tanto “peligroso” para el sistema. Es curioso por otra parte que un partido que lleva el pueblo en el nombre tache a otros de populistas

Los movimientos sociales de ayer y de hoy que aspiran a la participación ciudadana ponen la democracia en crisis, pero ¿qué democracia es la que está en crisis? Para el poder, las aspiraciones cívicas a la participación es injerencia de los ignorantes en los asuntos de “mayores”, la élite que sabe lo que queremos y necesitamos. Tras Vietnam en Estados Unidos la llamada Pancracia y asumió la tarea de desarticular los movimientos contra la guerra, por los derechos civiles, por la seguridad social…y restablecer la pasividad y la apatía de la población civil o entusiasmarla con algún motivo patriótico, ayer el anticomunismo hoy el antiterrorismo islamista.

La falsificación de la historia es otro recurso, en el que Estados Unidos no tiene muchas lecciones que darnos a España. Nos las arreglamos solos, gracias. Importante falsificación fue la Inmaculada Transición y la beatificación de Adolfo Suárez tras su fallecimiento, al que, previamente todos los beatificadores habían denigrado, si rápida fue su ascensión más rápida aún su caída. España es el país en el que si quieres que te quieran, muérete.

¿Cómo llamar a la ofensiva de los grandes poderes concentrados contra la sociedad civil? Muchos estudiosos estadounidenses y europeos aluden a un fascismo posmoderno que se dedica a manipular la información con la complicidad de los partidos políticos que se supone debían representar a la ciudadanía. La cuestión es si queremos vivir en una sociedad realmente libre o bajo el totalitarismo de la sibilina manipulación y sometimiento que nos ofrecen los medios de comunicación de masas en su inmensa mayoría.





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