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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Defensa de la filosofía y de la educación

Autora Ana Azanza


Juan Carlos Monedero, profesor en facultad ciencias sociales y políticas de la Complutense tiene un estilo clarificador y directo sobre muchas cuestiones interesantes y tabú. La "inmaculada transición" es una de ellas. Pero también la educación.

Que se barran todas las asignaturas que impartimos del mapa escolar no es ninguna casualidad. Si en otros tiempos había mucha filosofía en los institutos, e incluso se "nos " animaba a estudiar filosofía, no era por la filosofía en sí propiamente dicha. Sino porque el saber filosófico era el siervo de otro saber superior. Ambos vigas y columnas del sistema social y político que precedió al actual. Lo intuía pero ahora ya tengo el apoyo de los expertos investigadores que lo demuestran.
En este otro artículo Antonio Campillo asegura que con la nueva ley dos tercios de las materias filosóficas desaparecen.

Para saber donde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí, porque la filosofía va perdiendo fuelle en el panorama, imprescindibles lecturas sobre filosofía en la transición I y II. Este segundo texto es todavía más clarificador. Con grandes mentes que escriben profundos libros y cultivan su jardín pero no se leen entre ellos no se hace filosofía. La comunidad de pensamientos, la puesta en común, el diálogo, la atención y el respeto por el otro es esencial. Si no hay comunidad, aparte de que la filosofía se desnaturaliza y se va diluyendo en erudición, tampoco hay "fuerza" social para plantarse ante los enemigos que son fuertes y poderosos. Y si cómo se explica en el mismo texto una parte de los filósofos españoles se dedica a despreciar el curriculum clásico en filosofía del instituto, ya tenemos el harakiri público, en vivo y en directo. "Nuevos burócratas y censores de la filosofía española amenazan con destruirla", dice Antonio Campillo.

Esta atomización del pensamiento que lo destruye tiene que ver en parte con la falta de franqueza para hablar. Hay muchos temas tabús. La memoria es uno de ellos. No se hace filosofía en la ignorancia y el desconocimiento del propio pasado. Lo importante no es llevarse bien, pese a que todos los indicadores sociales acostumbrados en nuestro país nos dicen lo contrario. Lo importante es tener la valentía de decir lo que se piensa y no acostumbrarse a los clichés por comodidad o "miedo" a la complicación. Con el miedo a la complicación sea del tipo que sea, no hay pensamiento. La reflexión se paraliza. Nos convertimos en bustos parlantes que se escuchan a sí mismos, pero no dan nada aprovechable.
También es cierto que en España nos hemos acostumbrado a no ir de frente. Hay muchos en filosofía que no van con la verdad por delante. Eso no es filosófico, es propio más bien de un sistema fascista. De manera que nunca sabes quien tienes delante y por donde va a salir. Aumenta el miedo y la falta de "comunidad". Nos dedicamos a proteger nuestros intereses.

Pero dedicarse a proteger los intereses en exclusiva no es una actitud propiamente filosófica. Los grandes filósofos arriesgan, y no hace falta recurrir a los socorridos ejemplos históricos que todos tenemos en mente. Por cierto que el último curso que Michel Foucault dió en el Colegio de Francia en 1984 estuvo íntegramente dedicado al "dire vrai", sus condiciones de posiblidad y sus consecuencias. Es un texto que nos viene de perlas a los filósofos españoles. Como reciclaje y sin necesidad de pertenecer a la cofradía foucaultina.

Los tiempos cambian y la filosofía independiente ha molestado siempre al poder que aspira a ser omnímodo. Aunque se disfrace de neoliberalismo o de democracia.
No interesa nada que las personas en nuestra España tengan un gramo de espíritu crítico, visión de conjunto o pensamiento de que no es preciso creerse todo lo que a uno le dicen. Como en los tiempos de Kant. No hemos avanzado mucho. Al menos por estos lares.



2 comentarios:

José Biedma L. dijo...

La admonición profética y maniquea del vídeo me recuerda el tono de Jeremías, o tal vez el de Savonarola. Sólo le falta calzarse la capucha para ser un fraile antisistema. En este país, muchos de sus intelectuales parecen escapados de un cuadro del Greco. Las políticas educativas que padecemos más bien son irrealistas y erráticas, más que maquiavélicas o intencionalmente malvadas.

Ana A dijo...

las políticas educativas no sabemos quien las hace, o mejor sabemos quien no las hace, los que trabajamos en la educación. Hay un desbarajuste pero porque el desbarajuste viene de más arriba y es más profundo, a mi modo de ver. En el fondo a los políticos la educación les importa un pito, lo han demostrado. No hay dinero inmediato que sacar de ella, ni tiene que ver con su colocación cuando salen de la política.

Ahora mismo la "tocan" para "ahorrar", ellos despilfarran y el pueblo tiene que sacrificarse en lo necesario.