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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

martes, 3 de julio de 2012

Ceremonia de clausura

Eufórico acudió nuestro querido Pepe a la cóncava nao, tal que hubiéramos ganado ya el mundial de Brasil, trayendo júbilo de jubilosos jubilados, y alegre se acercó Amelia, y Mariu, María Eugenia -nuestra incorporación más vigorosa y juvenil-, y don Rafael, renovado en sus melancólicas delgadeces, y Ana, la brava navarra, que ha superado su lesión o está en trance de hacerlo.

Don Martín nos sirvió de anfitrión muy cumplidamente. Buscamos la sombra en el precioso ayuntamiento, bajo la protección de la memoria de Machado, don Antonio. Al que no le entusiasmaron los aires de aquella vieja Baeza cuando llegó a ella triste y viudo, ruiseñor y aprendiz de filósofo. Tampoco a un riojano ilustre, por suficientes señas catedrático de matemáticas, del que fui compañero en el Santísima Trinidad, le debieron de sentar, al menos al principio, demasiado bien aquellas derivas hacia el Sur subcontinental, de inviernos y veranos inclementes, pues no paraba de comentarme que Baeza era un -diremos- "discreto pueblo" -para que nadie se ofenda-, alrededor de una "magnífica catedral".

El catedrático, cuya educadísima señora era una castellana, tamibén catedrática de lengua, e impenitente lectora del ABC, se puso luego de buen año, al descubrir los misterios gastronómicos de Casa Luisa, la mujer de Juanito: su pichón estofado, su ensalada de perdiz, su faisán en escabeche, o las habichuelas inigualables de El Alcázar, entre semana, en cuyas sobremesas oíamos las hipérboles sarcásticas del vate Amezcua, fino galduriense -como el aceite lampante tras el refinado-,  no "fino" como el virgen extra, a quien don Antonio Rodríguez Moñino, director del coro, estimable historiador, propietario de un verdadero Goya, sonreía con escepticismo, por no faltar, con bien disimulado desdén de cónsul viejo... Tengo muy presente a la murciana Marta, y a su amiga..., ¿cómo se llamaba su amiga?, una monumental morena algo llorona. Allí ocupa una salita singular, departiendo con otros historiadores y eruditos, mientras tomamos té con pastas, en una de las más hondas cantinas de mi memoria.

De la memoria va el congreso de la AAFi, que se realizará en Córdoba en septiembre. Ana y yo nos hemos confabulado para presentar sendas comunicaciones, en tiempo y forma. Ella tocará su tema quintamochuelero: en torno a la ikástica de Gómez de Liaño; y yo echaré mano de mis recientes estudios sobre Emilio Lledó, que escribe sobre Platón y su divina anámnesis en La Memoria del Logos.

Mi primer contacto con aquel claustro honorabilísimo -en el que todavía figuraba don Ángel Nieto, catedrático de ciencias que había examinado oralmente a mi madre de reválida de séptimo de bachillerato-, fue una comida tutti pleni en El Casino de Baeza, sí, en ese mismo patio en el que merendamos el otro día. Con eso se cerraban entonces las cuentas del curso. El alumnado se levantaba por hábito cuando entraba en clase el profesor, en señal de respeto, y tras la mesa del maestro había un timbre para llamar al conserje, que, perfectamente uniformado y no vestido de jipi, como ahora suele suceder, preguntaba al profesor qué se le servía... Los actos educativos tenían entonces su solemnidad, su enjundia, su adorno, su decoro, su empaque, y no se habían perdido todavía ni siquiera las formas inútiles, cuando menos, no se habían perdido las buenas formas.

Y nosotros, en nuestro afán restaurador, cerramos muy lucidamente el curso de la Quinta, o Septa o Séptima del Mochuelo, que no "secta" del Mochuelo, aunque pagando a escote, o casi, porque yo sólo pagué el gasoil pestoso, y esto resulta muy catalán, que cada vez les imitamos más, mientras ellos no dejan de negarnos como Pedro a Jesús. Y tengo la duda angustiosa de si es que el Barça juega como la Selección o es la Selección la que juega como el Barça... Mentras siga ganando...

Para el próximo curso parece que el tema de la educación, o de la deseducación, mola.

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