¡Interesante tarde con la Quinta muy nutrida de jóvenes asistentes!, entre ellos la prometedora filósofa María Eugenia González Lara (Mariu para los amigos), cuyo blog merece una "mirada despresente" y un enlace permanente en éste.
Emilio López Medina tuvo la gentileza de desplazarse desde Jaén y distribuir gratuitamente ejemplares de su penúltimo libro de aforismos, El Dolor (Octaedro 2011), que forma parte de la serie "Las 7 bestias". Creo que el segundo libro lleva el título de La Ambición, pero no me hagáis mucho caso.
A mis preguntas y merecidísimas zalemas, Emilio replicó con su itineario intelectual, como dramaturgo (Faustino o la fuerza del vino), metafísico (del espacio) y sobresaliente aforista. Se habló de lógica-matemática y de sus limitaciones, y de Gracián, al que no se estudia en literatura, por ser demasiado filósofo, ni en filosofía, por ser demasiado literato, pero que interesó tanto a Schopenhauer que éste aprendió español para traducirlo. Se habló del fármaco Rousseau, y de sus contra-indicaciones y efectos perversos. Se habló de Balmes, pues Emilio hizo su tesis doctoral sobre él, al hallar en su filosofía una anti-crítica de la razón pura, no dependiente de la escolástica, sino del mismísimo Descartes.
Discutimos sobre los males de la Universidad española: burocracia, nepotismo. Nos quejamos del desprecio tan español por el talento y la originalidad. Y soñamos con un blog hecho en común, dedicado a aforismo, y que recoja la colección que Emilio atesora.
También supimos, en primicia, que Locke se cae del programa de Selectividad en beneficio de Rawls (defensor de "la igualdad de oportunidades" à la page), contra el criterio de nuestro invitado, quien prefiere a los clásicos, y que a la sazón sigue siendo coordinador de selectividad en la asignatura de filosofía, en representación de la Universidad de Jaén.
Al parecer, María Zambrano se cayó del programa por difusa, o tal vez porque pocos "académicos" le han leído como la malagueña merece.
Y de esto a lo otro, de lo humano a lo divino de la música (Emilio prefiere Haendel a Bach), ¡misterios órficos!, se nos hizo de noche, y la Quinta acabó desmenuzándose en simposio y tapas, en la Puerta del Losal. Pepe Fuentes, que fue tardío pero seguro, invitó por su cumple a las copas. ¡Qué tío!
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