Contenidos

Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

domingo, 29 de diciembre de 2013

DELICIOSOS DIALOGOS DE MUERTOS

Escrito por Ana Azanza

Siguiendo con las consecuencias de la charla sobre el coraje de la verdad y su relación con el cinismo, don José Biedma me proporcionó un pequeño y modesto libro de cuya lectura estoy disfrutando mucho en estos últimos días del año. Se trata de “Diálogos de tendencia cínica” de Luciano de Samosata.

Luciano nació en Siria, al principio del siglo II de nuestra era. De raíces semitas, aprendió el griego muy temprano, se educó en la literatura clásica en Jonia. Viajó por todo el imperio romano dando conferencias. Residió en Atenas unos veinte años y murió en Egipto donde había obtenido un puesto en la administración romana. Reinaba entonces el emperador Cómodo.

Sus obras han sido clasificadas en tres grupos: obras de tendencia retórica y satírica, obras de tendencia filosófico-moral y satírica, y obras de crítica de actualidad. El libro al que me refiero pertenece al segundo grupo. Este segundo grupo de obras satíricas están influidas por el filósofo cínico Menipo de Gadara. De origen esclavo, Menipo criticó la vida común de los hombres, la fe en los dioses y las doctrinas de los filósofos.

martes, 24 de diciembre de 2013

INDULTOS DE NAVIDAD

Con Alan Turing, ahora indultado por su Majestad la Reina de Inglaterra


Dado que me "metí" un poco con los matemáticos y las matemáticas en la última sesión del Mochuelo, estoy sensible al tema. Cuando pedí que me sacaran esta foto en Manchester hace unos años lo hice porque Turing venía en algún libro de filosofía: fue un gran matemático, precursor del lenguaje informático. El encuentro fue casual. Este banco no estaba lejos del barrio de diversión homo de la ciudad que fuimos a visitar por ser una atracción turística.

Hoy me entero de que Alan Turing fue mucho más que eso. 

Era homosexual. Lo desconocía. Sufrió castración química y tras ella se suicidó en 1954 bebiendo cianuro.Tenía 41 años. Un genio que consiguió romper los códigos secretos de los alemanes en la segunda guerra mundial y probablemente adelantó el final del conflicto en dos años, dicen, ahorrando así miles de víctimas. 
Pero la humanidad es profundamente injusta con los genios que la ayudan.No sólo entre nosotros. Mal de muchos.

 Chris Grayling, secretario de Justicia de Reino Unido ha solicitado el perdón real. Ahora tanto él como David Cameron reconocen que fue un hombre grande, una mente privilegiada que salvó miles vidas y que dejó una herencia de saber al país imprescindible para la ciencia computacional. Pero el camino hasta el perdón que llega con 60 años de retraso no ha sido fácil.

viernes, 13 de diciembre de 2013

ONFRAY FILÓSOFO PARRESIASTA

Escrito por Ana Azanza

Todavía con los efectos de la "parresiástica" actividad de ayer, he ido a por el libro de Onfray que olvidé llevar a la sesión del Mochuelo pensativo. Sólo el índice del "Antimanual de filosofía" muestra el carácter "escandaloso", "provocador" de su autor. No hace falta siquiera leer el contenido para ver a qué me refiero. Lo pongo aquí para no gastar más papel, a disposición, para meditación y quizá estímulo para conocer mejor a este pensador de la rama "cínica decente" de la filosofía. Cínico en el sentido antiguo por supuesto, no en el sentido corriente actual. Es Sloterdijk el que en la "Crítica de la Razón cínica" distingue entre Zynismus y Kynismus si no me confundo. El Zinysmus es el que yo traduzco por "cínico decente" frente al sentido popular de persona sin principios.


domingo, 1 de diciembre de 2013

LECCIONES DE DIALÉCTICA

Escrito por Ana Azanza

Este año hablamos de utopía.

En la última sesión del Mochuelo alguien se quejó de que en nuestras conversaciones se abren diversos hilos que no tienen continuidad. Dejamos que las ideas floten sobre nuestras cabezas de manera caprichosa llevándonos a nada. Me gusta concretar y traigo un hilo sobre utopía y dialéctica que viene al caso. Traigo estas consideraciones puesto que la utopía que más éxito ha tenido y más ha iluminado políticamente el mundo ha sido la utopía marxista. Si nombramos la utopía, algunos pensarán en Platón, otros en Tomás Moro y muchos en la utopía marxista.

 He hallado una crítica a la utopía hegeliano-marxista realizada por Sloterdijk en "Crítica de la razón cínica" que no quiero dejar olvidada. Sloterdijk habla de la fantasía del vencedor.  Tanto Hegel como Marx cayeron en esa falacia con su pensamiento dialéctico: tesis, antitesis, síntesis. El sí, el no, la síntesis en qué confluyen los dos primeros términos y que acaba con el conflicto.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

HEREDEROS Y PRETENDIENTES DE LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA

Escrito por Ana Azanza

Uno de los libros por el que voy a recordar este 2013 es "La filosofía española, herederos y pretendientes. Una lectura sociológica. 1963-1990" de Francisco Vázquez. Me ha inspirado ya varios escritos que he dejado dispersos en otros foros.

En éste trato el reconocimiento civil y social de los estudios hechos en instituciones religiosas una vez que se abandona dichas instituciones y el diferente modo de proceder. En este otro, me inspiré gracias a Francisco Vázquez sobre la sociología del conocimiento practicada en los años después de la guerra civil española. En este artículo me aplico a mí misma algunas nociones de sociología de la filosofía. Y en este otro me alegro de haber conocido más de cerca a uno de los 50 filósofos estudiados por Vázquez, Javier Muguerza.

sábado, 5 de octubre de 2013

DIDEROT EN SU 300 CUMPLEAÑOS

Escrito y traducido Ana Azanza


Hoy 5 de octubre Diderot cumpliría 300 años.





Nada que ver con las actividades del Mochuelo. Pero nos une a él el afán divulgador del saber. Por otra parte no comparto totalmente su decidida increencia, aunque comprendo su frase "la increencia es el primer paso para la filosofía". Desde la credulidad y el conformismo no hay filosofía que valga.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Defensa de la filosofía y de la educación

Autora Ana Azanza


Juan Carlos Monedero, profesor en facultad ciencias sociales y políticas de la Complutense tiene un estilo clarificador y directo sobre muchas cuestiones interesantes y tabú. La "inmaculada transición" es una de ellas. Pero también la educación.

Que se barran todas las asignaturas que impartimos del mapa escolar no es ninguna casualidad. Si en otros tiempos había mucha filosofía en los institutos, e incluso se "nos " animaba a estudiar filosofía, no era por la filosofía en sí propiamente dicha. Sino porque el saber filosófico era el siervo de otro saber superior. Ambos vigas y columnas del sistema social y político que precedió al actual. Lo intuía pero ahora ya tengo el apoyo de los expertos investigadores que lo demuestran.
En este otro artículo Antonio Campillo asegura que con la nueva ley dos tercios de las materias filosóficas desaparecen.

Para saber donde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí, porque la filosofía va perdiendo fuelle en el panorama, imprescindibles lecturas sobre filosofía en la transición I y II. Este segundo texto es todavía más clarificador. Con grandes mentes que escriben profundos libros y cultivan su jardín pero no se leen entre ellos no se hace filosofía. La comunidad de pensamientos, la puesta en común, el diálogo, la atención y el respeto por el otro es esencial. Si no hay comunidad, aparte de que la filosofía se desnaturaliza y se va diluyendo en erudición, tampoco hay "fuerza" social para plantarse ante los enemigos que son fuertes y poderosos. Y si cómo se explica en el mismo texto una parte de los filósofos españoles se dedica a despreciar el curriculum clásico en filosofía del instituto, ya tenemos el harakiri público, en vivo y en directo. "Nuevos burócratas y censores de la filosofía española amenazan con destruirla", dice Antonio Campillo.

Esta atomización del pensamiento que lo destruye tiene que ver en parte con la falta de franqueza para hablar. Hay muchos temas tabús. La memoria es uno de ellos. No se hace filosofía en la ignorancia y el desconocimiento del propio pasado. Lo importante no es llevarse bien, pese a que todos los indicadores sociales acostumbrados en nuestro país nos dicen lo contrario. Lo importante es tener la valentía de decir lo que se piensa y no acostumbrarse a los clichés por comodidad o "miedo" a la complicación. Con el miedo a la complicación sea del tipo que sea, no hay pensamiento. La reflexión se paraliza. Nos convertimos en bustos parlantes que se escuchan a sí mismos, pero no dan nada aprovechable.
También es cierto que en España nos hemos acostumbrado a no ir de frente. Hay muchos en filosofía que no van con la verdad por delante. Eso no es filosófico, es propio más bien de un sistema fascista. De manera que nunca sabes quien tienes delante y por donde va a salir. Aumenta el miedo y la falta de "comunidad". Nos dedicamos a proteger nuestros intereses.

Pero dedicarse a proteger los intereses en exclusiva no es una actitud propiamente filosófica. Los grandes filósofos arriesgan, y no hace falta recurrir a los socorridos ejemplos históricos que todos tenemos en mente. Por cierto que el último curso que Michel Foucault dió en el Colegio de Francia en 1984 estuvo íntegramente dedicado al "dire vrai", sus condiciones de posiblidad y sus consecuencias. Es un texto que nos viene de perlas a los filósofos españoles. Como reciclaje y sin necesidad de pertenecer a la cofradía foucaultina.

Los tiempos cambian y la filosofía independiente ha molestado siempre al poder que aspira a ser omnímodo. Aunque se disfrace de neoliberalismo o de democracia.
No interesa nada que las personas en nuestra España tengan un gramo de espíritu crítico, visión de conjunto o pensamiento de que no es preciso creerse todo lo que a uno le dicen. Como en los tiempos de Kant. No hemos avanzado mucho. Al menos por estos lares.



domingo, 1 de septiembre de 2013

Aprender es una ilusión

Traducción Ana Azanza


Interesante entrevista sobre ciencia, trabajo de los científicos, cómo sabemos lo que sabemos y qué poco sabemos. El biólogo Jack Cohen que iba para rabino y acabó en científico, piensa que hacen falta menos especialistas y más dudas. Y tampoco está seguro de que hoy debamos saberlo todo. Somos, según él, grandes contadores de historias y nuestro cerebro está preparado para creerse cualquier buena historieta que nos cuenten. Aprender es una ilusión. Eso dice.
Nacido en 1933 ha sido profesor de Embriología en la universidad de Birmingham hasta 1997. Destaca por sus estudios sobre infertilidad, entre sus antiguos alumnos hay varios premios Nobel. También ha trabajado para la televisión, como asesor en series de ciencia ficción. 


biologie evolution fantasy universum


The European: Su último libro trata sobre una cuestión fundamental para los seres humanos: ¿Cómo sabemos lo que sabemos?
Cohen: ¿Cuál sería la explicación? Pregunta complicada. Usted es periodista científico, por lo que puedo confiar en que conoce ciertos conceptos. Si le quiero explicar el origen de una tormenta, tendré que explicar primero cómo funciona la electricidad o de donde procede la lluvia. Es claramente más complicado cuando se quiere explicar a un público con el que se tiene poco en común. Es difícil encontrar las palabras adecuadas, de manera que el oyente tenga al final la ilusión de haber aprendido algo.

The European: ¿La ilusión?
Cohen: Aprender es mayormente una ilusión.
Siempre me alegro y maravillo de cómo los hombres a pesar de esas limitaciones consiguen entenderse unos con otros.

The European: Las reglas básicas de la gramática o determinadas ideas sobre el mundo nos permiten hablar de modo inteligente unos con otros.
Cohen: Tomemos como ejemplo la historia de la composición de textos. Los hombres primero grabaron signos en la piedra, luego escribieron con tinta y papel y hoy el trabajo lo hace un programa informático. La evolución sin embargo no está tan ordenada. Stephen Jay Gould ha formulado el concepto „Exaptation“ , para describir que determinadas características en el curso de la evolución pueden cumplir diferentes funciones. La evolución de las aves empezó en algún momento en los reptiles. Pero sabemos que hubo plumas antes de que las aves aprendieran a volar. Entonces servían para protegerse del frío o para el apareamiento hasta que en algún momento la función de las plumas cambió fundamentalmente. Por tanto no se trata de una historia lineal.  
 
The European: Usted pretende complicar nuestra comprensión de la evolución.
Cohen: Es equívoco decir: „Había una vez una célula nerviosa, luego vino la evolución y en cierto momento tuvimos a Albert Einstein.“ En lugar de eso habría que decir: „Había una vez un ser vivo que proporcionó a su descendencia una yema y así se hizo posible un mejor comienzo para la vida.” Este proceso ha conducido a través de muchas generaciones hasta el hombre actual.
Sólo somos monos privilegiados.  

The European: Usted describió una vez al hombre como el „pan narrans“ , como un mono contador de historias.
 Cohen: Aceptamos las buenas historias a menudo como explicaciones convincentes de fenómenos complicados. Pero desgraciadamente el universo no funciona como una historia en la que A conduce a B que conduce a C que conduce a D.

The European: Como periodista me digo que la respuesta no que es en el futuro ya no contaremos más historias, sino que las contaremos mejores, más complejas, hechas con más cuidado, más precisas.
Cohen: Me gusta. No podemos evitar la narración, pero podemos reflexionar sobre nuestros respectivos puntos de vista. En el libro „Figments of Reality“ Ian Stewart y yo comenzamos con una narración desde distintos puntos de vista sobre la historia del universo. Termina con la misma historia pero desde la perspectiva de un alien. Ya teníamos todos los capítulos y nos faltaba el marco para el libro. Hablamos con  Terry Pratchett y nos dijo: „Es muy fácil. Tenéis que dar sólo dos perspectivas diferentes sobre el origen del universo.“ Ese fue el comienzo de nuestro trabajo con Terry. Nos dijo: „he cazado furtivamente en vuestro territorio, ahora vosotros tenéis que cazar en el mío.”

The European: ¿Qué le fascina en la relación entre la ciencia y la ciencia ficción?
Cohen: La ciencia y la ciencia ficción no van bien juntas.  Todos los intentos de explicar científicamente Star Trek fracasan. Pero Terry Pratchett no escribe ciencia ficción, tampoco fantasía normal, sino parodias fantásticas. Describe un mundo que no funciona según las leyes de la naturaleza sino según la “narratividad”, la ley de contar historias. Esto nos da la oportunidad de decir: “Imaginemos que una vez un mago hizo un segundo mundo en el  Discworld de Terry que era completamente distinto de Discworld, porque podía funcionar sin magia y en lugar de eso funcionaba según las leyes de la naturaleza.” Entonces podemos hablar con sentido sobre cuestiones científicas dentro de las historias fantásticas de Terry.  

The European: Ud. Dijo una vez que los físicos son científicos que se toman muy en serio a si mismos: Dado que la física se ocupa de la materia y todo está hecho de materia, los físicos pretenden contestar a todas las preguntas. ¿Qué preguntas no puede contestar la física?
Cohen: Por ejemplo las que tienen que ver con la complejidad. El premio Nobel Richard Feynman escribió que una piedra está hecha del mismo material que una rana, sólo que en una rana está ordenado de manera diferente. ¡Así piensan los físicos! Como todo está hecho de átomos todo debe ser igual. Y se sorprende mucho cuando se les dice que la materia en un contexto diferente adquiere propiedades diferentes. Cuando los átomos construyen juntos un pájaro entonces de pronto los átomos pueden volar.

The European: ¿Esa imagen se verá complicada o simplificada por las técnicas genéticas?
Cohen: Todavía no podemos fabricar genes en el laboratorio, pero podemos manipularlos. Ya sabemos desde hace tiempo que sólo alrededor del 5% del genoma –los genes- es realmente importante, mientras que el resto es „basura“. Hoy sabemos que allí donde se produce RNA es responsable de „encender“ o „apagar” determinados genes.
La genética se ha transformado en epigenética.

The European: En economía y en el periodismo la aparición de internet ha cambiado fundamentalmente casi todos los ámbitos. ¿Tiene la moderna técnica genética un efecto similar sobre la biología?
Cohen: La epigenética ha puesto toda la historia patas arriba. Un trozo de RNA se comporta en determinadas circunstancias de modo diferente en dos células cercanas y no tenemos ni idea de porqué. Muchos de estos fenómenos son tan complejos que no se pueden expresar en el lenguaje cotidiano. El lenguaje matemático ayuda a menudo pero desgraciadamente no siempre. El universo no se limita a las cosas que se pueden expresar en fórmulas.  

The European: ¿Necesitamos una herramienta mejor?
Cohen: Las matemáticas están muy bien. No tenemos que olvidar que estamos a medio camino entre „homo erectus“ y „homo sapiens“. ¿Por qué tendríamos que poder contestar hoy a todas las preguntas?

The European: ¿Hay preguntas que deberían quedar sin responder?
Cohen: Me imagino que tras cada puerta hay más puertas. El teléfono móvil ha cambiado en pocos años la vida de la mayoría de los seres humanos, en especial en los países en vías de desarrollo. Si pensamos que hay algo así como 3 importantes inventos por siglo, aterrizamos en un mundo en relativamente poco tiempo que será radicalmente diferente al actual. Y esa tendencia probablemente se va a acelerar.

The European: Piensa en la ley de Moore.
Cohen: Precisamente. Lo mismo pasa con la ley Zipf. El  lingüista George Zipf descubrió que la segunda palabra más frecuente en un texto aparece algo así como la mitad de las veces que la primera. La tercera aparece un tercio menos de veces y así sucesivamente.
Esto da al final una curva matemática bastante limpia.

The European: ¿Lo que hoy nos parece un caso forma parte quizás de un orden matemático superior? O dicho de otra forma: la complejidad es sólo una fachada.
Cohen: Pienso que el mundo funciona sobre la base de determinados principios. ¿Pero por qué esos principios y no otros? ¿Sacó Dios ciegamente las leyes de la naturaleza de una bolsa cuando hizo el universo?

The European: Una de las explicaciones más antiguas de las leyes de la naturaleza es el principio antrópico: el universo es como es porque podía surgir en él la vida inteligente y hoy estamos en situación de reflexionar sobre esas cuestiones. Pero me parece una explicación insuficiente…
Cohen: Y lo es. No es cierto que las constantes físicas sólo puedan ser las que son y no otras. Si cambiáramos varias constantes, el universo tendría otro aspecto pero funcionaría. Por ello tengo que decir que no sé porqué las cosas son así y no de otra manera.

The European: "No sé" tiene que ser una frase poco frecuente en ciencia.
Cohen: Los científicos deberían admitir mucho más a menudo que no entienden algo.  Stephen Hawking dijo una vez que él podría mirar en la cabeza de Dios. Los teólogos saltaron de alegría pero Hawking quería decir otra cosa diferente a lo que ellos entendieron.

The European: ¿Cree ud. en un poder superior?
Cohen: En principio tendría que haber sido rabino. El único Dios que me puedo imaginar es un Dios sin forma, un Dios como el de Spinoza, que no tiene rostro humano, como una fuerza de la naturaleza.
¿Pero que sé yo? Sólo soy un científico, sobre la mayoría de las cosas no tengo idea ninguna. Pregúnteme sobre espermas, aves o amebas y le podré contestar. Pero si me pregunta sobre carreras de coches u otras cosas no sabría que decir.

The European: Durante mucho tiempo los científicos eran generalistas no especialistas. Había incluso una palabra para ello: el que sabía de todo.
Cohen: La especialización es por desgracia un fenómeno moderno. Hoy tenemos especialistas aunque casi todos los científicos dicen que no podemos saber lo suficiente sobre cada una de las especialidades.

The European: El matemático Stephen Wolfram intentó contestar a preguntas biológicas y filosóficas en tanto en cuanto que usaba tanto las matemáticas como la informática. Eso es ir en dirección del „generalista“.
Cohen: El peligro está en que al final se expliquen todos los fenómenos como resultado de unas leyes fundamentales. Es atrayente pero así se perdería la complejidad y eso es lo que hace interesante el mundo. Una “teoría del todo“ está bien para imprimirlo en una camiseta, pero no da más de sí.

The European: Ud. escribe: „La mayoría de las explicaciones están tergiversadas y tenemos que volver a comprobarlas“. ¿Por qué?
Cohen: El principio básico de la ciencia es la duda.  Popper dijo, que no se puede probar sino sólo refutar, pero incluso refutar a veces es difícil, porque hay que tener en cuenta todas las eventualidades.  Hemos de ser críticos hasta que diferentes pruebas conduzcan a la misma interpretación. Michael Shermer argumenta en su libro „The Believing Brain“, que nuestro cerebro está preparado para creer todo. Recoge las impresiones de los sentidos e intenta encontrar una explicación plausible a medio camino. Los niños son alimentados por su madre y piensan por ello que la comida siempre viene de su mamá. Si podemos confrontar los indicios con alternativas, podremos rechazar determinadas explicaciones e interpretaciones.

The European: La historia de la ciencia moderna suele ser normalmente explicada como el triunfo de la racionalidad sobre la superstición, no como el triunfo de la duda sobre el dogma.  
Cohen: La persona corriente entiende la ciencia como un cúmulo de hechos que más o menos son verdad. ¿Pero la interpretación corriente es la mejor? Creo que hay una respuesta convincente a las preguntas que plantea la física teórica, pero no estoy seguro de que las partículas W o el bosón de Higgins sea la mejor explicación. Si ud. quiere hacer sonar el piano puede tirarlo desde el tejado de la casa y hará ruido. Pero seguramente no es la mejor táctica. Un problema es que los científicos a menudo se pasan 15 años investigando un problema y cuando han encontrado una explicación posible que está a medio camino exclaman gustosos:  „Bingo, problema resuelto.“

The European: Por otra parte quizá la ciencia fomenta ese orgullo y esa ambición.
Cohen: Seguramente. Observé espermas durante 20 años y en determinado momento entendí para mi propia satisfacción que de doscientos millones de espermas sólo unos pocos son buenos. Este resultado sin embargo no tuvo casi ninguna resonancia. Todavía no sé porqué, quizás en razón de las relaciones entre la tecnología y la magia.  

The European: ¿Qué quiere decir?
Cohen: La gente interioriza las nuevas tecnologías pero no la explicación de cómo funcionan. Aceptan los hechos, pero no la interpretación de los hechos, porque la la biología que está en la base es enormemente complicada. Cuanto más avanzada es una tecnología, menos se distingue de la magia para la mayoría de las personas.
No tenemos que tener miedo de la complejidad. Como dijo Dan Dennett: „La mayoría de las cosas no podemos saberlas. Y las cosas que podemos saber deben ser siempre criticadas.” Me gustaría decir de mí que lo pongo todo en duda, pero como es natural no lo hago.

The European: ¿Tiene el científico una responsabilidad en relación a la difusión del saber más allá de su laboratorio?
Cohen: En cualquier caso hay demasiados científicos. La mitad de los escolares van hoy a la universidad. Deberían ir sólo el 2 ó el 3%, entonces se podría hablar de  „Excelencia“. Muchas universidades son hoy lugares en los que los estudiantes se sientan, y de los profesores se espera que nadie suspenda. Suspendí a 6 estudiantes porque estarían mejor guardados en otro lugar, en un caso lo suyo era una carrera de criminal, y pareció un hecho inaceptable. Los políticos piensan aparentemente que cuantos más estudiantes vayan a la universidad más Einsteins podremos crear.
Un político competente es algo excepcional.

The European: ¿Pero la política educativa no tiene que conseguir mayores oportunidades y mayor igualdad de oportunidades? La formación y el saber no deberían ser privilegio de unos pocos.
Cohen: Cuando daba clase en Birmingham, teníamos un sistema de tutorías. Veía a mis pocos estudiantes una hora semanal, les dejaba que me leyeran sus ensayos y les podía criticar. Pero desgraciadamente la situación hoy ha cambiado. Uno de mis estudiantes se llamaba Arthur Jones y creía en el creacionismo. Mis colegas se enfadaron por el hecho de otorgar un título de doctor a alguien así.
A mí me parece bien. El primer trabajo que le dí fue sobre la hipótesis  Omphalos según la cual Dios creó un mundo hace  6.000 años que parecía que había existido desde hacía 6 mil millones de años. La edad de los fósiles y la desintegración radioactiva serían plausibles si se piensa que Dios ha hecho un buen trabajo. Sólo cambia la historia sobre el origen del mundo.

The European: Con ello llegamos otra vez a la ciencia y la fantasía. El mago de Terry Pratchett crea Roundworld, y  Dios crea nuestro mundo. ¿No es una imaginación absurda?
Cohen: Claro que los creacionistas no tiene razón. Pero no lo pienso. A mi me gusta dar clase, es divertido cuando los estudiantes ven por primera vez una ameba viva en el microscopio o cuando entienden algo que antes no entendían. También hay mucha diversión en la vida, sobre todo relacionada con el sexo. Siempre estoy buscando pequeñas cosas que me alegran.


jueves, 29 de agosto de 2013

Entrevista a Michel Foucault




Autora Ana Azanza

Michel Foucault por sí mismo

En este vídeo un profesor de filosofía de la universidad católica de Lovaina entrevista a Michel Foucault. La entrevista fue grabada en 1981, poco tiempo antes de la desaparición del filósofo. Había sido invitado por la Facultad de derecho y la de Criminología para una conferencia sobre “Hacer el mal y decir la verdad.”

Contesta a las siguientes preguntas,
¿cuál ha sido el hilo conductor de su trabajo?
¿Es el encierro la problemática principal para comprender la modernidad?
¿En qué consiste la novedad de su método de investigación?
¿Pretende usted deconstruir todo intento de fundamentar el poder?
¿Por qué se interesa ahora por el derecho?

Difícil de seguir los vericuetos de su pensamiento sino se está habituado, aunque de vez en cuando asoma una idea clara y comprensible. Por ejemplo el tratamiento irónico que hace de la fenomenología de sus tiempos de estudiante no deja lugar a dudas. También su descripción de las insuficiencias del marxismo para describir las experiencias sociales que a él le interesan.

Es evidente que Foucault sabía plantear preguntas allí donde todos los damos sólo veían evidencias. Y también que a las preguntas que se le hacen contesta con muchas más preguntas. Un filósofo que siempre da la impresión, no sé si responde a la realidad, de ocultar mucho más que desvelar. Con respecto a sus aportaciones más importantes seguramente una de ellas es su nuevo modo de preguntar por el poder. Lo interesante no es tanto si el fundamento está aquí o allí sino cómo funciona en la realidad. Lo definitivo más que el poder es la pregunta por el poder. Es un enfoque diferente.

Seguramente sus estudios sobre la locura y el tratamiento a los enfermos psiquiátricos está relacionado con la emergencia de la nueva psiquiatría. Los “nuevos psiquiatras” de los 70, 80 defendían la clausura de los antiguos manicomios, que en Jaén protagonizó con gran escándalo de la población bien pensante, Enrique González Duro. Este médico es otro escritor jiennense cuyos libros merecerían nuestra atención.

Me impresiona esa vertiente de la mente de Focault, la incidencia de sus investigaciones filosóficas en la sociedad de su tiempo. Es cierto que aunque no se considera un profeta ni un visionario, tuvo olfato para detectar que en los años 50 y 60 había un malestar en el ambiente en lo referente al tratamiento de las enfermedades mentales. 

lunes, 19 de agosto de 2013

CRÓNICA DEL CURSO 2012-2013


La cosa empezó mal. Martín presentó un proyecto más que digno y una asesora del Cep -de cuyo nombre no quiero acordarme-, profesora de educación física -según se cuenta- y responsable de la coordinación de los grupos de trabajo, no nos puso más que pegas e inconvenientes. Martín estuvo a punto de tirar la toalla. Yo me sometí a los requerimientos de la asesora, que me comunicó en correos electrónicos descuidados, en los que menudeaban  incorrecciones ortográficas y sintácticas. Al final tuvimos que desistir. Creo que la asesora me corregió la plana un par de veces, aún no sé muy bien por qué. Ni la información sobre la solera del grupo, con dos lustros de historia, ni las publicaciones didácticas de sus miembros, ni el reconocido prestigio de las personas que han colaborado con la Quinta, ni el altruismo del trabajo de sus miembros y el hecho –nada baladí- de que no solicitábamos de la administración ni un puñetero euro, sino sólo reconocimiento, sirvieron para nada. Tampoco la protesta que cursé al director del Cep.

En fin, es triste que de estos asesores renegados de la tiza, de experiencia docente efectiva y conocimientos dudosos, expertos en BOJAs, no se pueda esperar un mínimo de versatilidad, sólo indiferencia, si no desprecio.

Y sin embargo, el asunto del proyecto presentado tenía miga, tanto filosófica como educativa. Nada menos que la convivencia y la empatía, y la búsqueda de estrategias para mejorar las relaciones personales en los centros educativos mediante el recurso de la tradición filosófica, el diálogo amistoso y la puesta en común de experiencias educativas diversas.

A la Quinta se han sumado este año nuevos miembros: Antonio I. González Pedraza, profesor de cerámica del IES Fco. de los Cobos, y Gisela Destefanis. El profesor de la universidad de Jaén Emilio López Medina ha asistido a la mayoría de los encuentros.

1. En noviembre, Martín presentó su ponencia sobre el modelo educativo finlandés. ¿Por qué es considerado mejor que el nuestro, que produce un treinta por ciento de fracaso en secundaria? ¿En qué nos ganan los fineses? He subrayado de la ponencia algunos puntos que me parecen dignos de aparecer en esta recensión:

- Formación y selección del profesorado. No hay distinciones entre maestro o profesor de primaria y secundaria, incluso puede ser que los mejores prefieran la primaria. En la formación interviene mucho la práctica. Y en la selección, otras habilidades a parte de los conocimientos teóricos: liderazgo, empatía, idiomas, aficiones…
- Consideración y respeto social al maestro.
- Relación de confianza entre los sectores de la comunidad educativa: padres-profesores-alumnado-administración (sobre todo local).
- Atención considerable a la orientación educativa y profesional.
- Diagnóstico temprano de las dificultades educativas. Estrategias de prevención más que de compensación.
- Insistencia en las estrategias de aprendizaje, en el método, más que en los contenidos, escaso teoricismo.
- Capacidad de trabajo en equipo, no es rara el aula con más de un profesor a la vez.
- Atención a la diversidad, diversidad de curricula y flexibilidad de horarios.
- Buena base lingüística (más de un idioma) y de cálculo matemático.

2. En diciembre, el catedrático de lengua y cronista Rafael Bellón Zurita refirió a la obra de Pedro Cerezo como ejemplo de docencia, del monólogo al diálogo, de la clase magistral a la dialéctica. En los fotocopias que tuvo la gentileza de pasarnos había un emocionado panegírico de Cerezo dedicado a la filósofa de Vélez (“María Zambrano, criatura de la aurora”, IDEAL, 8 de febrero de 1991), con motivo de su muerte. Acaba con una hermosísima cita de Claros del bosque:

Hay que dormirse arriba en la luz. Hay que estar despierto abajo en la oscuridad intraterrestre, intracorporal de los diversos cuerpos que el hombre terrestre habita: el de la Tierra, el del universo, el suyo propio. Allí en ‘los profundos’, en los ínferos, el corazón vela, se desvela, se reenciende en sí mismo. Arriba, en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se recoge. Se aduerme al fin ya sin pena.

El pensamiento de Zambrano tiene para nosotros un gran valor educativo, pues abrió la razón vital de su maestro Ortega, desde la hondura del sueño creador, hacia la palabra-símbolo, poética, femenina y entrañable.

Entre los papeles que entregó Rafael Bellón senior en aquella sesión de finales de 2012 cuenta también una exhaustiva bibliografía de Cerezo. No es menor su obra Palabra en el tiempo. Poesía y filosofía en Antonio Machado (Madrid, Gredos, 1975), que alguna vez deberíamos atacar. Conozco bien su profundo estudio sobre Ortega: La Voluntad de aventura. Aproximaciones críticas al pensamiento de Ortega y Gasset (Barcelona, Ariel, 1984). Los estudios de Cerezo sobre Gracián, la crisis finisecular del XIX, Giner de los Ríos, los apócrifos de Machado, la filosofía de Ortega o la mística de María Zambrano, lo acreditan como un referente esencial en la interpretación de la cultura española contemporánea.

Al lado de las notas sobre el diálogo socrático-platónico, el diálogo cervantino o la interpelación docente maireniana (machadiana), en la carpeta de la Quinta hallo copia de sendos artículos de Rafael Bellón Barrios, hijo del anterior, en el que arremete con ingenio y acerada pluma contra la poesía postbodeleriana, en beneficio de la erudición sabia de maestros como Cerezo. Explica en ellos por qué los poetas contemporáneos nos dicen tampoco y resultan tan solipsistas como malas personas. Exagera, claro, pero la hipérbole es un legítimo recurso retórico, sobre todo en manos de un andaluz.

3. Ya en 2013 tocó el turno a Pepe Fuentes Miranda. Su ponencia hubiera merecido por su extensión e interés más de una sesión.  Empieza preguntándose por qué integrar el cine de ficción en la enseñanza. Cita a Comenius: “los sentidos son los fidelísimos proveedores de la memoria”. Edgar Dale, un educador americano (n. 1900) acuñó el concepto de “realidades editadas” para referirse al cine como medio que llama la atención, intensifica la impresión de realidad, enlaza lo estético con los intelectual mejorando la comprensión de relaciones abstractas…

Me viene a la memoria una secuencia de la Película Núremberg  (dirigida por Yves Simoneau, 2000), en la que Alec Baldwin hace de fiscal y Brian Cox borda el papel del mariscal nazi Hermann Göring en los célebres juicios. En una escena, el fiscal Jackson se sorprende ante su elegante secretaria (la actriz canadiense Jill Hennessy) de cómo la película que habían grabado las fuerzas aliadas, con las espeluznantes imágenes de los campos de exterminio, sus montañas de cadáveres, los hornos crematorios, había movido más las conciencias que todos los documentos contra los jerifaltes del III Reich que había leído en la sala. Y es que la imagen tiene línea directa con el corazón, pero también con la sensibilidad emocional y ética. Y aunque un juicio o una clase no sean un espectáculo cualquiera, también ellos, como el teatro o el cine, para ser eficaces, tienen que tener algo de espectáculo.

El cine puede usarse como estímulo del diálogo y la escritura en la asignatura de Lengua, en Idiomas se puede trabajar con versiones originales, visionando por ejemplo escenas interesantes, comparando el libro con lel guión de la película montada, estudiando las diferencias de códigos de representación. Y prácticamente en todas las disciplinas se puede hacer un uso creativo del cine.

Son innumerables las películas que abordan temas filosóficos: amor, felicidad, pensamiento, conocimiento, identidad, sociedad, ética, realidad, memoria… En las de ciencia ficción suelen plantearse problemas relativos a la utopía, la inteligencia artificial, el cuidado del medio ambiente, etc.

Como estrategias didácticas para enseñar con cine, se nos propuso el modelo de Nicolás Burbules, a través de cuatro procesos: interés, involucramiento, imaginación e interacción. O un itinerario en cinco etapas: descripción (claridad, precisión y relevancia), análisis, interpretación, evaluación, invención. Respecto a la invención, es interesante la iniciativa que anda desarrollándose en la Red. Bajo el nombre de Fans fiction, los fan de ciertas películas escriben inspirándose en personajes y situaciones que tienen su origen en películas o series televisivas. Los criterios de evaluación aquí podrían ser la originalidad, la creatividad, el interés, la potencia, la especificidad y pertinencia respecto a su origen.

Más conocido pero también útil es el método del Cine-forum, que nosotros mismos hemos usado cada curso en nuestra Quinta: Presentación, proyección y coloquio. La ponencia ofrece otras posibilidades como el método de “las cinco estaciones”, del “rompecabezas”, “webquest”…

Junto a la ponencia se nos proponen varias fichas de trabajo:

- Rebelión en las aulas (James Clavell, 1967). Carisma y liderazgo pedagógico. La construcción de la autoridad docente.
- La herencia del viento (Stanley Kramer, 1960). Creacionismo / evolucionismo. Libertad de pensamiento vs. Intolerancia y dogmatismo.
- Educando a Rita (Lewis Gilbert, 1983). Mito y efecto Pigmalión. La educación como autodescubrimiento.
- Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011). Choque de culturas y reflexión pedagógica ante situaciones límite.

4. La aportación de Ana Azanza Elío en este curso versó Sobre el problema de la empatía, de Edith Stein (1891-1942), obra capital de la fenomenología de las relaciones humanas, cuyas enseñanzas pueden orientar las difíciles y complejas relaciones educativas en el aula.

 Edith Stein es un modelo contemporáneo de santidad filosófica o de filosofía santa. Discípula y asistente de Husserl, al que acude deslumbrada por sus Investigaciones lógicas, ensaya una síntesis de la fenomenología y la escolástica tomista. Ejerce de enfermera durante la primera guerra mundial. Se convierte al catolicismo a partir de su lectura de Las Moradas de Santa Teresa (1921). Fue también una brillante conferenciante durante los años veinte. 

Por ser mujer y por ser judía se frenó su carrera universitaria y luego, en 1942, fue arrestada por la Gestapo mientras escribía “La ciencia de la cruz, estudio sobre San Juan de la Cruz”, asesinada en el campo de exterminio de Auschwitz junto a su hermana Rosa, marcada como una res con el número 44074. Murió por ser judía, pero fue proclamada mártir carmelita, Teresa Benedictina de la Cruz (1934), proclamada santa por Juan Pablo II en 1998 y, al año siguiente, copatrona de Europa.

Ciertamente, como afirma Ana en su ponencia, Edith Stein fue un ser humano excepcional.

Edith Stein estudió la empatía en su tesis doctoral. La define como aprehensión de las vivencias ajenas, apercibimiento de las vivencias del otro, una modificación de la conciencia unitaria típica. El sujeto humano es individuo psicofísico (alma o psique) y persona espiritual. El espíritu es “la conciencia como correlato del mundo de los objetos”. La empatía es para Stein un acto espiritual.

“Percibo la vivencia del otro, luego existo”. La conciencia de la vida del otro nos ofrece ahora, mejor que la autoconciencia cartesiana, el salto desde el pensamiento a la existencia. Stein desecha la teoría de la imitación y confronta su fenomenología de la empatía con la psicología de Lipps y las doctrinas de Adam Smith y Stuart Mill. Para Stein la empatía, más que un mero contagio de sentimientos, un saber del otro o un ponerse en lugar del otro, es una experiencia de la conciencia ajena.

Al contrario que para Scheler, que entiende el vivenciar como algo anterior a la constitución de los yoes, Edith sostiene que todo vivenciar es vivenciar de un yo y distingue entre reflexión y percepción interna. Pero la empatía no es hija de la reflexión, la “intuición interna” abarcaría tanto la no originariedad de las vivencias empatizadas como de las propias.

La empatía enriquece nuestra imagen del mundo, pero además es condición del darse de mí mismo en la imagen del recuerdo y la fantasía, pues en la representación me veo como otro. La empatía pluraliza las apariencias del mundo y lo torna independiente de mí. Sirve por tanto de fundamento a la experiencia intersubjetiva del mundo externo.

En la expresividad de las palabras tiene también un rol fundamental la empatía. En la expresión se manifiesta la persona que otorga sentido a lo dicho, su intención actual. Así, la empatía nos proporciona un complejo juego de espejos. En la interacción con los demás puedo obtener tantas comprensiones de mí mismo cuantos interlocutores me comprenden, cada uno a su manera. Puede que esas percepciones estén equivocadas, pero también la percepción interna. La empatía corrige así mis juicios sobre mí mismo y trabaja de la mano de la percepción interna.

Incluso los enfermos mentales buscan, a veces desesperadamente, la aprobación de los demás. Si con la percepción se constituye el mundo físico, con la empatía se constituye el mundo de los valores. Es la expresión emotiva la que nos permite acceder a las vivencias. A través de ella se hace visible el espíritu en el rostro, en el cuerpo vivo. De ahí que privar de rostro a alguien (mediante un velo por ejemplo) equivalga a robarle la capacidad de expresión emotiva propiamente humana que hace posible el empatizar.

El entramado de sentido de las ciencias del espíritu no tiene correlato en las ciencias de la naturaleza. Los actos espirituales, motivados, voluntarios, están subordinados a una legalidad racional general. Los sentimientos nos ofrecen las llaves del mundo del espíritu. Stein distingue distintos estratos sentimentales, sensaciones, estados de ánimo, sentimientos comunes y sentimientos en sentido estricto que precisan actos teoréticos para su constitución. Los sentimientos constituyen la personalidad moral. No aportan sólo calor sino también luz, en diversos grados y colores, a la vida espiritual.

Es cierto, sólo quien se vivencia a sí mismo como persona, como totalidad de sentido, puede entender a otras personas.

Volviendo a los juicios de Núremberg, puede que el psicólogo judío de la película tuviera razón. Cuando quiere explicarse cómo fue posible el holocausto, cómo fue posible que las gentes de uno de los países más civilizados de Europa cayeran tan bajo, se da a sí mismo tres razones: el autoritarismo y la obediencia ciega a la autoridad, la propaganda de masas y el contagio masivo de soberbias emociones belicosas, y ¡la ausencia total de empatía!

Con motivo de la exposición de Ana, a mí me pareció interesante citar a Douglas R. Hofstadter y su “fusión de almas”:

El ansia casi insaciable por absorber experiencias ajenas que crea la universalidad representacional [del yo] se encuentra apenas a un paso de la empatía, en mi opinión la más admirable virtud de la humanidad. ‘Ser’ otra persona de una manera profunda  no consiste sólo en ver virtualmente el mundo como ella y sentirse unido a los lugares y momentos que la moldearon; consiste en mucho más. Supone adoptar sus valores, asumir sus deseos, vivir sus esperanzas, sentir sus anhelos, compartir sus sueños, estremecerse con sus temores, formar parte de su vida, fundirse con su alma. Yo soy un extraño bucle, 2007-2008.

5. Debió de ser a principios de la primavera, cuando Amelia Fernández nos regaló su ponencia sobre Ética y cuestiones adyacentes. En un tono muy personal, buscaba con ella diseñar dinámicas de trabajo para el proyecto “Escuela, espacio de Paz” de su centro (Villacarrillo) y justificar la enseñanza de la Ética como asignatura básica en secundaria cuando los vientos de las “penúltimas” reformas educativas parecen conspirar contra ella.

Estamos de acuerdo: una cultura de paz no tiene por qué ser pasiva ni permanecer callada o sometida. Pero cualquier enseñanza, sobre todo cuando es financiada con fondos públicos, tiene que dar razón de su utilidad. Así pues, ¿por qué la ética?

Porque fomenta la madurez, la capacidad para desarrollar un pensamiento divergente, la reflexión racional sobre lo que hacemos, más allá del capricho, el gusto mediáticamente dirigido, o la inercia de la costumbre. ¿Nos parece poco? Si las nuevas generaciones nos resultan aberrantemente acomodaticias y dóciles, no creo que ello se deba, precisamente, al trabajo realizado por los profesores de filosofía en las pocas horas que el curriculum oficial nos presta. No hay indignación sin previo concepto de dignidad. Y no es posible la dignidad sin el libre ejercicio del pensamiento. Como se sabe, tal ejercicio le costó a Sócrates, fundador de nuestra disciplina, la vida.

Cuando reflexionamos sobre la tolerancia debemos de pensar dialécticamente aquello que no es o aquello en que se convierte cuando no le asignamos límites: complicidad con “la banalidad del mal” (que diría Arendt). No debemos tolerar lo intolerable.

Pero la enfermedad ética de nuestra vida civil y política no puede apelar como panacea ni buscar remedio en una vuelta a los dogmas religiosos y a la moral heterónoma. Es obvio que las religiones “positivas” deben abandonar el espacio de la enseñanza pública; les va en ello su propia dignidad política. La enseñanza pública debe ser aconfesional y laica, pero no por ello habrá de despreciar ni los valores religiosos ni los grandes símbolos religiosos, sin los cuales la historia de la humanidad, y por su puerto el arte, nos resultarían del todo incomprensibles. Ni la derecha ni la izquierda han tenido el valor de ponerle el cascabel al gato en este asunto. La consideración de la ética como “alternativa de la religión” en un país moderno es un escándalo para la razón mínimamente ilustrada.

Es absurdo igualmente pretender sacrificar la ética en beneficio de una cultura técnica o emprendedora. Pues ni la vida empresarial ni la invención científico-técnica tienen sentido sin aquella, sin ética resultarían tan ciegas como inútiles o peligrosas. El desarrollo y estudio de los medios e instrumentos son necesarios, pero sobre todo es imprescindible la reflexión sobre los fines. Ciencia sin conciencia no es sabiduría.

Amelia recurre a su tocaya Amelia Valcárcel (La memoria y el perdón) y a la argumentación mantenida por Antonio Gómez Ramos en el congreso de Córdoba de la AAFi (2012) sobre Prejuicio y Memoria, donde el ponente analizaba la relación entre memoria y resentimiento. Los referentes internacionales son Derrida, Gadamer y Ricoeur.

La obra de Antonio Gómez Ramos como traductor, intérprete, y ensayista original es impresionante. Citaremos su Reivindicación del centauro (Madrid, 2003) y sus textos sobre el tiempo y la memoria históricos, centrados en Hannah Arendt, Reinhardt Koselleck y Walter Benjamin.  

Para Gómez Ramos, el resentimiento “le clava a uno en la cruz de su pasado”. Primero, porque es un deseo de regresar al pasado; y segundo, porque es un deseo de aniquilarlo. Por eso el resentimiento es tan inconsistente como improductivo. Por añadidura, impide a la persona o al pueblo que lo padece entrar en la perspectiva común. Sin embargo, se presenta como un imperativo Moral (en la versión de Amelia Valcárcel: “no olvides, porque si olvidas, olvidas”). El resentimiento conserva la barbarie en la memoria, pero el no-olvidar es fruto de la libertad humana pues nadie podrá obligarte a olvidar.

Al hilo de la reflexión sobre la “memoria histórica”, nuestra Amelia refirió a los conceptos de memoria justa y memoria ejemplar (o ética), que se libera del resentimiento. La memoria histórica usa la razón pública para que podamos reconocernos como parte de un pasado común y de unos errores propios, declarando la responsabilidad correspondiente, que debe ser asumida por la comunidad. Es lo que Ricoeur llama Olvido Activo, que reconoce la pérdida y posibilita el perdón.

En España debemos abordar racionalmente el problema de la memoria histórica, sin apasionamientos ni resentimientos, en lugar de proceder a una amnistía moral que no sería más que una amnesia vergonzosa. Hay que vivir en una Ontología de la deuda (Amelia Valcárcel). ¿Se puede perdonar lo que ya no se puede castigar?  El problema es planteado por Jankélevitch (cfr. Sobre la ironía) y puede verse reflejado en Los juicios de Núremberg (Vencedores o Vencidos, dir.: Stanley Kramer, 1961). La ponencia de Amelia acaba con una denuncia de la insuficiencia de la memoria histórica española, con un valioso Anexo para el uso didáctico de la película antes citada y con un Inciso sobre un caso reciente: los desahucios por incumplimiento del contrato hipotecario y el comportamiento de la justicia, tanto española como internacional, en estos dramáticos casos que han fastidiado a miles de familias.

6. Debemos felicitarnos por la incorporación este año a la Quinta de la joven filósofa Gisela Destefanis. Gisela ha trabajado como educadora con minorías, en cárceles, con emigrantes, niños disruptivos… Su experiencia de por sí ya resulta valiosa. Además ha terminado su formación académica en Madrid con el profesor y exministro Gabilondo. Comenzó su tesis doctoral sobre la obra de Michel Foucault.

En referencia permanente al discurso Foucaultiano y al modelo educativo argentino, usó para su reflexión el artículo de François Dubet, “Mutaciones institucionales y/o neoliberalismo”. Analiza el modelo de institución educativa de finales del XIX y principios del XX, herencia de las escuelas confesionales, y cómo dicho modelo entra en crisis en la época de la enseñanza obligatoria, en la edad lo efímero y del zapping, en que el modelo vocacional de educador es sustituido por otro tecno-burocrático donde cuenta más la eficacia en la socialización que el ascenso formativo a lo universal. Se exige al “mercado educativo” que esté a la altura del laboral y económico.

No cabe duda que la genealogía del saber y la microfísica del poder faucoultianas contienen instrumentos de análisis muy útiles para afrontar la crítica de la educación y sus modelos disciplinarios. Igualmente, su posterior ética del cuidado puede ser un referente valioso en proyectos de reforma felices.

Vigilancia jerárquica, sanción normalizadora, exámenes (como fijaciones rituales y científicas de las diferencias indivuales)…, todo esto puede ser estudiado desde una teoría consciente de que el poder produce realidad y busca su justificación en rituales de verdad.

Creo que en esta sesión también asistió Emilio López Medina, profesor de la universidad de Jaén, amigo de la Quinta, tratadista, dramaturgo y extraordinario aforista. Tengo anotada su frase de que los profes tendemos a inculparnos por los desastres educativos de nuestra época.



7. Mi ponencia giró en torno a La teoría de los sentimientos morales de Adam Smith, obra a la que el autor dedicó más atención y atribuyó mayor mérito que a la Riqueza de las naciones por la que es sobre todo y frecuentemente citado y malinterpretado. En los textos de A. Smith no encontraremos ni rastro del supuesto “precursor” del darwinismo economicista. Sí es cierto que está a favor de la libertad de mercado, pues considera que dicha libertad, moralmente regulada, da como resultado una más eficiente asignación de recursos. Smith recela sobre todo de los privilegios, los monopolios, y la intervención totalitaria del Estado. De ahí su célebre doctrina de “la mano invisible”.

Y sin embargo, para Smith, lo más excelso no fue nunca la riqueza, sino la virtud. Cree en una sociedad de personas interesadas en sí mismas y capaces de ganarse honradamente la vida. Para su comentarista, Carlos Rodríguez Braun, la expansión exagerada del Estado tiene efectos desmoralizadores sobre las personas: una pérdida de autonomía, libertad y responsabilidad.
Smith fue un excelente y querido profesor en la universidad de Glasgow, un filósofo estoico, un finísimo analista de los sentimientos humanos: un moralista de la simpatía. De hecho, siempre subordinó la economía a la ética, entendiendo aquella como una “ciencia moral”.
Su obra se inserta en la tradición ilustrada del sentido común y el emotivismo filosófico escocés. Epistemológicamente escéptico, como su íntimo amigo Hume, otorga un importante papel a la imaginación, tanto en moral como en la creación científica.

Smith siguió trabajando en La Teoría de los sentimientos morales (1790) mientras le quedaron fuerzas, introduciendo cambios antes de su muerte. El libro quedó organizado en siete partes: En la primera trata de la corrección de la conducta (propriety) y pivota sobre la simpatía. En la segunda trata del mérito y del demérito, y aquí hace su entrada el “espectador imparcial”. La tercera analiza nuestros juicios acerca de nosotros mismos o el deber. La cuarta trata lo que para Smith no es más que un aspecto del sentimiento de aprobación: la utilidad. La quinta estudia hasta qué punto los sentimientos morales son afectados por costumbres y modas. La sexta aborda el carácter de la virtud (incorporada tras la primera edición). Finalmente, la séptima revisa los sistemas o doctrinas de filosofía moral (virtuosos o licenciosos)  y presenta los contornos del modelo propio de su autor, su “sistema de la simpatía”.

En la cuarta edición, Smith añadió un subtítulo que explicaba bien su contenido: La teoría de los sentimientos morales, o un ensayo de análisis de los principios por los cuales los hombres juzgan naturalmente la conducta y personalidad, primero de su prójimo y después de sí mismos.

El principio fundamental de la teoría de Smith es que los objetos primarios de nuestras percepciones morales son las acciones de otras personas. Nuestros juicios morales con respecto a nuestra propia conducta son sólo aplicaciones a nosotros mismos de sentencias que ya hemos formulado sobre el comportamiento del prójimo. Al aplicarnos esos juicios adquirimos un sentido del deber. La ética resulta pues de la interiorización de los juicios de otros, pues cualquier juicio sobre nuestro comportamiento siempre esconderá una secreta referencia al juicio de los demás, a lo que los demás pueden pensar, pensarían, dirán o dirían. En el universo social, en el universo de la comunicación, todos somos críticos de todos.

Por simpatía entiende Smith algo muy amplio, más genuino que la benevolencia, un acompañar del sentimiento, solidaridad, compasión, tanto con los motivos como con los sentimientos de los demás.  Nunca es perfecta pero constituye la base de nuestra aprobación moral y de nuestro sentido de la justicia. Al ponernos en lugar del otro, al asumir su situación, el amor propio se hace compatible con la preocupación por los demás, renunciando al egoísmo.

A pesar de su estoicismo, Smith no pone tanto énfasis en la represión de las pasiones, sino más bien en su moderación y control. Su antropología tampoco es la de Hobbes, porque para Smith el ser humano no desea naturalmente sólo ser amado, sino también ser reconocido como amable, como digno de respeto y amor; queremos ser aprobados por los demás y saber que lo merecemos, o sea, sentirnos aprobables. El hombre no es pues para el hombre como un lobo, sino como un espejo.

La sociedad entera es un espejo de costumbres. El criterio de juicio de la conducta moral es la facultad humana de vernos a nosotros mismos como nos ven los demás, o sea, el desarrollo interno de un espectador imparcial. Ese juez supuesto, abstracto, es el símbolo de la autoridad de la conciencia autónoma y acabará en la obra de Smith adquiriendo dimensiones de “semidiós” (análogo al ‘Deus in nobis’ de la obra póstuma kantiana, tan alejado ya del “en Dios somos” de San Pablo). Pues lo que importa no es el modo en que los demás juzgan lo que hacemos sino, sobre todo, lo que piensa ese “espectador imparcial” (“ilustre recluso del pecho”). Su fundamento es imaginativo: lo que imaginamos que debería ser el juicio de la sociedad, como espejo en el que como seres sociales nos miramos. Así, si al ponernos en lugar de los demás apodemos asumir las pasiones y motivaciones que determinaron nuestras acciones, las aprobamos por simpatía; en caso contrario, las condenamos.

No es este el lugar para entrar en la compleja analítica de los sentimientos morales de Adam Smith, su lucidez a la hora de dar cuenta de cómo el autoengaño es fuente de la mitad de los desórdenes de la vida humana; el importante papel que asigna al temor a la muerte en nuestra vida moral, para bien y para mal; el modo en que invierte el imperativo cristiano (debemos amarnos a nosotros mismos sólo como amamos a nuestro prójimo, o sea, como nuestro prójimo es capaz de amarnos); su descripción de la aprobación moral como un sentimiento compuesto, en el que media la simpatía, la gratitud y el buen juicio.

Comportarse con propiedad sólo requiere el grado común de sensibilidad y control, pero las virtudes (excelencias) entre las cuales se haya la benevolencia no son innatas, sino fruto de la educación. Algunas observaciones de Smith resultan muy útiles desde una perspectiva educativa. Por ejemplo, cuando observa que un anhelo de elogio excesivo suele ser síntoma de algún tipo de debilidad o que el deseo de preeminencia suele tener por motivo la búsqueda de aprobación y simpatía.

Importante también su análisis de la envidia como obstáculo para la simpatía y el modo en que limita la simpatía respecto de los dolores ajenos.

Siempre es miserable quejarse… Pareciera que la naturaleza, cuando nos cargó con nuestros propios pesares, consideró que eran ya suficientes, y por tanto no nos ordenó que incorporásemos una cuota adicional de los dolores ajenos más allá de lo necesario para impulsarnos a aliviarnos (I, III, 1).

8. Por último, me gustaría agradecer en nombre de todos los miembros de la Quinta la amabilidad de Martín Ruiz Calvente invitándonos a su casa familiar de Sabiote y servirnos de cicerone en una visita turística por el casco antiguo de su ciudad natal. Estupenda clausura de curso. Las fotos que ilustran esta entrada pertenecen a esa preciosa tarde en la que no faltó un agradable refrigerio a la sombra de una vieja pérgola emparrada.


Allí se propusieron diversos temas para el curso próximo. Si no recuerdo mal, creo que, a propuesta de Amelia, quedamos en tratar la utopía…, quiero decir que reflexionaremos sobre el pensamiento utópico, la conveniencia e inconveniencia de la utopía, etc. No sabemos aún si lo haremos oficial o extraoficialmente. Si nuestro filosofar será reconocido o underground.


jueves, 8 de agosto de 2013

La norma de la Filosofía

Autora Ana Azanza


La norma de la filosofía. La configuración del patrón filosófico tras la guerra civil (2013) de José Luis Moreno Pestaña, me parece un libro que deberíamos de leer todos los que nos hemos dedicado a diseccionar autores españoles en el Mochuelo desde hace casi 10 años.

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Como ya dije en otro comentario, Moreno Pestaña practica una modalidad del saber llamada sociología de la filosofía que resulta fructífera, sobre todo porque ofrece nuevos puntos de vista sobre lo que ha sido nuestra disciplina en España desde 1939.

Anteriormente leí con particular interés obras dedicadas en especial a los dos grandes filósofos de antes de la guerra que fueron Ortega y Zubiri. Sobre Ortega recordaré siempre el magnífico El maestro en el erial de Gregorio Morán, muy divertido y caústico sobre la paramera filosófica nacionalcatólica y la figura de Ortega resistiendo allí en medio, “obligado” por las necesidades económicas y los afectos familiares a no llevarse demasiado mal con el régimen. A propósito de Zubiri, magnífica lectura la de La soledad sonora, que retrata el recorrido vital del otro gran pensador español del siglo XX con todas sus conexiones teológicas y científicas.





El libro de Moreno Pestaña completa estas dos indispensables lecturas para quien quiera saber de qué va la situación de la filosofía en nuestro país. Qué pasó y qué no pasó tras el acontecimiento fundacional de la victoria en la guerra que inauguró toda una época de la que no es nada seguro que hayamos salido definitivamente. Hay muchos tabús y piedras sin remover en la historia patria.

Moreno Pestaña no sólo completa, también abre muy novedosas perspectivas sobre los orígenes, las trayectorias, el capital cultural, la energía emocional y social, las consecuencias, las repercusiones sociales de la filosofía, y las repercusiones de la sociedad en la filosofía. Inspirado por trabajos sociológicos de Randall Collins y Pierre Bourdieu, el profesor de la universidad de Cádiz nos acerca con nuevos parámetros, nuevas gafas conceptuales, al panorama filosófico español.

No quisiera destripar el libro, sino animar a su lectura. Y como aperitivo expondré los factores cuyas diferentes combinaciones nos hablan de la excelencia intelectual de los pensadores: estar en las instituciones, disfrutar del reconocimiento de los colegas y tener autonomía creativa. Matemáticamente hay 8 combinaciones posibles, sólo 7 son relevantes y Moreno Pestaña explica ejemplos españoles de las diferentes posibilidades: quien estuvo en las instituciones y tuvo el reconocimiento pero sin autonomía creativa, quien tuvo autonomía creativa pero no estuvo en las instituciones…etc.

Otra tabla se puede fabricar según el tipo de filosofía qué se hace, académica o mundana, el tipo de público al que se dirige, público amplio o restringido. También tenemos ejemplos connacionales de cada una de las posibilidades.

A parte de los esquemas sociológicos, Moreno Pestaña se ha ido a los Archivos: el de la Fundación Ortega y Gasset, el Archivo general de la Administración y el Archivo General del Ministerio de Educación. Fundamental este trabajo para completar el panorama, porque no sólo de textos y comentario de textos vive el filósofo. Son muy importantes las oposiciones a cátedras. Los avatares de las mismas llegaron a ser un espectáculo nacional a la altura casi de los toros durante la época franquista. Así lo relata Castilla del Pino en sus memorias, que después de treinta años intentándolo acabó por comprender que en aquellos exámenes de cátedras no estaba en cuestión la excelencia científica. Hay que reconocer que le costó desengañarse.
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Otra fuente para realizar el libro han sido las entrevistas con algunos protagonistas: Sergio Rábade y Manuel Garrido en especial. El libro resulta por eso bastante ameno, porque además de los secos conceptos sociológicos se mezclan anécdotas, historias de la vida real que probablemente sólo los contemporáneos pueden recordar y que normalmente se olvidan en los manuales, pero que son la sal de la vida, y que muestran que los filósofos y sus pensamientos no son inspiraciones venidas del más allá, sino del más acá. A veces y no lo digo como un desdoro, el libro parece un ¡Hola! de la filosofía española por la cantidad de pequeñas cosas que se pueden leer entre líneas, y que se echan en falta en los historiadores serios de la filosofía.

El libro es profundo, científico, bien hecho, abre muchas perspectivas sobre qué es la filosofía, en qué consiste el trabajo del filósofo. La importancia, no sé si desmedida, que se le dio en los tiempos de la dictadura a la filosofía en la formación de los españoles. Además ofrece una explicación sobre la deriva de la disciplina a partir de los años 60, el corte que hubo con lo que amenazaba con ser una auténtica tradición filosófica “de aquí”, el orteguismo. Pienso que lamentablemente cuando los aspirantes se pudieron librar de la ranciedad del tomismo decimonónico oficial, los jóvenes filósofos españoles de los 60 se lanzaron con auténtico entusiasmo hacia lo que se hacía en Europa olvidando todo el pasado. Se volvió a caer en un escolasticismo o varios. Esta vez no medieval. Es uno de los grandes argumentos de Moreno Pestaña, escolasticismos “estériles” hay muchos, no sólo el tomista.

Moreno Pestaña se hace eco de tres discusiones que han tenido lugar en nuestra península, perdón Portugal, sobre en general qué es filosofía. Una de ellas fue la que podríamos llamar la discusión de la escolástica y tuvo lugar en un intercambio epistolar interesantísimo entre Julián Marías y su maestro Ortega y Gasset. Hay otras dos que animo a descubrir en las páginas de La norma de la filosofía.

Por otra parte quiero añadir mi contribución al libro. Se ve que el autor no ha padecido la escolástica genuina. A mi parecer no es lo mismo ser escolástico de un autor del siglo XIII en el siglo XX, que de un autor del siglo XX en el siglo XX. Me formé filosóficamente con los retoños de los escolásticos de los años 50. Concretamente tuve como profesor en Pamplona a un hijo de uno de los protagonistas del libro de Moreno Pestaña, González Alvarez. Quizás por recordarme aquellos tiempos La norma de la filosofía me ha llegado más, es una explicación bastante amplia que nadie me había dado hasta el momento sobre los orígenes de mi propia formación filosófica de base e institucional. Todo encaja. No es que Moreno Pestaña me lo explique pero leyendo su obra he ido uniendo muchos cabos que me faltaban.

La experiencia de llegar a tercero de carrera y darse cuenta, ya en los años 1990 de que Kant era un autor al que merecía la pena leer a lo largo y ancho, muestra en qué coordenadas nos hemos movido algunos. No era muy normal una vez muerto Foucault y haciendo furor su persona y sus libros en nuestro país entre tantos practicantes de la filosofía, andar descubriendo la Ilustración. De todas formas tampoco la descubríamos del todo porque al lado de las clases sobre Kant había quien se ocupó un año entero en desmontar con la ayuda de MacIntyre la falacia ilustrada de la universalidad de los Derechos Humanos.

Estas experiencias vitales me llevan a pensar que los antropólogos culturales se han ido al Oceáno Pacífico a descubrir los modos de vida de la Polinesia y no saben lo que se pierden en esta península extremo suroccidental de Europa. Si no lo hubiéramos padecido, sería cómico. Se puede decir que es tragicómico, como La Celestina.

En este punto me parece que la lectura de este libro de Moreno Pestaña necesita el complemento, como el mismo reconoce al final, de los trabajos de Francisco Vázquez, compañero investigador también en Cádiz. La obra La filosofía española. Herederos y pretendientes (2009) la dejo para más adelante. Vázquez sigue ese hilo de explicación sobre los “escolasticismos” españoles de filósofos extranjeros. Absurdo oponer una cosa a otra, lo nacional a lo extranjero, el pensamiento es fértil en las mezclas, pero es interesante observar la evolución desde hace cuarenta años hasta hoy y las consecuencias de la especialización en autores. Los filósofos españoles han evitado un lugar de debate público filosófico, un espacio de reflexión en que los pensadores se tiraran los trastos a la cabeza como pasa en otros países y que tanta sana envidia provocan en los que nos dedicamos a esto por aquí. Cada profesor sabe de su campo y no se comunica con los demás.

Ese modo de comportarse asegura el puesto quizás pero no es interesante ni para la filosofía ni para las discusiones públicas del país, que se ven colonizadas por opinadores nada reflexivos y a veces auténticos ignorantes. Sólo me viene a la cabeza un filósofo de proyección pública nacional e internacional, pero lo veo muy solo. Le faltan contrincantes con el mismo número de ventas de libros y el mismo nivel de acogida popular, y además reconoce que lo suyo es más la literatura que la filosofía, afectivamente hablando.


También esa denuncia que se puede sacar de estos trabajos sobre sociología de la filosofía española, deja en muy buen lugar al que parece ser uno de los pocos pensadores que se ha molestado en leer a sus colegas españoles e intentar un diálogo, Javier Muguerza. Además me consta que Muguerza se ha preocupado no sé si con mucho éxito de que ese diálogo “cruzara el charco”. Es increíble que con la importancia creciente de la comunidad hispanoparlante en el mundo no haya un diálogo filosófico producido en uno de los idiomas más destacables del globo y que más aprendices atrae.