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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

jueves, 1 de agosto de 2013

Un espacio filosófico en español














Autora Ana Azanza

Para completar lo que publiqué en su día, traigo este link. Me parece de lectura necesaria. Esto es el suicidio programado de la filosofía, del que los profesores que estamos en el instituto somos los últimos en enterarnos. Son los propios filósofos al parecer los que se alían al poder político para terminar con nuestras asignaturas, demasiado carcas y tradicionales. Hay que hacer algo más moderno. En vez de unir y pensar en el "todo" de la cuestión, resulta que en las altas instancias filosóficas del país se han dedicado a tirarse los trastos a la cabeza entre áreas, compitiendo por quien tenía más influencia en los políticos.

Así que no hace falta Wert que nos "suicide". Ya sabemos hacerlo solos, gracias.

Ahora me explico unas afirmaciones de Adela Cortina en esos Estados Generales de la filosofía española de mayo de 2012 que no supe cuando las oí por primera vez a cuento de qué venían.

No nos afecta tanto, pero también es para nota, el hecho del que se hace eco el autor del artículo sobre quién y cómo se procede en la actualidad a valorar de manera inapelable y científica la producción filosófica universitaria.

Lo más grave de todo lo que leo es la ausencia de un espacio común de discusión como existe en otros países y culturas entre filósofos, sociólogos, psicólogos, científicos españoles. Ni siquiera existe ese espacio entre las diferentes áreas de la filosofía, sino que cada cual mira con desprecio a los practicantes de las áreas que no son la suya. Parece que Muguerza quiso unificar, hizo un intento o llamada a entenderse que cayó en el vacío. De manera que la filosofía científica se une a la burocracia tecnocrática, y en los cálculos de la excelencia de los futuros ciudadanos españoles no contamos


El autor asegura que en las comunidades de habla inglesa, francesa, italiana y germana se ha mantenido ese espacio general de interlocución entre todo tipo de ciencias, un espacio sólo delimitado por el idioma en qué se habla. Espacio de interlocución que necesita institucionalización y visibilidad, congresos, revistas, debates, conceptos.

Nuestro concepto patrio que parece ser nos hemos propuesto escenificar también en filosofía es el de guerra civil.

Imagino que a estas alturas después del desprecio y ninguneo entre "áreas" debe ser difícil hacer las paces y construir un sólido frente común filosófico en español.
Si algo me ha enseñado la lectura del último libro que reseñé es que con individualidades filosóficas no se hace filosofía. Nos hacen falta comunidades filosóficas además de grandes cabezas. Y desde luego envainar las espadas.

lunes, 29 de julio de 2013

Convirtiéndose en Foucault

Autora Ana Azanza


Gracias al blog de Luis Roca Jusmet me he enterado de que hay un filósofo jiennense al que merece la pena atender. Se llama José Luis Moreno Pestaña. Actualmente es profesor en la universidad de Cádiz pero anteriormente estuvo en Jaén. Dado que en el Mochuelo nos hemos dedicado a filósofos españoles, andaluces y jienennses, no está de más mencionarlo en el blog. Lamento no haber tenido noticia de su existencia hasta hoy y de una manera tan rebuscada, pasando por Barcelona, cuando hemos debido de coincidir algunos años en la misma ciudad.



Además me ha parecido curioso descubrir a este filósofo jiennense precisamente por un libro sobre Foucault. del que nos ocupamos con acento argentino en el mes de mayo, en la última sesión antes de las vacaciones, y que dio lugar como no podía ser menos a polémica. Hay que asumir, me parece, que Focault es Foucault y tiene la virtud de convertir en Foucaultiano a todo el que se le acerca. No me parece grave, es un pensador profundo, lleno de matices. Y sobre todo con una capacidad de abrevarse en muy diferentes arroyos filosóficos, científicos y psicológicos sin ahogarse en ellos ni repetir. Eso no lo puede hacer cualquiera, sólo un auténtico pensador puede tener firma propia

El libro de Moreno Pestaña que he leído se titula  "Convirtiéndose en Foucault". Entiendo que es su tesis doctoral pero madurada y reelaborada para la publicación. Es un libro no muy grueso, unas 200 páginas, pero denso.  Como toda tesis, este libro de Moreno Pestaña refleja que su autor ha metido el bisturí con muchísima precisión en el tema del que se ocupa. Da la impresión de ser un texto muy trabajado, cada frase tiene mucha enjundia y creo que ha habido una elaboración concienzuda por parte del autor, que le permite ir anunciando los temas del libro desde los primeros capítulos. El texto está muy trabado. Se refuerza la impresión de solidez argumentativa.

Aclararé que según el prólogo de Francisco Vázquez García, la obra inaugura en nuestro país un género del que desconozco si ha tenido continuadores de altura como considero que es éste. El género inaugurado es la sociología de la filosofía, es decir, reconstruye el itinerario familiar, social, personal, académico, de encuentros personales y vivencias de Foucault antes de que escribiera las obras que le dieron más fama, "Las palabras y las cosas" o "Historia de la sexualidad".  No significa que podamos reducir el pensamiento a esos factores, muchos otros viven cosas parecidas y no son grandes filósofos, pero sin duda, y eso es lo que muestra muy bien este libro, hay muchas circunstancias de juventud y formación que inciden en la formación del genio.

Pienso por los detalles que Moreno Pestaña ha recogido del paso de Foucault por la Escuela Normal Superior que no se ha limitado a leer libros, sino que ha tenido contacto con dicha institución de la que han salido los más reputados filósofos franceses del sigo XX. Salvo Onfray y alguno más que no recuerdo ahora. A lo mejor me equivoco, pero si alguna vez tengo la oportunidad me gustaría confirmar o desmentir mi hipótesis con el autor de "Convirtiéndose en Foucault". Es un dato importante la impronta del régimen de vida y estudio intenso en "Normal Sup".  Primero por la competitividad de los estudiantes que buscan la distinción para poder acceder a un puesto en dicha escuela. Y segundo, una vez dentro de ella,  por el aprendizaje del "efectismo" y dominio de la exposición oral para poder triunfar en las oposiciones de "Agregation". Son cuestiones que estimo imprimen carácter, no sólo en este autor sino en muchos otros filósofos franceses. Y que explican esa afición a la retórica que a veces deslumbra y a veces harta.

Hay muchos temas de los que se puede hablar a raíz de esta lectura. Destacaré uno que me es muy querido y que me parece que forma parte del éxito de Foucault: es la relación, nada evidente en este caso hay que bucear, entre las vivencias y padecimientos del filósofo y su filosofía. Por ejemplo, su decisión por la filosofía fue un disgusto para su progenitor, que hubiera deseado se dedicara a la medicina siguiendo la tradición familiar. Aunque los estudios del Foucault maduro sobre la locura y la sexualidad sugieren que no acabó de "matar del todo al padre".

Otra cuestión es su homosexualidad reprimida y mal llevada en los años de estudiante que le condujeron a una especie de "doble vida", y hasta cierto a un trastorno, o al menos a verse a sí mismo "raro", "marginado", "diferente". Se sugieren intentos de suicidio en sus años jóvenes. Pero lo interesante es que la tortura interior está muy relacionada con los primeros textos que conocemos en los que se acerca a la psicología: una introducción a un libro del psicoanalista existencial Biswanger y "Maladie mentale et personnalité"

Fundamental me parece y es lo que más destacaría del libro y por lo que más me ha gustado es ver cómo se las arregla Foucault para asimilar tal cantidad de corrientes de pensamiento en su obra. Se pinta un panorama rico en figuras de las que aprender, Hyppolite, Merleau Ponty, Canguilhem, Althusser, Bachelard, de lecturas provechosas Hegel, Heidegger, Husserl, Marx. Y en especial el gran tema de la "filosofía a la defensiva". Es decir, una de las grandes cuestiones planteadas es el papel de la filosofía frente a las ciencias humanas, en especial en el caso de Foucault, frente a la psicología. Grave problema de la demarcación. Moreno Pestaña narra especialmente bien cómo y porqué Foucault acabó siendo un filósofo y no un psicólogo.

Un libro que recomiendo a los amigos del Mochuelo ubetense para leer sin prisas.




miércoles, 17 de julio de 2013

Cómo y por qué acaban con la filosofía



Manuel Sanlés explica muy bien el proceso de eliminación de las asignaturas filosóficas, en beneficio de dos prioridades para toda España:

-religión
-lengua española e historia de España, con examen obligatorio en todos los niveles hecho por el ministerio de educación

Cada uno que piense lo que quiera con esos dos puntos esenciales. Demuestran en qué año de la historia viven.

En el vídeo se refieren a entrevistas en el ministerio con "engaños" incluidos.


Rafael Orden, decano de filosofía en la Complutense, explica que el "desmoche filosófico" de secundaria les va a llegar también a ellos. Cree demasiado en la "demostración", por aquí no se estilan las demostraciones científicas ni argumentadas, pero a alguna esperanza tendremos que conservar.

La alternativa ética-religión nos ha hecho mucho daño. Pero es una polémica que viene desde el siglo XIX. La filosofía no tendría que entrar en esa guerra de la religión en la escuela. Pero la situación en España es la que es. La educación ética tendría que ser común a todos los ciudadanos, con y sin religión. Esa es otra cuestión. ¿Pensamiento demasiado evolucionado para nuestra sociedad?




Frente a la religión propia y tradicional, frente a la cultura y la historia nacionalista,  Martha Nussbaum, Susan Georg y la UNESCO nos enseñan que la filosofía es el único lenguaje universal de la humanidad, además de la única posibilidad de abrir el individuo del cosmopolitismo. Lo dice Luis María Cifuentes: la filosofía no tiene que ser sierva de nadie. La democracia condición de posibilidad de la filosofía, sólo la democracia hace posible el juicio.
La democracia actual está secuestrada.



jueves, 11 de julio de 2013

Gadamer explica la filosofía griega



Autora Ana Azanza

Este es el primer capítulo de la serie dirigida por Safranski en la que Gadamer cuenta la historia de la filosofía. Ya colgué el que me pareció más interesante por ser el dedicado a la hermenéutica explicada por su propio creador. En este pasa su peculiar revista a la antigua filosofía griega. Escoge Tales, Heráclito, Sócrates, Platón y Aristóteles. Hay que destacar la selección de puntos biográficos, anécdotas o leyendas que nos han llegado y cómo las coloca de manera magistral. Particulamente interesante la historia de la caída en el pozo de Tales, o la del relámpago de Heráclito. Por no hablar del apodo de Aristóteles y la costumbre que tomó para poder leer el mayor tiempo posible.

No puedo dejar pasar que después de años pensando que lo sabía todo de Aristóteles, le dediqué mucho tiempo en el pasado, nunca me habían encontrado con una explicación tan buena y accesible, entiendo que proveniente del mismo Estagirita, sobre la diferencia entre el espíritu divino y el espíritu humano. La mejor ilustración de qué significa la actualidad del ser divino de la que no goza el hombre. Animo a escucharla de labios de Gadamer.

También me parece crucial como sigue una especie de hilo conductor que le lleva de una a otro filósofo con toda naturalidad a través de pasajes biográficos y reflexiones que denotan un profundo conocimiento de los autores.

No me extraña que en determinados momentos los filósofos alemanes haya pretendido detentar la antorcha de la filosofía heredada de la antigua Grecia, dejando a parte el caso de Nietzsche que se inicia en la filosofía precisamente a través de una interpretación de esa cultura que escandalizó a sus colegas filólogos. Se nota la familiaridad de Gadamer con los filósofos antiguos, el sentimiento incluso que le pone a su narración. Tanto Emilio Lledó como Vatimo que tuvieron la gracia de participar en los seminarios de este maestro, recuerdan cómo en ellos se leían los textos en griego. No estoy segura de que se discutieran en griego, probablemente en atención a los más jóvenes. Pero hay que destacar que todos estos filósofos ya clásicos Heidegger, Gadamer, Arendt...etc hayan reconocido en diferentes momentos que la poesía y la literatura griega aprendida de memoria formaba parte de su formación literaria inicial.

Sin duda una buena base para empezar en filosofía y que se deja ver en este vídeo que quiero compartir con el Mochuelo pensador ubetense. Es de esas lecciones en que se percibe la corriente que emana del maestro y se da una cuenta de que dedicarse a la filosofía, aunque por aquí pueda parecer bastante estrafalario y poco práctico, es la actividad con más sentido y así es reconocida y valorada en otros países con una gran tradición. Oyendo estas lecciones de Gadamer se comprende porqué.

domingo, 5 de mayo de 2013

Kierkegaard, el "devoto anarquista"

Hoy 5 de mayo hace 200 años del nacimiento de Kierkegaard. En 1841 llegaba a la universidad de Berlín Soren Kierkegaard. El doctor en teología huía de Copehnage, de la desorientación filosófica y de la decepción amorosa. Huía en busca de una verdad absoluta que pudiera calmar su espíritu. El joven danés escuchó con entusiasmo las reconocidas lecciones de Schelling sobre "la filosofía de la revelación", con las que Friedrich Wilhem pretendía combatir las "semillas del dragón del panteísmo hegeliano" y la "disolución de la cultura doméstica." Los ataques de Schelling a la democracia política y al liberalismo religioso entusiasmaron a Kierkegaard.




Pero pronto el entusiasmo se transformó en una profunda decepción para el joven danés. "Frialdad, en parte insomnio, nerviosismo, por mis decepcionadas esperanzas en Schelling, confusión en mis ideas filosóficas", escribía en febrero de 1842.

Un aspecto que hace atrayente la figura de Kierkegaard es la estrecha relación entre su teología, su filosofía y la historia de su vida, incluida la de sus amores sin cumplir. Hay una pregunta clave que le atormenta: ¿Se puede ser un cristiano piadoso en una sociedad moderna? Contesta de una manera subjetiva y egocéntrica. Desde su más tierna juventud Kierkegaard fue un "alma en pena", aquejado de múltiples enfermedades del alma, de ánimo débil, sufriendo miedos, profundas depresiones con pensamientos de suicidio, un torturante odio a sí mismo a la vez que una intensa autocompasión y una profunda desconfianza frente a todos los demás seres humanos.

A través de sus escritos teológicos quería dominar las urgencias de su alma. La teología no es en este caso una reflexión teórica, sino que pretendía deducir de ella una orientación práctica que le garantizara una inquebrantable identidad libre de dudas. Cuanto más busca analizar psicológicamente la existencia creyente, más tiene que reconocer que la creencia no ofrece ninguna seguridad definitiva y que la vida del hombre creyente siempre permanece en "Temor y temblor", como reza el título de una de sus obras principales.

El rasgo fundamental que lo lleva a buscar siempre la clarificación de su propia alma ha convertido a Kierkegaard en un clásico de la nueva teología europea. Kierkegaard, constante buscador del sentido representa frente a la tradición europea algo totalmente nuevo, una comprensión antropológica de la teología. Ya no se trata de una especulación metafísica sobre Dios o el mundo, sino un análisis psicológico de las situaciones elementales de la existencia del individuo. No se trata de buscar verdades objetivas, sino verdades subjetivas a través de un giro radical hacia el individuo. Este individualismo patético le ha valido  la fama de ser un pensador de la creencia tan fascinante como peligroso.




Nacido el 5 de mayo de 1813 en Copenhague recibió una influencia que le marcaría de por vida de la religiosidad pietista de su padre, un hombre de negocios muy rico. Se trataba de una piedad melancólica y depresiva, en lugar de cultivar la fe en la gracia y en la alegría se centraba en el pecado y el miedo a la muerte. En su adolescencia duda de esa melancolía. ¿Es posible entre los tormentos de la vida llegar a un estado sereno y tranquilo del alma? Para aquietar sus dudas religiosas Kierkegaard empieza a estudiar filosofía en 1830 y en 1838 teología en unos años que serán muy duros por sus terribles crisis. Termina sus estudios en 1841 con una disertación titulada "El concepto de ironía en Sócrates". Como rico heredero lleva a partir de entonces la vida exteriormente lujosa de un profesor privado y literato en la capital danesa, nunca tuvo que trabajar, por lo que tenía mucho tiempo para observarse a sí mismo y reflexionar. Una y otra vez se ocupa del individuo y de sus luchas internas, de la decisión absoluta entre la nada y la falta de salida del pecador con respecto a Dios. La sociedad, el estado y la política aparecen en sus textos sólo como representaciones de sus luchas internas por la decisión esencial. La imagen del heroico y solitario creyente está hecha de un fondo de lucha, pasión e impugnación. En particular Kierkegaard es el crítico más tenaz del "idealismo alemán", en especial de Hegel, que había explicitado la creencia luterana en conceptos racionales. Quien pretenda traducir las creencias en conceptos racionales destroza la particularidad de la fe, la inmediatez existencial con Dios. Para Kierkegaard la creencia no es un pensamiento racional, sino una decisión irracional, una empresa absolutamente arriesgada, un salto en lo desconocido. Por eso es el antepasado del existencialismo moderno.

Esta concentración en la pura interioridad acerca a Kierkegaard al crítico de la religión que fue Feuerbach, quien por su parte había subrayado la participación activa del hombre religioso en en la formación de las representaciones religiosas. Aquí como allí todos los presuntos contenidos objetivos de la creencia se disuelven en la inmediatez de la existencia religiosa. La tesis existencial de que Dios sólo es en la Subjetividad y para la Subjetividad la propia "relación a Dios" (Karl Löwith), no puede defender la fe de ser posiblemente sólo una ilusión y una quimera piadosa.



Todo hombre se halla, como Kierkegaard plantea en su análisis del sacrificio de Isaac, en la obligación existencial de decidir. Cada cual tiene que decidir cómo quiere conducir su vida. El que apuesta por el consumo y el disfrute de la vida se queda en el "estadio estético" sin poder superar el vacío de sentido y la repugnancia de la existencia. Sólo en el "estadio ético" el yo se transforma en persona, consciente de su libertad de opción entre dos alternativas: se puede elegir entre uno mismo pecador, fijado en sí mismo como  yo finito, o atreverse a dar el salto a la fe.

Este salto al nivel más alto el religioso es un salto mortal del creyente, representado por Abraham que estaba dispuesto a sacrificar a su hijo porque Dios se lo pidió. Esta disposición al asesinato del propio hijo es en el sentido más fuerte la obediencia de la fe. Abraham se ha decidido, está ante Dios como un individuo único en una relación absoluta con el absoluto. La verdadera fe deja atrás todas las cosas mundanas, las reglas de nuestra vida cotidiana en favor de la absoluta individualidad. El devoto anarquista formula una sarcástica y extraordinaria crítica llena de profundo desprecio por todas las formas de normalidad burguesa. Critica de los establecidos, de la sociedad burguesa y la "iglesia del pueblo" que la apoya. Los cristianos de iglesia sólo son banales burgueses que se mienten a sí mismos, nunca "cristianos en sentido absoluto".

Schrempf fue un párroco luterano de Württenberg expulsado por ejercer la objeción de conciencia contra las enseñanzas de su iglesia. El publicó en 1900 los primeros escritos de Kierkegaard en alemán para todos los cansados de la modernidad y los aficionados al sentido reformista de la vida de cualquier clase. En los años 20 los teólogos antiliberales como Karl Barth, Rudolf Bultmann y Paul Tillich presentaron a Kierkegaard como el gran héroe de la protesta contra un cristianismo aburguesado. Los decisionistas como Carl Schmitt y el pensador del ser Heidegger lo estilizaron como el pensador del "estado de excepción", el descubridor de los demonios de las profundidades que hay en el hombre y el que tuvo la valentía y la decisión de atravesar las superficialidades de las Luces y de la ideología liberal. Como héroe del antifilisteísmo fue puesto al lado del Anticristo de Nietzsche.

Kierkegaard describe en poderosas imágenes lingüísticas la distancia al mundo de la fe. La fe es peligrosa para todas las instancias mundanas, porque "por la obediencia incondicional a Dios mantiene lo existente sobre lo desconocido". La fe protege a lo meramente secular de solidificarse y asumir una estabilidad que está en contradicción con su finitud. La fe quiere simplemente que lo finito sea finito y defiende de la autoabsolutización. Por ello puede ser una fuerza crítica de las propios límites.

Pero ¿quién limita a la fe? Esta es una decisiva debilidad de la retórica de Kierkegaard crítica de la razón, la retórica del salto y de la decisión. Kierkegaard es un clásico del odio a la ciencia y del rechazo de la razón escéptica y la Ilustración. A los retos éticos de las ciencias modernas sólo habría una respuesta cínica: Retirémonos en la propia vida y verdadera vida interior. Desdeña los compromisos, las mediaciones entre intereses, la búsqueda de consensos democráticos.

Son los peligros de su agresivo antirracionalismo. Todo intento de llevar la fe a una conducta constructiva de acuerdo con la razón es rechazado como una destrucción de la creencia existencial. Pero de esa forma la fe se convierte en fe arrogante, autoritaria y queda inmunizada contra toda crítica. Se apropia de la fuerza crítica, "sub specie Dei" para recordar su finitud a todo lo mundano. No sólo la razón tiene límites, también la fe los tiene. La fe no debería ponerse a sí misma en el lugar de Dios.

El autor del artículo acaba tildando a Kierkegaard de modelo de fundamentalistas religiosos. Pero estimo que el fundamentalismo religioso que nos amenaza en nuestros días no tiene que ver con la filosofía de Kierkegaard. Es producto de evoluciones sociales y políticas, de una colonización y descolonización mal llevadas, procesos históricos de los que Kierkegaard no habla y que dudo le interesaran. Su reflexión es sincera y vale como modelo de alma atormentada que no se arredra ante las preguntas más profundas y difíciles, preguntas que al que se las hace en serio le plantean el temor y temblor. La validez de  sus tormentos filosóficos para la filosofía política, la sociología y los problemas concretos que nos afectan como comunidad global 200 años después me parece nula. Kierkegaard trata asuntos muy personales "de cada uno frente a su finitud". La película "Ordet" que nos puso Marcos refleja bastante mejor por donde van las "reclamaciones" de Kierkegaard.



domingo, 14 de abril de 2013

Aprender a leer el mundo con H. G. Gadamer



¿Qué diríamos si nos dieran la oportunidad de escuchar directamente a Platón, Aritóteles, Agustín, Kant, Marx? todos vivieron antes de la era internet, imposible escuchar en vivo y en directo, sin intermediarios que hacen su lectura interesada. No es el caso de Hans Georg Gadamer, que conoció la era de los grandes medios de comunicación y de internet. Es indiscutiblemente uno de los últimos y más importantes eslabones de la tradición filosófica alemana. Este vídeo es el último episodio de una serie televisiva sobre historia de la filosofía hecha en 2000, es decir, que si se grabó en esa fecha podemos disfrutar de una clase magistral dada   por Gadamer a los cien años.

 La serie de programas fue dirigida por R. Safranski. Gadamer empieza con los presocráticos, sigue con Platón, el neoplatonismo y pasa a Hegel, Hölderlin, Hegel y Nietzsche. Muestra con dicha selección esa continuidad que los alemanes han querido realizar entre la cultura griega antigua, especialmente en filosofía, y su pensamiento patrio, representado en especial por el idealismo.

Cada filósofo hace su lectura del mundo, siempre ha habido hermenéutica. Pero sorprendentemente no se trata de hacer tal o cual lectura interesante sino de saber leer. La hermenéutica es el arte de saber leer el mundo. Leer no es un acto privado, no se trata de juntar letras. Se trata de interpretar y dar sentido, leer se lee en voz alta, con un tempo, un ritmo, una melodía, viviendo el sentido que se desprende del texto aquí y ahora. Lejos de ser una posesión definitiva de la verdad, la hermenéutica es una ayuda para llegar a ella, ese era el uso de la hermenéutica que le daba el moderno creador filosófico de la misma, Schleiermacher. El sentido de un texto es una música en la que cuentan muchos más elementos que las meras palabras.

Gadamer explica cómo el lenguaje se convirtió en el centro de la reflexión filosófica en el siglo XX. El lenguaje es algo vivo, que está sobre todo en la conversación, en el diálogo donde hay habla y escucha y por tanto entendimiento. No estamos hablando de proferir opiniones a las que tan aficionados somos los profesores de filosofía, estamos hablando de estar a la escucha que puede dar paso a la comprensión del otro. La hermenéutica es por ello el arte de dejarse decir algo, esto es lo impresionante del descubrimiento gadameriano, no soy yo quien tengo algo que decir, no se trata de proferir, sino de estar a a escucha, preparado para descifrar lo que tengo ante mí.

A partir de ahí, de esa capacidad de entender al otro, Gadamer hace una llamada a la solidaridad, la única forma de salvar la vida propia y ajena en el planeta tierra.
Como colofón del programa Gadamer responde a qué es filosofía, y siendo él un gran profesor de filosofía, reconoce que la filosofía no está en la clase o en el texto, sino en las preguntas filosóficas de los seres humanos, particularmente de los jóvenes, de los niños y también de los ancianos que se preguntan qué pasará tras la muerte, cuál será el futuro del mundo. Sólo una exigencia moral de solidaridad se salva de la destrucción final. La filosofía es hoy más necesaria que nunca, justamente por el espectacular desarrollo de todas las ciencias que hacen difícil una visión de conjunto.

sábado, 9 de marzo de 2013

En el día de la mujer trabajadora.



Ana Azanza

Aunque ha pasado el día del mujer trabajadora, voy a poner el enlace a este documento que me parece muy importante, sobre los derechos humanos aplicados a las mujeres. Somos mayoría pero no tenemos el poder. Reconozco que no es mi guerra específica, pero padezco como todas las demás el hecho evidente de que no "mandamos" y de haber sido educada para el sometimiento. Agradezco que haya mujeres que pasen por locas, exageradas, radicales por el simple motivo de que se atreven a reivindicar algo que debería de ser elemental aspiración, somos iguales como seres humanos y merecemos que se nos reconozcan igualmente nuestros méritos. No es así ni mucho menos. Cuesta llegar a algo en esta sociedad si un hombre no te apoya.

Me asusta observar en los adolescentes con los que trato ramalazos de "anti igualdad", es decir, de aceptación de la desigualdad injusta como hecho insuperable. Tanto en ellos como en ellas. Por ello me ha gustado este texto de Marcela Lagarde, que evidentemente es de las que no se conforma con lo que hay.

El cambio no está en las declaraciones ni en los sesudos artículos filosóficos. El cambio está en el día a día, en las actitudes de respeto y consideración hacia todas, en este caso, aunque seamos mujeres y en la valoración de nuestro trabajo y de todo lo que hacemos. Concretando en el campo de la educación: todo el mundo entiende que el modelo masculino autoritario "yo soy el que se impone", es la mejor forma y la única de enseñar. No es así ni mucho menos. Se puede conseguir el silencio de los alumnos mediante el miedo, pero miedo no es respeto a la persona. El respeto a una persona no es lo mismo que el miedo. Es más difícil ser respetado sin aterrorizar porque está socialmente aceptado el respeto desde el autoritarismo.

Modelo masculino al que hay que adecuarse. Se nota en que hay alumnos que no respetan a las profesoras por ser mujeres. Deberíamos hacernos pensar si no será que los alumnos reflejan los valores que nosotros los adultos proyectamos.  Se discute sobre las modalidades de la enseñanza de valores cada vez que hay un cambio político, pero los valores que transmitimos no tienen que ver con si la clase de religión tiene esta o aquella modalidad, y cuál es el estatuto y el nombre de una "asignatura de educación cívica".

La formación o deformación se transmite con el tipo de personas que somos cada uno. De manera inconsciente todo lo que hacemos o dejamos de hacer muestra nuestros valores. No se puede disimular ni ocultar. Lo que decimos con los labios lo desmentimos con las acciones. Todo trasciende, hasta la forma de sentarse, de mirar o de dirigirse a los demás o a las demás. Los alumnos de un instituto son "proyectos de personas", seres humanos en formación, con mucho que descubrir de la vida, pero no son tontos y se fijan en absolutamente todo lo que dice o hace su profesor. Los valores no se improvisan, se viven y se cree en ellos o no, pero no se puede engañar a nadie, porque es algo inconsciente que se transmite sin querer. Por usar la expresión de una de mis filósofas del momento, Edith Stein, la empatía tiene mucho que ver en esto.
Siento que vivimos en una sociedad muy machista, y me asombra observar que las actitudes no cambian tan rápido en las generaciones que vienen detrás.

Por eso hago este comentario y referencia al artículo de Marcela Lagarde.