José Penalva, mi joven pedagogo favorito, premio Oliva Sabuco de microensayo
y profesor de la Universidad de Murcia me manda una entrevista que le han
hecho. Me gusta su crítica al pedagogismo que hemos venido padeciendo y
padecemos, su defensa de la autonomía y la autoridad del docente de verdad,
el que se enfrenta diariamente a la ignorancia y la soberbia de sus
alumnos/as. De todas formas es demasiado duro con el contructivismo y
demasiado pesimista respecto al modelo actual. Que no sería tan malo si
ofreciera una salida a los chavales de catorce que no sirven para el estudio
o no quieren estudiar, pero podrían obtener el graduado aprendiendo un
oficio, con un barnicillo cultural (lengua, cálculo y EpC)... Los PCPI no
deberían de ser un parche para "fracasados" (más de un 33% en Andalucía,
¡una barbaridad!), sino una segunda vía digna para graduarse en secundaria.
Y por supuesto, alargar el bachillerato es urgente. No se pueden comprimir
en dos años los conocimientos y actitudes académicas que se explicaban en
cuatro. ¿Extraña que se quejen los profes universitarios del bagaje con que
les llega el alumnado? Eso se puede hacer incluso en 4º de ESO, aumentando
las exigencias académicas. Los de diversificación irían por la otra vía...
Bueno, estoy especulando.
lunes, 28 de septiembre de 2009
domingo, 27 de septiembre de 2009
Filósofos por la Ciudadanía

Nuestro compañero Javier Adolfo Iglesias, Profesor de Filosofía, está animando la creación de una Asociación que active la responsabilidad y el compromiso de los filósofos en la Educación para la Ciudadanía, y de la ciudadanía.
La controvertida asignatura de Educación para la Ciudadanía -que en Andalucía sólo ocupa una trigésima parte del horario de los alumnos de 3º de ESO-, bien entendida, razonablemente impartida, puede ser un magnífico vino de reserva, un excelente caldo clásico, escanciado con garantía por quienes tienen una conciencia crítica suficiente de la genealogía de los grandes ideales e ideas, así como de sus lamentables fracasos, y una formación adecuada en Ética y en Política, o sea, por los filósofos y las filósofas, aunque dicho vino aparezca envuelto en el nuevo odre publicitario que halaga el gusto del político de turno: "Educación para la Ciudadanía". ¿Acaso puede ser para otra cosa una buena educación ética y política, sino para el ejercicio responsable y activo de la ciudadanía, de las buenas costumbres y la politeya? ¿Y acaso nace de otro sitio la filosofía, sino de la discusión pública entre iguales?
Muchos hubiéramos preferido que la asignatura se hubiera llamado así: simplemente: Ética y/o Política. En el antiguo Bachillerato una y otra eran disciplinas que contaban con un curso cada una, y más horario que hoy. Claro que aquél completo bachillerato no era el comprimido en dos cursos que se ofrece hoy. Si por ejemplo se hubiese llamado así, "Ética y Política", nos hubiésemos evitado muchas discusiones inútiles, todos esos enfrentamientos tendenciosos entre las hipérboles libertarias, comunitaristas pero doctrinarias, de la izquierda, y las hipócritas rajadas de vestiduras, individualistas o clericales, de las derechas. Lo mismo hubiera pasado con el "matrimonio" entre lesbianas o gays, con tal de que se hubiese llamado, por ejemplo, como en otros países más civilizados y cívicos que el nuestro, "contrato de convivencia"... Pero a los españoles nos pirra fatigarnos en extremismos doctrinarios, muchas veces incluso a golpes.
Quienes se agrupan en esta naciente Asociación defienden que la Filosofía, actualizada, modernizada y con nuevos métodos didácticos, es la mejor vía para educar buenos ciudadanos. ¡Pues claro!
La Asociación anda buscando coordinador para Jaén. Los interesados pueden dirigirse a Javier Adolfo Iglesias: filosofosporlaciudadania@gmail.com
La controvertida asignatura de Educación para la Ciudadanía -que en Andalucía sólo ocupa una trigésima parte del horario de los alumnos de 3º de ESO-, bien entendida, razonablemente impartida, puede ser un magnífico vino de reserva, un excelente caldo clásico, escanciado con garantía por quienes tienen una conciencia crítica suficiente de la genealogía de los grandes ideales e ideas, así como de sus lamentables fracasos, y una formación adecuada en Ética y en Política, o sea, por los filósofos y las filósofas, aunque dicho vino aparezca envuelto en el nuevo odre publicitario que halaga el gusto del político de turno: "Educación para la Ciudadanía". ¿Acaso puede ser para otra cosa una buena educación ética y política, sino para el ejercicio responsable y activo de la ciudadanía, de las buenas costumbres y la politeya? ¿Y acaso nace de otro sitio la filosofía, sino de la discusión pública entre iguales?
Muchos hubiéramos preferido que la asignatura se hubiera llamado así: simplemente: Ética y/o Política. En el antiguo Bachillerato una y otra eran disciplinas que contaban con un curso cada una, y más horario que hoy. Claro que aquél completo bachillerato no era el comprimido en dos cursos que se ofrece hoy. Si por ejemplo se hubiese llamado así, "Ética y Política", nos hubiésemos evitado muchas discusiones inútiles, todos esos enfrentamientos tendenciosos entre las hipérboles libertarias, comunitaristas pero doctrinarias, de la izquierda, y las hipócritas rajadas de vestiduras, individualistas o clericales, de las derechas. Lo mismo hubiera pasado con el "matrimonio" entre lesbianas o gays, con tal de que se hubiese llamado, por ejemplo, como en otros países más civilizados y cívicos que el nuestro, "contrato de convivencia"... Pero a los españoles nos pirra fatigarnos en extremismos doctrinarios, muchas veces incluso a golpes.
Quienes se agrupan en esta naciente Asociación defienden que la Filosofía, actualizada, modernizada y con nuevos métodos didácticos, es la mejor vía para educar buenos ciudadanos. ¡Pues claro!
La Asociación anda buscando coordinador para Jaén. Los interesados pueden dirigirse a Javier Adolfo Iglesias: filosofosporlaciudadania@gmail.com
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Ciudadanía,
educación,
Filosofía
jueves, 24 de septiembre de 2009
Primera cita
Vale, el 21, aunque es el Día Mundial del Ahorro de Energía,
pero a nosotros nos sobra ;--)).
J. Biedma
Non nobis solum nati sumus
(Cicerón)
Non nobis solum nati sumus
(Cicerón)
lunes, 3 de agosto de 2009
J. A. Griñán y la Educación
En una reciente entrevista (IDEAL 2-8-9), el presidente de la Junta de Andalucía, J. A. Griñán, es preguntado por la prioridad del nuevo curso político... "La prioridad es la educación y no debe haber otra" -responde. Aboga también por una pedagogía social "del trabajo bien hecho, del estudio, como valores sociales predominantes" y recomienda la lectura de Blanco White en las escuelas, así como la recuperación del "espíritu vocacional" del profesorado.
Todo eso está muy bien, sin embargo, nuestro presidente parece seguir creyendo que todo se resuelva a golpe de BOJA: "vamos a aprobar ya mismo el reglamento de centros".
El máximo responsable de nuestra administración autonómica debiera echar un ojo a la famosa "Orden de calidad y mejora", contestada por la inmensa mayoría del profesorado andaluz, pero que sigue vigente, y preguntarse si esa orden (ya saben "ordeno y mando") -que ofrece incentivos a cambio de resultados fácilmente maquillables- está inspirada en el "principio vocacional" al que alude, o más bien supone que el profesorado es un tipo de proletariado económicamente estimulable.
Reconozco que algunas de las cosas que dice son muy razonables, aunque su partido no se las aplique. Por ejemplo, el valor que otorga al consenso escolar entre los distintos sectores de la comunidad educativa para establecer reformas que puedan ser útiles y estables. Incluso ve bien que se instauren uniformes (¡eso sí que sería igualitario y económico!) si la decisión se toma desde el consenso entre padres y profesores. ¿Entraría en este consenso el alumnado, tan sobredotado de derechos como infradotado en obligaciones?
Cuando se le pregunta por la recuperación del principio de autoridad, recuerda el "autoritarismo" de la época franquista (que tan poco tiene que ver con el principio de autoridad) cuando los profesores pegaban al alumnado, le obligaban a rezar y a cantar el "cara al sol". Griñán cree que no es necesario recuperar la autoridad, sólo el respeto.
El respeto es una especie de variante blanda que sirve también para eludir el concepto de "obediencia debida"... ¡a la autoridad!, expresión satanizada o tabutizada por nuestras "autoridades" educativas, que inventan múltiples perífrasis, paráfrasis y eufemismos, para eludirla en sus textos legales: "el alumno "debe seguir las indicaciones del profesor", etc. Pero que luego sí se la exigen al profesorado que se les subordina, cuando cambian horarios o calendarios, exigen cursos y cursillillos de formación (e instrucción política).
Pero, ¿qué es eso del "respeto", valor suficiente según Griñán, en vez del valor de la autoridad? Es suficiente que el alumnado sienta respeto por sus profesoresw. Voy al RAE. "Respeto" significa atención, consideración.
Lo mejor -sin duda, y en esto le doy la razón a Griñán- sería que los automovilistas no consumieran alcohol mientras conducen, ni inflingieran las normas de tráfico por "respeto" (miramiento, deferencia) a sí mismos y a los demás, o bien -aunque implica un considerable ejercicio de abstracción, que no está al alcance de quien sólo tiene la ESO o ni siquiera la ESO- por "respeto" (acatamiento, veneración) a la ley, ley o normas que son en un "estado de derecho" expresión de la "voluntad de todos" o por lo menos de la mayoría (acepción ésta muy kantiana).
Pero..., ¿de verdad se cree Griñán que la mayoría de los automovilistas van a "respetar" las normas si no hay autoridad , en las carreteras y por encima de las carreteras, autoridad que castigue (ay, se me ha escapado, perdón, "sancione") con multas o incentive con puntos de regalo, a quienes lo hacen mal o a quienes lo hacen bien. ¿Cree Griñán que la Señora Justicia, con su balanza y su venda en los ojos, puede ser otra cosa que un fantoche de cartón piedra sin su espada? No deja de ser curioso que, en germanía, según reconoce el Dicc. RAE, "respeto" haya significado, precisamente, espada.
Estas contradicciones resultan de lo siguiente: los políticos -para halagar a sus "clientelas"- se expresan como si fuéramos ángeles, pero luego -para tenernos controlados a todos- legislan como si fuésemos animales. Maquiavelo es su santo patrón, patrón de la razón de Estado. ¡Hombre, ni tanto ni tan calvo! Maquiavelo escribió como un amargado y estuvo equivocado. No somos del todo ángeles, pero tampoco del todo bestias. La polítia del palo y la zanahoria no vale, pero la de la permisividad y el "güenismo" (to er mundo e güeno), tampoco.
Lo que sí es seguro, y de sentido común, es que los hospitales deben ser gobernados por médicos y los centros educativos por profesores. El profesor debe ser la autoridad en el aula, y esa autoridad no tiene nada que ver con la arbitrariedad franquista que tanto nos recuerdan estos neo-conservadores de la "memoria sesgada histórica". La autoridad del profesor moderno, ilustrado, no está basada en su sotana ni en el carnet de falange, sino en el reconocimiento público -estatal, incluso, pues suele ser funcionario por oposición- de su madurez y conocimientos y tiene que ser respaldada por el Estado que lo ha nombrado, y del cual usted, señor Griñán, en Andalucía al menos, es el máximo representante. Si no, si esa autoridad carece de "espada" (es un símbolo, usted me entiende) se queda en mero "respeto", y ese respeto no será nada, y tendremos a muchos demasiados niños y niñas dando órdenes caprichosas, tuteando y cagándose en los muertos de los profesores y maestros, o pinchándoles lo coches, o escupiéndoles, o insultándoles o amenazándoles, cuando les plazca. O sea, lo que tenemos.
Cuando la entrevistadora le pregunta al presidente si las exageraciones anarquistas del 68 fueron los polvos que trajeron estos lodos, Griñán señala más bien a la falta de compromiso con la educación de muchos padres...
Sin duda, pero también los excesos de aquel motín de señoritos aburridos..., ¿y la falta de compromiso con la educación de demagogos y publicistas y medios de comunicación privados? y -lo que es peor y responsabilidad suya-, ¿y la falta de compromiso con la educación de los medios de comunicación públicos? ¿No otorgan y reconocen nuestros medios, al negro destintado ese, pobrecillo, que acaba de morir por abuso de drogas, más autoridad y respeto que a cualquier buen estudiante, que a cualquier maestro?, y todo eso con el beneplácito de su Amo.
Por supuesto que "la educación no se delega", pero, aquí, ¡que cada cual sostenga su vela! Ni los padres pueden delegar en la escuela, ni los políticos en los padres, ni la escuela puede tampoco renegar de su responsabilidad, que la tiene, y mucha, aunque le ninguneen la "autoridad", precisamente, quienes tendrían que reconocérsela los primeros y respaldarsela siempre.
Ya lo ha dicho J. A. Marina, o remamos todos o el barco de la educación se hunde. O "jugamos" a educar todos, o rompemos la baraja. Pero sucede además que la educación no es ningún juego, porque en ella nos lo jugamos todo, sino más bien hay que hacer en ella de aguafiestas de tanto juego, de tanto ludismo, de tanto consumismo, de tanto botellódromo bendecido por los políticos, de tanta noche de "marcha", de tanta demagogia... O todos hacemos de aguafiestas, o rompemos la baraja.
Sí, señor presidente, urge recuperar el principio de autoridad, ¡y también el principio de obediencia! Obediencia legítima, obediencia razonable, obediencia ilustrada. Las leyes tienen que reconocer que los hijos, sobre todo si son menores, deben obedecer a sus tutores, a sus padres y a sus profesores -siempre, naturalmente, que estos no les propongan lo inmoral o ilegal, y siempre, claro, que la autoridad competente dé razones de lo que ordena, como hacen -por ejemplo y sin ningún pudor- la Consejera, la Delegada o el Ministro cuando publican sus órdenes, reglamentos o normas de comienzo de curso, en el BOE, el BOJA o en una circular a los centros.
¿O es que los políticos sí van a merecer "autoridad", mientras que ingenieros, médicos, profesores... han de conformarse con el mero y blando "respeto"?
Todo eso está muy bien, sin embargo, nuestro presidente parece seguir creyendo que todo se resuelva a golpe de BOJA: "vamos a aprobar ya mismo el reglamento de centros".
El máximo responsable de nuestra administración autonómica debiera echar un ojo a la famosa "Orden de calidad y mejora", contestada por la inmensa mayoría del profesorado andaluz, pero que sigue vigente, y preguntarse si esa orden (ya saben "ordeno y mando") -que ofrece incentivos a cambio de resultados fácilmente maquillables- está inspirada en el "principio vocacional" al que alude, o más bien supone que el profesorado es un tipo de proletariado económicamente estimulable.
Reconozco que algunas de las cosas que dice son muy razonables, aunque su partido no se las aplique. Por ejemplo, el valor que otorga al consenso escolar entre los distintos sectores de la comunidad educativa para establecer reformas que puedan ser útiles y estables. Incluso ve bien que se instauren uniformes (¡eso sí que sería igualitario y económico!) si la decisión se toma desde el consenso entre padres y profesores. ¿Entraría en este consenso el alumnado, tan sobredotado de derechos como infradotado en obligaciones?
Cuando se le pregunta por la recuperación del principio de autoridad, recuerda el "autoritarismo" de la época franquista (que tan poco tiene que ver con el principio de autoridad) cuando los profesores pegaban al alumnado, le obligaban a rezar y a cantar el "cara al sol". Griñán cree que no es necesario recuperar la autoridad, sólo el respeto.
El respeto es una especie de variante blanda que sirve también para eludir el concepto de "obediencia debida"... ¡a la autoridad!, expresión satanizada o tabutizada por nuestras "autoridades" educativas, que inventan múltiples perífrasis, paráfrasis y eufemismos, para eludirla en sus textos legales: "el alumno "debe seguir las indicaciones del profesor", etc. Pero que luego sí se la exigen al profesorado que se les subordina, cuando cambian horarios o calendarios, exigen cursos y cursillillos de formación (e instrucción política).
Pero, ¿qué es eso del "respeto", valor suficiente según Griñán, en vez del valor de la autoridad? Es suficiente que el alumnado sienta respeto por sus profesoresw. Voy al RAE. "Respeto" significa atención, consideración.
Lo mejor -sin duda, y en esto le doy la razón a Griñán- sería que los automovilistas no consumieran alcohol mientras conducen, ni inflingieran las normas de tráfico por "respeto" (miramiento, deferencia) a sí mismos y a los demás, o bien -aunque implica un considerable ejercicio de abstracción, que no está al alcance de quien sólo tiene la ESO o ni siquiera la ESO- por "respeto" (acatamiento, veneración) a la ley, ley o normas que son en un "estado de derecho" expresión de la "voluntad de todos" o por lo menos de la mayoría (acepción ésta muy kantiana).
Pero..., ¿de verdad se cree Griñán que la mayoría de los automovilistas van a "respetar" las normas si no hay autoridad , en las carreteras y por encima de las carreteras, autoridad que castigue (ay, se me ha escapado, perdón, "sancione") con multas o incentive con puntos de regalo, a quienes lo hacen mal o a quienes lo hacen bien. ¿Cree Griñán que la Señora Justicia, con su balanza y su venda en los ojos, puede ser otra cosa que un fantoche de cartón piedra sin su espada? No deja de ser curioso que, en germanía, según reconoce el Dicc. RAE, "respeto" haya significado, precisamente, espada.
Estas contradicciones resultan de lo siguiente: los políticos -para halagar a sus "clientelas"- se expresan como si fuéramos ángeles, pero luego -para tenernos controlados a todos- legislan como si fuésemos animales. Maquiavelo es su santo patrón, patrón de la razón de Estado. ¡Hombre, ni tanto ni tan calvo! Maquiavelo escribió como un amargado y estuvo equivocado. No somos del todo ángeles, pero tampoco del todo bestias. La polítia del palo y la zanahoria no vale, pero la de la permisividad y el "güenismo" (to er mundo e güeno), tampoco.
Lo que sí es seguro, y de sentido común, es que los hospitales deben ser gobernados por médicos y los centros educativos por profesores. El profesor debe ser la autoridad en el aula, y esa autoridad no tiene nada que ver con la arbitrariedad franquista que tanto nos recuerdan estos neo-conservadores de la "memoria sesgada histórica". La autoridad del profesor moderno, ilustrado, no está basada en su sotana ni en el carnet de falange, sino en el reconocimiento público -estatal, incluso, pues suele ser funcionario por oposición- de su madurez y conocimientos y tiene que ser respaldada por el Estado que lo ha nombrado, y del cual usted, señor Griñán, en Andalucía al menos, es el máximo representante. Si no, si esa autoridad carece de "espada" (es un símbolo, usted me entiende) se queda en mero "respeto", y ese respeto no será nada, y tendremos a muchos demasiados niños y niñas dando órdenes caprichosas, tuteando y cagándose en los muertos de los profesores y maestros, o pinchándoles lo coches, o escupiéndoles, o insultándoles o amenazándoles, cuando les plazca. O sea, lo que tenemos.
Cuando la entrevistadora le pregunta al presidente si las exageraciones anarquistas del 68 fueron los polvos que trajeron estos lodos, Griñán señala más bien a la falta de compromiso con la educación de muchos padres...
Sin duda, pero también los excesos de aquel motín de señoritos aburridos..., ¿y la falta de compromiso con la educación de demagogos y publicistas y medios de comunicación privados? y -lo que es peor y responsabilidad suya-, ¿y la falta de compromiso con la educación de los medios de comunicación públicos? ¿No otorgan y reconocen nuestros medios, al negro destintado ese, pobrecillo, que acaba de morir por abuso de drogas, más autoridad y respeto que a cualquier buen estudiante, que a cualquier maestro?, y todo eso con el beneplácito de su Amo.
Por supuesto que "la educación no se delega", pero, aquí, ¡que cada cual sostenga su vela! Ni los padres pueden delegar en la escuela, ni los políticos en los padres, ni la escuela puede tampoco renegar de su responsabilidad, que la tiene, y mucha, aunque le ninguneen la "autoridad", precisamente, quienes tendrían que reconocérsela los primeros y respaldarsela siempre.
Ya lo ha dicho J. A. Marina, o remamos todos o el barco de la educación se hunde. O "jugamos" a educar todos, o rompemos la baraja. Pero sucede además que la educación no es ningún juego, porque en ella nos lo jugamos todo, sino más bien hay que hacer en ella de aguafiestas de tanto juego, de tanto ludismo, de tanto consumismo, de tanto botellódromo bendecido por los políticos, de tanta noche de "marcha", de tanta demagogia... O todos hacemos de aguafiestas, o rompemos la baraja.
Sí, señor presidente, urge recuperar el principio de autoridad, ¡y también el principio de obediencia! Obediencia legítima, obediencia razonable, obediencia ilustrada. Las leyes tienen que reconocer que los hijos, sobre todo si son menores, deben obedecer a sus tutores, a sus padres y a sus profesores -siempre, naturalmente, que estos no les propongan lo inmoral o ilegal, y siempre, claro, que la autoridad competente dé razones de lo que ordena, como hacen -por ejemplo y sin ningún pudor- la Consejera, la Delegada o el Ministro cuando publican sus órdenes, reglamentos o normas de comienzo de curso, en el BOE, el BOJA o en una circular a los centros.
¿O es que los políticos sí van a merecer "autoridad", mientras que ingenieros, médicos, profesores... han de conformarse con el mero y blando "respeto"?
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jueves, 25 de junio de 2009
Mochuelo


Nombre científico: Athene noctua.
En honor de la diosa Atenea.
Disfrutamos ayer con el poema y la reflexión de Rafael sobre el mochuelo. No estábamos todos y había demasiado ruido para concentrarse, pero nada es perfecto. Me gusta del mochuelo su color pardo, como la tierra, y que aletee mucho, con ascensos y descensos continuos en su vuelo. Precioso bicho.
El mochuelo europeo o mochuelo común (Athene noctua) es una de las aves rapaces nocturnas más difundidas por toda la mitad sur de Europa y el norte de África. Tiene unos 25 cm de longitud.
Como la mayoría de aves de la familia Strigidae, tiene grandes ojos de iris amarillo-pálido. Es de estatura rechoncha, de color pardo con manchas blancas, y en vuelo se distingue por sus alas cortas, redondeadas y con líneas punteadas de color blanco. Se parece un poco al autillo europeo, pero éste es de color ceniza, con un par de mechones en punta encima de la cabeza, y menos corpulento que el mochuelo.
Su vuelo es ondulado, con descensos y ascensos continuos y de aleteos rápidos.
Su voz es fácil de escuchar en los atardeceres: una serie de reclamos agudos y fuertes. Se suele ver sobre todo en paisajes mediterráneos, con olivos, matorrales, y algún que otro pedregal. También es frecuente verlo de dia, posado sobre un poste.
Caza sobre todo pequeños roedores, insectos grandes, pequeños pájaros y gusanos.
En la antigua Grecia era el animal sagrado de la diosa Atenea,1 de la cual toma su nombre científico, y símbolo de la ciudad de Atenas. Por ello, muchas monedas acuñadas llevaban en su reverso la imagen de este animal.
miércoles, 20 de mayo de 2009
Ordet

En la última reunión Marcos nos propuso esta película de Dreyer, un cineasta nada prolífico y muy perfeccionista como lo demuestran 14 películas en 54 años.
La película sorprende, más si se está acostumbrado al cine contemporáneo. Me he ilustrado sobre ella viendo el programa que hizo José Luis Garci. Lo primero es que el tema de la película la fe está tratado de manera muy profunda. Y además hay grandes sentimientos. Al mismo tiempo no es un sermón, es realista. Los personajes siempre están haciendo algo a la vez que hablan sobre cuestiones graves y no tan graves: devanando una madeja, preparando café, haciendo una masa, cosiendo... Y como señala uno de los contertulios de Garci Dreyer sustenta "en emociones una película con filosofía". Profundamente metafísica. Ordet representa la trascendencia en la máxima cotidianeidad.
Hay un viaje iniciático del cuerpo hacia el alma y del alma hacia el cuerpo como lo demuestra la escena final de la pareja protagonista, tras el milagro empieza una nueva vida y lo vemos en el amor de Ingrid por su marido.
Dreyer, lector de Kierkegaard, se permite bromear sobre la locura de Johannes, el personaje que se cree Jesús, originada en leer
a este filósofo. La erudición lleva a la locura mientras que los sentimientos sencillos dan con la fe: la niña que confía sin asomo de duda produce el milagro. Al tiempo los propósitos del pastor y del médico, el uno queriendo explicar lo que no necesita explicación, y el otro presumiendo de su ciencia, los dejan en el peor lugar posible dentro de las diferentes actitudes de los personajes ante la trascendencia.
Parece que Dreyer estaba en "estado de gracia", su cine es inimitable y en Ordet da más preguntas que respuestas. Con enorme simplicidad de medios, los muebles pertenecían a los campesinos de Jutlandia, compone auténticos cuadros que hacen pensar en los grandes de la pintura clásica. No corta los planos, hay tensas panorámicas, la cámara va como flotando, es la mirada, tiene el punto de vista del corazón del espectador. Una película hecha cerca de la pintura, te sientes dentro del cuadro, y a la vez con un sentido del tiempo, un ritmo casi musical. Puro arte. Sin olvidar la luz blanca que entra por las ventanas del velatorio donde está Ingrid recién muerta.
No hay acción, por eso resulta extraña si se llega a ella desde el cine comercial de hoy, pero tiene conflicto. Está llena de simbolismos: cuando se habla de la muerte, los faros de un coche barren la habitación, al morir Ingrid su marido para el reloj, y lo pone en marcha tras el milagro, en el camino a la casa del sastre a la ida y a la vuelta aparece la cruz, se oyen los gruñidos de los animales como signo de vida cuando nuera y suegro hablan de la fe... Realidad e irrealidad se dan la mano hasta el final.
En definitva, una experiencia filosófico-cinematográfica difícil de igualar.
sábado, 9 de mayo de 2009
El auténtico Mochuelo
Aquí el Mochuelo tal como lo veneramos ¿de instituto en instituto? que tiene hasta su oración para que nos inspire, además de la reglamentaria lista de cofrades. No le falta ni la hucha.
De paso tengo que felicitar a Marcos Serrano por su interpretación en el Florido pensil, nos reímos un buen rato en Linares... pena por los que os lo perdistéis.
Personalmente cursé la educación general básica de Villar Palasí, pero en la primera escuela en que puse los pies con cuatro años, había todavía restos de aquella educación del Florido pensil. Tuve oportunidad de usar los pupitres de madera de un banco para dos, con su agujero en la mesa para poner el tintero. Aquello era vetusto, desde después de la guerra sin tocar. Ese mismo año nos echaron a mitad de curso a otro local mientras se construía la nueva escuela.
Volviendo a la función de Linares: me divertí mucho con el lío de los tres dioses, las características de castellanos, andaluces, valencianos... todo en verso para ayudar a la memoria. Muy instructivos los problemas de matemáticas sobre andarines y bebedores de litros de vino y agua... la clase de historia, la llegada del inspector, los cantos patrióticos. Y Marcos, ora haciendo de alumno, ora haciendo de cura, estuviste genial. Muy creíble, y también agotador, me parece. Un aplauso para ti.
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