Emilio López Medina
Semblanza y relación con la Quinta
Faustino fue la
primera obra literaria del autor galduriense Emilio López Medina, con la que
obtuvo en 1984 el Segundo Premio “Plaza Mayor” de Teatro de la Casa de España
en París. “Sueño teológico” o sátira, se trata de una obra injustamente
irrepresentada, aunque muchísimo más representable que otras muchas que se
presentan. Si nadie es profeta en su tierra, Emilio lo tiene aún más difícil porque
su tierra es esta agreste de Jaén, tal vez reino santo, pero ingrato.
Espacio y tiempo
Como espíritu original, Emilio resultó por fuerza un
solitario. La segunda obra que leí suya no tenía nada que ver con la gracia
entre esperpéntica y bufonesca de aquella farsa: Prima Philosophia Ordine Geometrico Meditata. Su título no extraña
si se tiene en cuenta la formación de Emilio en la facultad de Filosofía de
Valencia y su interés por la lógica matemática y su (in)compatibilidad con la
Lógica Dialéctica. Fruto de esta tarea fue la obra Fundamentos de una Lógica Simbólica de la Contradicción (Pentalfa,
Oviedo, 1982), obra que me es del todo desconocida, aunque creo que tal vez
haga por conseguírmela gratis o barata, si aún está disponible en Iberlibro.
En algún momento he tenido oportunidad de discutir con su
autor la asimetría fundamental que introduce en Prima Philosophía entre espacio y tiempo, pues Emilio considera
aquella categoría, la del espacio, anterior a ésta: “El Tiempo es posterior al
Espacio (y a las cosas y fenómenos, puesto que el Tiempo sólo es la percepción
del devenir de éstos en el Espacio… El Tiempo, pues, no es una categoría
elemental o fundamental de la Realidad, sino que es una categoría derivada. El
Espacio es la categoría primigenia”.
Puede que en esta consideración pese mucho la tradición
aristotélica y cartesiana. Fue el Estagirita (¡mucho antes que Einstein!) quien
definió por primera vez el tiempo como una relativa del movimiento, que
obviamente sólo puede acontecer en el espacio. Y es sabido que Descartes redujo
el mundo, externo e independiente del pensamiento, a res extensa. Personalmente me considero más bien un pensador
temporalista que espacialista, como Séneca o María Zambrano, guardando las distancias, claro. El orden de la sucesión (tiempo) siempre me ha parecido
tan radical como el de la coexistencia (espacio). Siempre me ha parecido el tiempo una
categoría más fundamentalmente antropológica, y por tanto misteriosa, que el
espacio, porque estamos hechos de tiempo (esto decía el hispano-cordobés).
Uno de los argumentos de Emilio es que el Espacio puede
concebirse en sí mismo, en ausencia de seres, mientras que el Tiempo no puede
concebirse en sí mismo, en ausencia de seres. Se puede pensar un Espacio vacío,
pero no un Tiempo vacío. Al pie de esta razón, escribí in illo tempore la siguiente contrarrazón: “Es trampa, ¡esto es así
porque la idea de vacío no es más que otro nombre del Espacio, es una idea
espacial o la pura abstracción del Espacio! Se puede pensar no obstante un
Tiempo sin sucesos, una pura Presencia como el Ser de Parménides”…
Balmes y el papanatismo
Para cuando Emilio leyó y publicó su tesis doctoral, ya
éramos amigos. Nos carteábamos con cierta frecuencia, me asoció a un proyecto
de cultura francoespañola (he sido un “afrancesado” irredento, volteriano, tipo
abate Marchena). Su tesis versaba sobre El
sistema filosófico de Balmes (oikos-tau, Barcelona, 1997). Me la zampé casi
entera. Confirmó mi, nuestra, sospecha: Que los españoles somos unos papanatas,
que estamos dispuestos a incluir en un programa de Historia de la Filosofía a
cualquier sofista de habla alemana o francesa, antes que a un sólido pensador
hispano. Alguien como Balmes (1810-1848) fue sistemáticamente racional y
moderno, negándose a ser kantiano, escribiendo una sólida anticrítica de la Razón Pura, sólidamente realista frente al idealismo subjetivista del alemán. El
de Vic se atreve con enjundia filosófica a criticar la vacuidad kantiana de los
conceptos (ideas). “Si los conceptos generales no tuvieran contenido, nada
significarían”. Indeterminación no es vaciedad. Son indeterminados porque
derivan de una generalización-depuración de la experiencia. Creo que a Hannah
Arendt le encantaría esta noción de que los conceptos de la razón pura, o del
pensamiento (Vernunft), remiten a un
universo de significado distinto del universo de la verdad cognoscible al que
ella llama intelecto (recuperando el
término escolástico intellectus); y
Kant, Verstand.
Aforística
Pero la vena principal de Emilio, como se está viendo
últimamente, es la de aforista. Una vena nietzscheana, desde luego, pero
también marcialesca, epigramática. Pensamientos del que está de visita (BAAL
2MIL, Cádiz s/f) es una colección muy lograda. La obrita está dividida en seis
capítulos, desde, I “El hombre que nace y siente”, hasta VI. “El hombre y la
muerte”. Una ordenación que podríamos llamar, vital o vitalista. Y constituyen
un ejercicio extraordinario de perspicacia, cultura, ingenio y crítica.
Cuando los leí no pude sino hacerme cargo y eco de la
impresión que me causaron. Algunos de esos aforismos los he convertido casi en
lema propio a lo largo de mi vida académica y personal. En los últimos
tiempos, ya como profesor titular de la Universidad de Jaén, Emilio ha empezado
a publicar su colección de aforismos Las
7 bestias. A El dolor, que ha
regalado generosamente en la Quinta del
Mochuelo, seguirán La Ambición, El
Sexo, La Diversión, La Ignorancia, La Soledad y El Temor.
Me conmueve que trate temas de eterna actualidad, pero con
un sesgo muy moderno y ácido. Y me encanta que su perspectiva sea siempre la de
un melómano con un refinado gusto musical y cierta, melancólica, vena poética.
Por fin, de su asistencia a la Quinta surgió el proyecto de un blog o wiki -ya veríamos-, que
condense, comente o presente la extraordinaria colección de aforismos que ha
recopilado a lo largo de su dilatada trayectoria pensante y meditabunda.
Estamos pensando en ponerle un título como Aforística
ateneae noctuae o, tal vez, Aforística
aténica nóctica. Esto último suena estupendo pues se presta a
confusión y
hasta a contradicción ("atea gnóstica")... O Aforística ática noctua... o AFORÍSTICA ATENÓCTICA (apocopando
y gritando). Me temo que la cosa se ha quedado en el "ponerle nombre al niño".
En fin, releyendo estos nombres no tengo más remedio que
darle la razón a nuestro amigo y contertulio Pepe Fuentes, ¡la invención de
nombres no es lo mío! Así que dejaremos a nuestra coordinadora la importante
función de dar nombre y bautizar al nasciturus. Lo bueno, sobre todo, es que Emilio ha formado parte activa de
nuestra Quinta, fue adoptado con la máxima tolerancia y casi sin
escrúpulos en la primavera del año 12 del siglo XXI. Pero el carecer de prejuicios no es cosa humana, sino más bien
divina.
Y está comprometido en el proyecto de Memoria que tenemos entre manos y cuyo hilo conductor será un homenaje a la filosofía hispana, a María Zambrano y al Itinerarius mentis in Mochuelo,