martes, 7 de agosto de 2018

EL SUJETO NO ES EL INDIVIDUO

El sujeto no es el individuo y sin proceso de subjetivización, o formación del sujeto, no es posible la política, pues el individuo, consumidor o votante, es solipsista por definición.
Así lo explica Alain Badiou en ¿Qué hacer?:

...quizás sea útil a modo de preámbulo lo que entiendo por sujeto. Distingo con firmeza esta noción de la de individuo. En mi pensamiento, sujeto es quien decide mostrarse fiel a un acontecimiento que desgarra la trama de su existencia puramente individual y átona.

El acontecimiento siempre es imprevisible, resquebraja y trastoca el orden estancado del mundo abriendo nuevas posibilidades de vida, pensamiento y acción. Una revolución en política, un encuentro amoroso, una innovación artística, un descubrimiento científico de envergadura, ésos son acontecimientos. Hacen surgir algo profundamente inédito, dan lugar a una verdad hasta aquí insospechada: toda verdad está necesariamente ligada y es anterior a la sobrevenida tras un acontecimiento. El sujeto es aquel que no permanece pasivo frente al acontecimiento; se lo apropia, se compromete resueltamente en la aventura que se abre.

El sujeto designa la capacidad de intervención con respecto a un acontecimiento y la voluntad de incorporarse a una verdad, en un proceso duradero que da a la vida su verdadera orientación. Hay a mi entender cuatro grandes dominios donde se manifiestan verdades: la política, el amor, el arte y la ciencia. La política es pues uno de los lugares donde aparece el sujeto.

(...)

La política es la dimensión de la vida donde un sujeto puede producir una relación universalizable con los otros y nacer a sí mismo en esa relación. Es la instancia en que un sujeto se compromete en un proceso que lo abre a sí mismo, pero que también abre el colectivo al que él pertenece a un universal. Se abandona el dominio del repliegue solipsista, de la meditación de uno mismo sobre uno mismo. Uno ya no se aísla en la abstracción, cuyo modelo proponen las ciencias naturales. La política hace de nosotros, antes individuos dispersos, sujetos que se embarcan en un proceso colectivo capaz de determinar la visión común de voluntades asociadas.

Tanto en lo que respecta a la politica como al sujeto, mi concepción rompe por completo con la que prevalece en nuestros días. ¿Qué se nos dice acerca del sujeto? que se confunde con sus intereses inmediatos, económicos o personales. Seguir esta  pendiente es disolver la noción de sujeto en la falsa evidencia del individuo, al mismo tiempo que se disuelve la política auténtica en las aguas heladas del capitalismo. Algunos pensadores norteamericanos actuales llevan muy lejos esa lógica. Según ellos, para explicar cuaqluier cosa, no solo el funcionamiento de la economía, habríaque partir de la idea de átomos individuales regidos por sus intereses exclusivos.

Para oponerse a esta doctrina intolerable en todos los aspectos, la cuestión pasa por reorientar la teoría misma del sujeto: éste nombra entonces la capacidad de considerar el destino del colectivo desde la óptica de su propio interés, pero no exclusivamente. Este "no exclusivamente" constituye en mi opinión el foco, el punto nodal de la política. Y apunta a la dimensión de lo universalizable, la excepción de una verdad que desgarra y depone el régimen del puro individualismo.



Por su parte Marcel Gauchet afirma sobre el sujeto:

"es un concepto de una terrible dificultad. No se puede obviar su complejidad. Sin embargo, hay que tratar de hablar simplemente de él. Para aprehender lo que está en juego en él es preciso separarlo de su acepción trivial, una acepción que se impuso en el lenguaje filosófico corriente. El sujeto es la subjetividad, es decir, la interioridad. En sínteiss, el sujeto soy yo. Desde esta óptica la noción carece de interés

Hay por otra parte una segunda acepción, que es histórica y se sitúa en la línea de lo que la filosofía ha tratado de circunscribir, desde el idealismo alemán, como especificidad de la Edad Moderna. El sujeto es el nombre de algunas experiencias o algunos esados de la Humanidad que la modernidad hace posibles.

Para verlo con mayor claridad, conviene distinguir al individuo, la persona y el sujeto. La Humanidad, como las otras especies animales, está compuesta de individuos en el sentido biológico del término. Esas individualidades biológicas tienen la particularidad de estar dotadas de presencia de sí y de reflexividad; llegan al sentido de su identidad en el marco de colectivos igualmente identificados. Eso es lo que hace de ellas personas que se reconocen unas a otras como tales. Pero, además, en el transcurso de la modernidad y por obra de lo que he llamado la salida de la religión, esas personas se transformaron desde adentro para convertirse en sujetos.



Una vez que la Humanidad deja de concebirse en función del Otro que le confiere la clave de su identidad y, en cambio, se relaciona consigo mismo bajo el principio de la autonomía, entra en la era de la subjetividad. La salida de la religión equivale a desechar la alteridad en la definición de sí y a encontrar en uno mismo sus propias razones. La Humanidad, antes sometida a algo más alto que ella, queda sujeta a sí misma. Pero queda por mostrar con claridad los caminos de esa transformación de la idea y de la práctica de sí.

Esta experiencia tiene su teatro privilegiado y matricial en el terreno de la ciencia moderna y de la forma inédita que ésta da al rumbo del conocimiento. Eso es lo que la filosofía, desde Descartes, se esfuerza por pensar como sujeto de la ciencia o sujeto de la razón, capaz de conocimiento según lo universal. Pero la característica fundamental de la modernidad es ampliar esta dimensión del sujeto a otros registros de la experiencia humana, la moral, la estética e incluso la política. En cada uno de esos dominios el sujeto y la subjetividad designan no una propiedad permanente del actor, un estado continuo que lo defina en general, sino un estadio al cual él accede en situaciones específicas. Un científico puede llegar a ser sujeto en el ejercicio de su función de científico y dejar de serlo cuando se quita la bata y cuenta nimiedades en el café de la esquina.

¿Cuál es el criterio de delimitación? La focalización de un resultado universalmente válido que da forma a su práctica de científico, mientras que en el café de la esquina sus opiniones sólo le conciernen a él. En el rigor del concepto, "sujeto" no se aplica a un atributo constitutivo de lo que somos, sino a una experiencia que los actores son capaces de vivir en determinadas condiciones. Es una modalidad, una tonalidad del todo original e históricamente acaecida de la existencia humana. Somo sujetos en momentos bien definidos,  y lo somos cuando en nuestra acción está comprometido un universal. La política es uno de los modos posibles de subjetivación. No es el único, pero es un modo capital y hay que recordarlo, porque la dimensión propiamente política de la historia de la subjetividad moderna se olvida con demasiada frecuencia. La cuestión del sujeto, sin embargo es el telón de fondo de las reflexiones fundacionales de la filosofía política moderna, de Hobbes a Rousseau. Desde entonces por diversas razones se perdió un tanto de vista.

Esta experiencia tiene su teatro privilegiado y matricial en el terreno de la ciencia moderna y de la forma

No hay comentarios:

Publicar un comentario