Ana Azanza por la traducción
bastamag.net
« Si la libertad de las mujeres no deja de ser cuestionada es porque conseguirla arrastraría todas las demás libertades»
Nolwenn Weiler
La
historia como se nos cuenta desde el siglo XIX es una sucesión lógica
de hechos, de los que surgen los héroes y son excluidos los dominados,
mujeres, esclavos, trabajadores. A contracorriente de esta historia
hecha a medida por y para los dominantes, Michèle Riot-Sarcey,
historiadora de la política y feminista, propone otra mirada. En su
último libro, Le procès de la liberté, resucita y da vida a las
experiencias obreras y a las revoluciones sociales del siglo XIX, y
revela el potencial subversivo de la libertad cuando se conquista
colectivamente. De esa mirada crítica sobre el pasado podría surgir una
verdadera emancipación, sobre todo la de las mujeres que conllevaría
todas las demás.
Basta !
« Desde que hay Historia sirve para legitimar el poder que existe »,
dice ud. Para asentar esta legitimidad hizo falta inventar una historia
lineal, en la que los acontecimientos parecen encadenarse lógicamente
unos con otros, y los héroes sucederse unos a otros. ¿Cómo se construyó
dicho relato histórico ?
Michèle Riot-Sarcey [1] : Los cambios implementados por la Revolución de 1789, seguida por el imperio y la restauración, llevaron a las nuevas autoridades liberales a repensar y a reescribir la historia a principios del siglo XIX. No sólo tenían que superar el choque revolucionario, sino que tenían que elaborar una nueva forma de legitimidad en el momento en que el poder no podía legitimarse recurriendo a la trascendencia divina. Las personalidades que aspiraban a mandar, "los capacitados" según la terminología del momento, como François Guizot [ministro de la monarquía de julio y presidente del Consejo en 1847, ndlr] o Adolphe Thiers [presidente de la República de 1871 a 1873, ndlr], se sienten investidos de una misión que consiste en escribir la historia. Los historiadores se hacen políticos y los políticos se hacen historiadores. Buscan las leyes que dan sentido a la historia, y así trazan un pasado indiscutible, elaborando un discurso, una verdad que manda en el presente donde las cosas han dado un giro de 180 grados.
La historia, escribe Guizot, no es más que la sucesión de las relaciones de fuerza. Su ley ha de legitimar por tanto el poder [2]. En esta visión continua del proceso histórico los vencedores están convencidos de que la legitimidad les pertenece. Todo suceso que desestabiliza el orden existente está fuera de la historia por ser un fracaso. Una idea que todavía hoy domina emerge entonces: « Lo que pasó es lo que tenía que pasar. » Así, la tercera República, heredera de la segunda se inscribe en la continuación logica de la primera, sea cual sea la idea que entonces se tuviera del contenido de esa república, soberana, popular, social, democrática o liberal. No hay posibilidad de cambiar nada en esta linealidad impuesta. Todos los que se apartan del sentido de la historia son rechazados. De ahí las esperanzas que no se cumplen, las prácticas subversivas y revolucionarias de los individuos no libres quedan relegadas fuera del campo de las libertades conquistadas y confiscadas por una minoría de privilegiados.
Esta historia lineal apartaría a los movimientos revolucionarios y excluiría a los dominados. Los esclavos, las mujeres, los colonizados, los trabajadores jamás accedieron al estatuto de sujetos de la historia que se piensa y escribe desde entonces. ¿Cómo empezó la exclusión?
Cuando las insurrecciones y revoluciones sociales estallan primero en Francia y luego se extienden al resto de Europa (en 1830 y 1848), los vencedores de ayer que se habían apropiado de lo adquirido en la revolución de 1789, hacen lo posible para ocultar la idea de una revolución negando la legitimidad a los insurgentes. ¿Cómo se las arreglan ? Diferencia el ámbito social del político del que sólo ellos tienen la clave. Al rechazar la "cuestión social" y expulsarla fuera de la política, niegan a los insurrectos la capacidad de pensar la sociedad de otra manera. Los trabajadores son inmaduros, han oído los cantos de sirena de ilusiones utópicas, que dependen de teorías inaccesibles para semejante tropa de ignorantes.
Asimilados a los nuevos bárbaros, los canuts de Lyon en 1831 por ejemplo, estarían sufriendo la influencia de teorías no representativas e « inmorales ». En junio de 1848, de muchos juzgan que la insurrección es « infundada », diciendo que los obreros se rebelan contra sí mismos, contra una república legitimada por el sufragio universal. [En junio de 1848, estallan disturbios en París provocados por el cierre de los Talleres nacionales, una organización que daba trabajo a los parados. La brutal represión firma la ruptura de la clase obrera con el régimen revolucionario que había salido de las jornadas revolucionarias de febrero, ndlr]. Pero nadie se pregunta por el contenido de la república, alejada de las esperanzas de febrero, a distancia de la república democrática y social que fue objeto de aquellas jornadas a principios de marzo.
Tampoco se preguntan sobre el procedimiento electoral implementado sin aprendizane ni formación, en un contexto revolucionario que daba mucho miedo a los notables en las provincias. Las fuentes escritas en el momento mismo de los sucesos hacen una relectura y interpretan el fracaso y la represión feroz del mes de junio. Más tarde otros se esforzaron por establecer el fundamento de los vencedores, como Alexis de Tocqueville y Victor Hugo quien, so capa de gran defensor del pueblo, niega a sus personajes el estatuto de sujeto, poniéndolos bajo tutela de « protectores », padecen la historia y su destino está trazado hagan lo que hagan. Con Les Misérables, Victor Hugo participó en la reescritura de la historia de la primera mitad del siglo XIX. Sus interpretaciones se han erigido como el discurso de la verdad.
En su libro « Le procès de la liberté », lejos de los clichés de obreros manipulados e insurrectos ignorantes, revela Vd que se trataba de revolucionarios muy lúcidos, dotados de gran capacidad de reflexión. La riqueza y densidad de sus reivindicaciones se olvidó...
Sí claro. Fijémonos en la insurrección de 1848. Al contrario de lo que se suele decir no fue sólo que se proclamara la República. Fue tambié la expresión de una voluntad de atenuar las relaciones de explotación incluso de suprimirlas: toda la actualidad se somete a discusión: la abolición de la miseria, cuestión central del momento, el reparto de las remuneraciones, la protección de la ancianidad, la reorganización de la producción industrial y agrícola … El trabajo se convierte en la preocupación de los trabajadores que lo ven como fuente de emancipación y de cambio, a condiciónn de poder ocuparse "de sí mismos", de sus propios asuntos. La libertad se entendió entonces como el poder de actuar intelectual, social y políticamente, por el hecho de haberse convertido en una potencia real subversiva. Lamentablemente la palabra "libertad" fue confiscada enseguida por los que se hicieron con el control de los medios de producción y de las formas de pensar lo político.
La libertad hoy se ha convertido en una libertad mercantil, de disfrute, de propiedad. Todo se compra y se vende. Ser libre no consiste en ser alguien sino en ser algo (¿o en tener algo?). En la época de la uberización, la libertad se ha convertido en sinónimo de servidumbre voluntaria. No basta explotar a los demás, hay que explotarse a sí mismo. La palabra reforma ha perdido sentido en el curso del siglo XIX hasta designar todo lo contario a un avance de la justicia social y ahí seguimos hoy.
Entre las olvidadas de la historia : las mujeres, que lucharon con decisión en el siglo XIX para acceder al estatuto de sujeto. Analizaron con detalle las razones de verse sometidas a dominación y los medios a su disposición para combatirla. Llevaron a posiciones defensivas a sus compañeros de lucha exigiéndoles sin éxito que querían ser iguales en el ejercicio del poder.
Las mujeres de esos momentos revolucionarios, sobre todo en los años 1830, pensaron en la emancipación en el sentido pleno de la palabra. Fueron mujeres muy jóvenes, obreras, que vivieron un momento especial de libertad en el que todo parecía posible. Cuestionan las costumbres, asimilaron el matrimonio con la prostitución, y protestaton contra la costumbre que obliga a llevar el apellido del marido. Cuestionan las palabras libertad, igualdad, fraternidad, que les parece no están acabadas mientras las mujeres no se vean incluidas en la universalidad de los principios proclamados. Llegaron muy lejos hasta la práctica del amor libre. hay que saludar la extraordinaria lucidez de esas mujeres, que afirmaban ya como hizo Adèle de Saint-Amand en 1834, que las mujeres « no deberán su participación más que a sí mismas ».
La periodista y escritora Claire Démar, otra pionera, describe cómo la emanipación tenía que inscribirse en el núcleo de las vidas cotidianas: « La revolución en las costumbres conyugales en un cruce de calles o en la place pública en tres días, sino en todo momento y lugar, en el teatro,en los círculos de invierno, en los paseos de verano, en las largas noches sosas y frías como hay tantas en la alcoba conyugal... » [3]. Otro ejemplo de insurreción: Jeanne Deroin, lavandera autodidacta que llegó a maestra y militante socialista, y que presentó su candidatura a las legislativas de 1849. Pero Proudhon, jefe de los socialistas, animará a los socialistas a dejarla sola, a la que se había presentado por su cuenta y había osado simplemente expresarse. Proudhon se salió con la suya y este período de fuerte revuelta feminista caerá en el olvido.
Ha escrito « Pero en el subterráneo de las memorias circulan esperanzas que resurgen a la primera ocasión ». ¿El movimiento #Metoo, al que se unen mujeres del mundo entero, se inscribe en esta dinámica ?
Por supuesto. Entiendo que ese movimiento no empezó en Hollywood, sino en la India, en este país las mujeres se rebelaron para denunciar la impunidad de las violencias sexuales de las que son objeto. El proceso desencadenado me parece irreversible. Las mujeres del mundo entero toman conciencia de que sólo se liberarán por si mismas, como lo decían las insumisas del siglo XIX. Quieren ocupar el espacio público como personas y no como objeto sexual rechazado o deseado. Las mujeres forman parte de las categorías sociales que no han participado en la elaboración de las reglas de la organización de la sociedad y todavía menos han participado en el gobierno. Tienen que meterse mucho más en política para intentar imaginar un futuro sin dominación. Esa dedicación a la política será la base de las sociedades modernas y nuevas. Ya que durante mucho tiempo en épocas y lugares diferentes, los hombres han dominado a las mujeres. Si su libertad no deja de ser contestada es porque su lógica política lleva tras de sí a todas las demás libertades y así la organización de las sociedades fundada hasta ahora en la dominación del más vulnerable.
¿Piensa Vd que la rehabilitación de la herencia de las vencidas permitirá que todas esas memorias resurjan más fácilmente?
El desvío crítico por un pasado que ha conformado la opinión dominante en detrimento de una realidad conflictiva es tanto más necesario cuanto que hemos de reencontrarnos con el conflicto que es la manifestación concreta del movimiento de la historia y la condición de una reinvención del pensamiento alternativo. Hay que salir de la continuidad histórica de la que emergen los dominantes. Es un ejercicio difícil: ¿Cómo pensar la historia a partir de los posibles que no llegaron a ser? ¿Cómo separar la idea de "progreso" de la idea de explotación de los humanos? Cada vez más gente es consciente de que no hay libertad individual sin libertad colectiva.
min 13:44
La idea de reapropiarse de un poder real de actuación va apareciendo, nos vamos dando cuenta de que autoorganización y autoinstitucionalización son posibles, hay experiencias en América Latina, Grecia, Italia, también en Francia, donde individuos y colectivos se encargan de modo espontáneo de los inmigrantes. De eso se trata, responsabilizarse del mundo, donde uno está, colectivamente, y no olvidar que la libertad ni se otorga ni se transmite. Se conquista para uno mismo con los demás y no en detrimento del otro.
Entrevista de Nolwenn Weiler
Foto : Ivan du Roy, Basta !, Túnez, 2013.
Michèle Riot-Sarcey [1] : Los cambios implementados por la Revolución de 1789, seguida por el imperio y la restauración, llevaron a las nuevas autoridades liberales a repensar y a reescribir la historia a principios del siglo XIX. No sólo tenían que superar el choque revolucionario, sino que tenían que elaborar una nueva forma de legitimidad en el momento en que el poder no podía legitimarse recurriendo a la trascendencia divina. Las personalidades que aspiraban a mandar, "los capacitados" según la terminología del momento, como François Guizot [ministro de la monarquía de julio y presidente del Consejo en 1847, ndlr] o Adolphe Thiers [presidente de la República de 1871 a 1873, ndlr], se sienten investidos de una misión que consiste en escribir la historia. Los historiadores se hacen políticos y los políticos se hacen historiadores. Buscan las leyes que dan sentido a la historia, y así trazan un pasado indiscutible, elaborando un discurso, una verdad que manda en el presente donde las cosas han dado un giro de 180 grados.
La historia, escribe Guizot, no es más que la sucesión de las relaciones de fuerza. Su ley ha de legitimar por tanto el poder [2]. En esta visión continua del proceso histórico los vencedores están convencidos de que la legitimidad les pertenece. Todo suceso que desestabiliza el orden existente está fuera de la historia por ser un fracaso. Una idea que todavía hoy domina emerge entonces: « Lo que pasó es lo que tenía que pasar. » Así, la tercera República, heredera de la segunda se inscribe en la continuación logica de la primera, sea cual sea la idea que entonces se tuviera del contenido de esa república, soberana, popular, social, democrática o liberal. No hay posibilidad de cambiar nada en esta linealidad impuesta. Todos los que se apartan del sentido de la historia son rechazados. De ahí las esperanzas que no se cumplen, las prácticas subversivas y revolucionarias de los individuos no libres quedan relegadas fuera del campo de las libertades conquistadas y confiscadas por una minoría de privilegiados.
Esta historia lineal apartaría a los movimientos revolucionarios y excluiría a los dominados. Los esclavos, las mujeres, los colonizados, los trabajadores jamás accedieron al estatuto de sujetos de la historia que se piensa y escribe desde entonces. ¿Cómo empezó la exclusión?
Cuando las insurrecciones y revoluciones sociales estallan primero en Francia y luego se extienden al resto de Europa (en 1830 y 1848), los vencedores de ayer que se habían apropiado de lo adquirido en la revolución de 1789, hacen lo posible para ocultar la idea de una revolución negando la legitimidad a los insurgentes. ¿Cómo se las arreglan ? Diferencia el ámbito social del político del que sólo ellos tienen la clave. Al rechazar la "cuestión social" y expulsarla fuera de la política, niegan a los insurrectos la capacidad de pensar la sociedad de otra manera. Los trabajadores son inmaduros, han oído los cantos de sirena de ilusiones utópicas, que dependen de teorías inaccesibles para semejante tropa de ignorantes.
Asimilados a los nuevos bárbaros, los canuts de Lyon en 1831 por ejemplo, estarían sufriendo la influencia de teorías no representativas e « inmorales ». En junio de 1848, de muchos juzgan que la insurrección es « infundada », diciendo que los obreros se rebelan contra sí mismos, contra una república legitimada por el sufragio universal. [En junio de 1848, estallan disturbios en París provocados por el cierre de los Talleres nacionales, una organización que daba trabajo a los parados. La brutal represión firma la ruptura de la clase obrera con el régimen revolucionario que había salido de las jornadas revolucionarias de febrero, ndlr]. Pero nadie se pregunta por el contenido de la república, alejada de las esperanzas de febrero, a distancia de la república democrática y social que fue objeto de aquellas jornadas a principios de marzo.
Tampoco se preguntan sobre el procedimiento electoral implementado sin aprendizane ni formación, en un contexto revolucionario que daba mucho miedo a los notables en las provincias. Las fuentes escritas en el momento mismo de los sucesos hacen una relectura y interpretan el fracaso y la represión feroz del mes de junio. Más tarde otros se esforzaron por establecer el fundamento de los vencedores, como Alexis de Tocqueville y Victor Hugo quien, so capa de gran defensor del pueblo, niega a sus personajes el estatuto de sujeto, poniéndolos bajo tutela de « protectores », padecen la historia y su destino está trazado hagan lo que hagan. Con Les Misérables, Victor Hugo participó en la reescritura de la historia de la primera mitad del siglo XIX. Sus interpretaciones se han erigido como el discurso de la verdad.
En su libro « Le procès de la liberté », lejos de los clichés de obreros manipulados e insurrectos ignorantes, revela Vd que se trataba de revolucionarios muy lúcidos, dotados de gran capacidad de reflexión. La riqueza y densidad de sus reivindicaciones se olvidó...
Sí claro. Fijémonos en la insurrección de 1848. Al contrario de lo que se suele decir no fue sólo que se proclamara la República. Fue tambié la expresión de una voluntad de atenuar las relaciones de explotación incluso de suprimirlas: toda la actualidad se somete a discusión: la abolición de la miseria, cuestión central del momento, el reparto de las remuneraciones, la protección de la ancianidad, la reorganización de la producción industrial y agrícola … El trabajo se convierte en la preocupación de los trabajadores que lo ven como fuente de emancipación y de cambio, a condiciónn de poder ocuparse "de sí mismos", de sus propios asuntos. La libertad se entendió entonces como el poder de actuar intelectual, social y políticamente, por el hecho de haberse convertido en una potencia real subversiva. Lamentablemente la palabra "libertad" fue confiscada enseguida por los que se hicieron con el control de los medios de producción y de las formas de pensar lo político.
La libertad hoy se ha convertido en una libertad mercantil, de disfrute, de propiedad. Todo se compra y se vende. Ser libre no consiste en ser alguien sino en ser algo (¿o en tener algo?). En la época de la uberización, la libertad se ha convertido en sinónimo de servidumbre voluntaria. No basta explotar a los demás, hay que explotarse a sí mismo. La palabra reforma ha perdido sentido en el curso del siglo XIX hasta designar todo lo contario a un avance de la justicia social y ahí seguimos hoy.
Entre las olvidadas de la historia : las mujeres, que lucharon con decisión en el siglo XIX para acceder al estatuto de sujeto. Analizaron con detalle las razones de verse sometidas a dominación y los medios a su disposición para combatirla. Llevaron a posiciones defensivas a sus compañeros de lucha exigiéndoles sin éxito que querían ser iguales en el ejercicio del poder.
Las mujeres de esos momentos revolucionarios, sobre todo en los años 1830, pensaron en la emancipación en el sentido pleno de la palabra. Fueron mujeres muy jóvenes, obreras, que vivieron un momento especial de libertad en el que todo parecía posible. Cuestionan las costumbres, asimilaron el matrimonio con la prostitución, y protestaton contra la costumbre que obliga a llevar el apellido del marido. Cuestionan las palabras libertad, igualdad, fraternidad, que les parece no están acabadas mientras las mujeres no se vean incluidas en la universalidad de los principios proclamados. Llegaron muy lejos hasta la práctica del amor libre. hay que saludar la extraordinaria lucidez de esas mujeres, que afirmaban ya como hizo Adèle de Saint-Amand en 1834, que las mujeres « no deberán su participación más que a sí mismas ».
La periodista y escritora Claire Démar, otra pionera, describe cómo la emanipación tenía que inscribirse en el núcleo de las vidas cotidianas: « La revolución en las costumbres conyugales en un cruce de calles o en la place pública en tres días, sino en todo momento y lugar, en el teatro,en los círculos de invierno, en los paseos de verano, en las largas noches sosas y frías como hay tantas en la alcoba conyugal... » [3]. Otro ejemplo de insurreción: Jeanne Deroin, lavandera autodidacta que llegó a maestra y militante socialista, y que presentó su candidatura a las legislativas de 1849. Pero Proudhon, jefe de los socialistas, animará a los socialistas a dejarla sola, a la que se había presentado por su cuenta y había osado simplemente expresarse. Proudhon se salió con la suya y este período de fuerte revuelta feminista caerá en el olvido.
Ha escrito « Pero en el subterráneo de las memorias circulan esperanzas que resurgen a la primera ocasión ». ¿El movimiento #Metoo, al que se unen mujeres del mundo entero, se inscribe en esta dinámica ?
Por supuesto. Entiendo que ese movimiento no empezó en Hollywood, sino en la India, en este país las mujeres se rebelaron para denunciar la impunidad de las violencias sexuales de las que son objeto. El proceso desencadenado me parece irreversible. Las mujeres del mundo entero toman conciencia de que sólo se liberarán por si mismas, como lo decían las insumisas del siglo XIX. Quieren ocupar el espacio público como personas y no como objeto sexual rechazado o deseado. Las mujeres forman parte de las categorías sociales que no han participado en la elaboración de las reglas de la organización de la sociedad y todavía menos han participado en el gobierno. Tienen que meterse mucho más en política para intentar imaginar un futuro sin dominación. Esa dedicación a la política será la base de las sociedades modernas y nuevas. Ya que durante mucho tiempo en épocas y lugares diferentes, los hombres han dominado a las mujeres. Si su libertad no deja de ser contestada es porque su lógica política lleva tras de sí a todas las demás libertades y así la organización de las sociedades fundada hasta ahora en la dominación del más vulnerable.
¿Piensa Vd que la rehabilitación de la herencia de las vencidas permitirá que todas esas memorias resurjan más fácilmente?
El desvío crítico por un pasado que ha conformado la opinión dominante en detrimento de una realidad conflictiva es tanto más necesario cuanto que hemos de reencontrarnos con el conflicto que es la manifestación concreta del movimiento de la historia y la condición de una reinvención del pensamiento alternativo. Hay que salir de la continuidad histórica de la que emergen los dominantes. Es un ejercicio difícil: ¿Cómo pensar la historia a partir de los posibles que no llegaron a ser? ¿Cómo separar la idea de "progreso" de la idea de explotación de los humanos? Cada vez más gente es consciente de que no hay libertad individual sin libertad colectiva.
min 13:44
La idea de reapropiarse de un poder real de actuación va apareciendo, nos vamos dando cuenta de que autoorganización y autoinstitucionalización son posibles, hay experiencias en América Latina, Grecia, Italia, también en Francia, donde individuos y colectivos se encargan de modo espontáneo de los inmigrantes. De eso se trata, responsabilizarse del mundo, donde uno está, colectivamente, y no olvidar que la libertad ni se otorga ni se transmite. Se conquista para uno mismo con los demás y no en detrimento del otro.
Entrevista de Nolwenn Weiler
Foto : Ivan du Roy, Basta !, Túnez, 2013.
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