viernes, 23 de febrero de 2018

EMILIO, BALMES Y LA AFORÍSTICA


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Emilio López Medina
Semblanza y relación con la Quinta

Faustino fue la primera obra literaria del autor galduriense Emilio López Medina, con la que obtuvo en 1984 el Segundo Premio “Plaza Mayor” de Teatro de la Casa de España en París. “Sueño teológico” o sátira, se trata de una obra injustamente irrepresentada, aunque muchísimo más representable que otras muchas que se presentan. Si nadie es profeta en su tierra, Emilio lo tiene aún más difícil porque su tierra es esta agreste de Jaén, tal vez reino santo, pero ingrato.

Espacio y tiempo

Como espíritu original, Emilio resultó por fuerza un solitario. La segunda obra que leí suya no tenía nada que ver con la gracia entre esperpéntica y bufonesca de aquella farsa: Prima Philosophia Ordine Geometrico Meditata. Su título no extraña si se tiene en cuenta la formación de Emilio en la facultad de Filosofía de Valencia y su interés por la lógica matemática y su (in)compatibilidad con la Lógica Dialéctica. Fruto de esta tarea fue la obra Fundamentos de una Lógica Simbólica de la Contradicción (Pentalfa, Oviedo, 1982), obra que me es del todo desconocida, aunque creo que tal vez haga por conseguírmela gratis o barata, si aún está disponible en Iberlibro.

En algún momento he tenido oportunidad de discutir con su autor la asimetría fundamental que introduce en Prima Philosophía entre espacio y tiempo, pues Emilio considera aquella categoría, la del espacio, anterior a ésta: “El Tiempo es posterior al Espacio (y a las cosas y fenómenos, puesto que el Tiempo sólo es la percepción del devenir de éstos en el Espacio… El Tiempo, pues, no es una categoría elemental o fundamental de la Realidad, sino que es una categoría derivada. El Espacio es la categoría primigenia”.

Puede que en esta consideración pese mucho la tradición aristotélica y cartesiana. Fue el Estagirita (¡mucho antes que Einstein!) quien definió por primera vez el tiempo como una relativa del movimiento, que obviamente sólo puede acontecer en el espacio. Y es sabido que Descartes redujo el mundo, externo e independiente del pensamiento, a res extensa. Personalmente me considero más bien un pensador temporalista que espacialista, como Séneca o María Zambrano, guardando las distancias, claro. El orden de la sucesión (tiempo) siempre me ha parecido tan radical como el de la coexistencia (espacio). Siempre me ha parecido el tiempo una categoría más fundamentalmente antropológica, y por tanto misteriosa, que el espacio, porque estamos hechos de tiempo (esto decía el hispano-cordobés).

Uno de los argumentos de Emilio es que el Espacio puede concebirse en sí mismo, en ausencia de seres, mientras que el Tiempo no puede concebirse en sí mismo, en ausencia de seres. Se puede pensar un Espacio vacío, pero no un Tiempo vacío. Al pie de esta razón, escribí in illo tempore la siguiente contrarrazón: “Es trampa, ¡esto es así porque la idea de vacío no es más que otro nombre del Espacio, es una idea espacial o la pura abstracción del Espacio! Se puede pensar no obstante un Tiempo sin sucesos, una pura Presencia como el Ser de Parménides”…

Balmes y el papanatismo

Para cuando Emilio leyó y publicó su tesis doctoral, ya éramos amigos. Nos carteábamos con cierta frecuencia, me asoció a un proyecto de cultura francoespañola (he sido un “afrancesado” irredento, volteriano, tipo abate Marchena). Su tesis versaba sobre El sistema filosófico de Balmes (oikos-tau, Barcelona, 1997). Me la zampé casi entera. Confirmó mi, nuestra, sospecha: Que los españoles somos unos papanatas, que estamos dispuestos a incluir en un programa de Historia de la Filosofía a cualquier sofista de habla alemana o francesa, antes que a un sólido pensador hispano. Alguien como Balmes (1810-1848) fue sistemáticamente racional y moderno, negándose a ser kantiano, escribiendo una sólida anticrítica de la Razón Pura, sólidamente realista frente al idealismo subjetivista del alemán. El de Vic se atreve con enjundia filosófica a criticar la vacuidad kantiana de los conceptos (ideas). “Si los conceptos generales no tuvieran contenido, nada significarían”. Indeterminación no es vaciedad. Son indeterminados porque derivan de una generalización-depuración de la experiencia. Creo que a Hannah Arendt le encantaría esta noción de que los conceptos de la razón pura, o del pensamiento (Vernunft), remiten a un universo de significado distinto del universo de la verdad cognoscible al que ella llama intelecto (recuperando el término escolástico intellectus); y Kant, Verstand.

Aforística

Pero la vena principal de Emilio, como se está viendo últimamente, es la de aforista. Una vena nietzscheana, desde luego, pero también marcialesca, epigramática. Pensamientos del que está de visita (BAAL 2MIL, Cádiz s/f) es una colección muy lograda. La obrita está dividida en seis capítulos, desde, I “El hombre que nace y siente”, hasta VI. “El hombre y la muerte”. Una ordenación que podríamos llamar, vital o vitalista. Y constituyen un ejercicio extraordinario de perspicacia, cultura, ingenio y crítica.

Cuando los leí no pude sino hacerme cargo y eco de la impresión que me causaron. Algunos de esos aforismos los he convertido casi en lema propio a lo largo de mi vida académica y personal. En los últimos tiempos, ya como profesor titular de la Universidad de Jaén, Emilio ha empezado a publicar su colección de aforismos Las 7 bestias. A El dolor, que ha regalado generosamente en la Quinta del Mochuelo, seguirán La Ambición, El Sexo, La Diversión, La Ignorancia, La Soledad y El Temor.
Me conmueve que trate temas de eterna actualidad, pero con un sesgo muy moderno y ácido. Y me encanta que su perspectiva sea siempre la de un melómano con un refinado gusto musical y cierta, melancólica, vena poética.

Por fin, de su asistencia a la Quinta surgió el proyecto de un blog o wiki -ya veríamos-, que condense, comente o presente la extraordinaria colección de aforismos que ha recopilado a lo largo de su dilatada trayectoria pensante y meditabunda. Estamos pensando en ponerle un título como Aforística ateneae noctuae o, tal vez, Aforística aténica nóctica. Esto último suena estupendo pues se presta a confusión y hasta a contradicción ("atea gnóstica")... O Aforística ática noctua... o AFORÍSTICA ATENÓCTICA (apocopando y gritando). Me temo que la cosa se ha quedado en el "ponerle nombre al niño".

En fin, releyendo estos nombres no tengo más remedio que darle la razón a nuestro amigo y contertulio Pepe Fuentes, ¡la invención de nombres no es lo mío! Así que dejaremos a nuestra coordinadora la importante función de dar nombre y bautizar al nasciturus. Lo bueno, sobre todo, es que Emilio ha formado parte activa de nuestra Quinta, fue adoptado con la máxima tolerancia y casi sin escrúpulos en la primavera del año 12 del siglo XXI. Pero el carecer de prejuicios no es cosa humana, sino más bien divina.

Y está comprometido en el proyecto de Memoria que tenemos entre manos y cuyo hilo conductor será un homenaje a la filosofía hispana, a María Zambrano y al Itinerarius mentis in Mochuelo,

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