FILOSOFIA DEL
DAR
THE LIFE YOU CAN SAVE de Peter Singer
Este libro de 2009 está de plena
actualidad. Conocía a este autor por algunas referencias a su defensa de los
derechos de los animales y algunas afirmaciones extravagantes al respecto. Pero
ignoraba una parte que considero aún más interesante de su compromiso ético: la
lucha por la erradicación de la pobreza extrema en el mundo.
Singer no se anda por las ramas y
comienza advirtiendo al lector, “si mientras lees este libro estás bebiendo
agua embotellada cuando en tu casa tienes agua del grifo ya estás gastando en
algo que realmente no necesitas.”
Un billón de seres humanos tiene
que luchar cada día para sobrevivir con menos dinero de lo que cuesta dicha
botella de agua mineral. Como carecen de lo básico, sus hijos mueren de
diarrea. El mensaje está claro: todos los que podemos permitirnos el lujo de
leer este libro tranquilamente podemos ayudar sin arriesgar nuestra vida.
Singer ha investigado a lo largo de su vida sobre lo que damos, porqué lo damos
y a quién, qué nos motiva y qué deberíamos dar.
Vivimos en un momento en el que la
proporción de gente incapaz de cubrir sus necesidades mínimas es menor que
nunca en la historia y en el que la proporción de gente que vive con mucho más
de lo que necesita también es única. En 1960 20 millones de niños morían de
hambre cada año, en 2007 son menos de 10 millones en una población mundial que
se ha duplicado.
Algunos megarricos han dado
cantidades inmensas, Bill Gates dio 29 billones de dólares a su fundación, pero
siendo mucho es una mínima parte de lo que todos podríamos aportar.
Peter Singer estima que el 95% de
los norteamericanos, es decir, la clase media, podría dar el 5%. Y es
consciente de que el standard de conducta ética que propone es muy exigente, no
nos podemos considerar suficientemente morales si no damos algo más de lo que
pensamos que podemos dar. El objetivo del autor es atajar la pobreza mundial no
crear mala conciencia, pero consigue esto último. Incluso en medio de la crisis
económica, vivimos infinitamente mejor que los seres humanos en situación de
pobreza extrema. ¿Cómo considerarse ético cuando 18 millones de seres humanos
mueren sin necesidad cada año?
Muertes innecesarias son las de
los niños con sarampión porque no pueden pagar el tratamiento de una enfermedad
erradicada entre nosotros, o los que mueren de hambre. También los que fallecen
por malaria o diarrea por carecer de agua limpia o de una simple mosquitera.
Singer nos pone frente a nuestras compras innecesarias: comidas en el
restaurante, bebidas, coches, remodelación de la casa.
Ser pobre significa hacer una
comida al día o ninguna, o tener que elegir entre dar de comer al hijo o comer
uno mismo.
No poder ahorrar para caso de
necesidad, si ocurre una desgracia en la familia hay que pedir prestado a
intereses abusivos.
No poder mandar los hijos a la
escuela.
No tener acceso al agua potable
No tener una casa en condiciones
dignas de habitabilidad.
La situación ha mejorado mucho en
el Sur de Asia pero el problema continúa, en los países subsaharianos todavía
380 millones de personas se pueden considerar “absolutamente pobres”. Los
pobres de nuestros países ricos a menudo tienen tele, un 75% de los
considerados pobres tienen coche, son pobres comparando con el nivel del país, pero
están muy lejos de la malnutrición. Hoy en día muchos vivimos mejor que Luis
XIV, tenemos agua caliente y fría en casa, calefacción en invierno, aire
acondicionado en verano.
Y entre los lujos que nos
permitimos figura tirar el 14% de la comida que compramos y que está en
perfectas condiciones.
¿Por qué no damos? USA da 2,2 % de
su PIB el doble de la media de los países de la OCDE, los más generosos en tiempo dado a los
pobres son Suecia y Dinamarca. El dinero dado a instituciones religiosas que se
va en pagar burocracia.
“Gano mi dinero y me lo gasto en
lo que quiero” es un pensamiento que nos aparta de dar y demuestra falta de
empatía, somos responsables de los demás, somos seres humanos.
Además de dar poco o no dar, los
países ricos perjudican a los pobres estropeando sus caladeros de pesca con las
prácticas industriales en Afríca del Oeste. Obiang y sus jets privados mientras
Guinea es pobrísima es un caso extremo. También robamos sus riquezas para
enriquecernos a su costa.
El calentamiento global generado
por nuestro desarrollo va a permitir más tierras para cultivo en Alaska ¿Qué
será de la agricultura africana? La subida del nivel del mar se traga tierras
fértiles en países como Bangla Desh o la India.
Bien mirado los problemas
ecológicos que provocamos nos convencen de que no hay forma de decir con un
minimo de sensatez “que me dejen en paz y yo dejo en paz a los demás”. La
ecología es la demostración de que todos los humanos estamos en el mismo barco.
No es sólo dar, ¿cuáles son las
causas de la pobreza?
La naturaleza humana enseña es más
efectivo hablar de un caso concreto que hablar en general del hambre, ayudamos
más fácil a un solo niño que a 8. Por lo visto el caso del niño actúa sobre
nuestro sistema emocional que nos lleva rápidamente a la actuación, mientras
que las abstracciones y grandes cifras activan la deliberación, dura más y no
está unido a la acción inmediata. El terremoto de China en 2008 no nos afectó
emocionalmente. El tsunami de 2004 provocó 220.000 muertos pero en USA se
recogió mucho más dinero para el huracán Katrina aunque sólo fueron 16.000 los
fallecidos. Ayudamos a los de nuestra tribu o grupo, y seguramente esto es
producto de la evolución, así se sobrevivía en el pasado. Pero la moral no es
producto de la evolución, la evolución no tiene moral, es nuestra obligación
ensanchar nuestra capacidad de sentir también por los hombres y mujeres de
otros continentes.
La proporción de vidas que podamos
salvar tiene más peso que el número de vidas, la gota en el océano, por eso no
damos, pero para la persona o familia afectada cambiamos su vida. Tampoco damos
si sentimos que los más ricos no dan
Es más fácil si compartimos la
responsabilidad de dar con otros. Hablar del tema ayuda a la generosidad de la
gente.
Ya Marx advirtió que el dinero
tiene el poder de alienar a las personas, de socavar nuestros sentimientos, de
alejarnos de los demás, y hacernos razonar más fríamente. Hay experimentos que
confirman que si se trata de ayudar por dinero se ayuda menos. El dinero promueve
el individualismo y la autosuficiencia.
CULTURA DEL DAR
C. Ellinger heredó 250.000 dólares
de su abuela y como trabajaba en una fundación se le ocurrió que lo mejor que
podía hacer era darlo
Con otros favorecidos por los
millones como él creó la Liga50% que entregan la mitad de su capital. En 2008 ya eran 100. En su sitio web
explican cómo dar ha proporcionado un sentido a sus vidas.
Jesús enseñó: “Que tu mano derecha
no sepa lo que hace la izquierda” , pero a Singer no le parece mal que se dé
publicidad a los donativos, porque estimula la generosidad y de lo que se trata
es de acabar con la pobreza mundial.
Damos por sentado que hemos de ser
interesados, parece estúpido no serlo. Cuando vemos a los ricos dar
desconfiamos.
Pero en la vida diaria demostramos
que no siempre seguimos el interés propio. Nos bombardean con la publicidad y
nos creemos.
Los motivos demasiado elevados son
contraproducentes
Dar sangre, votar en las
elecciones, dar propinas.
¿Cómo entendemos el interés
propio? ¿consiste sólo acumular dinero y poder? ¿pensamos que hemos de
concentrarnos en mostrar lo ricos que somos? ¿o incluimos ayudar a los demás?
Singer aporta muchos ejemplos de
millonarios generosos y de éxitos alcanzados por la ayuda internacional.
La OMS ha hecho progresos notables en la lucha
contra el sarampión, la ceguera y la
diarrea infantil. Destacó el caso de las basureras intocables de la India que ganaban 3 cts. por
1 kg de
plástico recogido en los vertederos, en medio de unos olores apestosos. Oxfam
ha conseguido que la gente separe los plásticos en casa, que aumenten los
ingresos de estas mujeres, que trabajen más limpias y que puedan llevar sus
hijos a la escuela.
Otro caso destacable es e la
montañera española Magda King que tras subir varios ocho miles en Nepal se dio
cuenta de que podía hacer mucho por mejorar la vida de los pueblos que viven en
el techo del mundo y recogió fondos para poner escuelas y mejorar la salubridad
en esos lugares.
Fred Hollows es un oftalmólogo
australiano que dedicó su vida a dar vista con una simple operación que cuesta
50 dólares a un millón de personas en paises desfavorecidos.
El matrimonio Hamlin, formado por
dos ginecólogos visitaron Etiopía en los años 50, allí descubrieron el problema
de las fístulas. Las mujeres tenían hijos cuando su vientre no estaba
totalmente formado, el feto les provocaba una fístula, un desgarramiento
interno que tenía como consecuencia que la mujer olía mal el resto de su vida
por mucho que se lavara, viéndose rechazada por su marido. Por 400 euros los
Hamlin han salvado a 32.000 chicas hasta la fecha de vivir en la miseria. El
documental “A Walk to beautiful” explica esta historia.
Es vergonzoso que se haga negocio
con las necesidades de los pobres, por ejemplo para erradicar el SIDA en Africa
se venden preservativos hechos en USA más caros y de igual calidad que los
hechos en Asia. Si se transporta comida desde América se gasta dinero en
transporte, estupendo para las navieras, pero de paso encarece el precio al
tiempo que se hunde el mercado de productos agrícolas africanos. Parte de la
ayuda es beneficio para el donante. 60 dólares nos gastamos en una cena, un
concierto, una salida nocturna, es lo que los americanos han dado de media en
los últimos años. No es una gran prueba
de compasión. Si la ayuda no es eficaz es porque damos poco.
Una forma de apoyo es quitar
barreras para que los países puedan vender su algodón, el algodón hecho en
Africa es más barato y se produce de forma más respetuosa con el medio
ambiente. Pero las subvenciones norteamericanas al algodón nacional rompen el
mercado a favor de los ricos. Algo similar ocurre con las subvenciones al maíz.
Peter Singer defiende que por compasión con los más desfavorecidos esos
subsidios deberían ser eliminados.
Por supuesto que un elemento
esencial para la eficacia de la ayuda son las instituciones. La corrupción en
determinados países impide que el dinero llegue a quien lo necesita, a este
respecto señala el caso de Mozambique que tras una guerra civil instaló un
gobierno menos corrupto y el de Zambia. Para llevar a esos países por la senda
del crecimiento es preciso que puedan comprar fertilizantes y semillas de mejor
calidad.
Ha tenido mucho éxito “Millenium
Village Projet” iniciado en 12 pueblos de distintos lugares, en total 60.000
almas implicadas. El proyecto incluye iniciativas en la agricultura, la salud
pública, obras de ingeniería y ecología. El pueblo mismo decide cuáles son sus
prioridades, las mujeres intervienen en la toma de decisiones: agua potable,
campaña de vacunación, escuela, mosquiteras, desparasitación…Se trata de ayudar
a superar la “trampa de la pobreza”, a que esas personas salgan adelante por sí
mismas con un pequeño empujón desde fuera, sin sustituir su iniciativa hasta
que sean autosuficientes.
Contrariamente a lo que pensaba
Malthus no nos faltan alimentos para toda la población del mundo. Más bien
ocurre que no nos comemos todo lo que producimos. Por ejemplo gran parte del
maíz se utiliza para producir biofuel o para alimentar a los animales que nos comemos.
Pero Singer demuestra que este modo de proceder con el maíz no es eficaz y que
comemos demasiada carne y mucho de lo que se produce con el maíz no se puede
comer, porque los animales utilizan el grano que comen para calentarse,
construir sus huesos y otras partes no comestibles.
Pero lo que sí está comprobado es
que el desarrollo y la educación de la mujer hace descender la natalidad.
Singer reconoce que siempre habrá
incertidumbre en si hacemos bien al dar, las consecuencias de la ayuda son más
complicadas de lo que parece y lo va demostrando examinando diferentes casos.
Pero ello no nos descarga de la obligación de dar, aunque a veces resulta
difícil porque nos comparamos con otros que pueden dar mucho más que nosotros y
no lo hacen o porque vivimos entre personas que no dan nada.
Por ello propone una revolución
ética que se concreta en nuevos criterios mucho más exigentes. Como ejercicio
mental que abre el camino hacia esas nuevas elevadas exigencias, Singer examina
el caso en el que haya que escoger entre salvar vidas humanas o salvar la vida
de un hijo. En sus clases cuenta con la participación de Kavinsky un ciudadano
norteamericano que lo ha dado todo por los pobres, incluido un riñón porque
opina que no dar un riñón a quien lo necesita significa que valoras tu propia
vida hasta 4000 veces más que la de otra persona y le parece una obscenidad.
No faltan ejemplos de personas que
consideramos heroicas por su generosidad, por ejemplo Farmer un médico que
trabajó en Haití y sufría pensando en el contraste entre la miseria que le
rodeaba y a no muchas millas de allí los habitantes de Miami sufriendo por
perder peso. Farmer reconoce que no puede seguir el mandato de “amar al prójimo
como a uno mismo” es muy difícil pero lo intenta hasta el punto de que lleva
una foto de sus pacientes malnutridos al lado de la de su hija. No pasa tanto
tiempo con su familia como le gustaría porque siente que si no trabaja duro por
sus pacientes muchos morirán sin necesidad y ese pensamiento no le deja vivir. Este
médico es consciente de que su nivel ético es elevado, no quiere imponerlo a
los demás. El no gasta dinero en caprichos pero no desaprueba que otros lo
hagan, mientras den a los pobres. No se va de vacaciones pero anima a otros a que las cojan para trabajar en
Partners in Health.
Otro gran ejemplo un nieto de
Oscar Mayer, comerciante mundial de carne, que pertenece a la Liga del 50% contra la
opinión de su familia y sin pensar en sus futuros descendientes. Le han
reprochado que no haya pensado en sus hijos antes de tomar esa decisión. El
opina que los padres toman decisiones por sus hijos constantemente y piensa que
las grandes herencias no son buenas para los hijos. No contento con su
generosidad lucha por expandir el círculo, “la sociedad tiene un problema grave
cuando no nos damos cuenta de que estamos todos en el mismo barco”.
Singer opina que el conflicto
entre ayudar a un hijo o ayudar a los demás con estos nuevos niveles de
exigencia es tan real como irresoluble: ¿qué vida humana tiene más valor?
¿cuánto más debemos valorar la vida de un hijo que la vida de alguien extraño?
No es fácil responder.
El lema que propone: Dar hasta el
punto en que si doy más sacrifico algo tan importante como el mal que quiero
evitar con mi donación.
Aborda el tema de las estrellas de
cine y los artistas, los millonarios que han tenido iniciativas a favor de los
más pobres y a los que se ha reprochado buscar publicidad. Madonna, Angelina
Jolie, Bill Gates. No los juzga mal. Por el contrario le parece inmoral el uso
y disfrute de los megayates, cada vez hay más en el mundo, que cuestan una
fortuna sólo en mantenimiento, que
gastan combustible de manera desaforada, contribuyendo al calentamiento global
y cuya única utilidad es hacer exhibición de la riqueza.
En vez de gastar para aparentar
podemos hacer un mejor uso de nuestro dinero, y así dar más sentido a nuestra
vida reduciendo la pobreza extrema en el mundo. Nuestras vidas en Occidente
están vacías porque no sabemos ni queremos dar. Ayudar a los demás nos hace
sentir bien con nosotros mismos. Está comprobado que el voluntariado mejora la
salud sobre todo en el caso de las personas mayores. Lo que amenaza nuestra
armonía interior es la distancia entre lo que pensamos que debemos hacer y lo
que hacemos.
El libro es de 2009 y traza planes
para 2015. Calcula que hay 8,55 millones de ricos en el mundo si cada uno diera
200 dólares al día se conseguirían 171 billones de dólares. Traza una escala de
lo que los ciudadanos norteamericanos podrían dar según su nivel de renta, lo mismo
que se hace para los impuestos. Destacan tres grandes grupos los megarricos que
podrían dar hasta un 20%, los simplemente ricos, a los que se les pediría un
10% de su riqueza y los que viven sin ser ricos pero de manera confortable que
no perderían nada por entregar un 5%.
Dar el 5% de nuestras ganancias no
reducirá nuestro nivel de felicidad pero podrá contribuir a salvar vidas, ese
es el lema de P. Singer.
Henry Spira un hombre que consagró
su vida a la lucha contra la pobreza extrema. No era rico, lo único que pudo
hacer fue dar su tiempo, energía e inteligencia. En los 50 luchó por los
derechos civiles de los negros, en los 60 enseñó en uno de los barrios más
conflictivos de Nueva York, en los 70 se
comprometió en la lucha contra la experimentación con animales. Al final de su
vida enfermó de cáncer y sabía que le faltaba poco. Singer le preguntó qué le
había llevado a una vida entregada a los demás. La contestación, “supongo que
me gusta pensar que mi vida ha consistido en algo más que en consumir y generar
basura. Me gusta mirar atrás y pensar que he hecho lo máximo para que este
mundo sea mejor de lo que es. ¿Qué mayor motivación que contribuir a que en el
mundo disminuyan el dolor y el sufrimiento?
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