sábado, 24 de septiembre de 2016

NUEVA CULTURA DEL DAR



FILOSOFIA DEL DAR

THE LIFE YOU CAN SAVE de Peter Singer

Este libro de 2009 está de plena actualidad. Conocía a este autor por algunas referencias a su defensa de los derechos de los animales y algunas afirmaciones extravagantes al respecto. Pero ignoraba una parte que considero aún más interesante de su compromiso ético: la lucha por la erradicación de la pobreza extrema en el mundo.
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Singer no se anda por las ramas y comienza advirtiendo al lector, “si mientras lees este libro estás bebiendo agua embotellada cuando en tu casa tienes agua del grifo ya estás gastando en algo que realmente no necesitas.”
Un billón de seres humanos tiene que luchar cada día para sobrevivir con menos dinero de lo que cuesta dicha botella de agua mineral. Como carecen de lo básico, sus hijos mueren de diarrea. El mensaje está claro: todos los que podemos permitirnos el lujo de leer este libro tranquilamente podemos ayudar sin arriesgar nuestra vida. Singer ha investigado a lo largo de su vida sobre lo que damos, porqué lo damos y a quién, qué nos motiva y qué deberíamos dar.

Vivimos en un momento en el que la proporción de gente incapaz de cubrir sus necesidades mínimas es menor que nunca en la historia y en el que la proporción de gente que vive con mucho más de lo que necesita también es única. En 1960 20 millones de niños morían de hambre cada año, en 2007 son menos de 10 millones en una población mundial que se ha duplicado.

Algunos megarricos han dado cantidades inmensas, Bill Gates dio 29 billones de dólares a su fundación, pero siendo mucho es una mínima parte de lo que todos podríamos aportar.

Peter Singer estima que el 95% de los norteamericanos, es decir, la clase media, podría dar el 5%. Y es consciente de que el standard de conducta ética que propone es muy exigente, no nos podemos considerar suficientemente morales si no damos algo más de lo que pensamos que podemos dar. El objetivo del autor es atajar la pobreza mundial no crear mala conciencia, pero consigue esto último. Incluso en medio de la crisis económica, vivimos infinitamente mejor que los seres humanos en situación de pobreza extrema. ¿Cómo considerarse ético cuando 18 millones de seres humanos mueren sin necesidad cada año?

Muertes innecesarias son las de los niños con sarampión porque no pueden pagar el tratamiento de una enfermedad erradicada entre nosotros, o los que mueren de hambre. También los que fallecen por malaria o diarrea por carecer de agua limpia o de una simple mosquitera. Singer nos pone frente a nuestras compras innecesarias: comidas en el restaurante, bebidas, coches, remodelación de la casa.

Ser pobre significa hacer una comida al día o ninguna, o tener que elegir entre dar de comer al hijo o comer uno mismo.
No poder ahorrar para caso de necesidad, si ocurre una desgracia en la familia hay que pedir prestado a intereses abusivos.
No poder mandar los hijos a la escuela.
No tener acceso al agua potable
No tener una casa en condiciones dignas de habitabilidad.

La situación ha mejorado mucho en el Sur de Asia pero el problema continúa, en los países subsaharianos todavía 380 millones de personas se pueden considerar “absolutamente pobres”. Los pobres de nuestros países ricos a menudo tienen tele, un 75% de los considerados pobres tienen coche, son pobres comparando con el nivel del país, pero están muy lejos de la malnutrición. Hoy en día muchos vivimos mejor que Luis XIV, tenemos agua caliente y fría en casa, calefacción en invierno, aire acondicionado en verano.

Y entre los lujos que nos permitimos figura tirar el 14% de la comida que compramos y que está en perfectas condiciones.

¿Por qué no damos? USA da 2,2 % de su PIB el doble de la media de los países de la OCDE, los más generosos en tiempo dado a los pobres son Suecia y Dinamarca. El dinero dado a instituciones religiosas que se va en pagar burocracia.
“Gano mi dinero y me lo gasto en lo que quiero” es un pensamiento que nos aparta de dar y demuestra falta de empatía, somos responsables de los demás, somos seres humanos.
Además de dar poco o no dar, los países ricos perjudican a los pobres estropeando sus caladeros de pesca con las prácticas industriales en Afríca del Oeste. Obiang y sus jets privados mientras Guinea es pobrísima es un caso extremo. También robamos sus riquezas para enriquecernos a su costa.
El calentamiento global generado por nuestro desarrollo va a permitir más tierras para cultivo en Alaska ¿Qué será de la agricultura africana? La subida del nivel del mar se traga tierras fértiles en países como Bangla Desh o la India.

Bien mirado los problemas ecológicos que provocamos nos convencen de que no hay forma de decir con un minimo de sensatez “que me dejen en paz y yo dejo en paz a los demás”. La ecología es la demostración de que todos los humanos estamos en el mismo barco.
No es sólo dar, ¿cuáles son las causas de la pobreza?

La naturaleza humana enseña es más efectivo hablar de un caso concreto que hablar en general del hambre, ayudamos más fácil a un solo niño que a 8. Por lo visto el caso del niño actúa sobre nuestro sistema emocional que nos lleva rápidamente a la actuación, mientras que las abstracciones y grandes cifras activan la deliberación, dura más y no está unido a la acción inmediata. El terremoto de China en 2008 no nos afectó emocionalmente. El tsunami de 2004 provocó 220.000 muertos pero en USA se recogió mucho más dinero para el huracán Katrina aunque sólo fueron 16.000 los fallecidos. Ayudamos a los de nuestra tribu o grupo, y seguramente esto es producto de la evolución, así se sobrevivía en el pasado. Pero la moral no es producto de la evolución, la evolución no tiene moral, es nuestra obligación ensanchar nuestra capacidad de sentir también por los hombres y mujeres de otros continentes.  

La proporción de vidas que podamos salvar tiene más peso que el número de vidas, la gota en el océano, por eso no damos, pero para la persona o familia afectada cambiamos su vida. Tampoco damos si sentimos que los más ricos no dan
Es más fácil si compartimos la responsabilidad de dar con otros. Hablar del tema ayuda a la generosidad de la gente.

Ya Marx advirtió que el dinero tiene el poder de alienar a las personas, de socavar nuestros sentimientos, de alejarnos de los demás, y hacernos razonar más fríamente. Hay experimentos que confirman que si se trata de ayudar por dinero se ayuda menos. El dinero promueve el individualismo y la autosuficiencia.

CULTURA DEL DAR

C. Ellinger heredó 250.000 dólares de su abuela y como trabajaba en una fundación se le ocurrió que lo mejor que podía hacer era darlo
Con otros favorecidos por los millones como él creó la Liga50% que entregan la mitad de su capital. En 2008 ya eran 100. En su sitio web explican cómo dar ha proporcionado un sentido a sus vidas.

Jesús enseñó: “Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda” , pero a Singer no le parece mal que se dé publicidad a los donativos, porque estimula la generosidad y de lo que se trata es de acabar con la pobreza mundial.

Damos por sentado que hemos de ser interesados, parece estúpido no serlo. Cuando vemos a los ricos dar desconfiamos.
Pero en la vida diaria demostramos que no siempre seguimos el interés propio. Nos bombardean con la publicidad y nos creemos.
Los motivos demasiado elevados son contraproducentes
Dar sangre, votar en las elecciones, dar propinas.

¿Cómo entendemos el interés propio? ¿consiste sólo acumular dinero y poder? ¿pensamos que hemos de concentrarnos en mostrar lo ricos que somos? ¿o incluimos ayudar a los demás?

Singer aporta muchos ejemplos de millonarios generosos y de éxitos alcanzados por la ayuda internacional.
La OMS ha hecho progresos notables en la lucha contra el sarampión, la ceguera y  la diarrea infantil. Destacó el caso de las basureras intocables de la India que ganaban 3 cts. por 1 kg de plástico recogido en los vertederos, en medio de unos olores apestosos. Oxfam ha conseguido que la gente separe los plásticos en casa, que aumenten los ingresos de estas mujeres, que trabajen más limpias y que puedan llevar sus hijos a la escuela.
Otro caso destacable es e la montañera española Magda King que tras subir varios ocho miles en Nepal se dio cuenta de que podía hacer mucho por mejorar la vida de los pueblos que viven en el techo del mundo y recogió fondos para poner escuelas y mejorar la salubridad en esos lugares.
Fred Hollows es un oftalmólogo australiano que dedicó su vida a dar vista con una simple operación que cuesta 50 dólares a un millón de personas en paises desfavorecidos.
El matrimonio Hamlin, formado por dos ginecólogos visitaron Etiopía en los años 50, allí descubrieron el problema de las fístulas. Las mujeres tenían hijos cuando su vientre no estaba totalmente formado, el feto les provocaba una fístula, un desgarramiento interno que tenía como consecuencia que la mujer olía mal el resto de su vida por mucho que se lavara, viéndose rechazada por su marido. Por 400 euros los Hamlin han salvado a 32.000 chicas hasta la fecha de vivir en la miseria. El documental “A Walk to beautiful” explica esta historia.
Es vergonzoso que se haga negocio con las necesidades de los pobres, por ejemplo para erradicar el SIDA en Africa se venden preservativos hechos en USA más caros y de igual calidad que los hechos en Asia. Si se transporta comida desde América se gasta dinero en transporte, estupendo para las navieras, pero de paso encarece el precio al tiempo que se hunde el mercado de productos agrícolas africanos. Parte de la ayuda es beneficio para el donante. 60 dólares nos gastamos en una cena, un concierto, una salida nocturna, es lo que los americanos han dado de media en los últimos años.  No es una gran prueba de compasión. Si la ayuda no es eficaz es porque damos poco.

Una forma de apoyo es quitar barreras para que los países puedan vender su algodón, el algodón hecho en Africa es más barato y se produce de forma más respetuosa con el medio ambiente. Pero las subvenciones norteamericanas al algodón nacional rompen el mercado a favor de los ricos. Algo similar ocurre con las subvenciones al maíz. Peter Singer defiende que por compasión con los más desfavorecidos esos subsidios deberían ser eliminados.

Por supuesto que un elemento esencial para la eficacia de la ayuda son las instituciones. La corrupción en determinados países impide que el dinero llegue a quien lo necesita, a este respecto señala el caso de Mozambique que tras una guerra civil instaló un gobierno menos corrupto y el de Zambia. Para llevar a esos países por la senda del crecimiento es preciso que puedan comprar fertilizantes y semillas de mejor calidad.

Ha tenido mucho éxito “Millenium Village Projet” iniciado en 12 pueblos de distintos lugares, en total 60.000 almas implicadas. El proyecto incluye iniciativas en la agricultura, la salud pública, obras de ingeniería y ecología. El pueblo mismo decide cuáles son sus prioridades, las mujeres intervienen en la toma de decisiones: agua potable, campaña de vacunación, escuela, mosquiteras, desparasitación…Se trata de ayudar a superar la “trampa de la pobreza”, a que esas personas salgan adelante por sí mismas con un pequeño empujón desde fuera, sin sustituir su iniciativa hasta que sean autosuficientes.

Contrariamente a lo que pensaba Malthus no nos faltan alimentos para toda la población del mundo. Más bien ocurre que no nos comemos todo lo que producimos. Por ejemplo gran parte del maíz se utiliza para producir biofuel o para alimentar a los animales que nos comemos. Pero Singer demuestra que este modo de proceder con el maíz no es eficaz y que comemos demasiada carne y mucho de lo que se produce con el maíz no se puede comer, porque los animales utilizan el grano que comen para calentarse, construir sus huesos y otras partes no comestibles.
Pero lo que sí está comprobado es que el desarrollo y la educación de la mujer hace descender la natalidad.

Singer reconoce que siempre habrá incertidumbre en si hacemos bien al dar, las consecuencias de la ayuda son más complicadas de lo que parece y lo va demostrando examinando diferentes casos. Pero ello no nos descarga de la obligación de dar, aunque a veces resulta difícil porque nos comparamos con otros que pueden dar mucho más que nosotros y no lo hacen o porque vivimos entre personas que no dan nada.

Por ello propone una revolución ética que se concreta en nuevos criterios mucho más exigentes. Como ejercicio mental que abre el camino hacia esas nuevas elevadas exigencias, Singer examina el caso en el que haya que escoger entre salvar vidas humanas o salvar la vida de un hijo. En sus clases cuenta con la participación de Kavinsky un ciudadano norteamericano que lo ha dado todo por los pobres, incluido un riñón porque opina que no dar un riñón a quien lo necesita significa que valoras tu propia vida hasta 4000 veces más que la de otra persona y le parece una obscenidad.
No faltan ejemplos de personas que consideramos heroicas por su generosidad, por ejemplo Farmer un médico que trabajó en Haití y sufría pensando en el contraste entre la miseria que le rodeaba y a no muchas millas de allí los habitantes de Miami sufriendo por perder peso. Farmer reconoce que no puede seguir el mandato de “amar al prójimo como a uno mismo” es muy difícil pero lo intenta hasta el punto de que lleva una foto de sus pacientes malnutridos al lado de la de su hija. No pasa tanto tiempo con su familia como le gustaría porque siente que si no trabaja duro por sus pacientes muchos morirán sin necesidad y ese pensamiento no le deja vivir. Este médico es consciente de que su nivel ético es elevado, no quiere imponerlo a los demás. El no gasta dinero en caprichos pero no desaprueba que otros lo hagan, mientras den a los pobres. No se va de vacaciones pero anima  a otros a que las cojan para trabajar en Partners in Health.

Otro gran ejemplo un nieto de Oscar Mayer, comerciante mundial de carne, que pertenece a la Liga del 50% contra la opinión de su familia y sin pensar en sus futuros descendientes. Le han reprochado que no haya pensado en sus hijos antes de tomar esa decisión. El opina que los padres toman decisiones por sus hijos constantemente y piensa que las grandes herencias no son buenas para los hijos. No contento con su generosidad lucha por expandir el círculo, “la sociedad tiene un problema grave cuando no nos damos cuenta de que estamos todos en el mismo barco”.
Singer opina que el conflicto entre ayudar a un hijo o ayudar a los demás con estos nuevos niveles de exigencia es tan real como irresoluble: ¿qué vida humana tiene más valor? ¿cuánto más debemos valorar la vida de un hijo que la vida de alguien extraño? No es fácil responder.

El lema que propone: Dar hasta el punto en que si doy más sacrifico algo tan importante como el mal que quiero evitar con mi donación.
Aborda el tema de las estrellas de cine y los artistas, los millonarios que han tenido iniciativas a favor de los más pobres y a los que se ha reprochado buscar publicidad. Madonna, Angelina Jolie, Bill Gates. No los juzga mal. Por el contrario le parece inmoral el uso y disfrute de los megayates, cada vez hay más en el mundo, que cuestan una fortuna sólo en  mantenimiento, que gastan combustible de manera desaforada, contribuyendo al calentamiento global y cuya única utilidad es hacer exhibición de la riqueza.
En vez de gastar para aparentar podemos hacer un mejor uso de nuestro dinero, y así dar más sentido a nuestra vida reduciendo la pobreza extrema en el mundo. Nuestras vidas en Occidente están vacías porque no sabemos ni queremos dar. Ayudar a los demás nos hace sentir bien con nosotros mismos. Está comprobado que el voluntariado mejora la salud sobre todo en el caso de las personas mayores. Lo que amenaza nuestra armonía interior es la distancia entre lo que pensamos que debemos hacer y lo que hacemos.

El libro es de 2009 y traza planes para 2015. Calcula que hay 8,55 millones de ricos en el mundo si cada uno diera 200 dólares al día se conseguirían 171 billones de dólares. Traza una escala de lo que los ciudadanos norteamericanos podrían dar según su nivel de renta, lo mismo que se hace para los impuestos. Destacan tres grandes grupos los megarricos que podrían dar hasta un 20%, los simplemente ricos, a los que se les pediría un 10% de su riqueza y los que viven sin ser ricos pero de manera confortable que no perderían nada por entregar un 5%.
Dar el 5% de nuestras ganancias no reducirá nuestro nivel de felicidad pero podrá contribuir a salvar vidas, ese es el lema de P. Singer.

Henry Spira un hombre que consagró su vida a la lucha contra la pobreza extrema. No era rico, lo único que pudo hacer fue dar su tiempo, energía e inteligencia. En los 50 luchó por los derechos civiles de los negros, en los 60 enseñó en uno de los barrios más conflictivos de Nueva York,  en los 70 se comprometió en la lucha contra la experimentación con animales. Al final de su vida enfermó de cáncer y sabía que le faltaba poco. Singer le preguntó qué le había llevado a una vida entregada a los demás. La contestación, “supongo que me gusta pensar que mi vida ha consistido en algo más que en consumir y generar basura. Me gusta mirar atrás y pensar que he hecho lo máximo para que este mundo sea mejor de lo que es. ¿Qué mayor motivación que contribuir a que en el mundo disminuyan el dolor y el sufrimiento?

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