El filósofo del lenguaje Paul Sailer-Wlasits
(1965)
nos ilustra sobre un concepto inventado por él: "la nueva normalidad",
una palabra que hoy retoman la canciller, los políticos alemanes, los
españoles, los franceses ....etc.
Sr. Sailer-Wlasits, ¿le
sorprendió oír al primer min. austríaco Sebastian Kurz anunciar en
conferencia de prensa "la nueva normalidad"?
Paul Sailer-Wlasits:
Hablando con franqueza no me sorprendió, más bien fue como un eco. Mis
publicaciones llevan años siendo utilizadas en muchos discursos de
políticos austríacos y alemanes. En parte recortados a lo bruto y por
supuesto sin citar la fuente. Era cuestión de tiempo que alguno de los
primeros espadas lo usara en una conferencia de prensa.
Si un jefe de gobierno anuncia
una nueva normalidad se supone que el pueblo debe someterse a ella. ¿O
lo ve Vd. diferente en tanto que filósofo del lenguaje?
Paul Sailer-Wlasits:
En cuanto algo se declara "normal", ya está en juego el componente de
violencia lingüística. Es fácil a partir de ahí denominar desviación a
cualquier ligera desviación de esa normalidad y etiquetarla de
anormalidad política o espiritual. El camino al pensamiento autoritario
no está lejos. Una política responsable no debería tomar a la ligera
tales esquemas de pensamiento.
¿Qué pretende un jefe de gobierno que usa este concepto?
Paul Sailer-Wlasits:
Quizás fue solo el intento en última instancia inadecuado de comunicar
un cierto modo de integración, una conexión a través de nuevo estado
compartido. Sin embargo el grave error subyacente en este pensamiento, y
aquí habría ayudado la lectura de David Hume o de Hans Kelsen
-, es que de la descripción de un hecho, en este caso la crisis
coronaria actual, no se debe extaer ninguna prescripción. No tenemos
porqué acostumbrarnos a la situación de hecho. La frontera entre lo que
es y lo que debe ser no se ha de traspasar, ni desde un punto de vista
legal ni ético.
(Viene
que ni pintado el "como no puede ser de otra manera" al que tanto se
recurre en la política española y que Trevijano denuncia, ¡claro que
todo puede ser de otra manera...!)
En este punto se rompe el control del mensaje. De ahí mi pregunta: ¿NO DEBERÍAMOS CUESTIONAR URGENTEMENTE LA NUEVA NORMALIDAD?
Vd acuñó el concepto la "Nueva Normalidad" , para referirse a la política de Donald Trump. ¿Se adecúa el concepto a la política europea o austríaca actual?
Paul Sailer-Wlasits: La
"Nueva Normalidad", que empecé a esbozar hace algunos años no es por sí
ni buena ni bella. Quise señalar algunos de los desarrollos globales,
representados por la política actual mundial de la actual administración
norteamericana.
Forma parte de esta nueva
normalidad que a nivel internacional y particularmente en Centroeuropa,
los líderes políticos que ya por sí mismos tienden a desarrollar una
política iliberal, miren a EEUU. Porque en EEUU pueden medir hasta que
punto pueden estirar las estructuras democráticas en sus propios países
sin perder el apoyo popular. La elasticidad de la estructura democrática
está siendo exagerada en algunos países del este que pertenecen a la
UE. Y a nivel internacional nos basta mirar a Sudamérica y concretamente
a Brasil para valorar las deformaciones fatales desencadenadas por el
actual gobierno estadounidense.
Entonces ¿nos hallamos ante un eufemismo, la Nueva Normalidad, para calificar la degradación política y social?
Paul Sailer-Wlasits:
La pregunta inevitable era y es ¿queremos que esta nueva normalidad se
instale definitivamente o queremos por el contrario RESUCITAR?
La "nueva Normalidad" siempre la uní a la pregunta: ¿Queremos acostumbranos a ella?
¿Queremos conformarnos con las nuevas adaptaciones de esta situación sin
cuestionarlas? no me refiero sólo al uso de la mascarilla. (Que ya es
grave que nos impongan la inútil mascarilla.....protesta de la no
mascarilla) Nueva normalidad es la aceleración imparable de la
transformación digital y con ella la presión sociopolítico, económica y
cultural a la que están expuestas millones de personas. ¿Cuándo empieza
el deber de rebelarse y cómo?
Ya ha empezado.
Hoy se habla de nueva normalidad para la vida después del confinamiento.
Paul Sailer-Wlasits:
"Estado de emergencia temporal" habría sido una expresión más precisa.
Pero en el mercado político era una forma de hablar muy poco vendible.
El lenguaje de la política no tiene que ver con la honestidad o con la
verdad. Lo suyo es el lenguaje que vende y lo que vende no es la verdad
sino la apariencia de verdad, lo que significa que la mayoría social lo
da por verdad. Lo cual es suficiente para ganar las elecciones. Por
lamentable que nos pueda parecer, la retórica siempre ha triunfado sobre
la verdad en términos de política. Al menos a corto plazo. Muchos años
después la verdad sale a la luz, pero los futuros daños colaterales
importan poco a los políticos actualmente en activo.
Numerosos medios alaban al gobierno federal por la"claridad de su comunicación".
Paul Sailer-Wlasits:
La crisis de comunicación del gobierno es muy clara, y lo es porque
evita la complejidad. Podríamos decir "el corona la hace posible": en
las actuales circunstancias hay que hablar claro. Así que bastan frases
cortas y fundamentaciones triviales. La reducción de la complejidad es
una garantía para el éxito de la movilización popular. Por el contrario
los políticos que en su modo de comunicar quieren diferenciarse y
volverse sofisticados, notan enseguida como se les desmorona el apoyo y
sufren fuertes críticas.
Resumiendo, presentarse de manera simple y decidida ¿en una estrategia política de éxito?
Paul Sailer-Wlasits:
En situaciones de crisis la determinación es una obligación retórica. A
partir de ahí continuar abusando de estereotipos, exageraciones
lingüísticas e imágenes que provocan miedo es una cuestión de estilo
político y lingüístico. Hay estadistas que miran al futuro y políticos
que solo piensan en las próximas elecciones. Ambos tipos de políticos
son incompatibles y naturalmente presentan estilos muy diferentes en su
forma de comunicar.
Una asesora de Kurz profirió una
controvertida afirmación según la cual a diferencia de la determinación
austríaca otros países habían permanecido ciegos a los riesgos del
Covid-19. Luego se dijo que fue una declaración privada.
Paul Sailer-Wlasits:
Como oyente y participante en conferencias de prensa, siempre me sorprendo cuando Sebastian Kurz introduce oraciones con la frase "La verdad es ...". ¿Es esa táctica, retórica o solo el siguiente nivel hacia el autoritarismo?
Los
políticos que siguen diciendo que la diferenciación no es demasiado
importante para ellos y que un discurso sociopolítico amplio no es
realmente una preocupación, sino más bien molesto, también lo hacen en
situaciones de crisis. El pensamiento político y
la acción se vuelven más rígidos en las crisis, y en lenguaje político
el atractivo gana la delantera. El tono apelativo es parte del repertorio de lenguaje político autoritario. El
apelativo en sí mismo es parte del núcleo del lenguaje totalitario, en
dictaduras, monarquías, gobiernos militares, etc. Por lo tanto, es
importante no cruzar esta frontera verbal, solo porque una nueva forma
de crisis podría invitarlo a hacerlo.
Como oyente y participante en conferencias de prensa, siempre me sorprendo cuando Sebastian Kurz introduce oraciones con la frase "La verdad es ...". ¿Es esa táctica, retórica o solo el siguiente nivel hacia el autoritarismo?
Paul Sailer-Wlasits: Es sobre todo una violación de las competencias. Ningún obispo o cardenal se atrevería a comenzar un sermón con estas palabras. El
profundo respeto por la verdad y la veracidad no parece ser una
herencia dominante en el campo político, con algunas excepciones. Y es que la veracidad y verdad de las declaraciones son de importancia secundaria para el éxito de un político. Una mirada a Washington es suficiente para demostrarlo. El debate político casi siempre está dominado por el efecto retórico.
El primer min. intenta colocar
mensajes en los oyentes usando distintos conceptos. El uso que hace de
"arranque" o "resurrección" ¿es pura coincidencia o son elecciones
comunicativas?
Paul Sailer-Wlasits: Raramente las palabras son coincidencias. Son términos que transmiten espacios enteros de significado. En el caso de "arranque", tienen una connotación positiva: comunica dinamismo y confianza no solo en el nivel de la mente, sino también en el nivel emocional. Y al mismo tiempo, da a entender que tiene el control sobre lo que está por venir. "Arrancar" también reduce la complejidad. Después de todo, "arrancar" es solo un eslogan, más precisamente una metáfora. Una bella ilusión política con infinitas posibilidades de interpretación. Cada ciudadano puede hallar espacio para sus propios deseos y necesidades. Al mismo tiempo, los miedos se aplacan con la promesa de "comenzar". Por
eso actualmente es políticamente correcto usar la expresión "boot up" y
no es muy oportuno decir que será una forma larga y dura de volver a
donde estábamos antes de la crisis..
¿Está usando el gobierno esta crisis para sus propios objetivos partidistas?
Paul Sailer-Wlasits:
Podría ser una mezcla inconsciente de lo grotesco con el poder, y no
sería nada atípico en la política de nuestro país. El gobierno actual
tiene la suerte de poder gestionar décadas de un Estado social
desarrollado, como si fuera una cuenta bancaria a rebosar. El llenado de
esa cuenta que ahora se necesita con más urgencia que nunca ha sido una
larga historia de la segunda república. No es un logro de este
gobierno, se lo han encontrado hecho. A parte del autobombo que se dan
no deberían de pasarlo por alto.
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