Jürgen Habermas con respecto al Corona: "Nunca
habíamos sabido tanto sobre lo que no sabemos"
Markus
Schwering
Ana Azanza por la traducción
El filósofo Jürgen Habermas habla de la obligación actual de vivir y actuar en la
inseguridad y sobre su temprana vacunación contra el tirón de la prosa
nietzscheana.
Jürgen
Habermas, nacido el 18 de junio de 1929 en Düsseldorf, creció en Gummersbach, enseñó
en la Universidad de Frankfurt y vive en
Starnberg. Su continuación de la crítica marxista de la sociedad hizo época y
desembocó en una sofisticada fundamentación del estado de derecho
democrático.
Profesor
Habermas, ¿cómo está viviendo personalmente la crisis del corona?
Sólo puedo
hablar de lo que estoy pensando en estos días. Nuestras sociedades complejas se
topan constantemente con inseguridades que son tratadas de modo local más o
menos discretamente por los expertos de uno u otro subsistema. En este momento
sin embargo se expande una inseguridad existencial de modo global que alcanza a
todos los individuos conectados en la red.
Jürgen Habermas, las consecuencias sociales de esta
crisis son imprevisibles
Todos nos hemos concienzado
de los riesgos, de que el
autoaislamiento del individuo es lo
importante para combatir la pandemia con vistas a no bloquear el sistema
sanitario. La incertidumbre alcanza no solo a la epidemia, sino también con las
consecuencias económicas y sociales que hoy son completamente imprevisibles. En
este sentido, hasta donde se puede saber, a diferencia del virus, actualmente
no hay ningún experto que pueda estimar estas consecuencias de manera segura.
Los expertos en ciencias económicas y sociales deberían guardarse de hacer
pronósticos apresurados. Solo puedo decir que nunca ha habido tanto
conocimiento sobre lo que ignoramos y la
obligación de actuar y vivir en la
incertidumbre.
Acaba de
salir la tercera edición de su nuevo libro
“Una historia más de la filosofía". Trata el tema de la relación entre fe
y saber en la tradición de pensamiento occidental y de modo no precisamente
sumario. ¿Había previsto que iba a tener tanto éxito un libro así?
Cuando se
está escribiendo un libro no se piensan esas cosas. Sólo se tiene miedo de
cometer errores, en las posibles reacciones de los expertos en cada uno de los
capítulos que tienen un mejor conocimiento de los detalles.
Me he dado
cuenta de que ha usado un método didáctico, repeticiones, flashbacks, resúmenes
que estructuran el conjunto y dan un respiro. Ha querido usted facilitar la
lectura a los no especialistas.
Hasta ahora
mis libros los leían los colegas y los estudiantes de diversas materias, en
general profesores que enseñan ética y ciencias sociales. Pero esta vez desde
el primer mes tras la publicación me han llegado comentarios de un público
diferente, por supuesto personas que están interesadas por el tema fe y saber,
pero también personas que generalmente son
reflexivas y buscan consejo, incluidos médicos, gerentes, abogados, etc.
Parecen confiar en la filosofía para comprender un poco. Es una satisfacción,
porque el exceso de especialización es
perjudicial para el filósofo y la filosofía como tal y ese fue uno de los
motivos de este trabajo.
Jürgen
Habermas: Lo que podemos aprender de la relación entre fe y saber
En el título
del libro me molesta que haya puesto la palabra “otra”…
Con esa
palabra quiero indicar que es solo “una”
interpretación de la Historia de la filosofía entre otras muchas
interpretaciones. Es una advertencia para que nadie piense que tiene en las
manos la historia definitiva de la filosofía. Yo mismo sigo la línea de interpretación de que esta
historia puede entenderse como un proceso de aprendizaje desde la perspectiva
de una cierta comprensión del pensamiento posmetafísico. Ningún autor
individual puede evitar una perspectiva particular; y, por supuesto, esto siempre
refleja algo de sus creencias teóricas. Pero esta es solo la expresión de una
conciencia falibilista y de ninguna manera pretende relativizar las
afirmaciones de verdad de mis declaraciones.
Esa palabra en el título sugiere la relación entre la historia de la
filosofía y el tema de creencia / conocimiento. Tengo la impresión de que esta
relación no está completamente libre de tensión.
Como filósofo, estoy interesado
en lo que podemos aprender del discurso sobre la creencia y el conocimiento. El
problema de la relación entre moralidad y eticidad pendiente entre Kant y Hegel
ocupa, por lo tanto, un gran espacio. Este problema surgió de la apropiación
secularizadora y radicalizadora del núcleo universalista de la ética del amor
cristiano. El proceso de traducción conceptual de los contenidos centrales de
la tradición religiosa es mi tema: en este caso, la apropiación postmetafísica
de la idea de que todos los creyentes forman una comunidad universal y fraterna
y que cada miembro individual merece ser tratado de manera justa, teniendo en
cuenta su individualidad insustituible e inconfundible. Esta igualdad de todos
no es un tema trivial, como estamos viendo en la crisis del virus.
Habermas, © GOULIAMAKi/afp |
Jürgen Habermas sobre la crisis del virus: las
diferentes maneras de funcionar de los Estados
¿Hasta qué punto?
En el curso
de la crisis puede observarse que los
políticos dudan en basar su estrategia en el principio de que los esfuerzos del Estado para salvar todas las vidas humanas deben tener prioridad absoluta sobre
un cálculo utilitario de los indeseables efectos económicos que pueden seguirse
de lograr este objetivo. Si el Estado da rienda suelta a la epidemia para
lograr rápidamente una inmunidad suficiente en toda la población, aceptaría el
riesgo evitable del colapso previsible del sistema de salud y, por lo tanto,
una proporción relativamente mayor de muertes. Mi "historia" también
arroja luz sobre el trasfondo moral-filosófico de las estrategias actuales para
hacer frente a este tipo de crisis.
El
desarrollo de la filosofía occidental parece en su libro que es bastante
consistente y lineal a pesar de rupturas y nuevos enfoques. ¿No se logra esa
consistencia también a base de pérdidas?
Una historia convencional de la filosofía sin la irritante palabra “otra” pretende una integridad que como le dije un autor no puede lograr. La afirmación de los procesos de aprendizaje, como si se tratara de una historia de las ciencias, revela una perspectiva inusual. Es contraria a la convicción platónica de que todos los grandes filósofos piensan lo mismo de diferentes maneras y también al escepticismo supuestamente ilustrado predominante a propósito del concepto de progreso. Estoy muy lejos de pensar en el progreso en términos de filosofía de la historia. Cuando se habla de aprendizaje en el sentido de una continuidad en la resolución de problemas que van saliendo al paso, no significa que la historia de la filosofía se apoye en una teleología. No hay un telos que se pueda ver desde “ninguna parte”, sólo está nuestra mirada hacia ese hilo por más o menos buenas razones por las que se suceden las soluciones provisionales e históricamente cuestionadas a un determinado tipo de problemas.
Una historia convencional de la filosofía sin la irritante palabra “otra” pretende una integridad que como le dije un autor no puede lograr. La afirmación de los procesos de aprendizaje, como si se tratara de una historia de las ciencias, revela una perspectiva inusual. Es contraria a la convicción platónica de que todos los grandes filósofos piensan lo mismo de diferentes maneras y también al escepticismo supuestamente ilustrado predominante a propósito del concepto de progreso. Estoy muy lejos de pensar en el progreso en términos de filosofía de la historia. Cuando se habla de aprendizaje en el sentido de una continuidad en la resolución de problemas que van saliendo al paso, no significa que la historia de la filosofía se apoye en una teleología. No hay un telos que se pueda ver desde “ninguna parte”, sólo está nuestra mirada hacia ese hilo por más o menos buenas razones por las que se suceden las soluciones provisionales e históricamente cuestionadas a un determinado tipo de problemas.
Jürgen Habermas: Los viejos filósofos siempre
tienen algo que decirnos.
Pero su
libro no sugiere la cuestión de si en el pensamiento hay un progreso. Dicho
claramente ¿Kant es mejor que Aristóteles?
Claro que
no, lo mismo que Einstein no es mejor que Newton. No pretendo desdibujar las
diferencias entre el pensamiento científico y el filosófico ni tampoco usar la
palabra progreso en el mismo sentido. En ambos casos los enfoques teóricos y
los paradigmas envejecen de modo diferente. Los autores mencionados se
convirtieron en pioneros a la luz de los problemas que resolvieron según las
informaciones de las que entonces disponían y de preguntas que todavía hoy
son actuales. Echaron por tierra cosas que se daban por sentadas hasta ese
momento. Se convirtieron en clásicos,
clásico significa que siguen teniendo algo que decirnos. La teoría científica
moderna está vinculada con los Segundos Analíticos de Aristóteles y la ética
moderna con los conceptos kantianos de autonomía y justicia aunque en el marco
de unos lenguajes teóricos diferentes.
Observo en
usted bastante simpatía hasta ahora insospechada por el pensamiento filosófico
medieval cristiano. ¿Es dicha simpatía quizás el resultado de un proceso de
aprendizaje por su parte?
En mi última
lección antes de jubilarme hace muchos años ya traté de Tomás de Aquino. Me
fascinaba entonces la fuerza interior y consistencia de su sistema filosófico. Ahora
me han impresionado igualmente las lecturas de Duns Scoto y Ockham. Sí, son
procesos de aprendizaje, de recuperación, de los que tengo que decir para ser
preciso que no hago más que unirme a la corriente de renovación y puesta en
valor de la investigación sobre ese período.
Si me
preguntaran qué figura histórica de la
filosofía representa para Vd mayor potencial identificativo contestaría que Spinoza. Hay
pasajes en el capítulo dedicado a Spinoza en el que espontáneamente diría que
Habermas se está describiendo a sí mismo.
Me sorprende
un poco lo que me dice. Pero el intérprete puede entender a un autor mejor que
el propio autor. De todas formas he comprendido algo leyendo a Spinoza.
Comprendí a partir de la historia de los marranos, los judíos españoles obligados
a convertirse por el rey de España, por qué Spinoza gozó casi de tanta
admiración como Kant en los hogares de muchos judíos alemanes y de los
intelectuales del siglo XX: Leo Strauß habla de ello en la introducción a la
traducción inglesa de su libro sobre Spinoza: Spinoza no era el renegado y
simple ateo perseguido en su época, sino el honesto ilustrado que nunca renegó
de lo sustancial de su tradición religiosa siempre que tuviera buenas razones
para ello, que en sentido hegeliano la asimiló y superó. Por eso despierta en
mí simpatía. Considerando los efectos históricos el pensamiento de Spinoza
influyó sobre todo en la filosofía de la naturaleza del joven Schelling y en
los principios del Idealismo alemán.
Jürgen Habermas: Las Iglesias pierden capacidad de
unir a las gentes en el mundo occidental
Precisamente
deja usted fuera de “creer y saber” a Nietzsche, que en el contexto de la frase
“Dios ha muerto” hizo de la teología un tema central. ¿Por qué?
Todo adolescente sensible a la literatura declamó
Nietzsche en voz alta, también yo. Pero después de la guerra estaba demasiado
cerca un Nietzsche que en la época nazi había sido interpretado a la manera del
darwinismo social y que había sido proclamado filósofo del Estado por aquello
de la voluntad de poder. Ese fue el
motivo político que me vacunó frente al tirón de la prosa nietzscheana. Incluso
cuando conocí mejor desde una perspectiva francesa su lado “civilizado” mantuve
mis distancias con este autor, excepto por sus ideas epistemológicas. Por los
mismos motivos no me convenció su Genealogía del cristianismo, ni siquiera
como materia para pensar. Nietzsche revela una injusta relación con este tema. Me
interesó sólo un determinado aspecto de los efectos históricos de su filosofía
pero que no se incluye en el marco de mi proyecto y es la tendencia fatal en
cierta medida de muchos filósofos a sublimar las experiencias religiosas en
experiencias estéticas.
Utiliza en
su libro varias veces la expresión ateísmo de masas en las sociedades
occidentales modernas. Suena despectivo y puede confirmar que se coloca usted
en una posición extraña al espíritu de la época, un espíritu decididamente
secular como si no lo apreciara, además de una decidida crítica cuando secular
se refiere a la corriente “mainstream” que no reflexiona.
Siento que
en ese punto no me han comprendido bien. Con el concepto sociológico “ateísmo
de masas” me refiero en el primer capítulo sólo al aspecto cuantitativo que se puede
ver en la pérdida de la fuerza de cohesión de las Iglesias, tanto en los países
occidentales como del centro de Europa. Profiere usted un punto de vista que yo
llamaría criticamente “secularista”.
Entrevista:
Markus Schwering
Muy interesante. Comparto su interés por el pensamiento medieval y todo lo que dice sobre Nietzsche, poeta excelente pero sofista sobrevalorado.
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