Ha sido un descubrimiento este joven filósofo español al que no me canso de escuchar, por su conocimiento de la materia que nos ocupa y su capacidad para estar atento a la actualidad española y a la historia española.
El año pasado impartió esta conferencia en Málaga sobre un icono nacional: Chiquito de la Calzada. Malagueño de baja extracción social que se ganó honradamente la vida y triunfó con más de 60 años en la televisión de los años 90, cuando quien esto escribe no veía la tele. No me perdía gran cosa,pero hay que señalar que precisamente a principios de esa década empezaron las televisiones privadas. Y la batalla por la audiencia, no se podía seguir con 2 canales: el entretenimiento en uno y el serio cultural en otro. Todo debía mezclarse así surgieron programas como el de Sardá o el del Mississipi. En estos florecieron personajes de la farándula española cuya fama, la de algunos, llega hasta hoy. De todo ese entramado televisivo, circunstancia de Chiquito, trata Ernesto Castro en esta conferencia:
"Folclore y vanguardia" me ha iluminado sobre el origen de la palabra "flamenco" aplicada a un género musical, sobre la capacidad de los andaluces particularmente gaditanos, malagueños, sevillanos para la mixidad cultural y lingüística.
Admirable personaje que no necesitaba ni abrir la boca para hacer reír. Sin embargo, el hecho de que los españoles de todas las tendencias y pelajes solo podamos ponernos de acuerdo ante Chiquito me desasosiega. Chiquito como un reflejo de la sociedad muda y cobarde que hemos constituido, Chiquito, malagueño del 32 que debió de sufrir lo suyo, guerra civil, conquista de Málaga, dura posguerra. Que salía por peteneras, soleás y fandangos si se le preguntaba por cuestiones biográficas, políticas, personales. La vida fue dura y aprendió a sobrevivir. Logró comprarse el piso en la playa trabajando 2 años en Japón. Pero no quería y había aprendido a no meterse en complicaciones.
Como dice Ernesto Castro, esquizoide Chiquito que haría las delicias de un Guatari y Deleuze, con todos los personajes en la misma piel pugnando por salir a la vez, la mujer, el niño, el homosexual.
Particularmente el corte del Grand Prix cuando se trataba de averiguar la longitud del Danubio e iban lanzando números sin memorizar los que ya había dicho. ¿Era un niño Chiquito? Un humor que funcionaba en una sociedad homófoba, misógina y reprimida, como el carnaval de Cádiz, "la subversión del orden para su mejor consolidación."
La longitud del Danubio, min 44:00 para morirse de risa.
El año pasado impartió esta conferencia en Málaga sobre un icono nacional: Chiquito de la Calzada. Malagueño de baja extracción social que se ganó honradamente la vida y triunfó con más de 60 años en la televisión de los años 90, cuando quien esto escribe no veía la tele. No me perdía gran cosa,pero hay que señalar que precisamente a principios de esa década empezaron las televisiones privadas. Y la batalla por la audiencia, no se podía seguir con 2 canales: el entretenimiento en uno y el serio cultural en otro. Todo debía mezclarse así surgieron programas como el de Sardá o el del Mississipi. En estos florecieron personajes de la farándula española cuya fama, la de algunos, llega hasta hoy. De todo ese entramado televisivo, circunstancia de Chiquito, trata Ernesto Castro en esta conferencia:
"Folclore y vanguardia" me ha iluminado sobre el origen de la palabra "flamenco" aplicada a un género musical, sobre la capacidad de los andaluces particularmente gaditanos, malagueños, sevillanos para la mixidad cultural y lingüística.
Admirable personaje que no necesitaba ni abrir la boca para hacer reír. Sin embargo, el hecho de que los españoles de todas las tendencias y pelajes solo podamos ponernos de acuerdo ante Chiquito me desasosiega. Chiquito como un reflejo de la sociedad muda y cobarde que hemos constituido, Chiquito, malagueño del 32 que debió de sufrir lo suyo, guerra civil, conquista de Málaga, dura posguerra. Que salía por peteneras, soleás y fandangos si se le preguntaba por cuestiones biográficas, políticas, personales. La vida fue dura y aprendió a sobrevivir. Logró comprarse el piso en la playa trabajando 2 años en Japón. Pero no quería y había aprendido a no meterse en complicaciones.
Como dice Ernesto Castro, esquizoide Chiquito que haría las delicias de un Guatari y Deleuze, con todos los personajes en la misma piel pugnando por salir a la vez, la mujer, el niño, el homosexual.
Particularmente el corte del Grand Prix cuando se trataba de averiguar la longitud del Danubio e iban lanzando números sin memorizar los que ya había dicho. ¿Era un niño Chiquito? Un humor que funcionaba en una sociedad homófoba, misógina y reprimida, como el carnaval de Cádiz, "la subversión del orden para su mejor consolidación."
La longitud del Danubio, min 44:00 para morirse de risa.
min 11:04 Barcelona, capital de Andalucía, que no nos enteramos
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