miércoles, 12 de octubre de 2016

MIL MESETAS



 He tenido la "humorada" de leerme Mil Mesetas (1980) de Deleuze y Guattari en este último mes. Este libro es una especie de enciclopedia inabarcable, 600 páginas de apretada letra y a veces difíciles de comprender. El postestructuralismo no está hecho para mí. Pero no hay que retroceder ante nada, de todos se aprende y de filósofos tan eruditos como estos dos se puede aprender bastante. 


Fue un vídeo de Luis Sáez presentando el volumen el que me animó a intentar entrar en Mil Mesetas.




 A la presentación de Luis Sáez, que tiene el mérito de explicar algunos de las principales creaciones conceptuales de Deleuze, rizoma, molar y molecular, máquina de guerra, agenciamiento, nómada....yo añado que sorprende la cuasi infinitud del número de libros de todos los géneros que aparecen referenciados en Mil Mesetas. Es un verdadero compendio de literatura, ciencia, historia, filología, arqueología, sociología, psicología, matemáticas....etc, etc. Inabarcable para la mente media de la  lectora curiosa que soy. Se merecería más detenimiento y tiempo que el que le he dedicado. Deleuze no se queda en la lectura, sino que tomando pie en las investigaciones de los especialistas añade su reflexión, un pensamiento propio bastante potente. El problema es que no tengo idea sobre los estudios realizados sobre las primeras sociedades humanas de hace milenios. Me parece un campo para valientes y osados estudiosos que tienen que tener una gran confianza en  la especulación sobre el nacimiento del Estado debido a la falta de documentación. En todos esos "berenjenales" se mete Deleuze con total tranquilidad.

Al principio de cada capítulo hay unas referencias históricas, se cita un año y hay una imagen de una obra de arte, en muchas ocasiones me he quedado sin saber cuál es la relación de la fecha y la imagen con el contenido del capítulo. Un enigma para el que ahora no tengo tiempo. 

Me quedo con que Deleuze él por sí mismo es un auténtico Cosmos filosófico.

He seleccionado dos párrafos que  me han llamado la atención por motivos evidentes, ya que le he dedicado tiempo al estudio de una sociedad secreta también conectada con el fascinante fenómeno del fascismo.


SOCIEDADES SECRETAS (De Mil Mesetas, p. 288)

"El secreto ha sido inventado por la sociedad, es una noción social o sociológica. Todo secreto es un agenciamiento colectivo. El secreto no es un modo alguno una noción estática o inmovilizada, sólo los devenires son secretos, el secreto tiene un devenir. El secreto tiene su origen en la máquina de guerra, ella es la que aporta el secreto… Una sociedad secreta actúa siempre en la sociedad como máquina de guerra. Los sociólogos que se han ocupado de las sociedades secretas han puesto de manifiesto muchas leyes de esas sociedades, protección, igualación y jerarquía, silencio ritual, desindividuación, centralización, autonomía, compartimentación, etc…Pero quizás no han dado demasiada importancia a las dos leyes principales que rigen el movimiento del contenido:

1) Toda sociedad secreta lleva implícita otra sociedad todavía más secreta, bien porque percibe el secreto, bien porque le protege, bien porque ejecuta las consecuencias de su divulgación.

 2) Toda sociedad secreta implica un modo de acción, a su vez secreto, por influencia, desplazamiento, insinuación, filtración, presión, irradiación negra, de donde nacen las contraseñas y los lenguajes secretos. Y eso no supone ninguna contradicción, la sociedad secreta no puede vivir al margen del proyecto universal trastocando su jerarquía y su segmentación, la jerarquía secreta se conjuga con una conspiración de los iguales, la sociedad secreta ordena a sus miembros estar en la sociedad como peces en el agua, pero ella también debe ser como el agua entre los peces, tiene necesidad de la complicidad de toda una sociedad circundante.

Se ve con toda claridad en casos tan diferentes como las sociedades de gangsters en los Estados Unidos, o las sociedades de hombres-animales en África: por un lado, como la sociedad secreta y sus jefes influyen sobre los hombres públicos o políticos de su entorno, por otro, cómo la sociedad secreta lleva implícita otra sociedad que la redobla, que puede estar constituida por asesinos o de guardaespaldas. Influencia y redoblamiento, secreción y concreción, todo secreto avanza así entre dos “discretos” que pueden en ciertos casos, juntarse, confundirse."


FASCISMO NIHILISTA (de Mil Mesetas, p. 233)

"El totalitarismo es fundamentalmente conservador. En el fascismo, por el contrario, estamos claramente ante una máquina de guerra. Y cuando el fascismo se construye un Estado totalitario ya no es en el sentido en el que un ejército de Estado toma poder, sino, por el contrario, en el sentido en el que una máquina de guerra se apodera del Estado. Una curiosa observación de Virilio nos pone sobre la pista: en el fascismo, el Estado es mucho más suicida que totalitario. En el fascismo hay un nihilismo realizado. Pues, a diferencia del Estado totalitario que se esfuerza en obstruir todas las posibles líneas de fuga, el fascismo se construye sobre una línea de fuga intensa, que él mismo transforma en línea de destrucción y de abolición puras. Es curioso constatar cómo, desde el principio, los nazis anunciaban a Alemania lo que ofrecían: a la vez éxtasis y muerte, incluida la suya propia y de los alemanes. Sabían que iban a perecer, pero que su aventura no acabaría ahí, sería recomenzada, Europa, el mundo, el sistema planetario. Y la gente gritaba ¡adelante!, no porque comprendieran, sino porque querían esa muerte que llevaba implícita la de los demás. Algo así como una voluntad de ponerlo todo en juego constantemente, de apostar la muerte de los demás contra la suya, y de medir todo con “deleómetros”.

La novela de Klaus Mann, Mefisto, proporciona ejemplos de discursos o de conversaciones nazis totalmente ordinarios: “El heroísmo patético estaba cada vez más ausente de nuestras vidas… En realidad, no marchamos con paso militar, avanzamos titubeando… Nuestro amado Führer nos arrastra a las tinieblas y a la nada…. Cómo nosotros, poetas, que mantenemos especiales relaciones con el abismo y las tinieblas, no íbamos a admirarlo?... ¡Destellos de fuego en el horizonte, ríos de sangre en todos los caminos y una danza de poseso de los supervivientes, de los que todavía están a salvo, alrededor de los cadáveres!”

El suicidio no aparece como un castigo sino como el coronamiento de la muerte de los demás. Siempre se puede decir que todo eso sólo son discursos confusos, ideología, nada más que ideología. Pero no es cierto, la insuficiencia de las definiciones económicas y políticas del fascismo no sólo implica que haya que añadirle vagas determinaciones denominadas ideologías. Nosotros preferimos seguir a JP Faye cuando se interroga sobre la formación precisa de los enunciados nazis, tan presente en lo político o en lo económico como en la conversación más absurda. En esos enunciados siempre encontramos el grito “estúpido y repugnante” de ¡Viva la muerte!, incluso a nivel económico, en el que la expansión del rearme sustituye al aumento del consumo, y en el que la inversión se desplaza de los medios de producción a los medios de pura destrucción. Cuando Paul Virilio define el fascismo no por la noción de Estado totalitario, sino por la de Estado suicida, su análisis nos parece profundamente justo: la denominada guerra total aparece así no como una empresa de Estado, sino como la empresa de una máquina de guerra absoluta que no tendrá otra salida que el suicidio del propio Estado:

“Desencadenamiento de un proceso material realmente desconocido y sin finalidad… Una vez iniciado, su mecanismo no puede conducir a la paz, pues la estrategia indirecta instala efectivamente el poder dominante fuera de las categorías usuales de espacio y del tiempo... En el horror de la cotidianidad y de su medio, Hitler encontrará finalmente su más seguro medio de gobierno, la legitimación de su política y de su estrategia militar, y así hasta el final, puesto que, lejos de acabar con la naturaleza repulsiva de su poder, las ruinas, los horrores, los crímenes, el caos de la guerra total, normalmente no harán más que aumentar su extensión. El telegrama 71, si la guerra está perdida que la nación perezca, en el que Hitler decide asociar sus esfuerzos a los de sus enemigos para exterminar a su propio pueblo, destruyendo los últimos recursos de su hábitat, reservas civiles de toda naturaleza (agua potable, carburantes, víveres, etc…) es el desenlace lógico.”

Una máquina de guerra que prefiere eliminar a sus propios servidores antes que parar la propia destrucción. No hay nada más peligroso.

En este vídeo otro comentario a 3 altamente recomendable, sobre todo el filósofo de la coleta tiene la virtud de la claridad en el decir, los otros dos no se quedan atrás.







2 comentarios:

  1. Deleuze se dejaba unas uñas larguísimas, asquerosas. Su lectura de Kant me pareció profunda. Cuenta Jordi Llovet (en Adiós a la universidad. El eclipse de las humanidades) que asistió a un seminario al alimón de Deleuze y Guattari, en el que se pasaron una hora entera preguntándose el uno al otro: "La verité... qu'est-ce que c'est, la verité?", como Poncio Pilato, sin llegar, naturalmente, a conclusión alguna...
    Cuando no se tiene nada que decir, ¿no será mejor callar?
    Para mí, tras los estructuralismos y los rizomas y boutades de la gauche divine franchute, tan autodestructiva como el fascismo, y más nihilista aún, fue la analítica y el pragmatismo norteamericano un gran soplo de aire fresco...

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  2. Es cierto don José que leyendo Mil Mesetas de vez en cuando te asalta la duda
    ¿Están locos "estos romanos"?
    Pero hay que profundizar, intentar comprender,
    particularmente me ha llamado la atención los desarrollos sobre
    la historia de la humanidad antes de que propiamente hubiera histora.
    Lo veo arriesgado, hay que echarle imaginación y es muy especulativo
    pero hay autores que se han dedicado a ello y Deleuze se los ha leído

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