domingo, 14 de febrero de 2016

EDUCAR EN Y PARA EL CONFLICTO



EDUCAR EN Y PARA EL CONFLICTO

No había oído hablar de Francisco Cascón ni de sus métodos psicopedagógicos. Me refiero al curso que dirigió “Educar en y para el conflicto” y al que asistí hace dos semanas en el CEP de Jaén. Fueron sólo 5 días de charlas y dinámicas que hubiera seguido escuchando con gusto. En la dirección Pangea.org/documentos se pueden encontrar algunos escritos y apuntes, entre otros, una comunicación que Cascón escribió para la UNESCO.


El personaje es como él mismo dice un compendio ibérico por sus orígenes y también por la amplitud de su formación. Estudió medicina pero por un lado ha acabado siendo profesor de informática, imparte cursos de informática a jóvenes entre 18 y 25 años, y por otro lado es profesor universitario de Cultura de Paz en la cátedra Unesco sobre paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha intervenido en múltiples "misiones de paz": Guatemala, El Salvador, Colombia y entre nosotros en el País Vasco. También lleva a cabo "misiones de paz" en centros educativos que acuden a él como especialista que es del tema.
Encuentro una entrevista en la que se puede adivinar algo de su personalidad y trayectoria. 

En Catarata.org están sus libros dentro de la serie “edupaz”, en especial recomendó el segundo y tercer libro donde aparecen las dinámicas para la paz algunas de las cuales puso en práctica con los profesores que asistimos al curso.

 Paco Cascon


La metodología del curso fue muy atractiva, partía del principio de que sólo lo que se vive se aprende. Y así fue, antes de pasar a la explicación teórica de cualquiera de la cuestiones que rodean “el conflicto” o “los conflictos” en educación, hacíamos una dinámica en el grupo, la dinámica servía para representar qué significa por ejemplo la confianza o el aprecio. Después evaluábamos la dinámica, cómo nos habíamos sentido en ella y cuál había sido nuestro comportamiento. Fueron muy instructivas las dinámicas parecidas pero con pequeñas variantes que mostraban cómo cambiando detalles se puede generar un clima más favorable entre las personas.


Para empezar bien con el conflicto nos hizo ver que el conflicto es inherente a toda relación humana, siempre hay conflicto y es inevitable. Los conflictos responden a necesidades no satisfechas, y las necesidades pueden ser de muchos tipos: biológicas, económicas, laborales, afectivas, emocionales, religiosas. Por supuesto que un elemento fundamental es no confundir las necesidades con los caprichos.

La mayoría de la gente cree que los conflictos son algo malo porque confundimos conflicto con violencia, pero la violencia es la consecuencia del conflicto no abordado y no resuelto. Los conflictos son estresantes, no nos han educado ni a maestros ni a profesores para abordar el conflicto y por ende a los seres humanos nos cuesta mucho cambiar. No queremos cambiar y es locura pretender que haciendo siempre lo mismo va a pasar algo diferente.
Pero necesitamos a más gente como Francisco Cascón, con esa capacidad para hacer fácil lo difícil, capaz de ver la oportunidad de crecer y avanzar, donde la mayoría vemos sólo la generación de estrés.

Nos enseñó que los conflictos son un proceso al principio larvado, y sólo nos enteramos cuando estalla la crisis. Pero en realidad antes de la violencia ha habido una fase de preparación que puede empezar por cosas tan simples como el uso de motes, aislamiento de la persona, las malas etiquetas, las profecías que se autocumplen. De manera que actuamos tarde y mal, en la crisis, que es la consecuencia no la causa del conflicto. Además de que con nuestra actitud de mirar a los ojos sólo cuando estalla la crisis, somos bomberos pirómanos, si sólo atendemos a determinados alumnos cuando arman jaleo estamos provocando ese comportamiento.

Frente al conflicto hay cuatro actitudes que combinan: consigo o no consigo mis objetivos con la relación es buena o la relación es mala: competencia, sumisión, evasión o cooperación.

Las violencias forman un triángulo que en realidad es como un iceberg, vemos la punta, los actos de violencia directa, pero sumergidos tenemos la violencia estructural y la violencia cultural. Las peores son las violencias que no vemos, los valores y ritos que legitiman el desprecio al otro y a los que no damos importancia “porque son cosas de niños” o “siempre ha pasado”. Educar por y para el conflicto conlleva cambios culturales y cambios estructurales, empezando por cambiar  nuestra visión negativa del conflicto. El conflicto es algo natural, positivo y ocasión pedagógica.
Cuando se trabaja con seres humanos y sobre todo si son jóvenes tan importante o más importante es el ejemplo que las palabras.

En cuanto al cambio estructural se trata dar importancia al plan de acogida y al plan de acción tutorial, a la asamblea de clase en la que mensualmente se pueden discutir los malestares. Grupos heterogéneos merecen trato heterógeneo, hay que construir el equipo para fomentar las técnicas de aprendizaje cooperativo, crear alternativas eficaces y pedagógicas a la sanción y al castigo, y un cambio estructural puede tener que ver con un cambio arquitectónico en el centro.

Sobre esta base del nuevo enfoque del conflicto, Cascón propone la pirámide de las herramientas para abordarlo. En la base la llamada “prOvención”, sobre ella el análisis y la negociación, más arriba la ayuda entre iguales y en lo alto la mediación. En las dos últimas etapas intervienen terceros en el conflicto. Lo interesante es actuar en la primera fase, la provención que no es lo mismo que la prevención. La palabra provención de momento no está en el diccionario y consiste ·en el hecho educativo de proveer a toda la comunidad educativa de herramientas, habilidades y estrategias que permiten afrontar los conflictos cuando apenas están iniciados sin esperar a la crisis".

Empezó la parte más interesante del curso donde pudimos visualizar algo que cualquier educador sabe, pero es necesario que se lo repitan, los procesos humanos no son lineales sino helicoidales: es necesario volver mil veces sobre lo mismo. Las dinámicas para trabajar la confianza resultaron de lo más instructivo, hay diversas formas de ganarse la confianza y elegir la mejor depende de muchos factores, sobre todo de la fase de conocimiento en que nos encontremos con la otra persona.

Si hay un clima de confianza se favorece la participación, el interés, la seguridad, la implicación, la identidad del grupo, el respeto. La confianza hace que todo fluya y que cualquier cosa que ocurra se interprete de la mejor manera posible.

El capítulo de la agresividad tiene dos partes, la agresividad destructiva que es la violencia, que busca destruir en el otro algo esencial, y la agresividad constructiva que sirve para ponerse en marcha, para atacar los proyectos. En ese sentido tuvo gracia la diferencia entre actuar "noviolentamente" y no actuar violentamente, ante la violencia hay que hacer algo, no basta no actuar. La tarea del educador es luchar contra la indiferencia de la mayoría que es complicidad con la violencia. Uno es el matón y los demás colaboran con el silencio por miedo, es una ley básica de los conflictos. El mundo no es peligroso por los elementos malos que hay en él sino por los que se quedan de brazos cruzados ante el mal, algo parecido dijo Einstein. Para que triunfe el mal sólo hace falta que un montón de gente no haga nada. Es evidente que esta parte de la exposición de Cascón me llegó de manera especial por haberla vivido en diferentes contextos en mi propia persona. Hay un miedo malo y un miedo bueno, el miedo bueno es alerta, precaución, que nos lleva a ser conscientes de los peligros. El trabajo consiste en pasar del miedo malo al miedo  bueno.

Tras la confianza trabajamos el aprecio que de manera nada evidente empieza por autoestima y sigue por la “tú estima”. Cuando falla la primera, nos encontramos con personas tóxicas que necesitan machacar a su alrededor para poder “hacer como que se quieren” a sí mismos, cualquier virtud en otro les es molesta.

Hay una tendencia a desconocer nuestras propias cualidades por motivos varios que estuvimos examinando, y sobre todo porque cuando hago algo bien nadie se da cuenta, y cuando hago algo mal nadie lo olvida.
De ahí un buen consejo para no hacer de las juntas de evaluación un rosario de quejas: por cada cosa negativa que se dice de alguien hay que decir otra cosa positiva.

La última parte del curso fue una invitación hacia una comunicación más dialógica y al uso de múltiples canales en la educación, verbales y no verbales. Puesto que no se trata de transmitir información sino de que la información llegue.

Cascón nos hizo ver las 3 reglas de la comunicación:

  1. Es imposible no comunicarse, también en silencio comunicamos
  2. En la comunicación tenemos dos componentes, los contenidos y la relación que se establece entre las personas que están comunicando. Las mismas palabras con diferentes gestos significan cosas muy distintas.
  3. Para comunicarnos tenemos diferentes canales, verbal y no verbales. Hemos de usar cada canal para lo que es más apropiado y hay que saber hablar a las personas por su canal preponderante

Interesante la escucha activa que significa ante todo callar cuando el otro habla, no sólo escuchar sino hacer sentir al otro que está siendo escuchado. En efecto, la experiencia más común en sociedad que luego trasladamos a la enseñanza es la falta total y absoluta de escucha activa, la incapacidad para recepcionar lo que el otro nos está diciendo. No hay receptores de escucha activa, el bloqueo es bastante considerable en general, quizás será por eso que no sabemos educar.

 Si llega al CEP de Ubeda la noticia de un curso dirigido por Francisco Cascón no os lo perdáis, se aprende incluso sin querer aprender. Transmite lo que lleva años viviendo, como bien explica en la entrevista.

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