domingo, 6 de junio de 2010

Rimas y coplas del Mochuelo por Rafael Bellón



RIMAS Y COPLAS

Como hermanicos al tajo
tal que bueyes de labranza,
la tarde pasa volando
y aligera la templanza.

-Venid, amigos, deprisa
que el mochuelo está en la rama,

-¿Qué haces mochuelo en tu olivo,
-con los ojos tan abiertos?”.

-“ Estoy –responde el mochuelo-
mirando pasar el tiempo.”

En la paloma vió Kant
el vuelo del pensamiento:
al pensar como al volar
hay que apoyarse en el viento.

-”Yo pienso –dice el mochuelo-
luego vuelo, aunque al volar
sea torpe, pesado y lento.”


Tú eres igual que el mochuelo
que está quieto en su olivo
mirando pasar el tiempo.

Todo lo que estás mirando
parece que se ha dormido
en esta noche del alma
que es oscuridad
de espíritu.

Todo parece que duerme
en la noche del sentido.
¡Ay! , menos el corazón…
Y el mochuelo en el olvido.

Mira como sin volar
anda por la oliva el mochuelo
y hasta corre sin saltar.

Mira como el tiempo pasa,
como el viento en los olivos
volviendo lo verde, plata.

El alma renuncia al vuelo
cuando se cansa de andar
por los caminos del cielo.

La sombra de un pensamiento
Mortal, en tu corazón
se ha posado como un cuervo.

No sabe el ave en su vuelo,
cuando más sube al volar,
que está tan lejos del Cielo.

El mochuelo está en su olivo
y en su gatera está el gato;
y el palomo en su alero
que asoma de su tejado.

Y de lejos para abajo,
tú que estás en la ventana,
crees que estás en lo más alto.

Dame la tierra y el mar
pero no me des el Cielo,
dice el mochuelo al volar.
Yo vuelo mirando al suelo.

Quiero mirar en la oscura
noche de mi pensamiento
abriendo mucho los ojos
como los abre el mochuelo:

para ver en la negrura
de su más profundo centro
arder la invisible llama
que la consume por dentro.

Me sorprende la aurora
con los ojos tan abiertos
que no podrán ver la luz
como si estuvieran ciegos.

Y no podrán ver la sombra
que en su tenebroso vuelo
dibuja en el aire claro
la pluma negra del cuervo.

Los campos tienen olivos,
y los olivos, mochuelos
que miran la noche entera
con los ojos muy abiertos,
creyendo que estaba mirando
la noche eterna del tiempo.

En su olivo está el mochuelo.
Y el olivo en su raíz
de tierra y como de cielo.

En su vuelo y a su aire
va por la oliva el mochuelo
sin pedir permiso a nadie.

Como el pájaro en su cante
tienes más alma que cuerpo,
más pensamiento que sangre.

No estás en ninguna parte
y te pierdes en tu vuelo
por los caminos del aire.

Y hasta aquí llego, amigos.
Nos vemos de vacaciones:
Cada mochuelo a su olivo.

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