EL BOSQUE

 

De “Sobrevivir a un gran amor, seis veces”, L. Racionero (2009)

EL BOSQUE

“Pienso que la única forma de disfrutar de una cosa es no querer nada de ella, ni negociarla ni clasificarla. Entonces se tiene la mente libre para abrirse a la cosa y ella puede comunicarse en su propio idioma: no es lo mismo ver un bosque pensando cuánto costará y lo que se obtendría por la madera en caso de atravesarlo con una carretera, verlo pensando en la familia de las coníferas y la función clorofílica, o verlo sin pensar en nada,

con la cabeza limpia, atento y abierto a captar todos los matices por los que el bosque y la persona se pueden comunicar. Y no se trata solo de obtener tranquilidad, belleza, aire puro; se trata de pensar que el bosque está vivo y que él también tiene derecho a sacar provecho de nuestra presencia. Se trata de devolverle sus gracias, de irradiar hacia él amor, de forma de agradecimiento, serenidad, bienestar. El gran descubrimiento que se produce al estar así es que la sensación de belleza y bienestar en ese lugar es mucho mayor; la paradoja es que al irradiar se recibe. Entre el bosque y la persona ha surgido la llama, que es el secreto del arte de vivir. La llama, el amor que se irradia, va trabajando el cuerpo por el que  pasa y lo templa hasta el fraguar el ser diamantino que convierte la vida en una danza sobre fuego y agua.

Para mí, la vida no es un problema que resolver sino un misterio que experimentar. La verdad no es un objetivo al que se llega, sino un estado de la mente, “porque tal como se es, sólo así se puede ver”. El arte de vivir consiste en la habilidad de ver la llama, alcanzar los momentos intensos de las cosas, mil veces vistas, que se transforman como tocadas por un soplo de amor, en seres esplendorosos que sonríen y desvelan sus significados secretos. Otras veces la llama alumbra el quieto silencio dorado del amor, cuando el tiempo se para y la belleza huidiza descansa a nuestro lado. Cuando aparece la llama, las cosas grises de la existencia banal se rodean de auras; la llama viene de fuera y prende dentro: es inspiración, emoción, amor.

Los significados secretos de las cosas sólo se abren ante esta llama: el misterio de la vida solo se penetra con ella. Pero ¿Cómo retener la llama, cómo vivir en la inspiración, la emoción, el amor?

La cantidad de líos que he organizado, o que me han montado, a causa del amor vienen de confundir bajo el nombre puro y angelical de amor las más bajas pasiones, los miedos inconfesables y los peores complejos freudianos…”

y sigue Luis Racionero relatando lo que fue su teoría y práctica de la vida amorosa. Tan aleccionador como entretenido.