domingo, 9 de mayo de 2021

CHOMSKY, FABRICACIÓN DEL CONSENSO

Documental que ya tiene unos años, pero que resulta muy útil para comprender el mundo en que vivimos. El famoso lingüista Noam Chomsky se lanzó en los 60 al estudio y análisis de la política norteamericana en el mundo y la información oficial sobre ella. El panorama era y es sombrío. 

Hay un momento en el que menciona a España, por un episodio totalmente olvidado: la revolución anarquista en Cataluña y Aragón de los años 1936 - 1937. Entre el comunismo teledirigido desde Moscú y la fuerza ascendente ganadora de la guerra civil acabaron con lo que había sido un movimiento de masas en España que llegó a contar con casi un millón de seguidores, localizados sobre todo en Andalucía y Cataluña. Ni rastro de este momento estelar de la historia de nuestro país en los manuales escolares. Chomsky se refiere a él (2:36:05): demostró que obreros, campesinos son capaces de organizarse "si les dejan". Que las instituciones económicas creadoras de riqueza sean organizadas y dirigidas por los propios trabajadores en libre asociación:

Una de las principales tesis del  Nuevo orden mundial, los amos del mundo, los que fabrican nuestra moral y opiniones políticas, lo que está bien y lo que está mal,  se preocupan de aplastar cualquier asomo de independencia, nacionalismo, soberanía, auto organización de los pueblos, que no sea la que ellos han decidido.

El documental no lo he encontrado entero en español, hay algunos extractos subtitulados, se puede entender bastante bien con los subtítulos activados en inglés. Y por supuesto lo he visto en cuatro fases: es largo y denso.

Un extracto del libro de Noam Chomsky publicado en 1994 El nuevo orden mundial (y el viejo). El final del capítulo titulado "El orden político-económico":

"Ni en los EEUU ni en el extranjero el mundo real se asemeja a las irreales fantasías tan en boga actualmente que hablande una historia en la que convergen el ideal de libre mercado y la democracia, "un futuro del cual los EEUU son el vigilante y el modelo".

Una descripción más precisa reuniría las características que se han hecho más evidentes en os útimos 20 años. En el nuevo orden mundial, el mundo está gobernado por los ricos y para los ricos. El sistema mundial no es como un mercado clásido; apra describirlo resulta más adecuado el término "mercantilismo empresarial": El gobierno está, cada vez más, en manos de enormes instituciones privadas y de sus representantes. Las instituciones tienen un carácter totalitario: en una gran empresa, el poder fluye de arriba abajo, y se excluye al público externo. En el sistema dictatorial conocido como "Libre empresa", el poder sobre las decisiones de inversiones, la producción y el comercio es un pder centralizado y sacrosanto, y está exento de la influencia y el control de los trabajadores y de la comunidad, como cuestión de principio y legal.

Con el rápido crecimiento de los tratados de libre comercio hasta un nivel en el que sus ventas externas superan ya las de todo el comerico mundial, estos sistemas de gobierno privado adquieren un poder inimaginable. Naturalmente han utilizado este poder para crear el "gobierno mundial de facto" que describe la prensa financiera, con sus instituciones propias, que también están exentas de la influencia o el escrutinio públicos.

Por lo que se refiere al comercio mundial, más de un tercio del mismo es comercio intraempresas, es decir, se trata de interacciones comercailes con gestión centralizada y no de comercio en ninguna acepción serial del término. Las grandes concentraciones de poder privado exigen estados poderosos que protejan y refuercen sus intereses de muchas maneras. Su capacidad para transferir la producción a las áreas más reprimidas y para dirigirla a los sectores ricos del sistema global extiende el model tercermundista de los dos tercios a las propias sociedades ricas; procesos que se han acelerado con el final de la guerra fría, con las nuevas armas que ello proporciona y que se utilizan contra "los mimados trabajadores occidentales" que ganaron algunos derechos después de largas batallas.

Los procesos se ven reforzados por la enorme expansión del capital internacional desregulado, y por el cambio radical del capital, que de las inversiones productivas y el comercio pasó a la especulación. Estos factores han contribuido también a la ralentización del crecimiento económico y han debilitado la planificación económica nacional. Los gobiernos nacionales, que en diversas formas conllevan algunas medidas de participación pública, se ven obligados por estos factores externos a servir a los intereses de los ricos y poderosos más aún que en el pasado.

La era actual evoca recuerdos importantes de otras épocas. El entusiasta recurso a la doctrina económica clásica (ahora neoliberal) como arma para la guerra de clases es un llamativo ejemplo de ello. Otro es el recurso a las nuevas tecnologías para crear una forma de "Progreso sin el pueblo" y no a consecuencia de la naturaleza de la tecnología o de la búsqueda de la eficiencia o de la reducción de costes, como mostró David Noble en un importante trabajo en el que señalaba, p.e., que las extremas ineficiencias de la automatización se tuvieron que enmascarar con el recurso habitual al sistema del Pentágono de subsidios públicos y distorsión del mercado. 

AL igual que al principio de la  revolución industrial, la tecnología está pensada para aumentar los beneficios y el poder, la propiedad y el control empresarial a expensas del trabajo gratificante, la libertad, la vida humana y el bienestar: otros acuerdos sociales podrían desarrollar su potencial liberador. Del mismo modo, los actuales debates sobre bienestar y trabajo no pueden menos que recordar a Malthus y a Ricardo, cuya nueva ciencia supuestamente demostraba que a la mayoría pobre lo que más le podría perjudicar eran los esfuerzos por ayudarla: una demostración que, según Ricardo era tan cierta como la ley de la gravitación.

Alguien que carece de riqueza independiente "no tiene derecho a exigir la más mínima porción de comida y, de hecho, no tiene razón para estar donde está", aparte de lo que su oferata de trabajo pueda paortar al mercado, según proclamó Malthus en obras muy influyentes. Los esfuerzos para hacer creer erróneamente a los pobres que tendrán otros derechos son, según RIcardo, "grandes males" y violaciones de la libertad natural, como demuestran la ciencia económica de la que él fue uno de los más destacados representantes y también los inmutables principios morales en los que ésta se basa.

Como señala Karl Polanyi en su clásico estudio sobre estas transformaciones "era absolutamente obvio que el sistema salarial exigía imperiosamente la retirada del derecho a la vida tal como se proclamó en la legislación anterior, que reflejaba la mentalidad precapitalista. "Para las generaciones posteriores nada pudo ser más patente que la incompatibilidad entre instituciones como el sistema salarial y el derecho a la vida. Por tanto este último tuvo que desaparecer en interés de todos".

Durante los años 1830, los resultados de la "ciencia" quedaron recogidos en la ley, y el derecho a la vida una desfasada reliquia de antiguos errores sucumbió al sistema salarial y a los asilos-prisión. "Así la humanidad se vio forzada a un experimento utópico, escribió Polanyi. "Muy probablemente en la época moderna no se haya perpetrado jamás un acto tan implacable de reforma social: al pretender simplemente establecer un criterio de indigencia auténtica con la prueba de fuego de las workhouses, multitudes de vidas se vieron aplastadas". 

Pero "casi inmediatamente la propia capacidad de protección de la sociedad se afianzó: los estatutos de de la fábricas y la legislación social, así como un movimiento de clase obrera político e industrial, empezaron a surgir....para conjurar los totalmente nuevos peligros de los mecanismos del mercado..."

La desesperación y el sufrimiento generalizados desencadenaron el desorden y los tumultos: primero disturbios, posteriormente, el auge de los movimientos sociales organizados que empezaron a desafiar los principios que hicieron de la acumulación del capital el supremo valor humano y, lo que era aún peor para los patrones, empezaron a desafiar su derecho a gobernar. 

"La sumisión implícita con la cual los hombres renuncian a sus propios sentimientos y pasiones en favor de los de sus dirigentes, el fundamento del gobierno según dijo Hume,  se estaba debilitando. Lo mismo sucedió en los EEUU cuando se implantó el orden industrial con su "trabajo libre", que los trabajadores contemplaban como "esclavitud salarial". Entre los disturbios y el desorden y, lo que es aún peor, la organizacion cartista y socialista, la opinión de las élites cambió, y la "ciencia" adoptó nuevas formas basadas en el descubrimiento de que había que conservar el derecho a la vida. El descrédito de las doctrinas del laissez faire aumentó todavía más cuando los nuevos dirigentes empezaron a entender que, como en el pasado, seguían necesitando el poder del estado para reforzar sus privilegios y protegerlos de la disciplina del mercado. Y se produjo un giro hacia diversas formas de capitalismo estatal bienestarista, al menos en aquellas sociedades que se ganaron su lugar bajo el sol mediante el terror, la opresión y el latrocinio.

En realidad la historia se ha repetido una y otra vez. Poco hay de nuevo en estos programas neoliberales, en estas teorías falaces y en todo el resto del bagaje doctrinal que sirve a los intereses del privilegio y el poder. La ideología de la opresión puede adoptar formas diferentes cuando se aplica a las zonas de servicio del tercer mundo y a las poblaciones internas, aunque las similitudes son evidentes, y los actuales entusiasmos son poca cosa más que una recapitulación, muchas veces sórdida, de antiguos mecanismos para justificar los privilegios de los que detentan el control.

Como a principios del siglo XIX, una vez más tenemos que entender que esto es una violación de la libertad natural e incluso de la ciencia para engañar a las personas y hacerlas pensar que tienen algunos derechos más allá de lo que pueden obtener vendiendo su fuerza de trabajo. Cualquier tentativa de desviarse de esa forma correcta de pensar lleva directamente al Gulag, como explican sobriamente los propios pensadores.

La era actual recuerda mucho a los momentos de entusiasmo que se produjeron antes de las indecorosas algaradas de la plebe empezaran a ser demasiado peligrosas como para no tenerlas en cuenta, de lo cual se desprenden algunas lecciones no excesivamente complicadas.

En medio de un clima de desánimo y temor generalizado, hay también síntomas de resistencia, que adoptan diversas formas. Comparemos dos caso: los disturbios de 1992 en la zona sur del centro de LA y la revuelta maya en Chiapas, México, el 1 de enero de 1994. En ambos casos, los levantamientos reflejan la creciente marginación de las gentes que no contribuyen a generar beneficios bajo los acuerdos institucionales imperantes y que por tanto carecen de valor y derechos humanos.

Las personas que viven en los suburbios de Los Angeles alguna vez tuvieron trabajo, ya fuera en el sector estatal que ha jugado un papel fundamental en la sociedad capitalista de libre mercado, o en las fábricas que se trasladaron a lugares donde se puede explotar salvajemente a los trabajadores y se puede destruir el entorno impunemente. En términos absolutos, estas gentes son considerablemente más ricas que los mayas de Chiapas, quienes sabn que lo que queda de sus vidas se enfrenta a la destrucción a medida que los acuerdos sobre los derechos de los inversores (TLC, GATT) amplíen su influencia.

El movimiento zapatista: la lucha contra el neoliberalismo mundial - El  Orden Mundial - EOM

Pero los disturbios de LA fueron distintos de la revuelta de Chiapas. El contraste refleja la diferencia entre unas comunidades que han sido desmoralizadas y devastadas por fuerzas externas, y otras que han conservado su cohesión y su vitalidad internas. Los problemas específicos que tienen ante sí son bastante distintos: la acuciante necesidad de solidaridad y participación constructiva difícilmente podría estar más clara, a la vista del "experimento global" que está teniendo lugar. 

La naturaleza de este experimento queda ilustrada gráficamente en un informe de la Organización Internacional del Trabajo que estima que en enero de 1994 el 30% de la mano de obra estaba sin trabajo, sin posibilidad de ganar lo necesario para mantener un mínimo nivel de vida. Según la OIT este desempleo persistente a largo plazo es una crisis de una magnitud semejante a la Gran Depresión. Este vasto desempleo coexiste con las enormes demandas de trabajo. En cualquier lugar que miremos han trabajo por hacer de gran valor social y humano y hay multitud de gente dispuesta a hacerlo. Pero el sistema económico no puede reconciliar el trabajo necesario y las manos ociosas de la gente que sufre.

Su concepto de salud económica está vinculado a las exigencias del beneficio, no a las necesidades del pueblo. En resumen, el sistema económico es un fracaso catastrófico. Naturalmente ha sido alabado como un gran éxito y, de hecho, lo es para un pequeño sector de gentes privilegiadas, entre las que se cuentan quienes alaban sus virtudes y sus triunfos.

¿Cuánto puede durar todo esto? ¿Será realmente posible construir una sociedad internacional a partir de algo parecido al modelo del tercer mundo, con islas de grandes privilegios en un piélago de miseria; unas islas que serán lo bastante grandes en los países ricos, con controles de carácter totalitario dentro de formas democráticas que cada vez serán solo una fachada? ¿O la resistencia popular, que también tendrá que internacionalizarse para triunfar, será capaz de desmantelar estas estructuras de violencia y dominación y de llevar hacia adelante los centenarios procesos de expansión de libertad, justicia y democracia que están siendo abortados e invertidos en la actualidad? son las grandes preguntas del futuro." 

En negrita proféticas palabras 30 años más tarde: controles de carácter totalitario, amenazas y recursos para seguir alimentando a la bestia, "eliminemos material sobrante improductivo". La palabra  "improductivos"  no se refiere en ningún caso a las élites que nos entretienen con sus falsas disputas políticas en los medios de comunicación.

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