LA CIENCIA NOS AYUDA A COMPRENDER LA REALIDAD
¿Cuáles son las consecuencias de que los resultados de la ciencia sean continuamente relativizados? ¿Y por qué los populistas son más efectivos que los profesores? La filósofa Lisa Herzog busca respuestas y acaba de recibir por ello el Premio Alemán de Filosofía y Ética Social.
Jörn Lauterbach |Die Welt
Comercio y ciencia: en Hamburgo durante décadas se entendió en la ciudad de Hamburgo que se trataba de un par de opuestos, aunque hay excepciones: como el empresario Max Uwe Redler, fallecido en 2006, que solía asistír a conferencias universitarias de filosofía. Su pasión sigue viva hoy a través de su fundación, que este lunes 28 de octubre ha otorgado el Premio Alemán de Filosofía y Ética Social, dotado con 100.000 euros, a la profesora y doctora Lisa Herzog. Un gran éxito para ella, no solo en la enseñanza y la investigación, también en el mercado del libro.
Lisa Herzog de 35 años, se doctoró sobre mercados y teoría política en Oxford y ha sido profesora en las universidades de Munich, St. Gallen, Frankfurt / Main y Stanford, para acabar aceptando una cátedra de filosofía en el Centro de Filosofía, Política y Economía de la Universidad de Groningen. Sus escritos "El valor del mercado" y "La salvación del trabajo" le han reportado varios premios. Sin embargo, en la actualidad le preocupan además de la tensión entre las personas y su base económica, el creciente escepticismo hacia la ciencia.
DIE WELT: Se ocupa ud. de temas como las relaciones de poder económico, el mundo del trabajo y la digitalización. ¿Qué tiene que ver exactamente con la filosofía? acaba de recibir el Premio Alemán de Filosofía y Ética Social ...
Lisa Herzog: Una cuestión central de la filosofía política es cómo podemos dar forma a una sociedad justa. Para mí es crucial que las personas puedan llevar una vida autodeterminada sin restricciones, ¡no solo unos pocos privilegiados, sino todos los miembros de la sociedad! Y en el mundo de hoy, la economía y el mundo del trabajo dan forma a nuestras vidas, por lo que es inevitable ocuparse de estos problemas. La digitalización es relevante teórica y prácticamente: teóricamente porque los nuevos conceptos filosóficos deben ser cuestionados y posiblemente ampliados por nuevas posibilidades técnicas, por ejemplo, el concepto de privacidad. Y práctico, porque deben tomarse decisiones políticas sobre cómo lidiar con estos nuevos fenómenos: ¿qué tecnologías deberían permitirse, cuáles deberían prohibirse, dónde es necesaria la regulación y cómo debe protegerse a los consumidores?
DIE WELT: La activista del clima Greta Thunberg aconseja a los políticos que "escuchen a los científicos". Pero no son solo los políticos los que rara vez escuchan la ciencia, hay un creciente escepticismo sobre la ciencia y las profesiones basadas en el conocimiento. ¿Cómo explica este fenómeno?
Herzog: La ciencia, al menos idealmente, está orientada a los hechos: funciona con los mejores métodos posibles para comprender la realidad. Pero la ciencia es un esfuerzo humano, y como tal es falible. Los científicos son humanos, ocasionalmente también hay ovejas negras entre los hombres de ciencia. En el pasado hubo algunos mediáticos como cuando la industria del tabaco compró a científicos, o los sistemas de incentivos en el sistema científico que resultan muy problemáticos. Muchas de estas cosas se han convertido gradualmente en conciencia pública, y esto ha sido asumido por el lado populista. Los titulares que hablan de escándalos pueden ser más efectivos que el hecho de que la mayoría de los científicos hagan su trabajo de acuerdo con altos estándares éticos y gran compromiso personal y que contribuyan a resolver problemas sociales en muchas áreas.
Quizás el hecho de que una disciplina particular, la economía, haya fallado masivamente en predecir la crisis financiera de 2008 ha jugado un papel en el descrédito popular de la ciencia. Sin embargo, la economía, tal como se practicaba en la corriente principal en ese momento, plantea preguntas metodológicas muy específicas. No se puede concluir de este fracaso la falta de fiabilidad de otros métodos científicos. Pero en los medios y en la percepción pública, todas las ciencias se ven como si fueran una sola.
DIE WELT: ¿Estima que haya alguna forma para contrarrestar esta situación o hemos de aprender a orientarnos en la era post fáctica?
Herzog: Si queremos mantener en pie una sociedad democrática y abierta, es necesario cultivar la capacidad de ponernos de acuerdo sobre ciertos hechos, y para muchos tipos de hechos, los métodos científicos son la mejor manera de hacerlo. Actualmente hay muchos intentos de mejorar la comprensión de cómo funciona la ciencia a través de la comunicación científica y la citizen science, es decir la participación de profanos en proyectos científicos y tal vez no está mal algo de desconfianza. Sin embargo, un problema es que en Internet se puede difundir todo tipo de información y las páginas menos fiables a menudo parecen funcionar "científicamente".
DIE WELT: Se ocupa ud de las consecuencias de la digitalización en su libro "La salvación del trabajo", ¿tiene algo que ver la digitalización con lo que hemos hablado en el sentido de que en el mundo del trabajo se abre la brecha entre ganadores y dependientes y la marginalización de estos últimos?
Herzog: En una sociedad socialmente dividida que muchos consideran injusta, es más fácil decir que "los de arriba" están todos compinchados. La ciencia se puede definir en consecuencia como un "proyecto de élite" que no existe para toda la sociedad, y solo interesa a ciertos grupos. La presencia o ausencia de movilidad social también podría desempeñar un papel: ¿Puedo imaginar que alguien en mi entorno se dedique a la ciencia, aunque no sea lo mío? En definitiva, se trata de cuestiones de confianza y desconfianza: ¿qué hace que las personas confíen legítimamente en la sociedad? ¿Dónde se encuentran las personas unas con otros? Uno de mis temores sobre un avance no regulado en la digitalización es que el mundo del trabajo cumple cada vez menos el papel integrador que ha desempeñó en el pasado a pesar de los problemas.
DIE WELT: Ha hablado ud del aspecto social del empleo. Pero ¿qué se puede hacer si la inteligencia artificial y la robótica eliminan millones de puestos de trabajo? ¿es suficiente con discutir sobre el modelo de renta básica?
Herzog: Desde una perspectiva histórica, creo que es poco probable que haya desempleo masivo, esto se ha profetizado en muchos cambios tecnológicos y nunca ha sucedido. Un ingreso básico puede ser parte de la regulación futura, pero nunca será suficiente para justificar el acceso al buen trabajo y para otorgar los derechos de participación individual, por ejemplo. La posibilidad de dejar el puesto de trabajo por un tiempo o de rechazar ciertos trabajos aumentaría la libertad del individuo, pero lo mismo se puede lograr por otros medios. Lo que importa es cómo apoyar a aquellos cuyos trabajos desaparecen: ¿Tiene suficientes oportunidades para una formación superior? ¿Es posible decidir qué tipo de trabajo quieres hacer o tienes que aceptar un trabajo por mal pagado que esté?
DIE WELT: ¿Hay aspectos positivos para el individuo o la comunidad en un mundo laboral digitalizado? Por ejemplo, ¿qué pasa con las jerarquías cuando todos los procesos se vuelven cada vez más transparentes?
Herzog: En el mejor de los casos, es posible reducir las horas de trabajo para todos los miembros de la sociedad a través de los avances de productividad, sin reducir los ingresos. Además, existen nuevas oportunidades en la organización del trabajo y, por lo tanto, la cuestión de la distribución del poder en el mundo del trabajo puede ser nueva. Con las tecnologías digitales, muchos problemas de coordinación y acuerdo pueden resolverse de manera rentable "de abajo hacia arriba", al menos cuando estas tecnologías se utilizan en lugar de simplemente "desde arriba". Esto abre nuevas oportunidades para la participación e incluso para la democratización del mundo laboral.
DIE WELT: Volviendo a la filosofía, se trata de un campo de dominio masculino con pocas excepciones. Las cosas están cambiando y usted es un buen ejemplo. ¿Qué tiene que decir al respecto?
Herzog: Contrapregunta:
¿no es triste que en 2019 tengamos que hablar sobre este tema? Pero lamentablemente es cierto que la filosofía está progresando lentamente a este respecto. En el pasado, la imagen extremadamente masculina de la filosofía disuadía a las mujeres, y hubo y hay muchos casos de discriminación, y si no hay profesoras, las jóvenes estudiantes carecen de modelos a seguir. Las cosas empiezan a mejorar, pero la filosofía necesita mucha más diversidad, no solo en términos de género, sino también en términos de antecedentes sociales, por ejemplo. Filósofos que procedan de mundos diversos y traigan consigo otras experiencias y otras preguntas que pueden enriquecer enormemente el trabajo filosófico.
DIE WELT: Cuando los jóvenes se enfrentan a escoger una carrera universitaria: ¿qué se puede decir en favor de elegir filosofía?
Herzog: la filosofía te da la oportunidad de enfrentarte a las grandes preguntas del ser humano que con frecuencia se tratan con mucha superficialidad. Por un lado la filosofía es el puro placer de pensar y por otro implica cuestionar ideas y conceptos que en gran medida dan forma a nuestra realidad social. En muchas áreas del mundo social y político, deben cambiar nuestro pensamiento y nuestra visión de las cosas y también la realidad puede cambiar.
¿Cuáles son las consecuencias de que los resultados de la ciencia sean continuamente relativizados? ¿Y por qué los populistas son más efectivos que los profesores? La filósofa Lisa Herzog busca respuestas y acaba de recibir por ello el Premio Alemán de Filosofía y Ética Social.
Jörn Lauterbach |Die Welt
Comercio y ciencia: en Hamburgo durante décadas se entendió en la ciudad de Hamburgo que se trataba de un par de opuestos, aunque hay excepciones: como el empresario Max Uwe Redler, fallecido en 2006, que solía asistír a conferencias universitarias de filosofía. Su pasión sigue viva hoy a través de su fundación, que este lunes 28 de octubre ha otorgado el Premio Alemán de Filosofía y Ética Social, dotado con 100.000 euros, a la profesora y doctora Lisa Herzog. Un gran éxito para ella, no solo en la enseñanza y la investigación, también en el mercado del libro.
Lisa Herzog de 35 años, se doctoró sobre mercados y teoría política en Oxford y ha sido profesora en las universidades de Munich, St. Gallen, Frankfurt / Main y Stanford, para acabar aceptando una cátedra de filosofía en el Centro de Filosofía, Política y Economía de la Universidad de Groningen. Sus escritos "El valor del mercado" y "La salvación del trabajo" le han reportado varios premios. Sin embargo, en la actualidad le preocupan además de la tensión entre las personas y su base económica, el creciente escepticismo hacia la ciencia.
DIE WELT: Se ocupa ud. de temas como las relaciones de poder económico, el mundo del trabajo y la digitalización. ¿Qué tiene que ver exactamente con la filosofía? acaba de recibir el Premio Alemán de Filosofía y Ética Social ...
Lisa Herzog: Una cuestión central de la filosofía política es cómo podemos dar forma a una sociedad justa. Para mí es crucial que las personas puedan llevar una vida autodeterminada sin restricciones, ¡no solo unos pocos privilegiados, sino todos los miembros de la sociedad! Y en el mundo de hoy, la economía y el mundo del trabajo dan forma a nuestras vidas, por lo que es inevitable ocuparse de estos problemas. La digitalización es relevante teórica y prácticamente: teóricamente porque los nuevos conceptos filosóficos deben ser cuestionados y posiblemente ampliados por nuevas posibilidades técnicas, por ejemplo, el concepto de privacidad. Y práctico, porque deben tomarse decisiones políticas sobre cómo lidiar con estos nuevos fenómenos: ¿qué tecnologías deberían permitirse, cuáles deberían prohibirse, dónde es necesaria la regulación y cómo debe protegerse a los consumidores?
DIE WELT: La activista del clima Greta Thunberg aconseja a los políticos que "escuchen a los científicos". Pero no son solo los políticos los que rara vez escuchan la ciencia, hay un creciente escepticismo sobre la ciencia y las profesiones basadas en el conocimiento. ¿Cómo explica este fenómeno?
Herzog: La ciencia, al menos idealmente, está orientada a los hechos: funciona con los mejores métodos posibles para comprender la realidad. Pero la ciencia es un esfuerzo humano, y como tal es falible. Los científicos son humanos, ocasionalmente también hay ovejas negras entre los hombres de ciencia. En el pasado hubo algunos mediáticos como cuando la industria del tabaco compró a científicos, o los sistemas de incentivos en el sistema científico que resultan muy problemáticos. Muchas de estas cosas se han convertido gradualmente en conciencia pública, y esto ha sido asumido por el lado populista. Los titulares que hablan de escándalos pueden ser más efectivos que el hecho de que la mayoría de los científicos hagan su trabajo de acuerdo con altos estándares éticos y gran compromiso personal y que contribuyan a resolver problemas sociales en muchas áreas.
Quizás el hecho de que una disciplina particular, la economía, haya fallado masivamente en predecir la crisis financiera de 2008 ha jugado un papel en el descrédito popular de la ciencia. Sin embargo, la economía, tal como se practicaba en la corriente principal en ese momento, plantea preguntas metodológicas muy específicas. No se puede concluir de este fracaso la falta de fiabilidad de otros métodos científicos. Pero en los medios y en la percepción pública, todas las ciencias se ven como si fueran una sola.
DIE WELT: ¿Estima que haya alguna forma para contrarrestar esta situación o hemos de aprender a orientarnos en la era post fáctica?
Herzog: Si queremos mantener en pie una sociedad democrática y abierta, es necesario cultivar la capacidad de ponernos de acuerdo sobre ciertos hechos, y para muchos tipos de hechos, los métodos científicos son la mejor manera de hacerlo. Actualmente hay muchos intentos de mejorar la comprensión de cómo funciona la ciencia a través de la comunicación científica y la citizen science, es decir la participación de profanos en proyectos científicos y tal vez no está mal algo de desconfianza. Sin embargo, un problema es que en Internet se puede difundir todo tipo de información y las páginas menos fiables a menudo parecen funcionar "científicamente".
DIE WELT: Se ocupa ud de las consecuencias de la digitalización en su libro "La salvación del trabajo", ¿tiene algo que ver la digitalización con lo que hemos hablado en el sentido de que en el mundo del trabajo se abre la brecha entre ganadores y dependientes y la marginalización de estos últimos?
Herzog: En una sociedad socialmente dividida que muchos consideran injusta, es más fácil decir que "los de arriba" están todos compinchados. La ciencia se puede definir en consecuencia como un "proyecto de élite" que no existe para toda la sociedad, y solo interesa a ciertos grupos. La presencia o ausencia de movilidad social también podría desempeñar un papel: ¿Puedo imaginar que alguien en mi entorno se dedique a la ciencia, aunque no sea lo mío? En definitiva, se trata de cuestiones de confianza y desconfianza: ¿qué hace que las personas confíen legítimamente en la sociedad? ¿Dónde se encuentran las personas unas con otros? Uno de mis temores sobre un avance no regulado en la digitalización es que el mundo del trabajo cumple cada vez menos el papel integrador que ha desempeñó en el pasado a pesar de los problemas.
DIE WELT: Ha hablado ud del aspecto social del empleo. Pero ¿qué se puede hacer si la inteligencia artificial y la robótica eliminan millones de puestos de trabajo? ¿es suficiente con discutir sobre el modelo de renta básica?
Herzog: Desde una perspectiva histórica, creo que es poco probable que haya desempleo masivo, esto se ha profetizado en muchos cambios tecnológicos y nunca ha sucedido. Un ingreso básico puede ser parte de la regulación futura, pero nunca será suficiente para justificar el acceso al buen trabajo y para otorgar los derechos de participación individual, por ejemplo. La posibilidad de dejar el puesto de trabajo por un tiempo o de rechazar ciertos trabajos aumentaría la libertad del individuo, pero lo mismo se puede lograr por otros medios. Lo que importa es cómo apoyar a aquellos cuyos trabajos desaparecen: ¿Tiene suficientes oportunidades para una formación superior? ¿Es posible decidir qué tipo de trabajo quieres hacer o tienes que aceptar un trabajo por mal pagado que esté?
DIE WELT: ¿Hay aspectos positivos para el individuo o la comunidad en un mundo laboral digitalizado? Por ejemplo, ¿qué pasa con las jerarquías cuando todos los procesos se vuelven cada vez más transparentes?
Herzog: En el mejor de los casos, es posible reducir las horas de trabajo para todos los miembros de la sociedad a través de los avances de productividad, sin reducir los ingresos. Además, existen nuevas oportunidades en la organización del trabajo y, por lo tanto, la cuestión de la distribución del poder en el mundo del trabajo puede ser nueva. Con las tecnologías digitales, muchos problemas de coordinación y acuerdo pueden resolverse de manera rentable "de abajo hacia arriba", al menos cuando estas tecnologías se utilizan en lugar de simplemente "desde arriba". Esto abre nuevas oportunidades para la participación e incluso para la democratización del mundo laboral.
DIE WELT: Volviendo a la filosofía, se trata de un campo de dominio masculino con pocas excepciones. Las cosas están cambiando y usted es un buen ejemplo. ¿Qué tiene que decir al respecto?
Herzog: Contrapregunta:
¿no es triste que en 2019 tengamos que hablar sobre este tema? Pero lamentablemente es cierto que la filosofía está progresando lentamente a este respecto. En el pasado, la imagen extremadamente masculina de la filosofía disuadía a las mujeres, y hubo y hay muchos casos de discriminación, y si no hay profesoras, las jóvenes estudiantes carecen de modelos a seguir. Las cosas empiezan a mejorar, pero la filosofía necesita mucha más diversidad, no solo en términos de género, sino también en términos de antecedentes sociales, por ejemplo. Filósofos que procedan de mundos diversos y traigan consigo otras experiencias y otras preguntas que pueden enriquecer enormemente el trabajo filosófico.
DIE WELT: Cuando los jóvenes se enfrentan a escoger una carrera universitaria: ¿qué se puede decir en favor de elegir filosofía?
Herzog: la filosofía te da la oportunidad de enfrentarte a las grandes preguntas del ser humano que con frecuencia se tratan con mucha superficialidad. Por un lado la filosofía es el puro placer de pensar y por otro implica cuestionar ideas y conceptos que en gran medida dan forma a nuestra realidad social. En muchas áreas del mundo social y político, deben cambiar nuestro pensamiento y nuestra visión de las cosas y también la realidad puede cambiar.
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