domingo, 2 de junio de 2019

UNAMUNO Y HEGEL



Unamuno el vasco universal (2015) de Pedro Ribas expone la relación de esta importante figura literaria y pensadora con la filosofía y los filósofos alemanes. Ribas, conocido especialista en la figura de Marx y también del vasco universal como él lo llama, reconoce que en la época de realización de su tesis doctoral, principios de los 70, encontró dificultades para escribir un trabajo de corte filosófico sobre Unamuno.
Primero porque en la España franquista olvidadiza voluntaria de todo lo que pasó antes de 1939 y se relacionara con la segunda República, Unamuno era un hereje. Y en segundo lugar porque en aquellos tiempos no se trataban autores españoles salvo que fuese Balmes o seguidores. El franquismo filosófico había incluso arrinconado a la escolástica española del siglo XVI con la importante y definitiva figura de Suárez que hoy la escuela de Oviedo no duda en resaltar como precursor de la gran revolución ontológica moderna.





Ribas explica que el mismo cayó en la tentación corriente entonces de que para que un filósofo español mereciera el calificativo profesional de filósofo era imprescindible relacionarlo con los alemanes. Hoy a su provecta edad y después de dilatada y fructífera carrera investigadora, el catedrático de la universidad de Madrid está feliz de que hayamos superado esos prejuicios. Unamuno no necesita el arropamiento de los filósofos alemanes para ser considerado pensador de envergadura internacional.




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Y llama la atención en efecto la cantidad de personas en España y en el extranjero que se han dedicado y siguen haciéndolo a estudiar todos los aspectos de la obra unamuniana y de los que se da cumplida cuenta en la bibliografía de esta obra.

Además de sus conocidos libros como Del sentimiento trágico de la vida o Vida de Don Quijote y Sancho que han merecido traducciones ¡al alemán!, hay que dar cuenta de su labor educativa de los obreros en periódicos como el socialista Lucha obrera donde aparecieron numerosos artículos suyos aunque sin su firma. También es ingente la correspondencia del bilbaíno. Unamuno literato, corresponsal fiel, lector voraz, pensador.

Entre sus corresponsales destaca el filólogo vasco Pedro Múgica afincado en Berlín que le facilitará bibliografía alemana. A pesar de la discrepancia política entre ambos la correspondencia con este filólogo es una de las más abundantes que se conservan.

Es preciso señalar que 1924 cuando Unamuno es desterrado por el dictador Primo de Rivera marca el inicio de su notoriedad internacional. El libro de Ribas me ha hecho pasar muy buenos momentos y lo recomiendo vivamente, pues está escrito de una manera sencilla y asequible, acerca a este pensador, lo hace vivir al lado del lector. Las comparaciones que va estableciendo, semejanzas y diferencias con los grandes del pensamiento alemán son altamente instructivas. Dedica sendos capítulos a Kant, Hegel, Schopenhauer, Nietzsche, Marx. Ribas ha estado en el Archivo museo de Salamanca, lugar que fuera domicilio de Unamuno y da cuenta de los libros alemanes que tenía, de sus anotaciones al margen. Unamuno aprendió alemán y aunque no lo hablaba con fluidez realizó algunas traducciones. Por ejemplo de Humboldt, Esbozos de un viaje desde Vizcaya, o una Estética al alcance de todo el mundo de Lemke.





Hay mucho con lo que alimentar el espíritu en este libro, podríamos hablar de su tesis doctoral sobre la lengua vasca y lo que opinaba Unamuno de la filología, pero me quedo con las páginas en las que Pedro Ribas compara la religión al modo hegeliano y la religión al modo unamuniano.

Coinciden en separar religión y ciencia: “Cuanto más se extendió el conocimiento de las cosas finitas, al haberse extendido la ciencia casi ilimitadamente y al haberse ensanchado hasta lo inabarcable, tanto más se ha reducido el saber de Dios”, nos dice el alemán en el tomo XV de sus OC reimpresas en 1967. Y Unamuno: “No necesito a Dios para concebir lógicamente el universo, porque lo que no me explico sin El tampoco con El me lo explico. Hace ya años, cuando...chapoteaba yo en el ateísmo teórico, cayó en mis manos cierto libro de Carlos Vogt, en que leí un pasaje que decía, sobre poco más o menos: Dios es una equis sobre una gran barrera situada en los últimos límites del conocimiento humano, a medida que la ciencia avanza, la barrera se retira”.

Para Unamuno la religión es cosa del corazón y el sentimiento: “Y si creo en Dios, o por lo menos, creo creer en El, es ante todo, porque quiero que Dios exista, y después porque se me revela, por vía cordial en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón.”

Hegel opina que en el interior del espíritu del hombre no hay tanta división y puede conservar dos cosas que se contraponen. Hegel piensa que si se hace dependen a Dios del sentimiento como Unamuno y muchos otros se hace difícil demostrar la existencia de Dios, lo divino puede ser una ilusión del ser humano si nos basamos en lo sentimental.

No hay dos clases de razón y dos clases de espíritu, Dios, el Espíritu Absoluto no es distinto del espíritu humano. La razón es el lugar del espíritu donde Dios se revela a los hombres. Son las propuestas de Hegel, lo que no significa por otra parte que la filosofía de la religión hegeliana pretenda llevar a la fe. Todas estas afirmaciones hegelianas merecen reflexión detenida para entender qué está diciendo Hegel en realidad, no creo que esté diciendo que el hombre sea Dios como le reprochan los seguidores de Gustavo Bueno en esta conferencia. Es evidente que sólo en la conciencia humana está la fe y la religión, sólo el ser humano racional es capaz de Dios.

Ribas nos recuerda que lo que Hegel pretende estudiar es la naturaleza de la religión.
Hegel piensa que la religión tiene que trascender la etapa sentimental, la etapa de las representaciones exteriores al sujeto, ha de pasar a una etapa en que suponga el pleno desarrollo de la conciencia.

Y esta es la diferencia con Unamuno, Dios es solo objeto de fe no de razón. Dios está más allá de nuestro entendimiento no podemos abarcarlo. Hegel responde(ría) que solo el hombre ha conocido la revelación divina y ello porque es el único ser de la creación que dispone de inteligencia. Así que los que como Unamuno se apoyan en la limitación del conocimiento para llegar a Dios atentan contra la religión y contra el hombre.

Hay una gran diferencia entre el carácter trágico de la creencia como la ve el vasco y el carácter dialéctico del pensamiento hegeliano. Por encima del entendimiento que trabaja a base de representaciones separadas está el concepto, plano en el que lo universal aparece como resultado de una vuelta del espíritu sobre sí mismo. Un Dios sin imágenes, sin datos históricos, purificado es todo lo contrario del carácter personal de Dios como lo ve Unamuno, un absoluto con el que el creyente comunica en experiencia personal e intransferible.

En la Fenomenología Hegel precisa esa purificación espiritual: “El bondadoso, el justo, el santo, el creador del cielo y de la tierra son predicados de un sujeto, momentos universales que encuentran en este punto su apoyo y que solamente son el retorno de la conciencia en el seno del pensamiento. Cuando esos momentos son sabidos, su fundamento y su esencia, el sujeto mismo, no es aun revelado....Pero el sujeto mismo es también por tanto este puro universal, revelado como sí mismo, este sí mismo es este interior reflejado en sí......Eso, el ser con arreglo a su concepto lo revelado es pues la verdadera figura del espíritu.....”

Dios es el espíritu universal, y no hay más que un espíritu, el Dios de Hegel es la rebelión ante todo misterio y limitación, ante todas las trabas a la mente humano. Dios es el hombre liberado mediante el poder de la inteligencia.

Unamuno está en las antípodas, Hegel llega con aparente facilidad al universal, pero la consideración unamuniana del hombre animal instintivo, pasional, frustrado lleva al sentimiento trágico de la vida. El ser humano reconoce sus límites, si soy no soy todo. Mientras que Hegel subraya las posibilidades infinitas que el hombre encierra, Unamuno protesta por la mortalidad, confiesa así su impotencia y la inmortalidad se convierte en su anhelo central.

Ribas nos dice que lo que realmente separa a ambos es la falta de dialéctica en el español. Ya que para Hegel la religión es un proceso que culmina en la universalidad concreta de la filosofía. Para Unamuno la religión es más bien la lucha del hombre con los límites, una lucha que nunca termina, cuanto mejor en la infancia o en la naturaleza, siendo simplemente sin romperse la cabeza con estos problemas.

Hegel por el contrario supera el obstáculo olímpicamente con un salto, el hombre racional independiente de cualquier instancia. Unamuno no puede evitar sentirse dependiente de un ser exterior superior. Para Hegel el hombre encuentra en sí mismo la plenitud, la totalidad a la que se llega como resultado del proceso dialéctico.

Ana A

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