Unamuno el vasco universal
(2015) de Pedro Ribas expone la relación de esta importante figura
literaria y pensadora con la filosofía y los filósofos alemanes.
Ribas, conocido especialista en la figura de Marx y también del
vasco universal como él lo llama, reconoce que en la época de
realización de su tesis doctoral, principios de los 70, encontró
dificultades para escribir un trabajo de corte filosófico sobre
Unamuno.
Primero porque en la España franquista olvidadiza
voluntaria de todo lo que pasó antes de 1939 y se relacionara con la
segunda República, Unamuno era un hereje. Y en segundo lugar porque
en aquellos tiempos no se trataban autores españoles salvo que fuese
Balmes o seguidores. El franquismo filosófico había incluso
arrinconado a la escolástica española del siglo XVI con la
importante y definitiva figura de Suárez que hoy la escuela de
Oviedo no duda en resaltar como precursor de la gran revolución
ontológica moderna.
Ribas explica que el mismo cayó en la
tentación corriente entonces de que para que un filósofo español
mereciera el calificativo profesional de filósofo era imprescindible
relacionarlo con los alemanes. Hoy a su provecta edad y después de
dilatada y fructífera carrera investigadora, el catedrático de la
universidad de Madrid está feliz de que hayamos superado esos
prejuicios. Unamuno no necesita el arropamiento de los filósofos
alemanes para ser considerado pensador de envergadura internacional.
Y llama la atención en efecto la
cantidad de personas en España y en el extranjero que se han
dedicado y siguen haciéndolo a estudiar todos los aspectos de la
obra unamuniana y de los que se da cumplida cuenta en la bibliografía
de esta obra.
Además de sus conocidos libros como
Del sentimiento trágico de la vida o Vida de Don Quijote y
Sancho que han merecido traducciones ¡al alemán!, hay que dar
cuenta de su labor educativa de los obreros en periódicos como el
socialista Lucha obrera donde
aparecieron numerosos artículos suyos aunque sin su firma. También
es ingente la correspondencia del bilbaíno. Unamuno literato,
corresponsal fiel, lector voraz, pensador.
Entre
sus corresponsales destaca el filólogo vasco Pedro Múgica afincado
en Berlín que le facilitará bibliografía alemana. A pesar de la
discrepancia política entre ambos la correspondencia con este
filólogo es una de las más abundantes que se conservan.
Es
preciso señalar que 1924 cuando Unamuno es desterrado por el
dictador Primo de Rivera marca el inicio de su notoriedad
internacional. El libro de Ribas me ha hecho pasar muy buenos
momentos y lo recomiendo vivamente, pues está escrito de una manera
sencilla y asequible, acerca a este pensador, lo hace vivir al lado
del lector. Las comparaciones que va estableciendo, semejanzas y
diferencias con los grandes del pensamiento alemán son altamente
instructivas. Dedica sendos capítulos a Kant, Hegel, Schopenhauer,
Nietzsche, Marx. Ribas ha estado en el Archivo museo de Salamanca,
lugar que fuera domicilio de Unamuno y da cuenta de los libros
alemanes que tenía, de sus anotaciones al margen. Unamuno aprendió
alemán y aunque no lo hablaba con fluidez realizó algunas
traducciones. Por ejemplo de Humboldt, Esbozos de un viaje
desde Vizcaya, o una Estética
al alcance de todo el mundo de
Lemke.
Hay
mucho con lo que alimentar el espíritu en este libro, podríamos
hablar de su tesis doctoral sobre la lengua vasca y lo que opinaba
Unamuno de la filología, pero me quedo con las páginas en las que
Pedro Ribas compara la religión al modo hegeliano y la religión al
modo unamuniano.
Coinciden
en separar religión y ciencia: “Cuanto más se extendió el
conocimiento de las cosas finitas, al haberse extendido la ciencia
casi ilimitadamente y al haberse ensanchado hasta lo inabarcable,
tanto más se ha reducido el saber de Dios”, nos dice el alemán en
el tomo XV de sus OC reimpresas en 1967. Y Unamuno: “No necesito a
Dios para concebir lógicamente el universo, porque lo que no me
explico sin El tampoco con El me lo explico. Hace ya años,
cuando...chapoteaba yo en el ateísmo teórico, cayó en mis manos
cierto libro de Carlos Vogt, en que leí un pasaje que decía, sobre
poco más o menos: Dios es una equis sobre una gran barrera situada
en los últimos límites del conocimiento humano, a medida que la
ciencia avanza, la barrera se retira”.
Para
Unamuno la religión es cosa del corazón y el sentimiento: “Y si
creo en Dios, o por lo menos, creo creer en El, es ante todo, porque
quiero que Dios exista, y después porque se me revela, por vía
cordial en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es
cosa de corazón.”
Hegel
opina que en el interior del espíritu del hombre no hay tanta
división y puede conservar dos cosas que se contraponen. Hegel
piensa que si se hace dependen a Dios del sentimiento como Unamuno y
muchos otros se hace difícil demostrar la existencia de Dios, lo
divino puede ser una ilusión del ser humano si nos basamos en lo
sentimental.
No hay
dos clases de razón y dos clases de espíritu, Dios, el Espíritu
Absoluto no es distinto del espíritu humano. La razón es el lugar
del espíritu donde Dios se revela a los hombres. Son las propuestas
de Hegel, lo que no significa por otra parte que la filosofía de la
religión hegeliana pretenda llevar a la fe. Todas estas afirmaciones
hegelianas merecen reflexión detenida para entender qué está
diciendo Hegel en realidad, no creo que esté diciendo que el hombre
sea Dios como le reprochan los seguidores de Gustavo Bueno en esta
conferencia. Es evidente que sólo en la conciencia humana está la
fe y la religión, sólo el ser humano racional es capaz de Dios.
Ribas
nos recuerda que lo que Hegel pretende estudiar es la naturaleza de
la religión.
Hegel
piensa que la religión tiene que trascender la etapa sentimental, la
etapa de las representaciones exteriores al sujeto, ha de pasar a una
etapa en que suponga el pleno desarrollo de la conciencia.
Y esta
es la diferencia con Unamuno, Dios es solo objeto de fe no de razón.
Dios está más allá de nuestro entendimiento no podemos abarcarlo.
Hegel responde(ría) que solo el hombre ha conocido la revelación
divina y ello porque es el único ser de la creación que dispone de
inteligencia. Así que los que como Unamuno se apoyan en la
limitación del conocimiento para llegar a Dios atentan contra la
religión y contra el hombre.
Hay
una gran diferencia entre el carácter trágico de la creencia como
la ve el vasco y el carácter dialéctico del pensamiento hegeliano.
Por encima del entendimiento que trabaja a base de representaciones
separadas está el concepto, plano en el que lo universal aparece
como resultado de una vuelta del espíritu sobre sí mismo. Un Dios
sin imágenes, sin datos históricos, purificado es todo lo contrario
del carácter personal de Dios como lo ve Unamuno, un absoluto con el
que el creyente comunica en experiencia personal e intransferible.
En la
Fenomenología Hegel
precisa esa purificación espiritual: “El bondadoso, el justo, el
santo, el creador del cielo y de la tierra son predicados de un
sujeto, momentos universales que encuentran en este punto su apoyo y
que solamente son el retorno de la conciencia en el seno del
pensamiento. Cuando esos momentos son sabidos, su fundamento y su
esencia, el sujeto mismo, no es aun revelado....Pero el sujeto mismo
es también por tanto este puro universal, revelado como sí mismo,
este sí mismo es este interior reflejado en sí......Eso, el ser con
arreglo a su concepto lo revelado es pues la verdadera figura del
espíritu.....”
Dios
es el espíritu universal, y no hay más que un espíritu, el Dios de
Hegel es la rebelión ante todo misterio y limitación, ante todas
las trabas a la mente humano. Dios es el hombre liberado mediante el
poder de la inteligencia.
Unamuno
está en las antípodas, Hegel llega con aparente facilidad al
universal, pero la consideración unamuniana del hombre animal
instintivo, pasional, frustrado lleva al sentimiento trágico de la
vida. El ser humano reconoce sus límites, si soy no soy todo.
Mientras que Hegel subraya las posibilidades infinitas que el hombre
encierra, Unamuno protesta por la mortalidad, confiesa así su
impotencia y la inmortalidad se convierte en su anhelo central.
Ribas
nos dice que lo que realmente separa a ambos es la falta de
dialéctica en el español. Ya que para Hegel la religión es un
proceso que culmina en la universalidad concreta de la filosofía.
Para Unamuno la religión es más bien la lucha del hombre con los
límites, una lucha que nunca termina, cuanto mejor en la infancia o
en la naturaleza, siendo simplemente sin romperse la cabeza con estos
problemas.
Hegel
por el contrario supera el obstáculo olímpicamente con un salto, el
hombre racional independiente de cualquier instancia. Unamuno no
puede evitar sentirse dependiente de un ser exterior superior. Para
Hegel el hombre encuentra en sí mismo la plenitud, la totalidad a la
que se llega como resultado del proceso dialéctico.
Ana A
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