Emilio González Ferrín estuvo en el congreso de la Aafi de Granada como
especialista en el Islam. De él iba buscando su “Historia del Islam” que no
encontré, pero sí “La angustia de Abraham. Sobre los orígenes culturales del
Islam”. Es un libro denso e intenso, erudito, aunque hay unas cuantas ideas
claves que marcan la melodía y enseñanzas que nos quiere transmitir.
https://drive.google.com/open?id=0BwG1gURM5cGLa2ZER2xXUWVVN1U
Leyendo a González Ferrín se aclaran conceptos sobre el
origen de las tres grandes religiones monoteístas como las conocemos hoy:
judaísmo, cristianismo e Islam. Y es que hubo un tiempo, en los primeros siglos
de nuestra era, en las que las distinciones hoy nítidas no estaban tan claras.
En particular la distinción judaísmo y cristianismo tardó casi 200 años.
Por su parte la aparición del Islam como nos la han contado
releva más de una lectura árabe interesada posterior que de la realidad, al
menos según González Ferrín y no tengo porqué dudar de su sapiencia y
conocimientos.
Me ha interesado particularmente su explicación apoyada en
suficientes ejemplos históricos de cómo surge la “ortodoxia religiosa”. Alguien
da un manotazo en la mesa y establece la frontera: “nosotros” y “ellos”. Ese
alguien es por supuesto una instancia de poder. Todo es entorno hasta que se
admiten los contornos, las diferencias “esenciales” entre ortodoxia y
heterodoxia son provocadas.
González Ferrín hace suyo un concepto de la biología que le
resulta particularmente útil para explicar la evolución de las religiones. Me
refiero a la epigénesis o adaptación al medio. Ninguna religión, ninguna de las
tres que aparecen en este libro, surge de pronto un buen día porque un
personaje histórico que hoy identificamos tranquilamente (Jesús, Mahoma,
Moisés) decide fundar y de su cabeza
saca dogmas, normas de conducta y de vida, ideas sobre Dios y el mundo. Las
cosas no son así entre los seres humanos, aunque como bien dice posteriormente
y a beneficio de inventario los dirigentes religiosos presenten una versión
simplificada de los orígenes.
Así resulta que variados dogmas cristianos se parecen
sospechosamente a afirmaciones de otras religiones anteriores, Jesús en el
primer siglo de nuestra era no era hijo de Dios, pero llegó un momento en que
lo fue, hijo de Dios a lo grecorromano y resucitador a tercer día a lo iranio.
Una ciudad clave para la fijación del canon bíblico tanto
para los judíos como para los cristianos fue Alejandría. La Alejandría del primer
siglo de nuestra era, donde el judío Filón, gran filólogo y los 70
establecieron las traducciones griegas de la Biblia y de los textos griegos, Homero el primero
de todos. Se comienza por la filología, amando y cuidando el texto y se acaba
por hacer del texto amado un texto sagrado.
Trae cosas verdaderamente curiosas, por ejemplo de pasada
nos enteramos leyendo esta Angustia de Abraham de donde procede el rechazo de
los musulmanes por el vino, su desprecio por el teatro, arte que no cultivan o
su iconoclastia así como su idea obsesiva de la unicidad divina. Nada es casual
y sobre todo nada es genuino y ocurrencia
de Mahoma, ni siquiera inspiración.
Gracias a este libro he comprendido mejor que las peleas
entre cristianos, judíos y musulmanes son peleas de familia, las peores y más
sangrientas como nos demuestra una historia ya larga de cruzadas, inquisiciones,
guerras santas y territorios ocupados. Todos hemos olvidado o no nos han
enseñado que hubo un tiempo en que hubiera sido muy difícil en determinados
lugares diferenciar un cristiano de un judío o un judío de un musulmán. Hizo
falta la edad media para que esas diferencias cuajaran y cristalizaran como las
conocemos hoy.
Incluso nos vendría bien darnos cuenta de que la religión
tiene su origen en la filosofía y viceversa, puesto que se puede hablar de un
proto-monoteísmo griego cuando nos encontramos con el Logos de Heráclito o el
Nous de Anaxágoras. Que por cierto, esa diferencia entre Nous o Inteligencia
suprema ordenadora y Logos, palabra derivada dará mucho juego con el correr de
los siglos en el neoplatonismo y en el cristianismo.
O de que la historia de Sansón y Dalila es la historia del
sol y la luna, cada día la luna le corta el pelo, sus rayos, al sol.
Un momento clave en el nacimiento del Islam fue la fundación
de Bagdad en julio de 762 en Persia, en una zona donde casi se juntan el Tigris
y el Eúfrates y habiendo tomado buena nota de la fecha propicia elegida por los
astrólogos. La ciudad de la paz se
llamó en árabe, como conjuro para más de un siglo de guerras en la región.
Ciudad persa en entorno helenizado y tiempo judeocristiano. Lugar caleidoscopio
de culturas e ideas que favorecerá la forja de una nueva religión y una nueva
civlización aprovechando todos los “detritus” que había sido rechazados por las
ortodoxias judías y cristianas. Se fundió lo iranio indoeuropeo y lo semítico
árabe en una nueva edición del viejo sistema abrahámico.
¿No había nacido Abraham por estas tierras? La ciudad caldea
de Ur no debía de quedar lejos de la nueva Bagdad.
Los cristianos desafectos de Bizancio habían huido a
Oriente, andaban por la zona y se expresaban en siríaco, es la lengua en la que
se recopila el mundo helénico, la cultura procedente de la Grecia antigua que había
pasado por Alejandría. Esos cristianos constituyen comunidades célibes y
ascéticas, otra tradición arraigada en la zona, irse al desierto huyendo por
motivos variados de la urbe. En dichas comunidades se codifica y memoriza
escrituras consideradas sagradas.
Fueron el eslabón necesario para que Bagdad se impusiera
como una nueva Roma en el Mediterráneo. La traducción al árabe de dicha
sabiduría antigua fue una vuelta de tuerca más en un largo proceso de
transmisión cultural.
Con gracia González Ferrín explica que los islámicos no se
bajaron del caballo para traducir a Aristóteles. El Islam es helénico en su
propio origen, lo griego se había conservado en toda la zona de Oriente Próximo
donde cuajará una nueva civilización y una nueva religión.
Bagdad será la redoma donde se unirán lo iranio y lo
helénico en un ambiente más científico que religioso. El sustrato científico procedía de la Alejandría del tiempo
de los Ptolomeos, allí nacieron judaísmo, cristianismo y protoislamismo que en
principio son un etéreo monoteísmo abrahámico con fundamento filosófico en el
neoplatoinismo. En Alejandría surgirá la llamada Ciencia de los Antiguos, así denominada por los árabes.
No hubo salto de lo griego a lo árabe, las escuelas
siguieron su labor de transmisión de maestro a discípulo y en determinado
momento por circunstancias que vienen perfectamente explicadas en el libro, se
cambió de lengua franca, pasó a ser el árabe. El árabe es una creación
lingüística que hereda y continúa la actividad científica en torno al año 800.
Alejandría también está en el origen de la cultura latina,
pero el asunto es que Roma no dio tanta importancia a la especulación
científica. El conocimiento científico siguió practicándose en Oriente durante
la época bizantina y no llegó a Europa a través de Roma sino a través de los
árabes.
Ellos la llamaron Ciencia
de los primeros y la recopilaron en la llamada Summa Alexandrina. Los arabizados se denominaron a sí mismos “los
segundos” en interesarse por la ciencia. Al Farabi (870-950) el principal
arabizador de la filosofía griega será considerado el segundo maestro, el
primero no era un Profeta, era Aristóteles.
Bagdad fue una ciudad con el típico trazado romano, cardo y
decumanus, redonda como las polis griegas, de alma persa. Los persas aprenden
árabe y toda la zona que durante siglos fue la frontera entre Bizancio y Persia
se arabiza. Fue la primera ciudad en la que se puede decir que hubo un orden
islámico. En Damasco tuvo lugar un período de gestación del Islam, lo demuestra
por el estudio de las monedas acuñadas en el siglo VII en esa ciudad y por el
hecho de que Juan Damasceno, de la misma época, aunque se refiere a los
ismaelitas nunca habla de Islam ni de Corán ni de su Profeta.
No hay un tronco judío por tanto del que se desgajen las
otras dos religiones. Hay movimiento que es la esencia de todo lo histórico,
evolución. Nos han enseñado que el maniqueísmo se desvió de la ortodoxia pero
la realidad es que sin desviación maniquea no hubiera existido la ortodoxia. La
ortodoxia es la novedad. Viene bien pulir nuestros conocimientos sobre el
fundamento del maniqueísmo y porqué fracasó. Pero el hecho es que no se
comprende el cristianismo oficial ni se comprende el Islam sin el maniqueísmo.
En el siglo XX han aparecido nuevas fuentes para el
entendimiento de los “excluidos” por las tres grandes religiones que muestran
un panorama lleno de numerosos matices hasta ahora desconocidos. Lo oficial y
lo subversivo son distinciones claras con el paso de los siglos, mucho menos
claras en los comienzos.
El Islam fundó ciudades en el interior, paralelas a las
ciudades costeras de siempre. De ahí surgio la ruta Bagdad, Damasco, Fustat,
Kairuán, Fez. El Islam fue un enorme sistema comercial incluso poéticamente
sustentado por un Islam religioso: el Debe y el haber se cuadrarán el día de la Deuda.
Una serie de hechos históricos se concitaron en el siglo XV
para favorecer el eclipse de la civilización islámica, entre ellos no fue menor
la toma de Granada, el descubrimiento de América ni la circunvalación
portuguesa de Africa que hizo inútiles los transportes caravaneros por el
desierto.
Es sólo un apunte de todas las innumerables teclas que toca
González Ferrín en este libro necesario, pues verdaderamente desconocemos qué
es el Islam y hoy en día lo vemos como una amenaza cuando su papel en la
historia y en la transmisión cultural ha sido fundamental. Me he quedado con una
brillante definición: El Islam es la traducción al árabe del sueño de
Alejandro Magno..
Nos instruimos hasta donde deseemos en un acto de libertad.
ResponderEliminarLos que deben mirar al pasado para retomarlo donde lo dejaron y continuar, o avanzar en la educación, son los interesados.
Tal vez la magnitud de la tarea no se valora tan suficientemente grande, por ahora, como
para no hacer parecer a la persona o su voz pequeña.
https://www.youtube.com/watch?v=bEoiJEVN6lU