No se me ocurría una propuesta para mi participación en el Mochuelo de este año, y Amelia me sugirió grabar una clase de comentario de texto.
Ha sido toda una experiencia registrar la clase y luego difundirla. No voy a borrarla como se me aconsejó, viendo mi susto por la propuesta.
Me dió bastante miedo desde el principio. De hecho me pasé todo el primer trimestre llevando la cámara a clase y sin decidirme a grabar. Ya nos dimos cuenta de que grabar sería un factor de distorsión en el aula, nos afectaría a todos, los alumnos perderían naturalidad y como profesora me pasaría lo mismo.
Hice varios intentos mientras leíamos el texto de Platón. Las primeras veces grababa yo a la vez que dirigía la clase. Imposible. Los alumnos "se cortaban", se quedaban envarados cuando me veían acercarme a ellos pidiéndoles que intervinieran cámara en ristre.
Se lo planteé a nuestra coordinadora del grupo de trabajo. Me sugirió que grabara uno de los alumnos. No me gustaba la idea de que un alumno se perdiera la clase, pero era mejor que traer un "cameraman", alguien externo a la clase. Tampoco me gustaba la idea de que no se vieran las caras de los alumnos cuando intervenían. Pero cuando íbamos por Descartes y quedaba justo un mes para mi ponencia "mochuelera" ya tomé la decisión y pasé el Rubicón. Nunca nos hace gracia, a priori, que nuestras clases sean vistas por otros. Pero estoy satisfecha de haber dado este paso, me ha servido para autorreflexión y conocimiento. He visto mis propios defectos, en esa y otras clases.
Hay que conseguir que los alumnos trabajen y se impliquen. Es el equilibrio perfecto que no siempre se logra. Pero hay que luchar por él, llevar muy claro a cada hora de clase que es lo que se quiere transmitir, al tiempo que se exige al alumno su parte, la tarea hecha en casa. A partir de este vídeo, procuro preguntar a todos los alumnos todos los días si traen la tarea, hago un repaso general para ver quien tiene los deberes hechos y anoto. Esa compobación es independiente de la corrección del ejercicio y cuando observo que muchos no lo han hecho, además de que se ganan el negativo correspondiente, les hago copiar las correcciones de la pizarra. De momento me está sirviendo para hacer trabajar un poco más a los alumnos.
Solventadas algunas cuestiones técnicas, un alumno grabó desde el fondo del aula. Hubiera sido mejor tener varias cámaras, y luego componer, pero ya era demasiado complicado para nuestros pocos medios. Así que esto que hoy presento es lo que resultó.
Me agradó ver que el vídeo no aburrió a los otros Mochuelos. Por si acaso había confeccionado un "plan B" con una lectura sobre el Absoluto de Todorov. Pero no hizo falta echar mano de él. Algunos pensaron que era una clase muy lenta, otros que el diálogo en clase como anunciaba la ponencia que adjunté se había conseguido.
El visionado de esta grabación sirvió para que planteáramos nuestras dificultades a la hora de enseñar el comentario de texto. Es difícil "llevarlo todo para adelante", como se suele decir en andaluza y rotunda expresión:
hay que leer en voz alta las largas frases cartesianas, comprender, anotar los términos del texto, explicar lo que se está leyendo, que los alumnos anoten ideas para poder hacer el comentario....De vez en cuando regañar al que se despista, hacer participar a todos, cuantos más variadas intervenciones mejor. Y al tiempo que hay intervenciones, hay que procurar que no se desemboque en un guirigay en el que normalmente solemos acabar mayores y pequeños cuando nos juntamos para discutir en común.
Pluralidad de voces combinada con orden acaba dando la sensación a los alumnos y a la profesora, de que la clase la hemos construido entre todos, y ha sido un momento de reflexión, de profundizacion, de conocimiento, de autoconocimiento también.
Me gusta del resultado de la clase que intervienen casi todos los alumnos, no sólo los más trabajadores que siempre hacen la tarea:
Marisa, Paqui, Fernando, María F, María G, Paula, Alvaro, Pilar, Alicia, Carlos, Ana, Eli, Juani....
A la mayoría de ellos les he dado ciudadanía en tercero, ética en cuarto, filosofía en primero. Se nota que nos conocemos y hay una confianza mutua. Segundo de bachiller A está formado por una veintena de alumnos que cursan ciencias sociales y humanidades, no es un grupo ni particularmente brillante ni tampoco un desastre. Están en una media muy aceptable de rendimiento. Los profesores del grupo hemos observado que este año se están tomando muy en serio sus estudios, y hacemos votos para que sigan así hasta el final de curso.
Es una clase normal "por desgracia", en el sentido de que es una clase en la que, a pesar de saber que se va a grabar, muchos alumnos no han traído las respuestas a las cuatro preguntas que se pusieron de tarea para casa. También es una clase normal, porque los mismos alumnos que a veces muestran interés, de vez en cuando se distraen y empiezan a jugar entre ellos o a charlar de otra cosa. Es un logro que utilicen su propio lenguaje para expresar sus impresiones ante las meditaciones cartesianas.
Lástima que suena la campana en el momento crucial, cuando la mayoría se ha "metido en harina" con el siempre "popular" tema de la diferencia entre los sueños y la realidad.
Le he añadido subtítulos para mejor comprensión.
Ha sido toda una experiencia registrar la clase y luego difundirla. No voy a borrarla como se me aconsejó, viendo mi susto por la propuesta.
Me dió bastante miedo desde el principio. De hecho me pasé todo el primer trimestre llevando la cámara a clase y sin decidirme a grabar. Ya nos dimos cuenta de que grabar sería un factor de distorsión en el aula, nos afectaría a todos, los alumnos perderían naturalidad y como profesora me pasaría lo mismo.
Hice varios intentos mientras leíamos el texto de Platón. Las primeras veces grababa yo a la vez que dirigía la clase. Imposible. Los alumnos "se cortaban", se quedaban envarados cuando me veían acercarme a ellos pidiéndoles que intervinieran cámara en ristre.
Se lo planteé a nuestra coordinadora del grupo de trabajo. Me sugirió que grabara uno de los alumnos. No me gustaba la idea de que un alumno se perdiera la clase, pero era mejor que traer un "cameraman", alguien externo a la clase. Tampoco me gustaba la idea de que no se vieran las caras de los alumnos cuando intervenían. Pero cuando íbamos por Descartes y quedaba justo un mes para mi ponencia "mochuelera" ya tomé la decisión y pasé el Rubicón. Nunca nos hace gracia, a priori, que nuestras clases sean vistas por otros. Pero estoy satisfecha de haber dado este paso, me ha servido para autorreflexión y conocimiento. He visto mis propios defectos, en esa y otras clases.
Hay que conseguir que los alumnos trabajen y se impliquen. Es el equilibrio perfecto que no siempre se logra. Pero hay que luchar por él, llevar muy claro a cada hora de clase que es lo que se quiere transmitir, al tiempo que se exige al alumno su parte, la tarea hecha en casa. A partir de este vídeo, procuro preguntar a todos los alumnos todos los días si traen la tarea, hago un repaso general para ver quien tiene los deberes hechos y anoto. Esa compobación es independiente de la corrección del ejercicio y cuando observo que muchos no lo han hecho, además de que se ganan el negativo correspondiente, les hago copiar las correcciones de la pizarra. De momento me está sirviendo para hacer trabajar un poco más a los alumnos.
Solventadas algunas cuestiones técnicas, un alumno grabó desde el fondo del aula. Hubiera sido mejor tener varias cámaras, y luego componer, pero ya era demasiado complicado para nuestros pocos medios. Así que esto que hoy presento es lo que resultó.
Me agradó ver que el vídeo no aburrió a los otros Mochuelos. Por si acaso había confeccionado un "plan B" con una lectura sobre el Absoluto de Todorov. Pero no hizo falta echar mano de él. Algunos pensaron que era una clase muy lenta, otros que el diálogo en clase como anunciaba la ponencia que adjunté se había conseguido.
El visionado de esta grabación sirvió para que planteáramos nuestras dificultades a la hora de enseñar el comentario de texto. Es difícil "llevarlo todo para adelante", como se suele decir en andaluza y rotunda expresión:
hay que leer en voz alta las largas frases cartesianas, comprender, anotar los términos del texto, explicar lo que se está leyendo, que los alumnos anoten ideas para poder hacer el comentario....De vez en cuando regañar al que se despista, hacer participar a todos, cuantos más variadas intervenciones mejor. Y al tiempo que hay intervenciones, hay que procurar que no se desemboque en un guirigay en el que normalmente solemos acabar mayores y pequeños cuando nos juntamos para discutir en común.
Pluralidad de voces combinada con orden acaba dando la sensación a los alumnos y a la profesora, de que la clase la hemos construido entre todos, y ha sido un momento de reflexión, de profundizacion, de conocimiento, de autoconocimiento también.
Me gusta del resultado de la clase que intervienen casi todos los alumnos, no sólo los más trabajadores que siempre hacen la tarea:
Marisa, Paqui, Fernando, María F, María G, Paula, Alvaro, Pilar, Alicia, Carlos, Ana, Eli, Juani....
A la mayoría de ellos les he dado ciudadanía en tercero, ética en cuarto, filosofía en primero. Se nota que nos conocemos y hay una confianza mutua. Segundo de bachiller A está formado por una veintena de alumnos que cursan ciencias sociales y humanidades, no es un grupo ni particularmente brillante ni tampoco un desastre. Están en una media muy aceptable de rendimiento. Los profesores del grupo hemos observado que este año se están tomando muy en serio sus estudios, y hacemos votos para que sigan así hasta el final de curso.
Es una clase normal "por desgracia", en el sentido de que es una clase en la que, a pesar de saber que se va a grabar, muchos alumnos no han traído las respuestas a las cuatro preguntas que se pusieron de tarea para casa. También es una clase normal, porque los mismos alumnos que a veces muestran interés, de vez en cuando se distraen y empiezan a jugar entre ellos o a charlar de otra cosa. Es un logro que utilicen su propio lenguaje para expresar sus impresiones ante las meditaciones cartesianas.
Lástima que suena la campana en el momento crucial, cuando la mayoría se ha "metido en harina" con el siempre "popular" tema de la diferencia entre los sueños y la realidad.
Le he añadido subtítulos para mejor comprensión.
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