ΛΙΜΗΝ ΠΕΦΥΚΕ ΠΑΙΔΕΙΑ ΒΡΟΤΟΙΣ
Werner Jaeger. Paideia
Llamaré la atención sobre lo que me llamó la atención, en el último encuentro de las damas y caballeros de la Quinta.
Es más relevante el uso de la palabra que el conocimiento abstracto de su estructura. Pero..., ¿es posible usar bien el verbo sin conocer su morfología? ¿Es fácil y placentero aprender otras lenguas si no conocemos bien el hueso estructural de la propia?
Esto a propósito de las bellas palabras de Landero propuestas por Amelia: literatura, sí, pero gramática, también.
Por propia experiencia -la de mis hijos- sé bien qué importantes son las humanidades para disfrutar de la vida. Ellos, que tienen una formación científico-técnica, están ahora rellenando lagunas, echan de menos conocimientos de historia, de estética, de literatura... Nosotros estudiamos, en aquel tiempo, moral en las fábulas, en las lecturas literarias, en los tebeos.
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Martha Nussbaum, campeona del valor educativo de las humanidades |
Nota bibliográfica. Cfr.
La fragilidad del bien, Martha Nussbaum. En Amazon hay un buen elenco de obras suyas disponibles y baratas en versión kindle, algunas con un título tan sugestivo como
Por qué el amor es tan importante para la justicia. O,
Paisajes del pensamiento.
La Inteligencia de las emociones. O,
Por qué la democracia necesita de las humanidades.
Las pongo en la cola de lecturas pendientes.
Las tres destrezas que según Martha Nussbaum sólo desarrollan las Humanidades:
- sentido crítico
- cosmopolitismo
- imaginación narrativa
Y ya conocéis mi tesis:
Somos cuentos.
La
crisis mundial de la educación me recuerda mucho lo que pasó en la época de los Antoninos, y luego, en el Alto Imperio... Toda la época helenística con su desorientación, su búsqueda de síntesis ético-religiosas, su sustitución de la ciencia por la soteriología, su especialismo tecnocientífico, su angustia existencial, su esoterismo hermético, su alejandrinismo wikipédico.
Humanidades sin ánimo de lucro
Fíjate como crece el voluntariado. El trabajo satisfactorio no retribuido. Hemos de poner énfasis en los bienes no materiales, no económicos, a sabiendas de lo que sabía Jacob Burckhardt, al que ando ahora leyendo y disfrutando: Que la riqueza material es perfectamente compatible con la ordinariez (
Historia de la cultura griega).
Adornarse y embellecerse
por dentro es lo que importa. Aunque es difícil convencer de eso a quien ni siquiera cree que tenga alma, y se ve a sí mismo sólo como un cuerpo tembloroso y a la deriva, un cuerpo que, a veces,
se raya pensando. Un cuerpo que reniega o ha olvidado liturgias transfigurantes y sacrificios espiritualistas, pero que se entrega sin reparo a rituales comerciales incesantes: sacrificios dietéticos, ascéticas liturgias materiales: deportivismo, cirujía estética, cosmética incesante, depilación profunda, pornografía lúdica...
¿Volveremos, tal vez, al fideísmo de los primeros Padres Apostólicos? Las sectas inventan califatos y conquistan castillos en casa. El conocimiento científico
no salva. ¿Sólo la virtud, la excelencia? Ni siquiera ella, porque los dioses se complacen injustamente con los justos y elevan al poder a los malvados -en ello insiste la tragedia cotidiana. Sólo nos salvan aquellas excelencias que ofrecen los dioses con gracia, gratuitamente: esperanza y amor.
En cualquier caso, desde ese "puerto seguro" que ha de ser la buena educación, y que hunde sus viejas raíces en los clásicos (ΛΙΜΗΝ ΠΕΦΥΚΕ ΠΑΙΔΕΙΑ ΒΡΟΤΟΙΣ), son preferibles las buenas costumbres, mejores que la ciencia que, como sabía Nietzsche, no puede dar una sola orden al ser humano.
¿Se pueden enseñar las virtudes? ¿Se puede instruir en buenas costumbres? No lo creo; se pueden ejemplificar, uno puede aludir a ellas mediante parábolas, dilemas, aporías, aforismos, paradojas, fábulas..., uno debe dar ejemplo ("la voluntad mueve, el ejemplo arrastra"), es lo que ha ensayado Amelia en su aula, seguro que con éxito.
Pero no creo que la formación sea incompatible con la instrucción. Ni siquiera son separables instrucción y educación, porque la forma sólo se da como forma de algo realmente existente (Aristóteles). Lo demás, vanas palabras. Recordemos la pregunta insistente del hijo del picapedrero al sofista charlatán: ¿Tú, qué enseñas?
¿Y tú, qué sabes hacer, qué produces de bueno? Podríamos preguntar nosotros (
Adam Smith reservaba su Gloria Celestial solo a los creativos, los inventores, los productores, los que han mejorado las condiciones de vida de la humanidad).
Por desgracia, una educación basada sólo en la instrucción es también formación, más en concreto de-formación.
Y por el momento, es suficiente. Seguiremos comentando.