Escrito por Ana Azanza
Este año hablamos de utopía.
En la última sesión del Mochuelo alguien se quejó de que en nuestras conversaciones se abren diversos hilos que no tienen continuidad. Dejamos que las ideas floten sobre nuestras cabezas de manera caprichosa llevándonos a nada. Me gusta concretar y traigo un hilo sobre utopía y dialéctica que viene al caso. Traigo estas consideraciones puesto que la utopía que más éxito ha tenido y más ha iluminado políticamente el mundo ha sido la utopía marxista. Si nombramos la utopía, algunos pensarán en Platón, otros en Tomás Moro y muchos en la utopía marxista.
He hallado una crítica a la utopía hegeliano-marxista realizada por Sloterdijk en "Crítica de la razón cínica" que no quiero dejar olvidada. Sloterdijk habla de la fantasía del vencedor. Tanto Hegel como Marx cayeron en esa falacia con su pensamiento dialéctico: tesis, antitesis, síntesis. El sí, el no, la síntesis en qué confluyen los dos primeros términos y que acaba con el conflicto.
Antes del repaso que le hace a las dos dialécticas modernas más célebres, el filósofo de Karlsruhe ha explicado unas páginas antes que el marxismo intentó formular en un lenguaje objetivo el concepto de explotación. El escándalo comienza donde el dinero en cuanto capital presupone sistemáticamente las debilidades de hombres y mujeres que tienen que llevarse a sí mismo al mercado para su funcionamiento. Esta es la base funcionalmente inmoral de nuestra economía, incluye siempre en su cálculo las situaciones de necesidad de los más débiles. La economía en la que vivimos levanta sus beneficios sobre la existencia de grandes grupos que no tienen más posibilidad que "o come o muere". Hombres que mañana no comerán si hoy no trabajan, que mañana no recibirán trabajo si no aceptan el que hoy se les ofrece.
Marx quiso desarrollar el concepto explotación de una manera calculada para demostrar que la explotación no puede ser eterna. Pero el problema de la explotación no es cuestión cuantificable. ¿Quién quiere calcular lo que los hombres se dejan exigir? No hay ninguna matemática con la que se pueda calcular cuánto tiempo aguantará el hilo de la paciencia, y tampoco hay una aritmética de la autoconciencia... Desde hace milenios los hombres se han hecho a la idea de dejarse sacar plusvalías. Esto no exige tanto una teoría de la plusvalía como de la "servidumbre voluntaria". El problema de la explotación es más una cuestión de psicología política que de economía política.
La resignación es más fuerte que la revolución. Como dijo Flaubert: "La resignación es la peor de las virtudes". Afirmación que en mi opinión le viene como anillo al dedo a la situación actual de nuestro país.
Frente a la resignación, frente a la aceptación de lo dado como la única posibilidad, la dialéctica de Hegel y sobre todo el proyecto utópico de Marx, se basan en la ilusión de que su posición tenía que ser la vencedora, de que efectivamente, la síntesis superior aporta distensión. Pero ya Adorno explicó que las "superaciones integradoras" son mentira. Tanto la síntesis hegeliana como la dictadura del proletariado lo son.
"Cuanto más dialécticamente se enfrenten los partidos, los bloques, la ideologías, tanto más triunfará, en la forma de una producción y un rearme convulso, el espíritu del estancamiento, de la dominación y del anquilosamiento..." Peter Sloterdijk, "Critica de la razón cínica", Siruela 2007, p. 540.
Este año hablamos de utopía.
En la última sesión del Mochuelo alguien se quejó de que en nuestras conversaciones se abren diversos hilos que no tienen continuidad. Dejamos que las ideas floten sobre nuestras cabezas de manera caprichosa llevándonos a nada. Me gusta concretar y traigo un hilo sobre utopía y dialéctica que viene al caso. Traigo estas consideraciones puesto que la utopía que más éxito ha tenido y más ha iluminado políticamente el mundo ha sido la utopía marxista. Si nombramos la utopía, algunos pensarán en Platón, otros en Tomás Moro y muchos en la utopía marxista.
He hallado una crítica a la utopía hegeliano-marxista realizada por Sloterdijk en "Crítica de la razón cínica" que no quiero dejar olvidada. Sloterdijk habla de la fantasía del vencedor. Tanto Hegel como Marx cayeron en esa falacia con su pensamiento dialéctico: tesis, antitesis, síntesis. El sí, el no, la síntesis en qué confluyen los dos primeros términos y que acaba con el conflicto.
Antes del repaso que le hace a las dos dialécticas modernas más célebres, el filósofo de Karlsruhe ha explicado unas páginas antes que el marxismo intentó formular en un lenguaje objetivo el concepto de explotación. El escándalo comienza donde el dinero en cuanto capital presupone sistemáticamente las debilidades de hombres y mujeres que tienen que llevarse a sí mismo al mercado para su funcionamiento. Esta es la base funcionalmente inmoral de nuestra economía, incluye siempre en su cálculo las situaciones de necesidad de los más débiles. La economía en la que vivimos levanta sus beneficios sobre la existencia de grandes grupos que no tienen más posibilidad que "o come o muere". Hombres que mañana no comerán si hoy no trabajan, que mañana no recibirán trabajo si no aceptan el que hoy se les ofrece.
Marx quiso desarrollar el concepto explotación de una manera calculada para demostrar que la explotación no puede ser eterna. Pero el problema de la explotación no es cuestión cuantificable. ¿Quién quiere calcular lo que los hombres se dejan exigir? No hay ninguna matemática con la que se pueda calcular cuánto tiempo aguantará el hilo de la paciencia, y tampoco hay una aritmética de la autoconciencia... Desde hace milenios los hombres se han hecho a la idea de dejarse sacar plusvalías. Esto no exige tanto una teoría de la plusvalía como de la "servidumbre voluntaria". El problema de la explotación es más una cuestión de psicología política que de economía política.
La resignación es más fuerte que la revolución. Como dijo Flaubert: "La resignación es la peor de las virtudes". Afirmación que en mi opinión le viene como anillo al dedo a la situación actual de nuestro país.
Frente a la resignación, frente a la aceptación de lo dado como la única posibilidad, la dialéctica de Hegel y sobre todo el proyecto utópico de Marx, se basan en la ilusión de que su posición tenía que ser la vencedora, de que efectivamente, la síntesis superior aporta distensión. Pero ya Adorno explicó que las "superaciones integradoras" son mentira. Tanto la síntesis hegeliana como la dictadura del proletariado lo son.
"Cuanto más dialécticamente se enfrenten los partidos, los bloques, la ideologías, tanto más triunfará, en la forma de una producción y un rearme convulso, el espíritu del estancamiento, de la dominación y del anquilosamiento..." Peter Sloterdijk, "Critica de la razón cínica", Siruela 2007, p. 540.
En la versión marxiana: "la expropiación de los expropiadores pretende exigir algo general sobre la oposición de explotadores y explotados, a saber, la justa distribución de las riquezas. El medio para ello no es general, sino una nueva polémica, la opresión del opresor."
Voy a dejar aparte el hecho histórico nada despreciable de que el país en que se puso por obra esta síntesis superadora de la dictadura del proletariado, no era precisamente el más desarrollado industrialmente. El país que según los libros de Marx debiera haber encabezado la revolución tendría que haber sido ¿Gran Bretaña? ¿Estados Unidos? ¿Alemania? ¿Francia? Puesto que la revolución marxista era asunto del proletariado industrial, y la Rusia de los zares a principios del siglo XX era prácticamente un país semifeudal de economía agraria y preindustrial. Los revolucionarios empezaron mal.
El propio Marx utilizó la dialéctica para ser parte y juez a la vez. Fue realista al fundar empíricamente la dialéctica. Pero no fue realista respecto a los fines y resultados de las luchas que postulaba. En los sistemas de partido único (URSS, China, Cuba...) vemos partidos que en un arrebato de "fantasía del vencedor" han integrado la segunda posición de la dialéctica, la de la antítesis, la del "no a lo que hay" y la han elevado a la única síntesis superior: el partido comunista en cuanto totalidad. Caen en una nueva unilateralidad.
Marx lo intentó y es su mérito, pero falló y la historia sigue.
¿Todas las luchas que se dan en la historia son luchas de clases? Hoy vemos conflictos interraciales, internacionales, interimperiales, entre sociedades de clases. La guerra es todavía más antigua que las sociedades de clases y las luchas entre sociedades de clases no tienen por qué ser luchas de clases.
La polémica general a la que invita Sloterdijk en "Crítica de la razón cínica" no tiene interés ninguno en mostrar el triunfo de un partido. Puede ir más allá e investigar lo que sucede cuando un partido pone como base de sus luchas una teoría dialéctica.
Adorno quiso poner las cartas sobre la mesa con su Dialéctica Negativa. Me temo que Adorno "tiró" de los escritos de Walter Benjamin sobre la historia. Adorno custodiaba esos escritos tras la muerte de Benjamin en la frontera franco-española. Benjamin fue en cierto sentido la voz de los vencidos. Los vencidos también cuentan en la historia, no son material de desecho, hemos de corregir el defecto de considerar el punto de vista del "vencedor" como "el punto de vista" objetivo.
La Dialéctica negativa de Adorno dejaría de ser la legitimación de un partido que se sueña a sí mismo como vencedor. La dialéctica negativa no admite la mentira, no es una ideología ni propaganda sino un instrumento para la descripción de la realidad de la historia y de los conflictos de conciencia.
¿Se ha derrotado así el sueño de la razón dialéctica que se tiene a sí misma por triunfadora y con la que se ha identificado al comunismo internacional?
Hay más que desenmascarar. La dialéctica se considera la ciencia del hacerse, la ciencia de la realidad. Es fácil demostrar con el sencillo ejemplo de la planta: la semilla se convierte en brote, en el brote desaparece la semilla para convertirse en planta y está a su vez produce la semilla que la abandonará.
Quizás nos hemos pasado de forma ilegítima de la polémica social a la biología. ¿Magia conceptual?, ¿no nos estaremos engañando? Muchas críticas han llovido sobre estos ejemplos biológicos adecuados sólo para "Anfänger".
Pero Sloterdijk opina frente a los que se ríen de la ingenuidad del ejemplo de la planta que dicho ejemplo mira al ciclo vital, "al gran movimiento pendular de los fenómenos entre el hacerse, el existir, y el perecer".
La tradición de la verdad precientífica no desvía la mirada ante los fenómenos naturales: cambio de las estaciones, ritmo del día y la noche, alternancia de dormir y despertar, inspirar y expirar. Y en el centro de los ritmos y la polarización entre dos extremos el juego de sexos, que aporta la imagen perfecta de la tríada dialéctica: en el encuentro entre lo femenino y lo masculino surge el niño. La dialéctica es una filosofía de la polaridad, una filosofía rítmica. Sólo observa los cambios, ir y venir de las mareas, ciclos de los astros, oscilación entre la alegría y el dolor.
"Que todo en el mundo tiene su contrario, que los estados se mueven en una eterna corriente y órbita y que los extremos se convierten en sus contrarios son las grandes e inconmovibles visiones a las cuales llega esta rítmica. La dialéctica heracliteana -la primera y casi la única dialéctica europea que es pura filosofía de la polaridad, sin llegar a ser polémica y de ahí también la única contemplativa y oscura, que no pretende convencer y que no está pensada para el diálogo de disputa- corresponde totalmente a este tipo de doctrina de la sabiduría" Id, p. 546
Recogemos las sentencias que nos han llegado de Heráclito, el sabio melancólico
"Lo contrario aspira a la unidad, de lo diferente surge la bella armonía y todo surge de la discordia."
"Unión: todo y no-todo, tensión a lo conjunto y a la desintegración, concordia y discordia y de todo una cosa y de una cosa todo."
"Ambas cosas están siempre en nosotros, lo vivo y lo muerto, lo despierto y lo durmiente, lo joven y lo viejo. Lo uno se convierte a través de la transformación en lo otro, y en una nueva interacción esto se convierte en aquello".
"Nosotros bajamos al mismo río y, sin embargo, no es el mismo río: nosotros somos y no somos"
Lo apreciable de estas frases heracliteanas es que tienen un sentido observante, no pretende convencer, alude, se enseña a todos en general y a nadie en particular.
"Su discurso es como un acuerdo en un cosmos rítmico y pulsante. El mundo posee una marcha propia y un respirar, y esta primera filosofía de la polaridad era sólo un respirar, sin lucha en el inspirar y expirar del mundo. Entre la "ley cósmica" de las polaridades y su comprensión para los filósofos no se abre ningún abismo. El pensador, más bien "vidente", no adopta ninguna postura propia y no se retira como un sujeto cognoscente de los fenómenos conocidos. En el gran mundo de estas pulsaciones y golpes polares no aparece como un Yo que se separa de este mundo y en esta separación pudiera caer en el error. Todo lo que dice pasa a través de él y en todo caso sería así, lo dijera o no. En última instancia semejante teoría de polaridad debería llamarse filosofía del sujeto. Allí donde domina esta visión, en el fondo sólo existen los ritmos, sólo el "de aquí para allá" de las energías y contrapolos, y para el "Yo aparte" del hombre no existe ninguna esfera propia. Por lo que respecta a estos ritmos, a los hombres sólo les queda una actitud válida: entrega." (Ib. p. 547)
En la teoría cosmológica-contemplativa de Heráclito no hay nada que recuerde la relación sujeto-objeto de la filosofía moderna. El sabio griego nos recuerda que formamos parte del mundo, en lugar de contraponernos a él. El hombre mismo puede ser sujeto entre sujetos, porque sujeto significa sometido. Sin resistencia y activo a la vez, resignado al logos, a la razón de todo lo que sucede. No le corresponde al hombre oponerse como autárquico otro al ser.
El hombre sólo se opone "señorialmente" al mundo cuando el mundo humano se independiza, cuando con superiores grados de civilización "el principio polémico se tensa y se calienta, cuando represión, poder, hostigamiento, soberanía, guerra, ideología y arte de las armas, empiezan a configurar los correspondientes sujetos polémicos."
La dialéctica polémica, la de Hegel y Marx, confía en la victoria como principio opuesto. Intentan mantener la polaridad al acentuar que es necesario el paso por el polo opuesto, pero en realidad esa dialéctica afirma y conduce la polémica, se sabe triunfante contra el principio opuesto. Estrangulan la antítesis en semilla. La antítesis no se desarrolla hacia el polo opuesto, sigue siendo un mero potencial. Un instrumento para un fin.
Sigue Sloterdijk su desarrollo con la obstaculización que los hombres ponen a los ritmos del mundo. Pero me interesaba subrayar que frente a la dialéctica sujeto-objeto que tantos quebraderos de cabeza ha dado a la filosofía, el sabio griego nos recuerda que formamos parte del mundo y que aunque podemos hacer muchas cosas en él, no dejamos de estar sometidos a la dura ley de la vida y la muerte.
En esta receta para "cocer" un cometa hay una buena dosis de dialéctica.
También es dialéctico el movimiento de nuestra pensamiento entre dos imágenes:
la "antigua" y "precientífica" del cometa anunciador celestial de acontecimientos decisivos y la moderna, fruto de la observación del cometa "hielo y polvo girando en torno al sol en órbitas regulares".
Esta afirmación, "la utopía que más éxito ha tenido y más ha iluminado políticamente el mundo ha sido la utopía marxista", me parece muy objetable. A no ser que la restrinjas históricamente, a la época moderna, y geográficamente, al imperio ruso,la china maoísta y una parte de américa latina. Piensa en La India, la mayor democracia liberal de la historia, con más de mil millones de almas... O en la Commontwealth, que no creo que esté inspirada ni iluminada por el marxismo... De hecho, la utopía más influyente en la historia política ha sido la cristina. No es casual que sigamos midiendo el tiempo por ella. Nuestra era sigue siendo la cristiana. La colonización europea de América -y de otras partes del mundo- es incomprensible sin ella. La filosofía política de los derechos humanos, tan vigente, no deriva del marxismo, sino del cristianismo, y dudo que se pueda sostener sin ese fondo (el hombre imagen de Dios, el mandamiento de amor al prójimo, etc.). La teodicea cristiana es -como intuyó Leibniz- una antropodicea.
ResponderEliminarLa crítica de Sloterdijk me parece oscura y no muy fuerte. Probablemente nuestro Escohotado ofrezca una mucho más potente, pero como es español...
Tu entrada, Ana, interesante y sugestiva, como siempre.
Jesús no era un filósofo, su mensaje es religioso, por eso no considero que el cristianismo sea una utopía.
ResponderEliminarCuando hablamos de utopía entiendo que nos referimos a la creación de un filósofo. Y el marxismo es la creación de un filósofo propiamente hablando.
No se me ocurre otro régimen político tan extendido mundialmente que lleve el nombre de un filósofo.
La Commonwealth no tiene nada de utópico, es una práctica organización política de adhesión a su graciosa majestad.
El cristianismo es una religión.
El marxismo en principio una filosofía económica o viceversa, una economía filosófica.
Entiendo que son cosas diferentes.
Dialéctica. ¿Todas las ideas tienen su idea opuesta?. No lo se, quizás si. Aunque sería mejor que no fuese así. Hay ideas que sería mejor que nunca hubiesen existido.
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