sábado, 28 de marzo de 2009
María Zambrano según Aranguren
Esto es lo que se puede ver hoy en el lugar donde estaba la casa natal de María Zambrano en Vélez Málaga, una casa nueva y al menos una placa que recuerda que en este número de la calle vivió María de niña. ¡Pena que he olvidado el nombre de la calle!
Gracias a Amelia tuvimos una sesión zambraniana en este mes de marzo. Lanzaste muchas ideas para meditar y comprender. Pienso que a la Zambrano hay que darle muchas vueltas, no se puede pretender llegar y enterarse. Hay un trabajo de "iniciación", de familiarizarse con sus temas, sus modos herméticos de decir, esa especie de "noche oscura del alma" que se siente leyendo algunos pasajes de "El hombre y lo divino".
Aprendí su relación con el idealismo alemán, su gusto por el fragmento, tan del romanticismo. Su aversión al sistema, al ensayo orteguiano. Esa especie de guiños que hace Ortega y Gasset con sus metáforas que invitan al menos a la sonrisa, no existen en María. Para Aranguren la Zambrano resulta a veces demasiado seria. ¿Siempre con la palabra esencial en los labios? inseparables que son las palabras de María de las ideas, es el distintivo de una filosofía poética frente a la "filosofía filosofía". Aunque tanta "exaltación de la palabra" a nuestro compañero Pepe Biedma le pareciera logocentrismo... Es el sello de la Zambrano, no se puede separar su palabra de lo que dice. Y en Ortega es evidente que sí se puede separar más fácilmente. Le pasa a María como al buen poeta.
En los artículos que nos dio Amelia hay un especialista y admirador zambraniano que reconoce en ella filosofía original, en diálogo único, vivo con los filósofos contemporáneos desde unas tradiciones hispanas que ella supo aunar: mística, filosofía popular, novela española... la primera filósofa en el surco abierto por Ortega y Gasset. Me agrada esa veta popular de María, como Machado.
Gracias Ana por tus palabras.
ResponderEliminarEfectivemente el trabajo que he realizado es de un simple acompañamiento a la visión que Aranguren nos deja de María Zambrano.
Si puedo darte mi opinión, creo que parte de la "culpa" de que hoy estudiemos a Zambrano (aunque algunos y algunas compañeras no lo deseen, tal y como pude entender en la última reunión de coordinación de selectividad), se la debemos a Aranguren.
Es verdad que la densidad del mensaje de la prosa de la Zambrano hay que aprender a digerirlo, a encontrarle su sitio en la realidad y también en la historia de la filosofía, pero sólo por lo que tuvo que vivir, por su periplo en el exilio, se lo debemos como españoles enseñantes.