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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

lunes, 20 de febrero de 2017

EL HÉROE ENTRE TRAGEDIA E ILUSTRACIÓN



La sesión de febrero de 2017 del Mochuelo no estuvo tan concurrida como otras veces. No obstante Amelia nos dio mucho que pensar y discutir con su trabajo sobre el Héroe trágico, apuntes sobre Tragedia e Ilustración. Partíamos de un texto del mismo título de un tal Christopher Rocco que nos sirvió para recordar la potencia originaria de los mitos griegos que se han transmitido a través de los siglos y cuyos nombres constituyen la base de nuestra civilización: Prometeo, Ulises, Edipo, Medea. La filosofía antes de convertirse en dialéctica platónica fue narración poética de mitos que educaban al pueblo, los poetas eran en esa época predialéctica maestros de verdad.


Nos recordó nuestra compañera que no es tan difícil elegir entre ser narradores de cuentos chinos, maestros de sombras o maestros de la verdad. No es lo más acostumbrado en nuestro gremio, incluso puede resultar pretencioso en la época de la postverdad atreverse a encarnar el ser “maestros de la verdad”.
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Nos enzarzamos en una discusión sobre esta última palabra tan maltratada y en nombre de la cual tantas barbaridades se han cometido en la historia. Aunque muchos dioses han muerto todavía nos quedan orillas a las que llegar. Y efectivamente, todavía nos quedan en lo que nos toca, alumnos a los que educar o al menos no aumentar la confusión y el desconcierto en sus mentes.

El héroe griego desafía los límites, salta por encima de las dificultades que se le presentan, se enfrenta a la aventura, a lo desconocido, a lo doloroso, enigmático y también a lo que aparentemente está por encima de sus fuerzas, a aquello que le sobrepasa. Y de esa lucha vuelve más sabio, más ejemplar, más magnánimo. Pensemos en Ulises y sus mil aventuras de las que sale vencedor.

En la actualidad la vida parece más fácil, nos instalamos en la cultura y el saber y además como nos recordaba una reciente emisión televisiva vivimos conectados y hasta obsesionados por la cobertura del móvil pero en el fondo humanamente desconectados, aislados. La pregunta surge rápida ¿cómo puede ser que vivamos incomunicados? Amelia nos decía que hablamos demasiado, escuchamos poco y sobre todo al hablar buscamos imponer una idea, nuestros discursos buscan el poder.

Ya en los años 90, época en que se escribió Tragedia e Ilustración, Occidente vivió el auge de la posmodernidad, cuando destacados pensadores cuestionaron la hegemonía de los valores europeos sobre todo en el mundo. Europa, Occidente en general no tiene derecho a instalar su cultura como si fuera universal.
Habermas y Foucault se enfrentaron a cuento de la Dialéctica de la Ilustración: El sueño de una racionalidad autónoma humana base de la convivencia entre culturas ¿ha dado de sí todo lo que podía o quedan virtualidades que no han sido desarrolladas? Habermas representa el filósofo partidario de “seguir sacando jugo al lema de la Ilustración”, no lo hemos exprimido lo suficiente. Mientras que Foucault opina que la Ilustración se ha pasado de rosca y ha caído en exclusiones de elementos que no entran en su discurso, creando nuevas esclavitudes.

Rocco traslada el debate a lo que él llama un DILEMA DE LA DEMOCRACIA que se articula en varios niveles, son en realidad tres irresolubles dilemas de los que escojo el último:
O aceptamos un sistema político como la democracia basado en exclusiones constitutivas o de lo contrario debemos rechazar la democracia como una técnica entre otras.

La forma que tiene Rocco de salvar el triple dilema está en la tragedia, los ejemplos de acción virtuosa de la tragedia griega y su preocupación por lo “otro” lo que está más allá de lo culturalmente aceptable son una referencia para desbaratar el exceso moderno de normalización. Ese decir: la democracia no se basta a sí misma como procedimiento racional, es preciso ética, debate e incluso son salutíferos para la democracia procedimientos tan irracionales como el sorteo para elegir los cargos públicos, ya puestos a admitir lo “otro” de la razón.

La verdad de la ilustración es trágica pues revela el poder de la razón pero también sus límites. Desplazando el ejemplo de los griegos al terreno de la ética y la política contemporáneas nos permite vernos bajo un prisma distinto.
Un ejemplo del “fracaso” de la Ilustración ateniense presentado de modo trágico lo hayamos en Edipo de Sófocles. El héroe transita por un camino largo y tortuoso que le lleva a hacer el mal queriendo hacer el bien, Edipo pasa del conocimiento confiado pero equivocado hasta la terrible verdad de su desmedida ignorancia.

Charlamos largamente sobre la verdad y su despotismo, en particular la verdad que se ha impuesto en la cultura a través del dogmatismo religioso. Los maestros de la sospecha nos enseñaron a desconfiar de las verdades eternas o aspirantes a eternidad. Y efectivamente es difícil saber en el fondo quienes somos los seres humanos, nuestra ignorancia es desmedida como la de Edipo. Ni siquiera sabemos del todo cómo hemos llegado a constituirnos como especie diferenciada de los “no humanos”. En cuanto hacemos demasiadas preguntas sobre el origen del homo sapiens nos damos cuenta de que la racionalidad sigue topando con muchos enigmas. Una cosa es explicar el origen de este cuerpo humano, bípedo, con un cerebro desmedido, con la capacidad de manejar, fabricar herramientas, capacidad simbólica y otra muy distinta es explicar el origen de la sociedad humana, del lenguaje, de la razón. Porque no somos sólo un cuerpo con características excepcionales.

Por tanto Edipo se dio cuenta para su desgracia de que no podía dominar totalmente su destino, de que existen fuerzas ciegas que lo dominan y lo mismo nos dice Foucault sobre la razón humana. Existen fuerzas ciegas que pueden con ella. En el camino de vuelta descubre el héroe trágico que no puede dominar su propia naturaleza y comete incesto, el poder de la razón no lo libra de la transgresión o del sufrimiento que conlleva. El poder de la razón no está a la altura de la vida humana. Sófocles nos envía el mensaje de que la tensión define al ser humano.

Hay algo que se esconde, algo que no podemos conceptualizar que atraviesa la vida humana y también la historia de la filosofía y este enfrentamiento entre razón y lo conceptualizable se sustancia en la Dialéctica de la Ilustración. Como en Edipo rey, el coro canta sucesivamente las alabanzas de la razón y las de las virtudes heroicas del mundo arcaico, la tradición en suma.

Sófocles advierte a los defensores del iluminismo racional que tengan en cuenta las oscuridades. Nos liberamos de unas andaderas, religión, tradición y otras ocupan su lugar: mundo tecnificado, economicismo, burocracia.

Ni el universalismo de la razón ni el individualismo del héroe, no podemos elegir. El conflicto es eterno  y como sospechó Unamuno, “esto es una agonía”, la agonía deja al ser humano vivir.

En una segunda parte de su trabajo Amelia expuso bajo una nueva luz el diálogo platónico de la República. Es una obra que quizás nos hemos acostumbrado a comentar de determinada manera y nos vino bien este nuevo punto de visa. La República platónica que nos hechiza porque apela a nuestro deseo insaciable de comunidad, solidaridad y autoridad, tres aspectos difíciles de combinar en la realidad.

Rocco descubre en el modelo utópico platónico el cultivo de la imaginación que elabora y niega a la vez el discurso sistemático. Se trata de un discurso que sostenga la ficción de una totalidad teórica y política completamente ficticia y la vez la niega por una práctica textual y politica subversiva.
Platón hace un trabajo soberbio de imaginación para reordenar todo lo que no funcionaba en la polis ateniense. En la polis platónica perfectamente ordenada no es la razón la que consigue el orden y la armonía sino el conocimiento del Bien, que es un poco distinto. Y fue la genialidad de Platón, el Bien es intangible y cuando nos ponemos a intentar definirlo es cuando caemos en el dogmatismo, pero si sabemos distinguir grosso modo lo que está bien de lo que está mal, casuísticas y trampas saduceas a parte.
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La escuela de Platón por Jean Delville

El logos palabra es el nuevo fundamento de la polis utópica. No vale cualquier palabra, sólo la de los que conocen y se han pasado toda la vida ejerciéndose en el conocimiento.
Sólo el héroe, el que ha pasado por el fuego o por las llamas y conoce la verdad no como algo leído, repetido, sin sentido, sino como algo conquistado, es el que se preocupa por la comunidad y puede salvarla, aunque sea con su solo ejemplo.

Nos dimos cuenta en esta sesión de la necesidad de ejercitar la imaginación de nuestros estudiantes con historias variadas de héroes de ayer y de hoy. Con anécdotas de vida propia y ajena. Las asignaturas que impartimos son abstractas, es su dificultad, pero Platón nos enseña con sus mitos como el del caballo alado, las constantes del ser humano. Hemos de poner el pie en ellos para desde ahí saltar a más altas y difíciles verdades.

2 comentarios:

Amelia Fernández dijo...

¡Qué bonito, Ana! Tu reflexión última sobre lo que hablamos está llena de sabiduría, de la misma clase de la que alabas. Enhorabuena por la crónica que pone tanto.

Ana A dijo...

Enhorabuena a tí por tu hallazgo y trabajo
Lo pasamos bien, no desvaríamos excesivamente y aterrizamos
en nuestra diaria tarea después de un paseo por las galaxias
de Habermas, Foucault, la posverdad y Platón.
Estimular la imaginación con historietas es una necesidad vital.
Sin eso la mayoría del pueblo no nos entiende...
Si no estudian su problema es, al menos que el que escuche entienda.