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Depósito de ponencias, discusiones y ocurrencias de un grupo de profesores cosmopolitas en Jaén, unidos desde 2004 por el cultivo de la filosofía y la amistad, e interesados por la renovación de la educación y la tradición hispánica de pensamiento.

viernes, 13 de diciembre de 2013

ONFRAY FILÓSOFO PARRESIASTA

Escrito por Ana Azanza

Todavía con los efectos de la "parresiástica" actividad de ayer, he ido a por el libro de Onfray que olvidé llevar a la sesión del Mochuelo pensativo. Sólo el índice del "Antimanual de filosofía" muestra el carácter "escandaloso", "provocador" de su autor. No hace falta siquiera leer el contenido para ver a qué me refiero. Lo pongo aquí para no gastar más papel, a disposición, para meditación y quizá estímulo para conocer mejor a este pensador de la rama "cínica decente" de la filosofía. Cínico en el sentido antiguo por supuesto, no en el sentido corriente actual. Es Sloterdijk el que en la "Crítica de la Razón cínica" distingue entre Zynismus y Kynismus si no me confundo. El Zinysmus es el que yo traduzco por "cínico decente" frente al sentido popular de persona sin principios.



Lamenté mucho olvidar el libro, hubiera servido para ilustrar el cinismo filosófico tal como lo describe Foucault en ese "seminario testamento". Nada que ver con el 15M ni los progres de ayer ni de hoy. El cínico tiene una "misión", le ha tocado. No es el que quiere ni el que puede, sino el que le toca. Creo que en las diferencias con los otros "habladores" públicos (profeta, sabio, técnico) debió de quedar claro. Aunque se fue precisando más en la medida en que fuimos ilustrando la vida cínica. Andamos hoy muy faltos de gentes con algo de sustancia que transmitir. Que todos los medios se vuelvan locos por una infidelidad que nunca existió dice mucho sobre el nivel de superficialidad en el que estamos mundialmente instalados.

Pongo el índice para que os hagáis una idea de por qué pensé en él al leer la descripción del cínico que hace Foucault. Por el lado provocador, que remueve las conciencias. Y que como concluimos al final me parece importante a la hora de educar filosóficamente,  formar personas y hacer pensar.
He de aclarar que esto lo escribió Onfray para uso de sus alumnos del instituto técnico en el que trabajó durante 20 años.

Mi epígrafe favorito es el del injerto de cerebro...





INDICE DEL ANTIMANUAL DE FILOSOFIA DE MICHEL ONFRAY

Introducción
¿Tenéis que empezar el año quemando a vuestro profesor de filosofía?
PARTE 1. ¿Qué es el hombre?
1. La naturaleza
El mono, el caníbal y el masturbador
¿Queda todavía en vosotros mucho de chimpancé?
¿Habéis comido ya carne humana?
¿Por qué no os masturbáis en el patio del instituto?

2. El arte
El descodificador, la Gioconda y el meadero.
¿Siempre hace falta un descodificador para comprender una obra de arte?
¿Qué hace la Gioconda en el comedor de vuestros abuelos?
¿En qué momento un urinario puede convertirse en una obra de arte?

3. La técnica
El móvil, el esclavo, el injerto
¿Podrías prescindir de tu móvil?
¿Hay que trasplantar el cerebro de vuestro profe de Filosofía en el cráneo de su colega de gimnasia?
¿Es el que cobra el salario mínimo el esclavo moderno?

PARTE 2. ¿Cómo vivir juntos?
4. La libertad
El arquitecto, el pedófilo e internet
¿Por qué vuestro instituto está construido como una cárcel?
¿Escoge un educador pedófilo su sexualidad?
¿Dejarías que tus hijos pudieran acceder a las páginas pornográficas de internet?

5. El derecho
El reglamento, el jefe de estudios y la policía
¿Debéis negaros a obedecer a vuestro jefe de estudios cuando suelte tonterías?
¿Es preciso arrojar a la basura el reglamento del colegio?
¿La policía existe para amargarnos la vida sistemáticamente?

6. La historia
La violencia, el nazi y el nihilismo
¿Podemos recurrir a la violencia?
¿Creéis útil juzgar a antiguos nazis casi centenarios?
¿Qué estás diciendo cuando escribes en tu pupitre no hay futuro?

PARTE 3. ¿QUE PODEMOS SABER?
7. La conciencia
La manzana, el desmayo y el psicoanalista
¿Qué es lo que se evapora cuándo perdéis la conciencia solos o a dúo?
¿Por qué la manzana de Adán se os queda atravesada en la garganta?
¿Qué buscabais en la cama de vuestros padres a los seis o siete años?

8. La razón
La tajada, el horóscopo y lo razonable
¿Qué parte de vuestra razón desaparece en una noche muy pasada de alcohol?
¿Tu éxito en el bachillerato está escrito en las estrellas?
¿Por qué habríamos de ser razonables?

9. La verdad
El político, el embustero y el cannabis
Si hubierais engañado a vuestro(a) novio (a) ¿se lo diríais?
¿Es absolutamente necesario mentir para ser presidente?
¿Por qué podéis comprar libremente hachís en Amsterdam y no en vuestro instituto?
CONCLUSIÓN
Dejadlos vivir
Michel Onfray, ejemplo de filósofo parresiasta


Aparte de tanta frase provocadora trae una muy buena guía para hacer la célebre disertación filosófica francesa, caballo de batalla de todos los estudiantes que quieren aprobar el BAC. Y un prólogo de José Antonio Marina, persona muy decente y de fiar, porque con esos titulares habría quien prohibiría el libro en un instituto. Hay que precisar que cada uno de estas preguntas es contestada por Onfray y enriquecida con la inserción de textos de variados filósofos de todas las épocas.

A tenor de los mensajes que hemos intercambiado es evidente que la sesión de ayer nos llegó hondo a todos y fue una auténtica experiencia filosófica común. El último seminario de Foucault hizo que saltara la chispa. No podíamos "soltarnos" tras la sesión, la corriente pasó.  Haciendo el esfuerzo de entender y comprender el alma de Foucault, no son de esas experiencias que llegas y están al alcance de la mano. Hay que trabajarlas.

Un primer punto importante de autoaclaración fue el asunto de la verdad. La verdad de la que estamos hablando nada tiene que ver con la aletheia y los rodeos. El foco va hacia dentro de uno mismo, no hacia fuera. Recordé lo cansado que resulta la "autoexposición" a la que se ve obligado el profesor de filosofía para hacer pasar el mensaje. Y los diversos métodos para "soltar los músculos" tras el ejercicio. No nos metimos con los profesores de matemáticas ni con la asignatura de matemáticas. Pero nos sirvieron de contrapunto para señalar lo que tiene de específico la enseñanza de la filosofía si se quiere de verdad enseñar a filosofar.

Hablamos del cinismo antiguo, del valor para decir la verdad, de la práctica del diálogo socrático y lo molesto que resulta escuchar a Sócrates. Lo de Sócrates es un juego, hay que aceptar sus reglas para que funcione. El que lo acepta puede sacar algo en limpio. Es posible darse cuenta de que existe el logos, el maestro interior, el intelecto agente. Sólo que no se llega a esa experiencia de manera fácil. Desde luego no se llega estando a la defensiva, ni repitiendo lugares comunes, mucho menos con el prurito profesional filosófico de "étaler" como dicen los franceses, todo el saber que uno ha adquirido en sus múltiples y variadas lecturas. Las múltiples y variadas lecturas suelen ser un obstáculo para ejercitarse en estas "prácticas de sí".

Un momento interesante vino cuando recordamos al Sócrates moderno que va por el mundo desplegando el arte del diálogo. Un diálogo que te pone frente a ti mismo. Recordé que yo había vivido esa experiencia "de tocar los propios límites" que no es nada agradable. Preferimos no definirnos. Decir "sí" o decir "no" es simplón, infantil, ingenuo y "hay que matizar". Qué mal se lleva "hay que matizar" con el método socrático. Preferimos un "so" o un "ni". Pero Sócrates-Brenifier te obliga al Sí y al No. Queremos estar en todos los lugares a la vez, o que no se sepa donde estamos. Pero somos limitados, y limitado significa mortal. De ahí que filosofar sea aprender a morir.
No es lo mismo verlo escrito y deslizar la mirada por esa frase "filosofar es aprender a morir" que llegar  tras penosa lucha con las propias resistencias a "ver". Esto de traer la muerte a colación tampoco fue del agrado de todos. Otros estábamos más en sintonía con la única pura y simple verdad de la vida. Como precisamente dice Onfray en su última aparición televisiva, "la vida o la muerte", lo mismo es.

Pequeño excurso sobre por qué los discursos son aburridos. Los discursos son aburridos cuando el que habla no está diciendo la vida. Cuando lo que se dice no coincide con lo que se hace. Y por ahí nos fuimos metiendo en el gran tema de la sinfonía entre el hacer y el decir, que fue la dedicación de todos los cínicos antiguos. Hacer presente una vida sin disimulo, una vida sin mezcla, recta, conforme a la ley, una vida que no cambia, que permanece siempre igual. Una vida verdadera en definitiva.
El cínico Diógenes con sus innumerables anécdotas ponía la verdad de la vida por delante. Cuando tiró el cuenco de agua, cuando recibió a Alejandro rodeado de su corte, poderoso, y expuesto a tantos peligros, traiciones y a perderlo todo. El cínico no tiene nada que perder. Diógenes mostraba la vanidad de todas aquellas cosas tras las que la humanidad corremos como locos pretendiendo así conseguir la felicidad. Con su vida "arrastrada", de vagabundo, sin posesiones, sin casa, el cínico enseña lo poco que se necesita para ser feliz. De ahí su valoración de la animalidad, que para los filósofos platónicos y aristotélicos tan apegados al "logos" resultaba chocante. Los animales no se crean necesidades.

Mostrar la verdad en las acciones es el deporte principal al que se entrega el parresiasta. El parresiasta es el que se juega la vida al hablar, por eso no puede tener muchas cosas porque de vez en cuando tiene que huir. Dimos un repaso a actitudes parresiásticas en los filósofos. Arendt con su informe sobre Eichmann fue una gran "ladradora" de verdades que nadie quería oír y mucho menos en Israel. Los revolucionarios como Marx huyendo de país en país mientras le cerraban uno y luego otro periódico, Espinosa que enseñaba la reforma del entendimiento frente a Leibniz el instalado biógrafo e historiador de los príncipes de Hannover. Simone Weil entregando su salario a los parados y renunciando a su carrera para meterse en luchas sindicales, no hubo tiempo de mencionarla pero estaba en el guión.

Gisela, que es la que más tiempo le ha dedicado a Foucault, no pudo estar presente. Llegó cuando poníamos punto final a la sesión. Y después de la conmoción vivida con los filósofos que se han jugado la vida al hablar acabó poniendo la guinda al pastel.

Sabíamos desde el principio que este seminario era el último que dio Foucault. Que dió la última conferencia el 28 de marzo y el 25 de junio de 1984 moría. No recordaba el detalle de que Foucault era homosexual y fue de los primeros en contagiarse del SIDA. Gisela nos aseguró que cuando el filósofo dio estas conferencias sabía que le quedaba poco tiempo. Descubrirlo nos impactó porque habíamos leído sin saberlo pero sintiéndolo el testamento filosófico de Michel Foucault. El mensaje final. Volvía a plantearse el tema de la muerte que ya había causado controversia cuando salió a colación en la charla.

El último regalo que me ha llegado de Gisela es que se pueden escuchar las conferencias en internet. Las he leído, ahora las oiré. Vaya descubrimiento, lo que nos faltaba para rematar la emoción del día de ayer.

http://michel-foucault-archives.org/?Cours-au-college-de-France-1984-Le


2 comentarios:

José Biedma L. dijo...

Ana, creo que te gustará leer *La pasión de Michel Foucault*, un libro ameno y a mi juicio bastante ecuánime, en el que se percibe perfectamente la integración obra y vida, teoría y praxis. En su postfacio, James Miller concluye:

"Unas pocas cosas me parecen claras. Foucault adoptó la propuesta de Nietzsche, llegar a ser 'lo que uno es', con absoluta seriedad, en algunos sentidos con más seriedad que el propio Nietzsche. En el curso de su propia búsqueda nietzscheana, Foucault luchó valientemente: contra modos convencionales de pensar y de conducirse; contra formas intolerables de poder social y político; contra aspectos intolerables de sí mismo. Y perseveró en todo ello con una curiosidad y un coraje que me parecen admirables. Abrigó sus más locos impulsos en los libros que escribió, y trató de entender estos impulsos, simultáneamente explicándolos y expresándolos, exorcizando sus deseos mientras luchaba por establecer su inocencia recurriendo en parte a una metódica documentación de los orígenes históricos de las escisiones que solemos hacer entre bien y mal, verdadero y falso, normal y patológico. De este modo, ambiguo, se unió a la conversación de la cultura, rechazó algunos de sus términos claves y desafió sus supuestos generalizados. Al mismo tiempo, ofreció su vida como un modelo, no de la verdad sino de lo que debe implicar la búsqueda de la verdad. Su propia voluntad de saber no cedió nunca, fue implacable. Condujo mente y cuerpo reiteradamente hasta el punto de quiebra, y estableció un estándar de vida filosófica cuya imitación sería peligrosa, si no imposible, para la mayoría de los seres humanos. Aunque sólo sea eso, su vida y su obra, creo, prueban la sabiduría del adagio de Nietzsche: 'el amor de la verdad es terrible y poderoso'".
La pasión de Michel Foucault. James Miller. Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile, 1996, pg. 516.

Ana A dijo...

Precioso Pepe, seguro que me gustaría leer La Pasion de Michel Foucault me lo apunto, y caerá en su momento.